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América Latina


Nº 161 - Julio - Setiembre 2005

La selva de Quiroga* convertida en pinos para celulosa

Misiones, provincia forestal argentina

por Ricardo Carrere

En Argentina, Misiones es descrita como la “principal provincia forestal del país”. En realidad, se trata de la provincia con mayor porcentaje de monocultivos de árboles exóticos, que ocupan ahora el lugar donde antes se desarrollaba la exuberante selva misionera.

En Misiones se talan 32,5 hectáreas de monte por día, o sea que desaparecen 12.000 hectáreas cada año. Originariamente, la provincia contaba con 2.700.000 hectáreas de selva tropical, pero en la actualidad se estima esta superficie en 1.200.000 hectáreas. Es decir que sólo queda 44 por ciento de la selva original.
Pese a dicho proceso de destrucción de la selva, Misiones se describe en Argentina como la “principal provincia forestal del país”.
En realidad, se trata de la provincia con mayor porcentaje de monocultivos de árboles. En el año 2000 contaba con 318.000 hectáreas plantadas en una provincia relativamente pequeña (casi tres millones de hectáreas de superficie). De ese total, más de 80 por ciento eran pinos exóticos. Dado que se continúa “forestando”, es probable que Misiones ya cuente con más de 350.000 hectáreas plantadas.

Las plantaciones no alivian la presión sobre los bosques

Cuando se habla de plantaciones, es usual que en todos lados se las publicite como factor que ayuda a la protección del bosque nativo, afirmándose que “quitan presión” a la extracción maderera de los bosques. El hecho de que esto rara vez sea cierto no desanima a quienes hacen esa afirmación. Este es el caso de Misiones, donde continuamente se observan camiones cargados con gruesos árboles nativos.
De acuerdo con el subsecretario de Bosques y Forestación del Ministerio de Ecología, Recursos Naturales Renovables y Turismo de Misiones, en la provincia hay 379 aserraderos que trabajan con especies nativas. A eso se suma que la mayor parte de los “bosques” que se pueden observar son de pinos de origen norteamericano (elliottii y taeda). Es decir, que en Misiones resulta a todas luces falso decir que las plantaciones ayudan a conservar los bosques. Por el contrario, los monocultivos de árboles exóticos ocupan ahora el lugar donde antes se desarrollaba la exuberante selva misionera.

El mito de la generación de empleos

Al igual que en otros países, el sector forestal misionero también repite otras falsedades. La primera se refiere al empleo, sobre el que se dice que genera miles de puestos de trabajo y se menciona “la gran cantidad de mano de obra que se genera por cada hectárea plantada”. Sin embargo, los datos concretos brillan por su ausencia y lo que se percibe es un proceso de concentración urbana, vinculado al “abandono de tierras agrícolas a cultivos forestales”.
Según testimonios recogidos en la zona, las empresas forestales expulsan a los habitantes de las áreas a ser plantadas y luego tiran abajo las casas y hasta las escuelas. Incluso existen casos de escuelas abandonadas por la falta de alumnos, ya que la forestación “no da nada de trabajo”.
En palabras de un poblador local, Juan Yahdjian, “reforestar significa deforestación previa. Y en el caso de Misiones no solamente ganan con la madera que voltean. Obligan a muchos productores a reemplazar cultivos de todo tipo (...) y principalmente reemplazan a las familias, a los colonos, por pinos. De allí que nuestro obispo Piña siempre dice ‘que quiere ser obispo de la gente, no de los pinos’. Todo aparece como si se hubiera planificado en forma macabra. Primero, la crisis de los distintos productos tradicionales y la baja de sus precios. Y así quedarse con las tierras, las chacras, etcétera, y llenarlas con pinos. La convivencia de pinos y gente es incompatible”.

