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Comercio


No. 123/124 - Enero/Febrero 2002

Conferencia Ministerial de la OMC en Doha

Comerciando ilusiones

por Rammanohar Reddy

En Doha, durante la Cuarta Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), las principales potencias impulsaron un acuerdo que creó un espejismo de sistema comercial mundial equitativo.

Al igual que en la película clásica japonesa Rashomon, la Cuarta Conferencia Ministerial de la OMC produjo tantos veredictos como gobiernos participantes tuvo. Una de las interpretaciones es que cada país ganó y perdió un poco, por eso todos los gobiernos sostienen que triunfaron mientras sus detractores afirman que perdieron. Otra interpretación más audaz señala que, en Doha, las principales potencias impulsaron un acuerdo que creó un espejismo de sistema comercial equitativo, y lo hicieron tejiendo la ilusión de que todos los países, ricos y pobres, ganaron algo.

De todos los temas tratados en Doha, tres son indicadores del futuro. En primer lugar, la agenda para la nueva ronda de la OMC es amplísima: habrá negociaciones en hasta 12 áreas distintas y programas de trabajo en cuatro, quizá hasta siete asuntos. La declaración ministerial de 10 páginas hace referencia a las preocupaciones de los países en desarrollo sobre agricultura, aranceles de importación sobre productos industriales, protección de conocimientos tradicionales y mucho más. Pero para que esas preocupaciones se plasmen en tratados de la OMC, deben ser negociadas. El mejor ejemplo de esto es la nueva postergación del tratamiento de los problemas de implementación, planteados por los países en desarrollo por primera vez en 1998.

Así, los países en desarrollo deberán igualar la habilidad negociadora del ejército de funcionarios, abogados y cabilderos desplegados por la Unión Europea y Estados Unidos, en una guerra de desgaste que muy probablemente se extenderá más allá del límite previsto de 2005. Quizá India pueda mantenerse al ritmo de esas negociaciones, pero ¿cuántos otros países en desarrollo cuentan con los recursos financieros y humanos necesarios? La declaración de Doha promete a las economías más pobres del mundo asistencia técnica para negociar, pero la capacidad de negociación no se adquiere de la noche a la mañana. De este modo, los países menos adelantados descubrirán que en Doha no hubo ningún oasis.

Victoria semántica

En segundo lugar, si bien India se resistió con firmeza a la inclusión de nuevos temas en la agenda de negociación, el tiempo y la distancia sugieren que esa "victoria" fue esencialmente semántica. La letra chica indica claramente que un programa de trabajo "focalizado" proveerá el marco de futuros tratados de la OMC sobre inversiones extranjeras, políticas de competencia, transparencia en la contratación pública y promoción del comercio. En 1996, en Singapur, era apenas cuestión de acordar el "estudio" de esos cuatro temas. En 1999, en Seattle, la Unión Europea intentó pasar del estudio a las negociaciones pero fracasó. Sin embargo, en 2001, la Unión Europea y Estados Unidos lograron dar los primeros pasos hacia acuerdos negociados. Ahora, sólo es cuestión de tiempo —quizá no antes de 2005, pero llegará el momento— para que tres cuestiones no comerciales (la promoción del comercio es la excepción) sean incorporadas al ámbito de la OMC. Las lecciones del acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPS), entonces, no se han aprendido. Los derechos de propiedad intelectual, que no están vinculados con el comercio, fueron incluidos en la agenda del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, predecesor de la OMC) en 1986. Ahora es el turno de incorporar tres nuevas áreas al ámbito de la OMC, sólo porque es la única organización internacional con la facultad de hacer ejecutar los acuerdos económicos. Claramente, el proceso detenido en Seattle recobró su vigor en Doha.

