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Ambiente


No. 117 - Julio 2001

¿La energía atómica es sustentable?

por Myrthe Verweij

Si bien la energía atómica no puede ser considerada una fuente de energía sustentable, la industria nuclear se ha estado moviendo para asegurar este reconocimiento en la Comisión de Desarrollo Sustentable de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Este artículo informa de esta estrategia y analiza las posibles medidas para contrarrestarla.

Desde principios de año la industria atómica presiona a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para que se la considere una fuente sustentable potencial. Esto debe verse en el contexto de su afán por adquirir el reconocimiento de fuente de energía limpia e inocua para el ambiente.

En las negociaciones del Protocolo de Kyoto, la industria atómica, con el apoyo de los países que están a favor de la energía atómica, ha intentado que ésta fuera incluida en la lista de las tecnologías a las que podría recurrirse dentro de los "mecanismos flexibles" permitidos en el marco del Protocolo, tales como el Mecanismo de Desarrollo Limpio y la Aplicación Conjunta. En la última conferencia sobre clima, realizada en noviembre de 2000, este tema no quedó resuelto, por lo que será tratado en las próximas conversaciones de julio en Bonn.

La propia Comisión de Desarrollo Sustentable de la ONU, encargada de estudiar la preparación de la evaluación de los 10 años de la Cumbre de la Tierra, no ha tenido problema alguno para sugerir que la energía atómica puede ser sustentable de algún modo. Esta podría terminar por considerarse como un hecho consumado sobre la cual habría que incrementar la investigación para resolver los problemas asociados a la misma, en lugar de considerarla una tecnología malograda e insustentable que debería ser suprimida lo más pronto posible.

Si la Comisión de Desarrollo Sustentable debe abordar el tema de la energía atómica, debería partir del reconocimiento de que la contaminación radiactiva y química resultante de todo el ciclo de producción de la energía atómica provoca efectos nocivos para la salud. A ello hay que sumar los riesgos referidos a la seguridad y la proliferación de material fisible que puede ser utilizado para la producción de armas atómicas y que depende del uranio, una materia prima que se agotará, además de los costos financieros extraordinariamente elevados y el problema sin solución de los residuos radiactivos. Todo esto lleva a afirmar que la energía atómica no puede ser calificada como sustentable.

Informes preocupantes

La sesión de Expertos en Energía realizada en Nueva York en marzo del año pasado, convocada por la Comisión de Desarrollo Sustentable de la ONU, produjo un informe que decía que las tecnologías atómicas, o nucleares, "contribuirían a la reducción de impactos ambientales tanto por mejoras en la eficiencia como por la reducción de emisiones contaminantes". Y la segunda sesión, realizada en febrero-marzo de este año, en lugar de preguntarse si la energía atómica tiene algo que ver con la sustentabilidad, la abordó como una tecnología que necesita mejoras (y por lo tanto mayores inversiones) y aparentemente como una problemática menor.

Si bien el grupo de expertos reconoció que la energía atómica está asociada con "una serie de temores con relación a la seguridad nuclear, el gasto de combustible y la gestión de los residuos y la proliferación de material fisible", continuó declarando que esos temores eran percibidos como riesgos graves por la opinión pública, dando a entender que ésta se equivoca acerca de los peligros que rodean a la energía atómica. El informe sugería, además, que sería posible encontrar soluciones efectivas desde el punto de vista del costo, para los problemas mencionados, y que una vez resueltos, las tecnologías de la energía atómica podrían así contribuir a "una futura energía sustentable".

Como recomendación, meramente se instó a los gobiernos a mejorar las reglamentaciones de seguridad y manejo de los residuos, armonizar los requisitos de seguridad, mejorar la transparencia e impedir la proliferación de material fisible.

Qué dicen los gobiernos

Después de haber discutido los temas de acceso a la electricidad (2.000 millones de personas todavía carecen de ella), eficiencia energética, energía renovable y tecnologías de combustibles fósiles, el grupo de expertos abordó el tema de la energía atómica.

Arabia Saudita sugirió la inclusión de una recomendación de que "los países son alentados a eliminar la utilización de energía atómica debido a preocupaciones reconocidas por sus efectos sobre la salud, la seguridad y el manejo de los residuos, todo lo cual habla de su insustentabilidad" (de más está decir que este país omitió tales consideraciones cuando se discutió sobre combustibles fósiles).

