Nº 175 - enero-febrero 2008
Un comienzo movido
por
Martin Khor
La conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático tuvo una primera semana muy movida en Bali. El trabajo álgido entre funcionarios gubernamentales y diplomáticos abarcó una amplia gama de temas. Se formaron grupos para elaborar decisiones acerca de cómo avanzar o continuar en estas cuestiones.
Las reuniones de Bali comprenden la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la reunión del Protocolo de Kyoto y las reuniones de sus dos órganos subsidiarios (sobre ciencia y sobre aplicación de las decisiones ya adoptadas).
Los países en desarrollo coincidieron en recriminar a los desarrollados que no hayan cumplido debidamente sus compromisos de ofrecer financiamiento y no todos han mantenido su promesa de transferir tecnología inocua para el medio ambiente.
Malasia y Filipinas propusieron al Grupo de los 77 (G-77) y China que la cuestión de la tecnología sea tomada por el órgano subsidiario a cargo de la aplicación, de manera que se pueda evaluar el avance de la transferencia de tecnología y puedan proponerse planes para avanzar sobre las transferencias reales. Previamente, sólo el órgano subsidiario en materia de ciencia había discutido este tema, en especial en un grupo de expertos sobre tecnología presidido por el director-general de los Servicios Meteorológicos de Malasia, Chow Kok Kee. Si bien se trazaron directrices útiles, no ha habido un flujo real de tecnología.
Malasia propuso que este tema sea discutido también en el grupo de aplicación.
Cuando el Grupo de los 77 realizó esta propuesta, el plenario principal la aceptó inicialmente, pero al ser tomado por el órgano subsidiario dedicado a la aplicación, algunos de los países desarrollados intentaron impedir que se incluyera en la agenda y más tarde que se diera inicio a un grupo de “contacto” para trabajar por una decisión que se tradujera en acción.
Sólo después de cinco horas de pelea, los países del Grupo de los 77 lograron superar las objeciones. Pero la pugna y la evidente reticencia a que este tema se discutiera, especialmente de Estados Unidos y Japón, revelaron la dificultad existente para facilitar el flujo de tecnología.
Éste es un tema clave. Si los países en desarrollo quieren tomar el cambio climático en serio tienen que alterar la mezcla de energía que utilizan y modernizar sus tecnologías en la industria, en el diseño de la construcción, en el sistema de transporte y así sucesivamente.
Pronto habrá presiones para que los países limiten sus emisiones de gases de efecto invernadero, ya sea en términos absolutos o por el enlentecimiento de su crecimiento. Pero los países en desarrollo sólo podrán continuar transitando por el camino del desarrollo económico y social si tienen acceso a nuevas tecnologías a costos accesibles.
¿El Norte rico tomará en serio su compromiso y flexibilizará las condiciones en materia de patentes sobre algunas de esas tecnologías, haciendo así el costo más accesible? Y permitirá también a los países en desarrollo que organicen un nuevo sistema libre de carbono o con bajos niveles del mismo?
El Grupo de los 77 y China propusieron que se cree un fondo para la tecnología, financiado por los países desarrollados. Ellos pueden pagar las licencias de la tecnología patentada que deberían adoptar los países en desarrollo, y también actividades conjuntas de investigación y desarrollo. Se espera una fuerte pugna para lograr que los países desarrollados acuerden esto.
El tema más sustancial que deben decidir los ministros es si el la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático debe crear un nuevo grupo de trabajo para negociar una serie de temas para cumplir una meta fijada para 2009.
Si bien todos concuerdan en que las conversaciones sobre clima deben acelerarse en vista de los nuevos datos sobre la actual gravedad de la crisis, hay desacuerdo acerca de cuáles son las cuestiones prioritarias y los respectivos roles de los diferentes países.
Los países en desarrollo creen que los países desarrollados deben comprometerse en realizar mayores reducciones de las emisiones en el periodo que comienza en 2013. Se mencionó una escala de reducción de veinticinco a cuarenta por ciento para 2020.
Los europeos, que están tomando la delantera entre los países desarrollados, están de acuerdo en que el Norte se comprometa a aplicar reducciones profundas, pero -como los demás- enfrentan el gigantesco problema de cómo incluir a Estados Unidos, que hasta ahora se ha negado a adherir al Protocolo de Kyoto.
Todos los países desarrollados también insisten en que los países en desarrollo -o los más “adelantados” entre ellos- deben asumir algún tipo de compromiso, aún cuando no sea del tipo de reducción obligatoria de emisiones.
¿Cuáles son, entonces, las contribuciones que pueden ofrecer los países en desarrollo, sin sacrificar su potencial de desarrollo? Se trata de una pregunta difícil de contestar, ya que todavía no se ha elaborado una economía que dé respuesta al problema climático.
Malasia argumentó que ha habido acuerdo sobre los últimos datos en materia científica, pero se necesita tiempo para elaborar las consecuencias de la realidad del cambio climático sobre las políticas económicas.
Cualesquiera sean las decisiones finales que se adopten esta semana, es claro que cada país tiene que desarrollar planes nacionales para responder al problema del clima, y que en ese plan deben participar, primordialmente, todos los ministerios y departamentos.
La lucha contra el cambio climático ya no es más sólo una cuestión ambiental sino que ahora es, en primer lugar, una cuestión relativa a políticas económicas, que involucra a la energía, la infraestructura, la industria, el transporte, la construcción, los hogares, los servicios, el suministro de agua, la agricultura. Y por último, pero no menos importante, un cambio en los estilos de vida.
Martin Khor es director de Third World Network (TWN).
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