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Nº 162 Octubre - Diciembre 2005

Turbias promesas de ayuda adicional

por Eurodad

Existen algunos aspectos preocupantes sobre la promesa de la cumbre del G-8 de aumentar la ayuda a los países en desarrollo.

Quizá el acuerdo más importante alcanzado en la última cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más industrializados del mundo y Rusia fue la promesa de aumentar el monto de la ayuda para el desarrollo. El comunicado final es bastante vago sobre cuánta ayuda estará disponible: “La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, integrada por treinta países ricos) estima que la asistencia oficial para el desarrollo de parte del G-8 y otros donantes a todos los países en desarrollo aumentará en unos 50.000 millones de dólares al año antes de 2010, en comparación con 2004”.

Aunque este incremento debería ser bienvenido, no es de modo alguno un trato cerrado y existen en él algunos aspectos preocupantes.

Para los miembros europeos del G-8, el aumento de la ayuda refleja fondos ya prometidos en mayo en la reunión de ministros de Desarrollo de la Unión Europea. En esa reunión, sin embargo, Alemania e Italia advirtieron que sus problemas de presupuesto podrían rebasar los límites de crédito de la Unión Europea e impedirles alcanzar ese objetivo, haciendo que el aumento dependiera de asuntos presupuestarios.

Además, no está claro si el Congreso de Estados Unidos respaldará el compromiso del presidente George W. Bush de aumentar los fondos para la Cuenta del Desafío del Milenio. En junio, por ejemplo, la subcomisión de ayuda al exterior, dependiente de la comisión de asignaciones presupuestales de la Cámara de Representantes, aprobó sólo 1.750 millones de dólares para esa Cuenta para el año próximo, muy por debajo de los 3.000 millones solicitados por el gobierno. Si la ayuda aumentara, demoraría bastante en concretarse porque la mayoría de los incrementos se realizarían a lo largo de cinco años.

También existe la posibilidad de que algunos de los fondos comprometidos se tomen prestados de futuros compromisos de ayuda, es decir que no serían fondos nuevos. Por ejemplo, los países de la Unión Europea se comprometieron a considerar mecanismos de financiación innovadores como el Mecanismo Internacional de Financiación, mientras que la Unión Europea, Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia constituirán un grupo de trabajo.

Entrelíneas, el comunicado del G-8 sugiere que es aceptable contar los esfuerzos de alivio de la deuda como ayuda oficial al desarrollo y que el alivio de la deuda seguirá siendo un importante componente de esa ayuda: “Los países del G-8 y otros donantes han hecho compromisos sustanciales para aumentar la ayuda por diversos medios, incluso la asistencia tradicional para el desarrollo, el alivio de la deuda y mecanismos financieros innovadores”.

Afirmaciones como éstas se contradicen con los compromisos asumidos en la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (Monterrey, México, 2002), suscritos por todos los gobiernos del G-8. El Consenso de Monterrey establece que es “crítico” que los esfuerzos de alivio de la deuda “sean plenamente financiados con recursos adicionales”.

Sin embargo, cada vez más el alivio de la deuda es utilizado por países ricos para acercarse al cumplimiento del compromiso de asignar 0,7 por ciento del producto interno bruto (PIB) a la ayuda oficial al desarrollo. En Francia, por ejemplo, casi un tercio del presupuesto de ayuda se destina a los esfuerzos de cancelación de la deuda.

Condiciones

En cuanto a la condicionalidad, existe escasa información sobre qué condiciones los países deben cumplir para recibir incrementos de ayuda. El comunicado deja claro que la gobernanza será una prioridad en la agenda futura, al destacar que los países del G-8 “concentrarán su ayuda en países de bajos ingresos, comprometidos con el crecimiento y la reducción de la pobreza, con un gobierno democrático, responsable y transparente, y con una buena gestión de las finanzas públicas”.

Probablemente la falta de detalles se deba a que la ayuda será desembolsada por países individuales y como tales estarán sujetos a diferentes condiciones. Es preocupante que gran parte del aumento de la ayuda de Estados Unidos se otorgue a través de fondos específicos, como la Cuenta del Desafío del Milenio, que debe proveer 5.000 millones de dólares adicionales cada año. Los países deben cumplir estrictas condiciones para recibir fondos de esa Cuenta. De hecho, aunque se creó en 2002, hasta abril de este año la Cuenta sólo había desembolsado fondos para un país, Madagascar.