Polonia sugirió la inserción de una recomendación para suprimir y reemplazar la energía atómica con tecnologías de combustible "avanzadas", fuentes renovables y nuevas fuentes de energía. Colombia, Barbados y Guyana reclamaron terminar con los envíos transfronterizos de residuos radiactivos a lo largo de las costas de países no pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Barbados argumentó, además, que no debería ser considerado apropiado ni aceptable utilizar energía atómica en los Pequeños Estados Insulares.

Los países de la Unión Europea, que escogieron no realizar declaraciones individuales por país y fueron representados por la Presidencia sueca de la Unión Europea, tuvieron que resolver opiniones internas muy diferentes sobre el tema de si la energía atómica puede ser considerada sustentable o no. Dinamarca, Irlanda y Austria argumentaron en contra, y Francia y Gran Bretaña, a los que se sumó Finlandia, a favor. El resultado fue una declaración que decía que la energía atómica era un tema sensible y que había que realizar mejoras en cuanto a la eficacia de los costos, la seguridad, la proliferación y el ambiente. La Unión Europea también sugirió que se crearan autoridades reguladoras nacionales independientes.

El Grupo de los 77 países en desarrollo, representado por Irán, declaró cómo, a pesar de su "obsesión por la seguridad", considera que la energía atómica es una tecnología importante para el Grupo de los 77. Como muchos otros países, sugirió que deben hacerse esfuerzos para mejorarla.

La Federación Rusa, Canadá, Japón y Estados Unidos declararon que la seguridad es importante, por cierto, y que la energía atómica tiene desventajas, pero que debería ser conservada como una opción energética. Rusia sugirió intensificar la investigación, que debería llevar a reactores seguros.

India, Egipto y China argumentaron que el tema de la proliferación debería ser discutido en otro ámbito y no en el marco del Grupo Intergubernamental de Expertos en Energía y Desarrollo Sustentable o de la Comisión de Desarrollo Sustentable de la ONU. Sri Lanka argumentó que los estados que actualmente utilizan energía atómica no deberían ser conminados a abandonarla. La estrategia sería aumentar la seguridad.

No a la energía atómica

Mientras tanto, las ONG antinucleares, incluido WISE Ámsterdam, organizaron un estudio sobre la insustentabilidad intrínseca de la energía atómica, y propusieron cambiar el proyecto de texto que se está negociando, en un texto crítico de la energía atómica.

El Servicio de Información y Recursos Atómicos (NIRS), con sede en Washington, señaló que el texto del grupo de expertos se basa en presupuestos erróneos. La Federación Coreana por el Movimiento Ambiental (KFEM) hizo un resumen de las consecuencias destructivas que la energía atómica ha tenido hasta ahora y solicitó a los delegados que aprendieran de la experiencia.

A medida que fue resultando obvio que no había consenso entre los delegados sobre un texto a adoptar sobre el tema de la energía atómica, el copresidente Reza Salamat, de Irán, se embarcó en una serie de reuniones informales con grupos más pequeños de delegaciones para sacar un texto que conformara tanto a los países favorables a la energía atómica como a los que proponían su eliminación.

Pero el nuevo texto sólo pudo discutirse a último momento. Varias delegaciones, entre ellas Pakistán, Egipto, Arabia Saudita, Nueva Zelanda y Polonia, dijeron que a esa altura no podían ponerse en comunicación con sus capitales o misiones en la ONU para consultar y, por tanto, todo el párrafo sobre energía atómica debía ser diferido a la Comisión de Desarrollo Sustentable para su reunión en abril. Esto quería decir que el párrafo marcharía con los corchetes a la Comisión, indicando que los Expertos en Energía no podían llegar a un acuerdo. Esto alejó, al menos por el momento, el peligro de un texto que apoyara abiertamente la energía atómica.

Lo que quedó fue la acción de las ONG para firmar una petición que exige a la Comisión de Desarrollo Sustentable no apoyar las tecnologías atómicas. La petición, lanzada por Helio International, WISE Ámsterdam, NIRS y Earthday Network, puede ser firmada en línea y se encuentra en inglés, holandés, español y francés. Además, se exhorta a las organizaciones con sede en uno de los países miembros de la Comisión de Desarrollo Sustentable a ponerse en contacto con sus gobiernos sobre este tema.


