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Tema de tapa


No. 110 - Diciembre 2000

ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO

Llegó la hora de realizar cambios

por Someshwar Singh

A pesar de las suposiciones de que lo ocurrido en Seattle fue un llamado de alerta, los países industrializados han dado pocas muestras de haber recibido el mensaje de los manifestantes. Ya deberían haber corregido las desigualdades de la Organización Mundial de Comercio (OMC), sostuvo Chakravarthi Raghavan, editor de SUNS, en el seminario "Situación actual de la OMC: Perspectiva de los países en desarrollo", organizado por la Red del Tercer Mundo.

El secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Rubens Ricúpero, instó a los países en desarrollo a aprovechar el actual "período de espera" para prepararse para los nuevos desafíos que presentarán las negociaciones multilaterales en la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Al inaugurar el seminario sobre la "Situación actual de la OMC: Perspectiva de los países en desarrollo", el 14 de setiembre en Ginebra, Ricúpero indicó que la incertidumbre en torno de la nueva ronda de negociaciones multilaterales de comercio en la OMC es cada vez mayor debido a circunstancias imprevistas, como el aumento en el precio del petróleo y la posible volatilidad de las tasas de interés y la bolsa de valores. "Estamos en un momento de espera. Esperar no es malo para los países en desarrollo –así podrán prepararse para cuando llegue el momento de negociar. Esto podría ser útil. El principal desafío es hacer el mejor uso posible del tiempo", sostuvo Ricúpero.

Pero el secretario general de la UNCTAD aconsejó a los países en desarrollo no centrarse sólo en la preparación para la posible nueva ronda, sino también analizar con cuidado los acuerdos regionales y bilaterales que pueden plantear controversias, la introducción de normas sobre empleo y sus vínculos con el comercio. "Existe un claro desarrollo respecto de ciertos temas. Ya están quedando registradas importantes decisiones en el ámbito bilateral y regional que cambian la perspectiva", advirtió Ricúpero.

El secretario general de la UNCTAD citó como ejemplo los últimos acuerdos entre la Unión Europea y los países de Africa, Caribe y Pacífico (ACP), la Ley Africa que aprobó el Congreso de Estados Unidos hace poco, y los acuerdos bilaterales entre China y Camboya. "Si se logran cosas a nivel bilateral ¿para qué molestarse en obtenerlo multilateralmente?", se interrogó.

Incluso ha habido cambios significativos en las normas comerciales sin necesidad de una nueva ronda de negociaciones, puntualizó Ricúpero, citando las novedades del sector de telecomunicaciones y de servicios financieros. "Hoy, muchas veces es más importante utilizar el procedimiento de solución de diferencias para obtener el ingreso al mercado, que confiar en las reglas y procedimientos", agregó.

Paradojas y confrontaciones

En su discurso de apertura, Chakravarthi Raghavan, editor del South-North Development Monitor (SUNS), indicó ciertas paradojas e incoherencias flagrantes que caracterizan a la economía internacional de nuestros días. "Al término de esta segunda mitad del año 2000, el sexto de la OMC, no podemos sino sentirnos sorprendidos, e incluso confusos y preocupados por los numerosos enfrentamientos y paradojas de nuestro mundo. Son asuntos muy difíciles de comprender, pero se vuelven aún más complicados por ciertos oscurecimientos deliberados", sostuvo Raghavan.

"Lo primero y principal es este asunto de la globalización. Desde alrededor de mediados de la década del 90, escuchamos una gran cantidad de ideas sensatas e insensatas acerca de la globalización y su carácter inevitable, irreversible, etc. Ultimamente, nos han dicho que resistirse equivale a desafiar la gravedad. En 1994-95, cuando la UNCTAD empezaba a prepararse para su XI sesión, quienes desafiábamos ese concepto éramos minoría, si no los únicos. Hicimos pública nuestra opinión en consultas informales y más adelante en una reunión formal con el Grupo de Comercio y Desarrollo. Ahora ya no somos los únicos; hemos ganado fuerza y apoyo en el mundo exterior. Discutimos la idea de que la globalización es inevitable y debe ser aceptada sin alteraciones por parte de los gobiernos", explicó Raghavan.

