Nº 167 setiembre-octubre 2006
Hacia una estrategia mundial sobre propiedad intelectual e investigación y desarrollo
Asamblea Mundial de la Salud 2006
Algunos períodos de sesiones de la Asamblea Mundial de la Salud tienden a ser rutinarios y rituales, pero el de este año (el 59º), celebrado en mayo, estuvo cargado de acontecimientos. Uno de los principales resultados fue la creación de un grupo de trabajo para elaborar una estrategia mundial sobre propiedad intelectual e investigación y desarrollo. Se espera que este grupo resuelva algunos de los principales obstáculos al acceso universal a los medicamentos y al desarrollo de nuevos fármacos para tratar enfermedades que afectan en forma desproporcionada a los países pobres.
Un gran obstáculo para el acceso a los medicamentos es el régimen de patentes creado en Occidente e impuesto en todo el mundo por la Organización Mundial de Comercio. El control monopólico que las patentes otorgan a las grandes empresas farmacéuticas de los países ricos impide a otros fabricar los productos patentados, que pueden así venderse a precios exorbitantes.
La situación se agrava porque muchos de los medicamentos que los pobres necesitan ni siquiera existen. Esto se debe a que, en la industria y farmacéutica, la investigación y el desarrollo están orientados a satisfacer las necesidades de las personas que viven en países ricos. La lógica del mercado lleva a las empresas a invertir únicamente en el desarrollo de medicamentos lucrativos.
Por largo tiempo, la sociedad civil internacional ha denunciado este problema. El hecho de que la Asamblea Mundial de la Salud de este año haya respondido con la creación de un grupo de trabajo para tratar de resolverlo es un premio a sus esfuerzos, pero es solo un primer paso. Los grupos de la sociedad civil deben mantener la presión para alcanzar su objetivo declarado.
En contraste con este avance, la Asamblea no logró progreso alguno en cuanto a la destrucción de las reservas del virus variólico. Aunque la viruela fue erradicada en 1977, Estados Unidos y Rusia conservan reservas del virus vivo, con el consentimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se teme que la liberación accidental o deliberada del virus pueda ocasionar un desastre. Además, el uso del virus para investigaciones de ingeniería genética y la posibilidad de que sea utilizado como arma biológica preocupa a activistas de la salud, tanto del Norte como del Sur, que por esa razón reclaman la pronta destrucción de las reservas.
Pese a la presión de estos activistas y de países en desarrollo, la Asamblea no logró un acuerdo sobre la destrucción del virus. El proyecto de resolución respectivo se derivó al Consejo Directivo de la OMS, que lo considerará en enero de 2007.
|