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Nº 176 - Marzo/Abril 2008

Crisis de Kenia golpea a África oriental

por Mary Kimani

La crisis post electoral de Kenia no sólo afectó al país sino que sus repercusiones económicas y sociales se sienten también en otros países de Africa oriental.

Aunque hay nuevas esperanzas de recuperar la estabilidad tras el acuerdo alcanzado en febrero entre el gobierno y la oposición, existe el temor de que se reanude el conflicto, lo que tendría consecuencias devastadoras.

La violencia post-electoral de Kenia, que provocó mil muertes y desplazó a trescientas cincuenta mil personas, parece haber llegado a su fin. A fines de febrero, el gobierno y los líderes de la oposición acordaron compartir el poder, por lo que hay nuevas esperanzas de recuperar la estabilidad. Como Kenia es el generador económico de la región de Africa oriental, esta crisis –aparentemente breve- tuvo repercusiones económicas y sociales significativas que fueron bastante más allá de las fronteras. Existe el temor de que se reanude el conflicto, lo que tendría consecuencias realmente devastadoras.

La violencia estalló en Kenia el 30 de diciembre de 2007, cuando Mwai Kibaki fue declarado ganador de las elecciones presidenciales contra Raila Odinga, a pesar de las denuncias de fraude electoral por parte de la oposición y los observadores. Además de los ataques de grupos armados de ambas facciones, el bloqueo de las principales rutas entre Kenia y los países vecinos redujo el comercio y la producción de la región.

Es probable que dichos bloqueos, junto con otras disrupciones económicas, enlentezcan el crecimiento económico de Africa oriental. Antes del conflicto, los cinco países de la Comunidad Económica de Africa Oriental (Burundi, Kenia, Rwanda, Tanzania y Uganda) esperaban un crecimiento combinado de su PIB de seis por ciento en 2008. Los analistas económicos predicen ahora que el crecimiento de la región se reducirá al menos 1,5 por ciento.

Las repercusiones de la crisis son múltiples. El bloqueo de rutas y el vandalismo de las líneas férreas han impedido el transporte de la ayuda humanitaria a los grupos vulnerables del este de República Democrática de Congo y el sur de Sudán.

El acuerdo de compartir el poder, que contó con la mediación del ex secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan en nombre de la Unión Africana, contribuyó a poner fin a la violencia. Sin embargo, Donald Steinberg, vicepresidente del Grupo de Crisis Internacional, un laboratorio de ideas (think-tank) de Bruselas, señaló que es necesario solucionar las desigualdades sociales y económicas subyacentes para evitar que resurja el conflicto. “Kenia es la plataforma de las operaciones de ayuda en Somalia y Sudán, la base regional de comercio e inversiones, y un ancla fundamental para la estabilización a largo plazo de Burundi, Rwanda y Uganda”, indicó.

Centro de transporte

Más de ochenta por ciento de las importaciones de Uganda pasan por el puerto de Mombasa, al igual que la mayoría de las exportaciones de Rwanda. El comercio y la ayuda humanitaria de Burundi, el este de República Democrática de Congo, parte del norte de Tanzania y el sur de Sudán también dependen de ese puerto. Todos esos países están “en riesgo de verse gravemente afectados por la violencia y el bloqueo” de las rutas, advirtió el secretario general adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, John Holmes.

La mayoría de los productos que pasan por el puerto de Mombasa también deben atravesar el Corredor del Norte, una red de rutas que pasan por Kenia y van a los países vecinos. Cada día, cuatro mil vehículos livianos, mil doscientos cincuenta camiones y cuatrocientos autobuses transportan más de diez millones de toneladas de carga hacia Buruni, Rwanda, Sudán y Uganda por esa red. Pero en enero y principios de febrero esas rutas estuvieron obstaculizadas.

Para abrir la ruta, el ejército de Kenia comenzó a escoltar a los vehículos en febrero. Pero esa solución es lenta y multiplica los costos. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) de las Naciones Unidas calculó que el combustible aumentó cincuenta por ciento en Burundi, Uganda y el este de República Democrática de Congo, y se duplicó en Rwanda.

