Nº 170 - marzo/abril 2007
Las ambiciones nucleares de Irán: un caso de recusación selectiva
por
Ronald McCoy
El caso de Irán es un ejemplo de recusación selectiva del derecho legítimo de los países en desarrollo a utilizar la energía nuclear con fines pacíficos. Sin embargo, el uso de la energía nuclear debe abandonarse gradualmente, o de lo contrario conducirá a la proliferación de armas nucleares y dejará un legado fatal de desechos nucleares.
Las ambiciones nucleares de Irán no solo han dejado en evidencia un doble discurso nuclear perjudicial para el régimen de no proliferación, sino también la preocupación internacional de que cualquier estado signatario del Tratado sobre la no proliferación de armas nucleares desarrolle un programa de energía nuclear civil de acuerdo con las salvaguardias del tratado y después, secretamente, explote el doble uso potencial de la tecnología nuclear para desarrollar armas atómicas. Esta secuencia de acontecimientos ya ocurrió en Israel, India y Pakistán, aunque estos países no son signatarios del tratado.
El director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Mohamed ElBaradei, advirtió que otros 20 a 30 “países casi nucleares” están en condiciones de desarrollar armas atómicas a corto plazo. El estímulo puede proceder de una amenaza de un país nuclear, un cambio de liderazgo, el deseo de poder y prestigio nacional, un científico descarriado o el acceso repentino a tecnología de armas nucleares.
El caso de Irán es un ejemplo de recusación selectiva del derecho legítimo de los países en desarrollo a utilizar la energía nuclear con fines pacíficos. Representa otro duro golpe al acuerdo quid pro quo incorporado al Tratado de no proliferación. Si los países en desarrollo observan la crisis de Irán como una nueva forma de apartheid nuclear, algunos podrían llegar a la conclusión de que el Tratado sobre la no proliferación es demasiado discriminatorio, que no les otorga suficientes beneficios y que por lo tanto deben retirarse, como Corea del Norte lo ha hecho. Si Irán opta por retirarse, el régimen de no proliferación nuclear quedará dañado irreversiblemente. Esto sí podría provocar una proliferación nuclear en cascada.
Varios acontecimientos de la última década sugieren que el régimen de no proliferación está cada vez más débil:
* Las pruebas nucleares realizadas por India y Pakistán en 1998 y su actual condición de países nucleares, fuera del Tratado de no proliferación.
* El retiro de Corea del Norte del Tratado sobre no proliferación y su actual condición de nuevo país nuclear.
* Las decisiones de Estados Unidos de desarrollar armas nucleares “utilizables” de bajo rendimiento y de otros países nucleares de modernizar sus arsenales nucleares.
* La decisión de Estados Unidos de firmar un acuerdo de cooperación sobre energía nuclear con India, que es esencialmente un país nuclear “ilícito”, fuera del Tratado de no proliferación.
ElBaradei declaró abiertamente que la comunidad internacional debe abandonar la idea de que “es moralmente censurable que algunos países procuren adquirir armas nucleares, pero moralmente aceptable que otros basen su seguridad en ellas, a la vez que siguen ampliando su capacidad”. (Mohamed ElBaradei, ‘Towards a Safer World’, The Economist, 18 de octubre de 2003.)
Desde los ataques terroristas del 11 de setiembre, Estados Unidos y Francia han amenazado con utilizar armas nucleares contra cualquier país sin armas nucleares, como forma de disuadir el terrorismo. Por otro lado, tras el discurso del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, sobre “el eje del mal” y la invasión de Irak, es muy probable que Corea del Norte e Irán se hayan convencido de que Irak no habría sido invadido si hubiera contado con armas nucleares.
La latente bomba nuclear de Medio Oriente
Las perspectivas de la energía nuclear han cambiado considerablemente desde que el Tratado sobre la no proliferación de armas nucleares entró en vigor en 1970 y concedió a los estados parte, incluido Irán, “el derecho inalienable de todos los estados a desarrollar la investigación, producción y utilización de energía nuclear con fines pacíficos, sin discriminación”. Actualmente, existe una considerable preocupación sobre el vínculo fundamental entre la energía nuclear y la capacidad de construir armas nucleares, pese al sistema de salvaguardias de la AIEA, que hasta ahora ha constituido un instrumento fundamental para la no proliferación nuclear y el uso pacífico de la energía nuclear.