Por qué la energía atómica no es sustentable

Seguridad

Desde que existe la energía atómica han ocurrido accidentes. Trabajar con sustancias radiactivas siempre conlleva un riesgo, a pesar de que la industria aduce que en un futuro podría ser posible diseñar un modelo de reactor "inherentemente seguro". Tanto en el diseño de sistemas de seguridad como en el funcionamiento de una central nuclear, el factor humano siempre está involucrado y los seres humanos pueden cometer y cometen errores. No importa cuan sofisticado y seguro sea un diseño; nunca puede descartarse la posibilidad de que algo salga mal. La probabilidad de que ocurra un accidente puede ser pequeña, pero las consecuencias de un accidente nuclear podrían ser devastadoras. En cuatro de los accidentes más conocidos (Tokai Mura en 1999, Chernobyl en 1986, Three Mile Island en 1979 y Sindscale en 1957), el "factor humano" contribuyó a la causa o gravedad del accidente

Residuos

En los 50 años de existencia de la energía atómica, ningún país ha encontrado una solución funcional, científicamente justificable para el problema de los residuos. El elevado nivel de residuos continúa siendo peligroso para las próximas eras. Si bien la industria atómica suele aducir que los residuos serán inocuos después de 240.000 años, otros estiman que el plazo sería de un millón de años o más. Durante ese lapso los residuos deberían conservarse aislados del ambiente, y es difícil prever cómo podría garantizarse su aislamiento por tanto tiempo. Una vez enterrados los residuos, por ejemplo, no existe la posibilidad de controlar si hay filtraciones y repararlas.

El almacenamiento en depósitos tampoco es seguro, ya que la humanidad será responsable "para siempre" de su manejo. No es posible garantizar a las próximas generaciones la protección contra guerras, desastres naturales y otros peligros posibles. El reprocesamiento de combustible ha llevado a filtraciones planificadas y no planificadas de materiales radiactivos en todas las instalaciones de reprocesamiento, provocando la contaminación de mar y tierra. Además de ese problema, las centrales nucleares siempre liberan radiación al ambiente durante las operaciones de rutina. Está demostrado que la radiación es un alterador del ADN.

Uranio

La energía atómica, al igual que otras fuentes de energía no sustentable, se basa en un elemento que se agotará: el uranio. La extracción de uranio provoca una enorme contaminación química y radiactiva que a menudo se realiza en zonas habitadas por pueblos indígenas. Se necesitan 1.000 kilogramos de uranio en bruto para obtener 500 gramos de uranio utilizable, que primero debe ser enriquecido para ser usado en las centrales nucleares. Un producto secundario de ese enriquecimiento es el uranio reducido, que se utiliza en municiones y armamento de tanques.

¿El mejor amigo del clima?

La industria nuclear está utilizando la creciente preocupación por el cambio climático como una oportunidad para asegurar su propia supervivencia. El argumento esgrimido es que la energía atómica no emite prácticamente dióxido de carbono (CO2), uno de los gases de efecto invernadero con mayor responsabilidad en la creación del cambio climático. No obstante, hay dos grandes problemas con las cifras de las emisiones que se evitan utilizando nukes, tal como lo presentan las instituciones que promueven la energía atómica. En primer lugar, al observar todo el ciclo de producción de la energía atómica, ciertamente emite dióxido de carbono. Esas emisiones indirectas resultan principalmente de la extracción y enriquecimiento del uranio, la construcción de las centrales atómicas y el reprocesamiento de residuos radiactivos. En segundo lugar, sus cifras siempre comparan la energía atómica con centrales eléctricas alimentadas con carbón y muy contaminantes, obviando así el hecho de que la alternativa a la energía atómica no es necesariamente el carbón.

Proliferación

El reactor atómico promedio produce alrededor de 200 kilogramos de plutonio al año. Se necesitan apenas unos pocos kilogramos de plutonio para fabricar una bomba atómica, y es fácil saber cómo se fabrica. Se siguen utilizando centrales nucleares para generar electricidad, aumentando sin necesidad las existencias mundiales de materiales para armamentos y planteando así una amenaza a la seguridad y la paz.

Costos

Cada vez más estudios, como el del Instituto del Uranio, verifican que la energía atómica es una fuente de energía muy cara. Al mismo tiempo, otras fuentes de energía se han vuelto económicamente racionales. Debido a los avances de las investigaciones, en la mayoría de los casos la energía eólica ya resulta mucho más económica que la energía atómica. La energía atómica plantea un riesgo económico demasiado elevado como para ser utilizada sin subsidios, subsidios que podrían ser utilizados con mayor eficacia en tecnologías energéticas verdaderamente sustentables.