El tema del uso de la tierra

Otra falsedad se refiere al tema del uso de la tierra, cuando se afirma que las plantaciones se hacen en “tierras que no compiten con el uso de otras actividades agropecuarias alternativas”. Lo que sí es cierto es que en Misiones se ha dado un proceso de concentración de tierras vinculado a la forestación. En efecto, la empresa chilena Alto Paraná posee 230.000 hectáreas de tierras en esa provincia, lo que significa que es dueña de ocho por ciento de la superficie total de Misiones.
Al igual que en muchos otros países, ese proceso de latifundización vinculado a la forestación se origina en el bajo costo de la tierra, el rápido crecimiento de los árboles, la inexistencia de restricciones para la adquisición de grandes extensiones de tierra y la promoción estatal a través de subsidios.

Una actividad subsidiada

Vinculado con el tema de los subsidios se identifica otra falsedad: que la forestación es rentable. Lo cierto es que se la ayuda a ser rentable a través del apoyo estatal. En Argentina, tal apoyo fue consolidado en diciembre de 1998 mediante la aprobación de la Ley 25.080 de “Inversiones para Bosques Cultivados”, que contempla el otorgamiento de subsidios al sector. Sin embargo, la crisis financiera impidió su aplicación efectiva, lo que determinó que “el 2003 y 2004 fueran un fracaso en lo que respecta a plantaciones forestales logradas”. De acuerdo con la Asociación Forestal Argentina, “de continuar los atrasos en la regularización de los pagos de los beneficios forestales, este año [2005] será nuevamente un año de baja forestación”. Es decir, que son los subsidios los que hacen rentable a esta actividad.

Los problemas ambientales

En todo el mundo –y Misiones no es la excepción- el sector forestal insiste en llamar “bosques cultivados” o “bosques plantados” a los monocultivos de árboles. Con ello intentan convencer al público desinformado de que están llevando a cabo una actividad ambientalmente positiva: la “reforestación”. Sin embargo, estas plantaciones no tienen nada en común con un bosque y menos aún con la enormemente diversa selva misionera.
De acuerdo con Juan Yahdjian, “los que vivimos en Misiones sabemos que debajo de un bosque [sic] implantado de pinos no crece ni una lechuguita. Tampoco es el lugar que eligen los pájaros para anidar, ni ningún animal que ande por los montes normales. Como conclusión, no sólo expulsa al ser humano, sino también al resto de la naturaleza”.
Pero el pino además avanza, no sólo porque se lo sigue plantando, sino porque sus semillas son diseminadas por el viento (para ello cuentan con un ala membranosa que facilita su dispersión) y germinan por todos lados. Es decir, que en Misiones se trata de una especie invasora, que por ende constituye un grave peligro para las áreas de selva aún en pie. Las especies invasoras son hoy consideradas internacionalmente como el mayor peligro para la biodiversidad del planeta. A pesar de ello en Misiones se las sigue plantando.

Celulosa para el mundo, pero no para Misiones

Misiones, que cuenta con tres plantas de celulosa, no produce más que un poco de papel para embalaje, el resto es celulosa que sale de la provincia. Es decir, donde se produce la materia prima maderera y luego se la convierte en celulosa -y donde se producen los impactos- es necesario importar prácticamente todo el papel que se usa, salvo el papel de embalaje.
En efecto, Misiones cuenta con tres fábricas de celulosa: Papel Misionero (en la zona de Puerto Mineral), Celulosa Puerto Piray (ubicada en la localidad del mismo nombre) y Alto Paraná (en Puerto Esperanza).
Alto Paraná es la más importante de las tres, con una producción de 350.000 toneladas anuales de celulosa kraft blanqueada de pino. Su propietario es la empresa chilena Celulosa Arauco y Constitución S.A., la misma que “con tecnología finlandesa de última generación” ha contaminado recientemente la región de Valdivia en Chile, determinando su clausura por el gobierno. La fábrica en Misiones -al igual que la de Valdivia- utiliza el sistema de blanqueo con dióxido de cloro (llamado sistema ECF).