Tras el descubrimiento del programa clandestino de armas nucleares de Irak en 1991, la AIEA fortaleció su régimen de verificación mediante la introducción de un nuevo instrumento legal en 1997, el Protocolo Modelo Adicional, que le permite realizar inspecciones repentinas en el terreno para verificar la corrección e integridad de los informes y declaraciones de los países. Irán firmó un protocolo adicional en diciembre de 2003 y prometió aplicarlo antes de su entrada formal en vigor. (Boletín de la AIEA, Vol. 46, No. 2, marzo de 2005.)
Aunque en 2002 se descubrió que Irán había infringido su Acuerdo de Salvaguardia con la AIEA en varias ocasiones al no declarar materiales nucleares e instalaciones en Teherán, Esfahan, Natanz y Arak, la AIEA no encontró prueba alguna de que Irán estuviera desviando materiales nucleares hacia un programa secreto de armas atómicas. Además, la AIEA confirmó que esa situación de incumplimiento ha sido rectificada. Entre 2003 y 2006, Irán cumplió voluntariamente con el protocolo adicional, que ha permitido a la AIEA vigilar tanto instalaciones declaradas como no declaradas.
Sin embargo, las sospechas sobre las intenciones militares de Irán se levantaron y fortalecieron por:
* La asistencia que Irán recibió de la red y el mercado negro nuclear de A.Q. Khan, padre del programa nuclear pakistaní, incluso modelos de diseños de armas nucleares.
* La sobreproducción iraní de uranio enriquecido cuando no cuenta con un programa de energía nuclear que requiera dicho elemento.
* La construcción en Arak de un reactor de agua pesada de 40 megavatios, con capacidad de producir plutonio.
* La conducción de parte del programa de enriquecimiento de uranio por el Ministerio de Defensa iraní.
* La construcción de la planta de enriquecimiento de uranio en el subsuelo de Natanz.
* El procesamiento de uranio metálico, que puede usarse para modelar los componentes centrales de un arma nuclear.
La mayor parte de los principales problemas pendientes se resolvieron. La AIEA informó en setiembre de 2005 que “se ha rendido cuenta de todo el material nuclear declarado en Irán”, aunque aún no puede concluir que no existan materiales o actividades nucleares no declarados en ese país. En los últimos tres años, Irán no ha infringido ninguna de sus obligaciones legales y ha permitido que la AIEA hiciera inspecciones en el terreno y tuviera acceso a sitios militares. Sin embargo, ha habido casos de demoras y obstaculización del acceso a algunas instalaciones nucleares.
Las preocupaciones sobre el programa nuclear de Irán persisten, en especial tras el fracaso de las negociaciones para persuadir a ese país de que suspendiera sus actividades de enriquecimiento de uranio y renunciara al desarrollo de un ciclo de combustible nuclear. La decisión de Teherán de reanudar las actividades de enriquecimiento de uranio a principios de 2006 finalmente decidió a la AIEA a remitir a Irán al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el cual, por insistencia de Estados Unidos, aprobó sanciones contra ese país. La plena aplicación de estas sanciones requiere el improbable apoyo de Rusia y China.
Aunque la atención se ha concentrado en Irán, agencias de inteligencia, incluso de Estados Unidos, opinan que ese país necesita al menos diez años más para desarrollar un arma nuclear. Al mismo tiempo, hay nueve países nucleares y 442 reactores nucleares en 32 países, que producen material nuclear con “grado de armas”. Si la ONU fuera seria acerca de la proliferación, debería tratar a todos los países por igual. Por ejemplo, el arsenal nuclear de Israel es una causa de preocupación legítima en Medio Oriente, donde la creación de una zona libre de armas nucleares ayudaría a la estabilización.
Opciones militares
Mientras Irán niega tener un programa de armas nucleares, varios informes indican que Estados Unidos e Israel tienen planes de contingencia para lanzar ataques aéreos convencionales o nucleares contra las instalaciones nucleares iraníes. Los ataques aéreos no destruirían la totalidad de las instalaciones nucleares de Irán, que están dispersas y en algunos casos bajo suelo, pero un ataque nuclear contaminaría inevitablemente la región con desechos radiactivos. Es muy probable que la capacidad nuclear local de Irán sobreviva.