Durante la UNCTAD X, el director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) manifestó una opinión similar, al menos en el análisis sobre la naturaleza de la globalización, y el secretario general de la UNCTAD trató más explícitamente estos temas en su discurso de cierre", señaló Raghavan.

No puede haber grandes dudas en cuanto a que la globalización beneficia a unos pocos entre los más ricos, mientras margina y daña a la gran mayoría de la población del mundo, tanto en los países ricos como en los pobres, afirmó Raghavan. "No hay modelos econométricos ni malabarismo de datos, o citas cruzadas entre economistas neoliberales, que puedan tergiversar este hecho, visible para la gente que vive en el mundo real que está allí afuera", insistió el editor de SUNS, quien instó a las organizaciones internacionales a conseguir economistas más competentes.

"Cuando intentan trivializar el gran enfrentamiento del mundo actual con alegorías como la fuerza de gravedad o los trenes de gran velocidad, sus discursos pierden credibilidad y se esfuma el prestigio de las instituciones donde trabajan. Darse la mano con las grandes empresas o recibir una sonrisa de parte de los gerentes de dichas compañías no alcanza para restituir la confianza en el sistema internacional", sentenció.

Henry Kissinger dijo en Dublin, el año pasado, que la globalización no era sino otro término para hablar de la hegemonía de Estados Unidos y su intención de forzar al resto del mundo a adoptar un modelo particular de organización social y económica. "Y terminará creando los mismos desórdenes sociales y crisis que los sistemas que sobrevinieron como resultado de los esfuerzos de globalización del siglo XIX, bajo la hegemonía o imperialismo británico", agregó Raghavan.

La globalización, y por lo tanto la del área económica, no es natural ni inevitable, aseguró. "Es un producto o resultado de las leyes fiscales (que favorecen a las empresas y la maximización de sus beneficios contra los intereses del consumidor ordinario), las normas y regímenes comerciales, las normas de origen y otros instrumentos monetarios y financieros. Se puede revertir y se hará", sentenció.

La pobreza y la marginación crecen cada día. La incertidumbre y la inseguridad que sufre la mayoría de la población mundial coexisten con la abundante riqueza de una escasa minoría. El contraste entre ese pequeño grupo de personas que están muy bien y los muchos que están muy mal o en el medio es tan grande que resulta difícil aceptar que pueda sostenerse por un período muy largo.

Aunque se suponía que lo ocurrido en Seattle había sido un "llamado de alerta", no ha habido respuesta. "Poco después de Seattle, la sociedad civil y los manifestantes fueron condenados por el fracaso. Ahora el centro de atención ha sido levemente desplazado, con la intención de encontrar nuevos responsables. Sea cual sea el efecto y el impacto de las medidas de restitución de la confianza dentro de la OMC, no se ha sentido en el exterior", dijo Raghavan. "Un hecho simple y evidente es que muy pocos países del mundo en desarrollo estaban realmente enterados del alcance de las consecuencias de la Ronda Uruguay y sus resultados, es decir, la OMC y sus acuerdos de comercio multilateral. La Ronda Uruguay y su hija, la OMC, entraron en el Sur como un ladrón nocturno. Pero a diferencia de los ladrones, que se limitan a robar y huir, la OMC funciona en esos países como un poder imperial que los ha ocupado", denunció.

Mientras los funcionarios de comercio, los diplomáticos, los negociadores, los académicos y los economistas neoliberales hablan sobre los pros y los contras de una nueva ronda de negociaciones, grande o pequeña, inclusiva o excluyente, una cosa es bien clara: ningún gobierno, del Norte o del Sur, y ningún establecimiento comercial, podrán repetir la historia de la Ronda Uruguay obligando a los países a adoptar un nuevo paquete de acuerdos y medidas en base a una iniciativa individual".

Lo que sorprendió a los observadores de Seattle no fueron los manifestantes y si tenían razón o no al echarle la culpa de todo a la OMC, sino el hecho de que las ONG que fueron a la Conferencia Ministerial parecían mejor preparadas y con más conocimientos sobre teorías comerciales y los acuerdos de la Ronda Uruguay que muchas -cuando no la mayoría- de las organizaciones internacionales y sus secretarías o gobiernos y funcionarios.

