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Finanzas Internacionales


N° 173 (setiembre-octubre 2007)

Sector financiero

La apertura y sus peligros

por Martin Khor

Las escenas de grandes colas de gente retirando sus ahorros de un banco en Gran Bretaña en setiembre demostraron, más que cualquier otra cosa, cuánto se extendió la actual crisis financiera que se inició en el otorgamiento de préstamos para compra de vivienda a personas con malos antecedentes crediticios en Estados Unidos.

El “pánico bancario” en Gran Bretaña, detenido sólo después que los ministros comprometieron una garantía gubernamental a los ahorristas del banco Northern Rock de que se les entregaría su dinero, muestra la fragilidad de la confianza que puede tener ahora la inversión o el ahorro público en algunos países cuyas instituciones están afectadas, directa o indirectamente, por la crisis de las hipotecas subprime (de alto riesgo) de Estados Unidos.

El problema no es tanto por las abultadas deudas del sector de hipotecas inmobiliarias de alto riesgo, sino que esas deudas habían sido vendidas y revendidas varias veces por los bancos prestamistas a otras instituciones financieras y a inversionistas a través de toda una intrincada red que hasta ahora no se ha podido sanear.

Estados Unidos redujo los tipos de interés en 0,5 por ciento, lo que dio un cierto alivio a los mercados de acciones. Pero si llegaran a reaparecer malas noticias sobre pérdidas de bancos o de fondos de cobertura o sobre la economía real, es probable que se reanude la caída del mercado.

Al final, es la población quien paga los costos de los rescates financieros. Allan Sloan señala en una columna de la revista Fortune que en una crisis financiera los actores pequeños se ven afectados sin que nadie los rescate, al igual que los que pierden sus hogares porque no pueden pagar los intereses de las hipotecas, o las compañías hipotecarias que realizaron los préstamos. Pero las firmas gigantes de Wall Street son “demasiado grandes para caer” y por eso se las rescata con la inyección de miles de millones de dólares en los mercados financieros.
Aún así, son esos gigantes de Wall Street los que “permitieron que se originara el lío en primer lugar, absorbiendo sospechosas hipotecas de montos multimillonarios de deudores marginales de Estados Unidos y pidiéndoles a los prestamistas que crearan más de esas hipotecas”, dice Sloan. “Wall Street rebanó estos residuos tóxicos financieros en una serie de valores esotéricos, haciéndose de un lindo margen de beneficios cuando los vendió y generando un flujo continuo de ganancias cuando creó mercados a partir de ellos”.

Wall Street –las mayores instituciones financieras- no se preocupó por el mundo real ya que estaba demasiado ocupado haciendo negocios. “Pero los bancos centrales del mundo no dejan que los grandes caigan”, continúa Sloan. “¿Es el síndrome ‘demasiado grande para caer’? La labor del Banco Central de los Estados Unidos es proteger el sistema financiero. Por eso es que intenta rescatar a los gigantes que facilitaron las hipotecas de alto riesgo mientras que permite que sucumban los deudores y las compañías hipotecarias”.

Para nosotros, en los países en desarrollo, seguramente una lección importante es que debemos ser muy cautelosos en cuanto a permitir que nuestras instituciones y sistemas financieros estén tan liberalizados y desregulados que queden, también, atrapados en la red de inversiones y especulaciones internacionales.
La especulación y las inversiones de alto riesgo son tentadoras porque se consiguen ganancias fáciles en corto tiempo, pero pueden terminar en un desastre financiero no sólo para las instituciones involucradas sino también para el sistema, la población en general y los contribuyentes.

La semana pasada, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) realizó una reunión de expertos sobre consecuencias de los servicios financieros en el desarrollo. Un documento de la UNCTAD elaborado para la reunión advertía a los países del Sur sobre los peligros de introducir reformas en el sector financiero y liberalizarlo. Ese tipo de medidas pueden tener buenos resultados sólo si son apoyadas por buenas políticas y regulaciones, que son difíciles de lograr debido a los rápidos cambios del sistema financiero.

En teoría, hay numerosos argumentos para liberalizar los servicios financieros pero hay preocupaciones reales sobre las virtudes relativas de la apertura y la protección del sector financiero.

Algunas de las preocupaciones que enumera el documento sobre la liberalización financiera son: * El papel que desempeñarían en la economía nacional los proveedores extranjeros de servicios financieros. A raíz de la función estratégica que cumplen estos servicios en el desarrollo económico y social, los países deberían evitar que el sistema nacional de servicios financieros quede dominado por los proveedores extranjeros, lo que podría permitirles abusar de una posición dominante en el mercado.

* Los afectos adversos que pueden tener los proveedores extranjeros de servicios financieros en los proveedores nacionales.

* Las empresas extranjeras pueden privar de negocios lucrativos a los bancos nacionales.

* La preocupación relacionada con el acceso universal a los servicios. Las empresas extranjeras podrían operar sólo en los segmentos de mercado muy rentables y no atenderían a los sectores más necesitados, por ejemplo, los servicios bancarios para los pequeños clientes en las zonas rurales.

* El temor de que la apertura a los proveedores extranjeros de servicios financieros pueda traer consigo la salida de flujos de capital al exterior y que la liberalización del comercio de servicios financieros empeore la posición de la balanza de pagos del país.

* La dificultad para gestionar debidamente el proceso de liberalización, la falta de experiencia para regular los mercados y transacciones internacionales de servicios financieros, y para supervisar las instituciones financieras más complejas.

Las preocupaciones mencionadas han inducido a los países a aplicar una política de “apertura económica selectiva” para liberalizar el comercio de servicios financieros, concluye la UNCTAD.

Si bien el documento no explica el significado de “apertura económica selectiva”, normalmente se entiende que se refiere a que los países deben ser cautelosos y liberalizar su economía sólo después de un largo periodo, en etapas, y sólo en los sectores en los que estén seguros de que no habrá efectos adversos, acorde con su capacidad para regular y la capacidad de las empresas nacionales para enfrentar la competencia.

Este consejo es muy oportuno en un momento en el que la actual crisis financiera mundial ha mostrado los peligros de la desregulación y la liberalización cuando se llevan demasiado lejos.

Martin Khor es director de Third World Network (TWN).






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