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No. 125/126 - Marzo/Abirl 2002

Enseñanzas de Porto Alegre

por Francisco Whitaker

En el programa Roda Viva, de la TV Cultura de Sao Paulo, grabado después del II Foro Social Mundial (FSM), preguntaron a Boaventura de Souza Santos si el Partido de los Trabajadores (PT) tenía instrumentalizado el Foro. El sociólogo portugués, que fue una figura relevante en este evento, respondió que el PT es muy pequeño para eso. Tarso Genro, alcalde de Porto Alegre, declaró en la misma ocasión a Folha de Sao Paulo, que todos los partidos de izquierda del mundo, unidos, no conseguirían convocar y realizar algo como el FSM.

Así lo consideráramos sólo en términos de números, el II FSM fue un indiscutible suceso. Las afirmaciones de Boaventura y Tarso parten de esa constatación, y también señalan las razones de ese éxito.

Del primer Foro al segundo los números saltaron. En cuanto a los participantes: de 20.000 en 2001 a más de 50.000 en 2002, entre los cuales había 35.000 "oyentes", de Porto Alegre y de muchas partes de Brasil y países vecinos, que concurrieron para ver y oír de cerca a personas que admiran y vivir el clima energizante de ese encuentro mundial.

Ese suceso es más significativo aún si consideramos el aumento de personas inscriptas como representantes de entidades y movimientos de la sociedad civil: de los 4.000 de 2001 a 15.000 en el 2002, representando 4.909 organizaciones de 131 países. Lo que de hecho atrajo tantos delegados fueron las novedades del Foro: su carácter plural y no verticalista, que unifica respetando la diversidad; su apertura a todos los que en él quisieran participar –exceptuando a representantes de gobiernos, partidos políticos y organizaciones armadas-; y el hecho de ser una iniciativa de la sociedad civil para la sociedad civil, que creó un nuevo espacio de encuentro -el primero y tal vez el único de este tipo a nivel mundial– sin el control de gobiernos, movimientos, partidos u otras instituciones nacionales o internacionales que disputan poder político.

De hecho, para esos delegados el FSM era realmente lo que sus organizadores pretendían que fuese: un espacio horizontal en que podían, libremente, hacer conocer sus propuestas y luchas –sin que ninguna fuese considerada más importante que otra, sin que ninguna pudiese imponer sus ideas a las demás– intercambiar experiencias, aprender y realimentarse por el conocimiento de otras luchas, esperanzas y propuestas, profundizar sus análisis sobre las cuestiones que se llevan adelante en sus campos de acción, articularse nacionalmente y sobre todo planetariamente. O sea, ganar mayor eficiencia y avanzar en su trabajo de transformación social.

La Carta de Principios establece, explícitamente, que el FSM no tiene carácter deliberativo, nadie puede hablar en su nombre y tampoco habrá "documentos finales". Esto sucede también en el Foro Económico Mundial de Davos, al cual el Foro de Porto Alegre se propone como alternativa. Esos días son, para sus participantes, sólo un momento intenso de profundización de sus opciones y articulaciones, a escala mundial, en una acción que ya existía antes que ellos y continuará después de ellos.

Es evidente que por detrás de esa semejanza existe una enorme diferencia: los participantes de Davos prevén mantener y aumentar el dominio del capital –del cual ellos son los controladores– sobre los seres humanos en todo el mundo, así como la expansión de sus negocios privados. Los de Porto Alegre –nutriéndose de crecientes protestas que surgen en todas partes contra una globalización dictada por los intereses de ese capital-, quieren avanzar en propuestas para la construcción de otro mundo, centrado en el ser humano y respetuoso de la naturaleza, que ellos consideran no sólo posible sino también necesario y urgente y que, de hecho, ya está siendo construido.

Esa diferencia de objetivos y contenidos determina también una diferencia de métodos: la principal actividad desarrollada en Davos son las conferencias, coloquios y debates sobre temas previamente definidos, para los cuales sus organizadores invitan a grandes expositores intelectuales del "pensamiento único" neoliberal, a los dirigentes políticos de las naciones mas poderosas y a los directivos de las grandes multinacionales.