El mundo también muestra otras contradicciones y contrastes que evidencian la fragilidad y vulnerabilidad del actual orden mundial, agregó Raghavan. "Ya sea que se presenten como problemas de `implementación´ o como temas que requieren ser `renegociados´, el hecho es que la sociedad civil, sobre todo en el Sur, opina que los resultados de la OMC son muy desequilibrados e injustos, y que se cumplen mediante un mecanismo de solución de diferencias que funciona contra todos los cánones de la ley y los procesos judiciales, incrementando las obligaciones de los países en desarrollo en beneficio de las grandes empresas" transnacionales, sentenció.

Exigencia de un cambio inmediato

"En lo que se refiere a la sociedad civil, este es el primer orden empresarial, post Seattle. La OMC y su maquinaria tienen una pequeña oportunidad, a raíz del fracaso de Seattle, para rectificar esos desequilibrios e inequidades y lograr que el sistema comercial sea útil a todos, en lugar de servir sólo a los intereses de cien empresas transnacionales gigantes. Es necesario hacer esta corrección ahora, no en algún momento futuro. Los negociadores y los gobiernos tendrán que decidir como hacerlo, si cambiar las reglas, la interpretación o emplear otra técnica. Pero la sociedad civil y las personas quieren cambios ya mismo", advirtió Raghavan. "Si (esos cambios) no ocurren, el sistema colapsará, perdiendo su legitimidad y el apoyo público. La OMC debe reducirse o ahogarse, es la iniciativa que lanzó la sociedad civil hace poco y está cobrando fuerza".

Raghavan subrayó que "contrariamente a lo que indican los economistas neoliberales, el comercio y el crecimiento son condición necesaria pero no suficiente para el desarrollo y la erradicación de la pobreza. Estos temas no pueden quedar librados a la caridad privada. No existen pruebas empíricas y ciertamente no se ha establecido una relación de causa-efecto entre libre comercio, libre mercado y crecimiento, y la teoría de que los beneficios terminan redundando en un bien general dentro o a través de las sociedades. Lo único que ha sido probado, al menos en Europa (al igual que en Estados Unidos, si se estudian las cifras con cuidado) es que la convergencia de posguerra ocurrió en los tiempos en que el Estado tenía un papel más activo".

El experto indicó que "la eficacia de los mercados y su asignación debe equilibrarse con los intereses de las acciones, la justicia social y la distribución de los ingresos; y todo eso implica que el Estado cumpla un papel activo", y subrayó que "los países en desarrollo no sólo necesitan más espacio y comprensión, sino que deben tener la opción de experimentar y revertir las políticas económicas. No pueden ser prisioneros de normas y decisiones de un sistema de comercio cuyo principal objetivo es favorecer a las principales empresas transnacionales".

"Si el sistema mundial no acepta ni cumple con la enorme mayoría de la población del planeta, habrá que derribarlo", concluyó Raghavan.

Martin Khor, director de la Red del Tercer Mundo, dio la bienvenida a los participantes del seminario e hizo un recuento de los motivos por los cuales la OMC provocó una desilusión general, ya que defraudó las expectativas creadas con su nacimiento, hace seis años.

Si bien existen diversas opiniones sobre la naturaleza y los efectos de la globalización en el Sur, crece la percepción de un desequilibrio en la OMC, tanto en general como en ciertas áreas particulares. "Hay una falta de transparencia continua en la OMC y falta la participación de los miembros del mundo en desarrollo, tal como se vio antes y durante Seattle", puntualizó Khor.

Los países en desarrollo tienen una desconfianza genuina debido a las presiones continuas del Norte para introducir nuevos temas en la OMC con el fin de obligarlos a abrir aún más sus mercados, insistió el director de la Red del Tercer Mundo y concluyó que vincular temas de mercado con normativas sobre empleo y ambiente es otra de las estrategias que encontró el Norte para seguir presionando al Sur.






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