Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales
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No. 113/114 - Marzo/Abril 2001
La biodiversidad, los bosques y la gente
La pérdida de biodiversidad constituye una amenaza para millones de personas en todo el mundo y en especial en la zona tropical, donde la gente depende estrechamente de los bosques y su biodiversidad para obtener sus medios de vida. Asimismo la creciente erosión de la biodiversidad y la destrucción de los bosques cuestiona el futuro de la vida del ser humano sobre la Tierra. El hecho de que recientemente el Organismo Científico de la Convención sobre Diversidad Biológica (SBSTTA) haya encarado el tema de los bosques suministra una buena oportunidad para que el problema sea destacado y se le busquen soluciones. Para nosotros lo más importante es que la pérdida de biodiversidad afecta a los pobladores a nivel local, quienes de hecho están protegiendo –en muchos casos contra sus propios gobiernos- lo que las propias autoridades se han comprometido a proteger.
Pérdida de biodiversidad: un tema urgente
El mundo está crecientemente preocupado por la desaparición de formas de vida sobre la Tierra y muchas organizaciones -gubernamentales y no gubernamentales- parecen estar intentando hallar soluciones al problema. Sin embargo, en la mayoría de los casos están fracasando, ya sea por la adopción de soluciones erróneas --o más simplemente por no hacer nada-- o porque no se están abordando adecuadamente las causas políticas, económicas y sociales que están en la raíz del problema.
Es importante enfatizar que, contrariamente a lo que mucha gente cree, no son las organizaciones ambientalistas quienes están más interesadas en la conservación de la biodiversidad, sino las comunidades locales, cuyos medios de vida y sobrevivencia cultural están en gran medida basados en los productos y servicios provistos por los bosques y por otros ecosistemas. Para ellos, el tema no se restringe a la conservación de ciertas especies, sino a la conservación del ecosistema entero.
Los que más sufren el "desarrollo"
En el caso específico de los bosques tropicales, las comunidades locales se están viendo enfrentadas a una serie de situaciones que están resultando en la desaparición de los recursos de los que dependen. En muchos casos están luchando por defender sus bosques de determinadas políticas gubernamentales. Algunas de dichas políticas tienen por objetivo la extracción a gran escala de madera, petróleo o minerales que se encuentran dentro de los territorios pertenecientes a comunidades indígenas y otras poblaciones locales. Este tipo de "desarrollo" resulta en graves procesos de degradación ambiental y al mismo tiempo aporta muy pocos beneficios a la población local, que termina quedando en una situación mucho peor a la inicial. Otras políticas apuntan a la generación de energía y extensas áreas son enteramente destruidas o degradadas por represas hidroeléctricas, en tanto que la población local es "relocalizada" contra su voluntad, también en nombre del "desarrollo". Pero probablemente una de las políticas más desastrosas -para la gente local y para la biodiversidad- es la apertura del bosque mediante la construcción de carreteras, que usualmente va acompañada por una política de colonización y por la concesión de amplias áreas boscosas a grandes empresas privadas.
"Una tierra sin hombres para hombres sin tierra"
Uno de los ejemplos más catastróficos de lo anterior es el de la Amazonia brasileña. En los años 1950 el gobierno abrió la selva bajo el eslogan de "una tierra sin hombres para hombres sin tierra". Esa política racista pasó totalmente por alto la existencia de los pueblos indígenas que habían habitado el territorio siglos antes de la creación del Estado brasileño. Los indígenas fueron asesinados, reprimidos, murieron por enfermedades introducidas por los colonizadores y el resultado fue el exterminio de comunidades indígenas enteras y el inicio de la destrucción generalizada de la selva amazónica. Desafortunadamente, Brasil es sólo un ejemplo de situaciones similares que aún hoy están teniendo lugar en la mayoría de los países amazónicos, así como en las regiones tropicales de Africa, Asia y Oceanía, con apoyo de instituciones multilaterales y bilaterales del Norte y para beneficio de las élites locales y empresas transnacionales.
Las "especies exóticas invasivas" más peligrosas
Si lo anterior fuese tomado en consideración y si los gobiernos del mundo estuviesen honestamente interesados en la conservación de los bosques y de su biodiversidad, entonces el primer tema que deberían estar abordando sería precisamente ese: el reconocimiento de los derechos territoriales de los pueblos indígenas y otras comunidades locales, cuyos intereses coinciden en la conservación de los bosques. Los expertos en biodiversidad que trabajan a nivel de la Convención sobre Diversidad Biológica están sin embargo centrando su atención en temas tales como el de las "especies exóticas invasivas" -que sin duda constituyen un problema importante- pero sin tomar en consideración que una de las más peligrosas "especies exóticas invasivas" para los bosques y para quienes los habitan son quienes abren el bosque al "desarrollo" sin tomar en cuenta que el bosque es "una tierra con gente".
Lo "político" no es científico
Los expertos también deberían estar abordando el papel que juegan en la destrucción de bosques y de su biodiversidad instituciones tales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, los Bancos Multilaterales de Desarrollo, las agencias de crédito a la exportación, las agencias bilaterales de ayuda, las empresas consultoras del Norte, las empresas privadas y muchos otros actores. Sin embargo, desde el punto de vista de la mayoría de los expertos, esto sería algo "político" -no científico- y por lo tanto estaría fuera de su mandato. Pero se equivocan, ya que a menos que esos temas sean abordados, gran parte de su trabajo será inútil en lo que respecta al objetivo declarado de la conservación de la biodiversidad.