En el FSM hay también un gran espacio abierto para conferencias, coloquios y debates, así como para testimonios de personas con experiencias o reflexiones destacadas. Para eso, como en Davos, son invitadas personas que vienen reflexionando en torno de los temas escogidos –en el II FSM las conferencias fueron confiadas no sólo a individuos sino a grandes redes mundiales. La actividad más rica del FSM es la que se da en torno a los talleres y seminarios propuestos libremente por sus propios participantes y por ellos organizados: 400 en 2001 y 750 en 2002. Es el bullicio alegre que se forma en torno a esos talleres y seminarios el que crea el ambiente de entusiasmo en que el FSM se desarrolla, con colores y ruidos variados, protestas con buen humor y divulgación de acciones y propuestas, así como performances y acontecimientos inesperados, en las salas, corredores y jardines del espacio en que se realizan, totalmente lo contrario de lo que sucede en el ambiente tan formal de Davos.

Estas opciones organizativas del FSM, evidentemente no se concretan sin desacuerdos, tensiones, desvíos y también tentativas de recuperación del Foro como un todo. Su magnitud enciende apetitos y su carácter no piramidal incomoda a quien tiene prisa de ver las cosas cambiar y se formó dentro de los paradigmas políticos tradicionales.

Muchos periodistas, por ejemplo, acostumbrados a entrevistar líderes y gurús, o destacar las luchas por el poder, no pueden entender por qué no hay un "documento final" o "propuestas concretas". No piden lo mismo de Davos, pero quieren que la alternativa a Davos esté presente. Tienen dificultad en comprender que el FSM no es una cúpula, sino una de las bases de un movimiento social que para que se desarrolle no puede tener cúpulas ni dueños. Las "síntesis finales" de cinco días de trabajo con 15.000 o 50.000 personas, además de ser necesariamente empobrecedoras, sólo podrían ser aprobadas a través de algún tipo de manipulación. Y todos salen seguramente más felices que si hubieran tenido que luchar para incluir al menos una línea de sus propuestas en el documento final.

Surgen en el FSM centenas de propuestas concretas, inclusive de movilizaciones específicas, como este año contra el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). O nuevas reflexiones, como la que surgió este año, sobre el cambio interior de los que luchan por el cambio del mundo. Tratado en muchos talleres y seminarios, ese tema fue objeto de una conferencia que atrajo más de 2.000 personas. Pero ninguna de esas propuestas y reflexiones es del Foro como tal. Son de responsabilidad de quien las propuso.

También surgen tensiones entre los que organizan el FSM o entre los que se acercan para colaborar. Están, por ejemplo, aquéllos a los que les gustaría ver al Consejo Consultivo Internacional del FSM transformarse en un nuevo comando mundial de lucha contra el neoliberalismo, controlando y dirigiendo el proceso. Las perspectivas de continuidad asumidas por los organizadores parecen apuntar en otro sentido, con la consolidación del método orientado por la Carta de Principios. Se reafirma el concepto de que el FSM es un proceso y no un acto o una nueva organización internacional dirigida por los líderes de un "pensamiento único" sustitutivo, algo que sería fatal para el Foro.

Es necesario cuidar también, que las conferencias no terminen con "síntesis orientadoras" votadas por el respectivo "plenario" o que prevalezcan sobre los talleres. Al mismo tiempo, las decisiones tomadas hasta ahora por los organizadores apuntan a que el poder de convocatoria del FSM produzca en más países del mundo la misma movilización que en Brasil. El III FSM de 2003 comenzará con una decena de Foros regionales o temáticos en las distintas áreas geopolíticas del mundo, entre septiembre y diciembre de 2002, hasta llegar a un nuevo encuentro central nuevamente en Porto Alegre. El mismo proceso recomenzaría en septiembre de 2003, pudiendo desembocar en 2004 en un encuentro mundial en India.

El gran desafío para los organizadores del FSM no es definir nuevos y mejores contenidos que lleven propuestas cada vez más concretas, sino asegurar la continuidad de la forma dada al Foro, un caso en que el medio es determinante para los fines a alcanzar. Los contenidos surgirán naturalmente del proceso así lanzado, dentro de la propia lucha de la humanidad por un mundo diferente, y serán necesariamente canalizados en las distintas ediciones del FSM, con temas comunes a todos y con las especificidades de cada región del mundo en que se realice. Lo que importa garantizar es que ese nuevo paradigma de acción política transformadora creado por el FSM no sea absorbido dentro de "odres viejos".

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Francisco Whitaker es Secretario Ejecutivo de la Comisión Brasileña de Justicia y Paz de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) y miembro del Comité de Organización del Foro Social Mundial. Texto corregido por el autor del informe presentado a la Comisión Episcopal de Pastoral de la CNBB el 19 de febrero 2002.






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