Nº 170 - marzo/abril 2007
Irán: pensando lo impensable
por
Conn Hallinan
¿Las recientes amenazas de Israel para lanzar ataques militares contra Irán son solo intimidatorias o presagian algún acontecimiento pavoroso?
¿Será cierto que Israel, respaldado por Estados Unidos, se prepara para lanzar una guerra atómica contra Irán? El 7 de enero, el diario londinense The Sunday Times afirmó que el gobierno de Israel planea atacar con armas nucleares las instalaciones iraníes de enriquecimiento de uranio. Israel niega esta versión, pero recientes declaraciones de altas autoridades civiles y militares de ese país -sumadas a las amenazas de la Casa Blanca contra Irán y Siria y el recambio de comandantes estadounidenses en Medio Oriente- sugieren que esa posibilidad es real.
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, llamó a Irán “una amenaza existencial”, y el viceministro de Defensa, Efraín Sneh, declaró: “Se acerca el momento en que Israel y la comunidad internacional tendrán que decidir si emprender una acción militar contra Irán”. Una fuente de las Fuerzas de Defensa de Israel declaró al diario The Jerusalem Post que “solo un ataque militar de Estados Unidos y sus aliados impedirá a Irán obtener armas nucleares”.
El brigadier general Oded Tira, ex comandante de las unidades de artillería de las Fuerzas de Defensa de Israel, consideró urgente un ataque a Irán y agregó que “como el presidente (George W.) Bush carece de poder político para atacarlo”, Israel y sus aliados “deben hacer que el Partido Demócrata y los directores de periódicos estadounidenses” sienten las bases para ese ataque. Si los estadounidenses no actúan, “lo haremos nosotros”, advirtió Tira.
Según The Sunday Times, para el ataque se utilizará una combinación de bombas convencionales guiadas por láser y “rompebúnkers” nucleares de un kilotón. Los objetivos serían las centrífugas de Natanz, una planta de conversión de uranio cerca de Isfahan y un reactor de agua pesada en Arak. “En cuanto tengamos la luz verde, habrá una misión, un ataque, y el proyecto nuclear iraní habrá desaparecido”, dijo una fuente al diario.
Puede ser que todas estas amenazas solo tengan fines intimidatorios, pero algunos elementos sugieren que el gobierno de Bush también se dispone a ampliar el conflicto de Medio Oriente, y que el tiempo puede estar acabándose para Irán. En su discurso del 10 de enero, en el que anunció una escalada militar en Irak, Bush señaló a Irán y a Siria como países que ayudan a los “terroristas” y agregó: “Buscaremos y destruiremos a las redes que entrenan y arman a nuestros enemigos en Irak”. Según The New York Times, el presidente ordenó varias redadas contra diplomáticos y asesores en Irak, tras acusarlos de suministrar dispositivos explosivos a insurgentes iraquíes.
Aunque la última elección legislativa en Estados Unidos dio muestras del repudio de la ciudadanía hacia el agresivo militarismo de los neoconservadores, muchos de éstos promueven la escalada en Irak. El “nuevo rumbo” del presidente Bush coincide exactamente con la propuesta política de Frederick Kagan, del American Enterprise Institute, el grupo de expertos neoconservadores que impulsó vigorosamente la invasión inicial de Irak. Kagan y William Kristol, director del semanario neoconservador Weekly Standard, diseñaron el plan que enviará más de 20.000 soldados a Irak.
¿Pero se trata solo de Irak? Según Robert Parry, autor de Secrecy & Privilege: Rise of the Bush Dynasty from Watergate to Iraq, y ex periodista de la agencia Associated Press y la revista Newsweek, “una fuente cercana a las altas esferas de Washington y de Tel Aviv dijo que un propósito no declarado de la ‘escalada’ de Bush es fortalecer las defensas de la zona verde de Bagdad, por si un ataque israelí contra Irán provoca un levantamiento de chiitas iraquíes”.
Es muy probable que los neoconservadores hayan planificado la destitución de John Negroponte, director nacional de seguridad, porque dijo que Irán no podría producir un arma nuclear hasta la próxima década. Esta declaración enfureció a los neoconservadores, porque contradijo directamente las evaluaciones alarmistas de la inteligencia israelí, según las cuales Teherán podría hacerse de una bomba nuclear en menos de dos años.