Una definición de la FAO que apoya la destrucción
Los expertos en biodiversidad también deberían estar intentando frenar el desarrollo de los monocultivos, que constituyen una grave amenaza para la biodiversidad, en particular en los ecosistemas boscosos. Areas crecientes de bosques tropicales están siendo sustituidas por plantaciones de rápido crecimiento de eucaliptos, pinos, gmelinas o acacias, escondiendo tal desastre bajo el disfraz de la "cubierta forestal". Por absurdo que pueda parecer, el hecho es que un área boscosa sustituida por plantaciones de monocultivos de árboles sigue siendo considerada un "bosque" -de acuerdo con la definición de la FAO- escondiendo por ende la destrucción de millones de hectáreas de uno de los más biodiversos ambientes de la Tierra. Desafortunadamente, los expertos en biodiversidad aún ni siquiera han comenzado a cuestionar tan absurda definición.
La peor amenaza: el cambio climático
Finalmente, es importante enfatizar que los gobiernos no están abordando seriamente lo que probablemente constituya la peor amenaza a la biodiversidad global: el cambio climático. Todos los esfuerzos para conservar la biodiversidad a nivel local pueden resultar ser totalmente inútiles si el Norte industrializado --y en particular los Estados Unidos-- continúan destruyendo el clima de la Tierra a través de sus emisiones de gases de efecto invernadero. Peor aún, algunos gobiernos --en particular los de los Estados Unidos, Canadá, Japón y Australia-- están promoviendo el uso a gran escala de monocultivos de árboles como sumideros de carbono -como forma de evitar la corta de emisiones- lo cual resultaría en aún mayores impactos en materia de pérdida de biodiversidad.
La pérdida de biodiversidad no está simplemente "ocurriendo": es la resultante necesaria de una serie de causas y el problema sólo será resuelto cuando dichas causas sean efectivamente abordadas. Lo cual deberá comenzar a ocurrir muy pronto, puesto que en caso contrario podría ser demasiado tarde.
Brasil: soberanía ¿de quién?
En los procesos internacionales relacionados con bosques y biodiversidad, el Brasil es uno de los países con un discurso muy fuerte en relación con la defensa de la soberanía nacional. Desgraciadamente se trata sólo de un discurso. En realidad lo que la mayoría de los gobiernos brasileños han hecho es abrir las puertas del país de par en par a la inversión extranjera, con los consiguientes resultados de incremento de la pobreza y de la degradación ambiental. Lo que por supuesto no tiene nada que ver con defender la soberanía nacional, sino todo lo contrario. Ejemplos de lo anterior abundan y de entre ellos hemos elegido uno reciente, un nuevo emprendimiento en detrimento de la selva amazónica: el Proyecto de Gas y Petróleo de Urucu.
El proyecto se propone aumentar la producción de petróleo y gas en el campo petrolero de Urucu, una zona de denso bosque tropical, entre las más remotas y menos perturbadas desde el punto de vista ecológico de la cuenca amazónica. El costo total del mismo ha sido estimado en alrededor de U$S 1.040 millones e incluirá dos oleoductos adicionales –de 420 km y 550 km respectivamente- a ser enterrados a una profundidad de entre 1 y 3 metros. El establecimiento y mantenimento de los mismos requiere de la apertura de una carretera de 15 a 30 metros de ancho a lo largo de toda su extensión, lo que habrá de significar la destrucción de unas 200.000 hectáreas de selva exclusivamente con ese fin. Pero eso no es todo. Cada 15 kilómetros se realizarán aclareos de un tamaño suficiente para que aterrice un helicóptero. Dado que tanto los caminos como los espacios para helipuerto deben ser mantenidos a lo largo de toda la vida del proyecto (entre 20 y 50 años) ello no será sino el primer paso para una ulterior degradación del bosque. Está comprobado que el principal factor que conduce a la deforestación en la Amazonia es justamente la apertura de nuevos caminos, los cuales actúan como via de penetración de las madereras, las mineras, los ganaderos y los colonos.
Varias pequeñas comunidades rurales que habitan a lo largo de los Ríos Urucu y Solimoes ya han sufrido las consecuencias de la construcción de los primeros 280 kilómetros de los oleoductos, culminada en 1988. La ruta de los ductos bloqueó tres cursos de agua que eran utilizados por las comunidades para obtener agua potable, bañarse y lavar. Además como consecuencia de ello se acabó con la producción de harina de mandioca, una de las principales fuentes de ingresos y alimento básico de la población local. Ahora deben ir a buscar agua potable a fuentes distantes. Varios otros arroyos de la cuenca del RíoUrucu, también usados por los pobladores locales, resultaron obstruidos con sedimentos o bien se han vuelto inaccesibles como consecuencia de las obras. Las poblaciones de peces del río Urucu han decrecido drásticamente. En muchas zonas se han cortado árboles de castaña de Pará y otros frutales.
El proyecto es financiado por el Banco Japonés de Importaciones y Exportaciones (JEXIM), que ya ha comprometido la suma de U$S 64 millones para la construcción de la planta de procesamiento de gas natural de Urucu. De modo que el Banco JEXIM es el catalizador financiero de un esquema muy riesgoso desde el punto de vista ambiental, que está a punto de desencadenar un desastre ambiental de grandes dimensiones, como los que lamentablemente son comunes en la Amazonia. Tanto Japón como Brasil son signatarios de la Convención sobre Diversidad Biológica, pero negocios son negocios y la conservación de la biodiversidad tan sólo un tema de conversación.
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Artículo basado en información obtenida de: Rich, Bruce et al.,"Export Credit Agencies in Bolivia, Brazil, Ecuador, Peru and Venezuela", Environmental Defense, 2001.
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