Infraestructura

La energía atómica necesita una fina red de distribución considerando su producción a gran escala. Esas redes existen en las zonas urbanas, para la electrificación de zonas rurales, fuentes de energía más pequeñas y flexibles, como la energía solar, eólica e hídrica en pequeña escala, serían mucho más apropiadas ya que las redes extensas no suelen ser viables o requieren demasiado capital para ser instaladas en grandes zonas rurales.

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Demanda contra la legitimación de la energía nuclear

Dirigido a los estados miembros y a la Presidencia de la Comisión de Desarrollo Sustentable de la ONU.

Estimada/os señoras y señores:

Nosotras, las ONGs firmantes, activas en los temas referentes a medio ambiente, desarrollo, desarme y derechos humanos, expresamos nuestro profundo pesar y extrema preocupación por la inclusión de la energía atómica en el borrador del programa del noveno encuentro de Desarrollo Sustentable de la ONU y que, por ello, esta peligrosa e insustentable tecnología pueda ser el punto de partida de las acciones de la Comisión de Desarrollo Sustentable (CDS).

Consideramos que cualquier enfoque que conlleve la legitimación de la energía atómica se opone al espíritu de la Agenda 21 y a los principios de la CDS. Además, es contrario al interés de los países en vías de desarrollo que requieren sistemas de bajo costo energético, sustentables y principalmente descentralizados, adaptados a la vez a sus necesidades y disponibilidades de capital, trabajo y recursos naturales. La energía atómica nunca satisfará estos requerimientos.

La energía nuclear no es una fuente de energía limpia, ni segura, ni sustentable. Mundialmente, la industria nuclear ha estado plagada de costos elevados, maniobras erráticas, problemas técnicos endémicos, riesgos de accidentes catastróficos y problemas ambientales tales como escapes de radiación, manejo de desperdicios radiactivos y altos costos de desmantelamiento.

Sin embargo, los vendedores de energía atómica, presionados por su crisis financiera, ven en el Tercer Mundo la última salvación de mercado para dar salida a sus productos, y por ello aumentan sus esfuerzos de lobby en las conferencias de la ONU incluidas las negociaciones sobre cambio climático y CDS.

En la década pasada la mayoría de los países han reorientado su política energética a retirar la energía atómica o interrumpir su desarrollo. Durante las discusiones de la Convención sobre Cambio Climático de la ONU (FCCC), realizadas en noviembre en La Haya, casi todos los países acordaron no incluir la energía atómica en proyectos pertenecientes a los mecanismos de desarrollo limpio (MDL) establecidos en el protocolo de Kyoto.

En el último encuentro, los gobiernos del Grupo de los Ocho se comprometieron a "fomentar y facilitar inversiones en el desarrollo y uso de energías sustentables, reforzando las bases de los medios locales, los cuales a su vez colaboraran en la mitigación de los problemas de cambio climático y la contaminación atmosférica. Finalmente el incremento del empleo de fuentes de energía renovables aumentará la calidad de vida especialmente en los países en desarrollo". Los países no pertenecientes al Grupo de los Ocho están adquiriendo posturas similares. Turquía ha cancelado los planes de una nueva planta nuclear en Akkuyu. Su primer ministro afirmó al respecto que "el mundo está abandonando la energía atómica". Los países de la Alianza de los Pequeños Estados Insulares (AOSIS) han reafirmado su postura que rechaza la incorporación de la energía nuclear a la CDS (Apia, agosto de 2000). En la discusiones de la convención, un grupo de 12 naciones latinoamericanas dejaron en claro que "no aceptan el uso de energía atómica como una fuente energética alternativa en las acciones basadas en el proyecto de la CDS" (FCCC/SB/2000/4,1 de agosto de 2000).

Por ello, los exhortamos a conservar la integridad del proceso de la CDS y asegurar que cualquier indicio de apoyo a tecnologías energéticas insostenibles, especialmente la energía nuclear, sea excluido de los debates de la 9ª CDS, exposiciones y otras actividades relacionadas. La CDS debe centrarse en promover formas de energía limpias, seguras y sustentables por el bien de las presentes y futuras generaciones, siguiendo también así el objetivo de la Agenda 21.




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