Además, los ataques aéreos fortalecerían el nacionalismo iraní, consolidarían el apoyo nacional a la aceleración del programa nuclear y validarían la opinión de que Irán necesita un medio de disuasión nuclear para proteger su seguridad nacional. La forma más eficaz de enlentecer ese programa nuclear sería dialogar con Irán, como recomendó el Grupo de Estudio sobre Irak (un equipo bipartidario estadounidense), y reducir la percepción de amenaza ofreciéndole garantías de seguridad como parte de un proceso de negociación y evitando acciones belicosas que aumenten la tensión, como el despliegue de un segundo grupo de portaaviones estadounidenses en el Golfo. En realidad, la posibilidad de una acción militar de Estados Unidos contra Irán ha disminuido debido al agravamiento de la situación en Irak.
Para Israel, lo más importante es impedir que Irán desarrolle armas nucleares, si es necesario, mediante una acción militar. El reciente fracaso militar de Israel en Líbano ha generado una necesidad estratégica de mantener su dominio militar en la región. Esto ha incrementado el riesgo de un ataque israelí contra Irán. Tal acción podría lanzarse en los próximos meses, mientras la proclive administración Bush se mantenga en el poder y se pueda confiar en el apoyo local a una acción militar, dado que esto crearía una poderosa fuerza unificadora dentro de Irán.
Dada la posición económica estratégica de Irán y sus vínculos con otros países de la región, cualquier acción militar desestabilizaría más a Medio Oriente, aumentaría el nivel de terrorismo, provocaría un enfrentamiento nuclear regional y causaría una grave crisis petrolera y económica mundial.
Soluciones diplomáticas
La diplomacia es la única solución viable para un tema tan complejo e incendiario. Hay cuatro alternativas posibles:
* La actual propuesta de Rusia de desarrollar una instalación de enriquecimiento de uranio en su territorio, como parte de una empresa conjunta con Irán.
* La cooperación multilateral y controles directos sobre un programa de enriquecimiento dentro de Irán.
* La realización de inspecciones las 24 horas, más estrictas, en las instalaciones nucleares iraníes.
* El desarrollo a largo plazo de un acuerdo regional o mundial para garantizar acceso confiable a combustible nuclear, opuesto a la proliferación.
Es improbable que cualquier solución se materialice de inmediato para resolver la crisis nuclear de Irán, pero no es un problema urgente. Muchos analistas creen que Irán está al menos a diez años de desarrollar un ciclo de combustible nuclear totalmente nacional, que le otorgue la capacidad de fabricar armas nucleares.
Conclusión
Desde que el mundo fue lanzado a la era nuclear hace 61 años, la humanidad ha vivido bajo la amenaza de una guerra nuclear. Aunque la amenaza de un holocausto nuclear disminuyó tras el fin de la guerra fría, todavía corremos el riesgo de una guerra nuclear por accidente o error de cálculo. Hoy en día, la proliferación de armas nucleares sigue siendo una de las grandes amenazas a la seguridad humana.
La industria nuclear promueve falsamente a la energía nuclear como la solución al calentamiento global y al cambio climático. Todos los argumentos a favor de la energía nuclear pierden sentido ante el riesgo de la destrucción final de la civilización en una guerra nuclear, posibilitada por la proliferación de plantas de energía nuclear y de armas nucleares, y por países obsesionados con una seguridad militar medieval. La seguridad debe redefinirse en términos de seguridad humana. Continuar con la energía nuclear aumentará el mortal legado de desechos radiactivos para las futuras generaciones.
Si se permite que la tecnología nuclear prospere, es probable que en pocas décadas cualquier país tenga la capacidad de construir un arma nuclear. Es necesario hacer planes para eliminar gradualmente la energía nuclear, y en general redefinir la ecuación de energía en términos de conservación, eficiencia y uso de fuentes renovables. Como dijo el ex presidente soviético Mijail Gorbachov tras el desastre de Chernobyl: “La era nuclear requiere un nuevo pensamiento político y nuevas políticas”.
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Ronald McCoy fue presidente de International Physicians for the Prevention of Nuclear War y miembro en 1996 de la Comisión de Canberra sobre la Eliminación de las Armas Nucleares.
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