Según la Asociación de industrias de Uganda, el precio de los alimentos aumentó quince por ciento y la inflación pasó entre diciembre y enero de 5,1 a 6,5 por ciento. A mediados de febrero, los industriales habían perdido cuarenta y tres millones de dólares por retrasos, destrucción de productos y enlentecimiento de la producción. La Autoridad de ingresos de Uganda informó sobre pérdidas diarias de hasta 600.000 dólares por problemas comerciales.

El tráfico aéreo entre Burundi, Kenia y Rwanda decayó por el alto costo del combustible. Kenya Airways, la mayor empresa de la región, suspendió también los vuelos directos a París, lo que afectó a los pasajeros de Burundi, Comoras, República Democrática de Congo, Syechelles y Rwanda, que tuvieron que cambiarse a rutas más largas y más caras. Las empresas de transporte terrestre que utilizaban las rutas de Nairobi-Kampala y Nairobi-Kigali también redujeron sus viajes debido a la inseguridad y la lentitud de los viajes.

Ayuda en peligro

Otra preocupación es que se interrumpa el flujo de la ayuda alimentaria y humanitaria para los siete millones de desplazados y refugiados de la región. La supervivencia de muchos depende del apoyo directo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, que saca cada día mil toneladas de alimentos del puerto de Mombasa, y de otros grupos de ayuda. Según Alistair Cook, funcionario del PMA, el cierre prolongado de las rutas amenaza de hambruna a los refugiados.

La ruta alternativa, a través de Tanzania, es veinte por ciento más costosa y dos semanas más larga.

Por otro lado, los propios refugiados constituyen una preocupación. Sólo en Uganda, hay cerca de doce mil refugiados de Kenia, y si se renueva el conflicto habrá un flujo aún mayor hacia los países vecinos, que siguen siendo políticamente inestables. “Las consecuencias humanitarias (de esa situación) harían que lo que hemos visto hasta ahora nos parezca insignificante”, señaló Holmes.

Además, la propia Kenia alberga a noventa mil refugiados del sur de Sudán y ciento sesenta mil de Somalia, cuya seguridad alimentaria se vería seriamente en peligro si se reanuda el conflicto.

La crisis de Kenia ha dejado a la vista la “sobredependencia” de la infraestructura de transporte que tiene el resto de la región, sobre todo el puerto de Mombasa, señaló Abe Selassie, representante del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Uganda. Hace años que se hacen planes para reducir esa dependencia, pero aún no se han visto resultados. El oleoducto de Kenia, que hoy transporta combustible hacia el oeste del país, se iba a extender hasta Uganda para reducir costos y evitar el transporte de combustible por vía terrestre hacia ese país, el este de República Democrática de Congo y Burundi. Pero el proyecto está atrasado.

El combustible y otras importaciones de Uganda se pueden enviar por Tanzania, pero la ruta termina en el Lago Victoria, por lo que los productos tienen que atravesarlo en barco. Pero Uganda no cuenta con barcos en buen estado.

En enero, Rwanda firmó un acuerdo para recibir por vía férrea los productos petroleros del puerto principal de Dar es Salaam. Pero es una solución muy cara debido a las distancias y el mal estado de las rutas y vías férreas de Tanzania. Los analistas alegan que con la mejora de la infraestructura, Tanzania podría convertirse en un actor más importante de la economía regional.

Juma Mwapachu, secretario general del organismo regional de banqueros de la Comunidad Económica de Africa Oriental, declaró en febrero que la disrupción económica -y la amenaza de mayores problemas si no se restituye la normalidad en breve- constituye una fuerte preocupación para los cinco países miembros de la comunidad. “Tenemos que tratar el asunto de la infraestructura integrada” para que “en el futuro podamos evitar los efectos de una crisis como la que sufre ahora Kenia”, afirmó. Parte de las conversaciones del encuentro giraron en torno de cómo reforzar rutas alternativas de transporte.

Confianza de los inversores

Existe el peligro de que la crisis de Kenia lleve a los inversores a rever sus percepciones sobre la estabilidad del país, declaró Razia Khan, directora de investigaciones en Africa del banco británico Standard Chartered. Esto podría erosionar la confianza de los inversores en Kenia, “pero también, en toda Africa”.