Los impactos de la fábrica de celulosa de Alto Paraná

Cerca de la fábrica es posible observar el lamentable estado del río, donde los peces han desaparecido, las aves brillan por su ausencia y el aire huele a huevo podrido.
Hablando en voz baja, la gente de Puerto Esperanza cuenta que los fuertes dolores de cabeza, las alergias y las enfermedades respiratorias son algo muy común en el pueblo, ubicado a unos pocos kilómetros de la fábrica. Sin embargo, nadie quiere decir nada de esto en público, debido al poder económico que la empresa detenta en el pueblo. Cuentan que hay días (y en particular noches) en que no se puede ni respirar y el olor se vuelve insoportable. La gente también culpa a la contaminación producida por la fábrica de los numerosos casos de cáncer que ocurren entre la población local.

Una empresa poco simpática

Además de su planta de celulosa, Alto Paraná es propietaria de una gran fábrica de tableros aglomerados MDF (Medium Density Fibreboard) en Puerto Piray, lo cual le otorga aún más poder en el mercado local. Ese poder que detenta –y la forma en que lo usa- ha provocado duras críticas. Por ejemplo, se afirma que “además de ‘falta de comunicación y respeto’, sus errores de gestión respecto al entorno son tan grandes, que esto sí puede convertirse en una amenaza mortal al desarrollo provincial y nacional”. A eso se agrega que “paga poco en todas las líneas (madera, mano de obra, servicios, tierra, y da poco empleo en relación a su magnitud)”. Las pequeñas y medianas empresas han sido las más afectadas y denuncian que “Alto Paraná S.A quiere seguir expandiéndose y que el Estado Nacional y Provincial se lo permitan”, a la vez que van a presentar una nueva denuncia ante la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, “dado que su conducta sigue siendo agresiva para el sector de las Pymes”. En definitiva, Alto Paraná, “en lugar de locomotora se ha transformado en ‘aspiradora’ de la riqueza generada en el norte y oeste misionero”.

Lo que dice la gente local

Todos los testimonios locales apuntan en esa misma dirección. Una persona cuenta que había trabajado en la fábrica de celulosa de Alto Paraná, pero que renunció poco tiempo después debido a los bajos sueldos que se pagan en la fábrica y al sistema represivo que impera en la misma. Otra sostuvo que la empresa fija precios a la baja para todas las actividades (en particular en relación con el pago a la mano de obra), y que esos precios deben ser luego aceptados por todos a fin de poder acceder a los contratos. También se dice que Alto Paraná financia campañas políticas, lo que explicaría su poder a nivel del gobierno provincial y local.
Hasta sus aparentemente “buenas acciones” son puestas en tela de juicio. Por ejemplo, la empresa construye barrios especiales para sus trabajadores, con viviendas de buena calidad. Sin embargo, los trabajadores nunca llegan a ser propietarios de sus viviendas, por lo que en caso de despido deben abandonar las mismas. Ello resulta en una “lealtad” forzosa hacia la empresa y en la necesidad de mantener la boca cerrada bajo pena de quedar en la calle. Por otro lado, existe una clara separación entre los barrios edificados para los obreros y aquellos destinados al personal superior e incluso de ambos con respecto a los demás pobladores de Puerto Esperanza.

Las palabras y los hechos

Pese a todo lo anterior, Alto Paraná se presenta en su propia página web como “una Empresa que depende de un medioambiente saludable para su futuro crecimiento, por lo tanto reconoce la importancia de desarrollar su negocio de manera que al mismo tiempo considere las realidades del mercado, e implemente las medidas necesarias para proteger el medio ambiente, ejemplificando así los principios del desarrollo sustentable. En consecuencia, la Empresa ha llevado adelante una política ambiental que incorpora estos valores fundamentales y que se ve reflejada en todas sus operaciones”.
Eso es lo que dice. Lástima que esos “valores fundamentales” no se vean reflejados en la realidad de Misiones.

--------------- Ricardo Carrere es coordinador internacional del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM).

* El escritor Horacio Quiroga nació en Uruguay y vivió largo tiempo en Misiones, cuya exuberante naturaleza le inspiró gran parte de su obra, como Cuentos de la selva y Anaconda.






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