Este panorama se vuelve más complejo por la declaración sobre el Acuerdo sobre TRIPS y la salud pública, el tercer tema importante, que ha sido interpretado como una señal de la influencia de los países en desarrollo en la poderosa OMC. En una organización donde toma años negociar los acuerdos, esta declaración fue redactada en menos de seis meses, a total iniciativa de los países del Sur. Por primera vez, la OMC ha podido establecer en forma explícita las condiciones en las que los gobiernos pueden pasar por alto las patentes sobre medicamentos.

Sin embargo, esto debe interpretarse en su contexto. Primero, se trata de una declaración política importante pero limitada, de valor jurídico incierto. Segundo, la OMC postergó la decisión sobre el asunto realmente importante: permitir a productores de India y Brasil exportar la mayor parte de su producción de fármacos "patentados" a los países más pobres del mundo. Tercero, Estados Unidos condicionó su adopción de la declaración sobre el TRIPS a la aprobación de la agenda para una nueva ronda por los países en desarrollo. En medio de una ola de críticas internacionales contra las grandes compañías farmacéuticas, Estados Unidos y la Unión Europea decidieron que esas empresas podían sacrificarse por el momento. Una decisión limitada y no obligatoria para aliviar el Acuerdo sobre TRIPS era un pequeño precio a pagar por el consenso sobre la agenda para negociaciones amplias sobre liberalización comercial.

Ruina potencial

La OMC salió más fuerte de la reunión de Doha, pero esa fuerza se deriva de la ampliación de su papel como supervisora de la globalización en todas las áreas, desde el comercio y el ambiente hasta la inversión extranjera y más. La ampliación de su mandato también puede contener su ruina potencial, porque los cimientos de la institución no están diseñados para soportar más que una estructura de normas para facilitar el comercio entre países. Sobrecargar la agenda de negociación con nuevos asuntos también implica sobrecargar el sistema.

Otra causa de vulnerabilidad es que la expansión de los poderes de la OMC debió lograrse creando en los miembros más débiles la ilusión de que son socios iguales en el sistema. Esta estrategia funcionó en Doha con la declaración sobre el Acuerdo sobre TRIPS, pero podría dejar de funcionar durante los años de negociaciones que quedan por delante. Por lo tanto, el éxito bien puede contener la semilla de un futuro fracaso.

La declaración sobre TRIPS demostró que las principales potencias aprendieron las lecciones de Seattle. Ya no les es posible tomar decisiones insensibles a las preocupaciones de la mayoría de los miembros de la OMC. Sin embargo, esto no significa que la OMC sea ahora una organización más participativa, sino que los símbolos son más importantes que la sustancia. A eso se deben la declaración política sobre el Acuerdo sobre TRIPS, las concesiones de último minuto a los países de Africa, el Caribe y el Pacífico sobre las exportaciones de banano, y la representación en Tanzania de los países menos adelantados, en las negociaciones a puertas cerradas. En todas esas instancias, Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y Japón nunca perdieron de vista su gran objetivo: una agenda amplia de negociaciones que extienda el papel de la OMC en la economía mundial.

Finalmente, la unidad de los países en desarrollo se rompió en Doha, pero la declaración sobre TRIPS demostró la posibilidad de pequeños avances. Brasil puso en la mesa de negociaciones un argumento social con su exitoso programa para el VIH/sida, India presentó un argumento económico con su industria farmacéutica de bajo costo, y Africa planteó un argumento moral, con sus millones de enfermos de VIH/sida necesitados de un tratamiento barato. Se les unieron ONGs de todo el mundo, que habían moldeado la opinión pública con sus campañas contra las patentes y los medicamentos de alto costo.

Esta fue la primera gran alianza en la OMC, y tuvo éxito. Quizá en ella esté el mensaje para aquellos que desean reformar a la organización comercial. Pero también es preocupante que una coalición de intereses del Norte y el Sur con todas las razones políticas, económicas, sociales y morales de su lado apenas pudiera extraer de los países más ricos un alivio limitado del Acuerdo sobre TRIPS. Quizá este sea el verdadero mensaje de Doha.






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