El comunicado menciona la cuestión de la identificación con las políticas económicas y la libertad para determinarlas: “La iniciativa del desarrollo está en manos de los países en desarrollo y sus gobiernos. Ellos deben decidir, planificar y determinar la secuencia de sus políticas económicas para adecuarlas a sus propias estrategias de desarrollo, por lo cual deben rendir cuentas a sus ciudadanos”.

Sin embargo, no aclara qué significaría esto en la práctica. La sociedad civil debería utilizar esto para continuar su campaña por el cese de todas las condiciones relacionadas con políticas económicas y el fin de todo condicionamiento de la ayuda de donantes bilaterales a recetas económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Eficacia de la ayuda

El comunicado del G-8 reconoce la necesidad de mayor eficacia de la ayuda pero los compromisos realizados no son sólidos. La forma de desembolso de gran parte de los nuevos fondos, de modo vertical o mediante fondos internacionales, podría presentar un problema para la identificación nacional con las políticas o el apoyo presupuestal, principios fundamentales de la eficacia de la ayuda.

Asimismo, el comunicado se refiere al Foro de Alto Nivel de la OCDE sobre la Eficacia de la Ayuda, celebrado en París en marzo de 2005, que resaltó la necesidad de eliminar condiciones a la ayuda y de que ésta fuera más previsible y basada en programas.

La aparente unanimidad del G-8 sobre el asunto oculta en realidad grandes diferencias. Japón y Estados Unidos se opusieron en el pasado a indicadores y objetivos más detallados y ambiciosos sobre la eficacia de la ayuda, impulsados por gobiernos europeos.

El comunicado destaca que los países del G-8 “aplicarán y serán monitoreados sobre todos los compromisos adoptados en la Declaración de París sobre eficacia de la ayuda”. Sin embargo, no establece cuáles serán los mecanismos internacionales de monitoreo, como tampoco lo hace la Declaración de París. Por lo tanto, esta declaración, aunque bien venida, carece de credibilidad.

Las ONG han hecho campaña para fortalecer los mecanismos de monitoreo internacional sobre eficacia de la ayuda. En el futuro inmediato, la Comisión de Ayuda al Desarrollo de la OCDE debería crear un foro técnico tripartito -integrado por donantes, países en desarrollo y la sociedad civil- para vigilar la aplicación de los compromisos y revisar los indicadores y objetivos regularmente. A largo plazo, este proceso debería excluirse de la OCDE y realizarse en un foro internacional, donde donantes y receptores estuvieran igualmente representados.

Existe una discrepancia entre la agenda de eficacia de la ayuda, que impulsa la asignación de más fondos directos a los presupuestos gubernamentales, y la forma en que los nuevos fondos son asignados. Gran parte de la ayuda adicional se canalizará mediante fondos verticales o mundiales para educación y salud, por ejemplo.

Sin embargo, algunos creadores de políticas destacaron la necesidad de que esos fondos sean incorporados a la estructura esencial de la ayuda y no produzcan flujos financieros y procedimientos de implementación paralelos, fuera de las estructuras gubernamentales.

Otro hecho interesante es el nuevo papel de líder del Banco Mundial como coordinador de actividades de donantes, no incluido en el comunicado pero destacado en la siguiente declaración de apertura en el sitio web oficial del G-8: “Los países del G-8 acordaron que el Banco Mundial debe ejercer un liderazgo en el apoyo a la asociación entre el G-8, otros donantes y África, ayudando a que la asistencia adicional sea coordinada con eficacia”.

El comunicado del G-8 menciona diferentes sectores identificados como áreas de prioridad para el desarrollo. Sin embargo, no establece cuáles de esas áreas recibirían atención inmediata ni la secuencia del desembolso de los fondos.

------------- Este artículo se basa en el informe “G8 Communique: More and Better Aid?”, de Eurodad (Red Europea sobre la Deuda y el Desarrollo), y fue publicado en South-North Development Monitor (SUNS) N° 5842, 14 de julio de 2005.






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