Si Estados Unidos realmente se propone atacar a Irán o apoyar un ataque de Israel, entonces acaba de designar al hombre adecuado para esa tarea. El nuevo jefe del Comando Central encargado de Medio Oriente, el almirante William Fallon, es el antiguo jefe del Comando del Pacífico y experto en guerra aérea. Fallon comandó un ala de bombarderos tácticos A-6 en Vietnam, un ala de buques de guerra y un portaaviones. Como señaló el comandante naval Jeff Huber en la publicación Pen and Sword: “Si alguien sabe cómo conducir una operación por mar y aire contra Irán, ése es ‘Fox’ Fallon”.
Fallon también está cerca de los neoconservadores y asistió a la ceremonia de entrega en 2001 del Jewish Institute for National Security Affairs (JINSA), un grupo de expertos que impulsó enérgicamente la guerra en Irak y actualmente hace presión para atacar a Irán. El vicepresidente Dick Cheney y el ex embajador ante la Organización de las Naciones Unidas, John Bolton, también son antiguos miembros del JINSA. La organización patrocinó una conferencia en 2003 titulada “Time to Focus on Iran - The Mother of Modern Terrorism” (Es hora de concentrarse en Irán, la madre del terrorismo moderno).
La Casa Blanca también formó en secreto una unidad llamada Grupo de Políticas y Operaciones sobre Irán y Siria para influir en la prensa estadounidense, canalizar ayuda encubierta hacia los disidentes iraníes y recabar información y datos de inteligencia. Un ex funcionario de gobierno declaró al diario Boston Globe que el objetivo del grupo en cuanto a Irán era el “cambio de régimen”. El grupo está encabezado por dos halcones neoconservadores, James F. Jeffrey y Elliott Abrams.
Abrams trabajó para el ex primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y ayudó a redactar el documento político “A clean break” (Una clara ruptura), que promovía ataques a Siria, Irán y el grupo radical islámico Hizbolá, y la imposición de una “solución” unilateral a los palestinos. Según la agencia de noticias Inter Press Service, durante el pasado verano boreal en el Líbano, Abrams llevó un mensaje de Washington al gobierno israelí de Ehud Olmert, alentándolo a atacar Siria.
Parry sugiere que una posible explicación para los recientes encuentros entre Bush, Olmert y el primer ministro británico, Tony Blair, es una planificación conjunta sobre la ampliación de la guerra en Medio Oriente, para extenderla a Irán y posiblemente a Siria. El gobierno de Olmert es muy impopular, Blair dejará su cargo este año y Bush no puede alcanzar porcentajes más bajos en las encuestas sin llegar a cifras negativas. Parry considera que, en cierto sentido, ninguno de los tres tiene nada que perder si dobla sus apuestas en la guerra de Irak.
Si Israel decide concretar el ataque, inicialmente sería poco lo que Irán podría hacer. Dado que Israel dispone de cientos de ojivas nucleares, cualquier represalia directa de Teherán sería suicida. Una represalia similar contra dos grupos de buques de guerra desplegados en el Golfo sería igualmente autodestructiva, al igual que cualquier intento de cerrar el estrecho de Ormuz, por el cual pasa 20 por ciento del petróleo mundial. La Casa Blanca acaba de agregar un tercer grupo de buques.
Pero el impacto a largo plazo de un ataque nuclear contra Irán sería catastrófico, y no solo porque enfurecería a los chiitas de Irak. Parry sugiere que algunos dictadores de la región respaldados por Estados Unidos también podrían enfrentar malestar popular. Si Hizbolá ataca a Israel con cohetes, Israel puede decidir invadir Siria, con lo que iniciaría una guerra regional abierta. Incluso es posible que caiga el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, “y que terroristas islámicos se apoderen del arsenal nuclear pakistaní”. En ese caso, India intervendría casi con seguridad, lo cual desataría una guerra nuclear en Asia meridional. India y Pakistán estuvieron peligrosamente cerca de ese punto en 1999.
“Este desastre potencial es tan pavoroso que algunos expertos estadounidenses en política exterior no creen que Bush y Olmert se atrevan a implementar el plan”, escribió Parry.
Eso puede ser cierto, pero muchos demócratas están dispuestos a aliarse a los republicanos para atacar a Irán. El nuevo líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, Steny Hoyer, declaró a The Jerusalem Post que un Irán con armas nucleares era inaceptable, y cuando se le preguntó si apoyaría un ataque militar, respondió que no había descartado esa posibilidad. Si a esto agregamos la presión del American Enterprise Institute, el JINSA y el American Israel Public Affairs Committee, junto con informes fraguados de inteligencia de que Irán está a punto de producir una bomba nuclear, se puede conclur que sí se atreverán.
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Conn Hallinan es columnista de Foreign Policy In Focus (FPIF).
Este artículo fue tomado del sitio web de FPIF: www.fpif.org.
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