El comercio ya está pagando un precio alto. Muchos de los productos procesados e industriales de la región proceden de las fábricas kenianas, a cargo de inversores locales e internacionales. El presidente de la Asociación de Industrias de Kenia, Steven Smith, estimó que la industria perdió treinta y cinco por ciento de sus negocios en enero y anticipó que el PIB puede caer tres por ciento debido a la pérdida de personal y oportunidades comerciales, lo que estancaría el crecimiento del resto de la región.

La crisis política de Kenia “impone un ambiente difícil y complejo a la Comunidad Económica de Africa Oriental para la promoción de inversiones y para los actores comerciales”, sostuvo Mwapachu. El flujo comercial de la región se ha enlentecido y se han reducido los ingresos arancelarios y comerciales. “Sólo podemos promover y atraer inversiones de manera sustentable, además de garantizar un comercio intrarregional efectivo, si tenemos paz y estabilidad”, subrayó.

Riesgos y oportunidades

Para algunos países de la región, los problemas económicos de Kenia no sólo significan un riesgo, también pueden constituir una oportunidad. Hasta hace poco, Kenia era el principal productor de piretroides, que se usan para producir los insecticidas más seguros y efectivos. En 1998, Kenia exportó trece mil toneladas, noventa por ciento de la producción mundial. La flor de la que se extraen los piretroides crece en el Valle Rift, la región más afectada por la violencia. La siembra de este año aún no se ha hecho. Rwanda y Tanzania también producen ese extracto, y la compañía procesadora rwandesa acaba de atraer inversión extranjera para triplicar la producción.

Sin embargo, el cumplimiento de las regulaciones a la importación de Europa y Estados Unidos lleva tiempo. Si los compradores no consiguen rápidamente lo que necesitan, la escasez podría obligarlos a conseguir sustitutos sintéticos y los productores agrícolas de Africa oriental perderían. “Nuestros clientes deben invertir una gran cantidad de dinero para lograr productos que contengan piretroides. Si no tienen el suministro asegurado van a invertir en otra cosa”, declaró a la prensa Manfred Pfersich, del Centro de información sobre piretroides de Kenia Kenia es el principal exportador mundial de té negro, pero la crisis, junto con la sequía, reducirá la cosecha en siete por ciento, estimó la Junta de productores de té. Sri Lanka, el segundo mayor productor, ya está ganando más debido a la escasez y el alto precio mundial del producto. “La situación política de Kenia es ventajosa para nosotros”, declaró Lalith Hettiarachchi, presidente de la Junta de productores de té de Sri Lanka.

Kenia también provee treinta y seis por ciento de las flores que se venden en Europa, así como frutas y vegetales. El cuarenta por ciento de las exportaciones hortícolas de Kenia se plantan en establecimientos del Valle Rift. La interrupción de esas importaciones constituiría una ventaja para los productores agrícolas de Egipto, Marruecos y algunos países de Africa occidental.

Estaba previsto que el turismo, principal fuente de ingresos de Kenia, generaría mil millones de dólares en 2008. La Junta de operadores turísticos del país espera que el sector se recupere rápidamente ahora que la crisis parece solucionada. Pero si se reanuda la violencia, el turismo podría desviarse hacia otros países de la región con clima y fauna similares. “Son muchas las playas que compiten con las nuestras de Mombasa”, admitió Fred Kaigwa, director ejecutivo de los touroperadores de Kenia. “Las compañías de charter no van a cancelar sus vuelos y es muy probable que modifiquen su destino hacia países como Botswana, Mauricio, Sudáfrica y Tanzania”.

La renovada violencia y sus repercusiones potenciales en la región impulsaron a los donantes a presionar por una pronta solución de la crisis. El acuerdo firmado para compartir el poder parece indicar que esa es la dirección que va a tomar el país. Pero los analistas concuerdan en lo mucho que queda por hacer para asegurar la paz. “No podemos permitirnos un fracaso”, declaró Annan y subrayó: “No estamos hablando de la suerte de partidos políticos o de individuos, sino de Kenia y de toda la región”.(FIN)

Este artículo se publicó en Africa Renewal, Vol. 22 No. 1, abril de 2008.






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