No. 133/134 - Noviembre/Diciembre 2002

En América Latina crece la resistencia social al ALCA. También comienzan a movilizarse los parlamentos, mantenidos al margen de las negociaciones hasta el momento, y generalmente huérfanos de toda información. Una y otra variantes de la oposición a la iniciativa de Estados Unidos se evidenciaron en Las Jornadas de Resistencia contra el ALCA y el Foro Parlamentario que tuvieron lugar en Quito, entre el 27 de octubre y el 1 de noviembre, las que se desarrollaron en forma paralela a una nueva reunión de los ministros de 34 países de América y el Caribe.

La movilización popular culminó con la Asamblea Continental de los Pueblos, donde se discutió acerca de futuras estrategias de oposición, se puso en común las experiencias recogidas por los movimientos populares y sociales en diversos países, con especial destaque de las acciones cumplidas en Brasil -donde hubo manifestaciones en 31 ciudades-, México, Canadá, Honduras y Bolivia.
El Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) está en el horizonte visible; el proceso de negociación, en pleno desarrollo. La propuesta original –"Iniciativa para las Américas"- lanzada por George Bush (padre) en 1990, ajustada y reformulada en 1994, ha transitado un largo camino desde entonces y, si nos remitimos a la agenda y los plazos acordados, se aproxima a su culminación.

Los gobiernos de los estados participantes del proceso se habían comprometido a tener completo el acuerdo para enero del 2005, a fin de comenzar en ese año la fase de implementación. Recientemente, el presidente de Estados Unidos obtuvo autorización parlamentaria para negociar por la vía rápida (fast track) lo que ha otorgado un nuevo impulso a los trabajos preparatorios. Al presente se está promoviendo un cronograma acelerado, con la meta de terminar las negociaciones y tener el acuerdo listo para la firma por los jefes de Estado y gobierno durante la cumbre programada para abril de 2003 en Buenos Aires.

El ALCA forma parte de una nueva generación de tratados internacionales impulsados desde los países centrales en el marco de la globalización. Está concebido y estructurado sobre la misma matriz que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la Organización Mundial de Comercio (OMC). En su contenido se expresan las mismas ideas que inspiraron al frustrado Acuerdo Multilateral de Inversiones. Para decirlo brevemente, es un instrumento de anexión económica al servicio de los intereses de los países desarrollados y, especialmente, de las grandes empresas multinacionales.

Es necesario añadir que va mucho más allá de lo que habitual y razonablemente puede entenderse por "comercio". Así, se incorporan al mismo temas como los servicios y los derechos de propiedad intelectual que sólo en una extensión desmesurada del concepto pueden entenderse de contenido comercial. El ALCA se adelanta a la OMC, incluyendo temas y asuntos que no han podido ser resueltos hasta ahora en ésta, por la oposición de los países periféricos. Los borradores de las pretensiones de la Unión Europea para sus negociaciones con los países de América Latina en materia de "libre comercio", recientemente publicados, siguen la misma línea. Se trata de ángulos de ataque diferentes, diversificados, para lograr el mismo propósito: la apertura de los mercados de los países pobres a la acción de las transnacionales en todos los terrenos imaginables.

En América Latina crece la resistencia social al ALCA. También comienzan a movilizarse los parlamentos, mantenidos al margen de las negociaciones hasta el momento, y generalmente huérfanos de toda información. Una y otra variantes de la oposición a la iniciativa de Estados Unidos se evidenciaron en Las Jornadas de Resistencia contra el ALCA y el Foro Parlamentario que tuvieron lugar en Quito, entre el 27 de octubre y el 1 de noviembre, las que se desarrollaron en forma paralela a una nueva reunión de los ministros de 34 países de América y el Caribe.

La movilización popular culminó con la Asamblea Continental de los Pueblos, donde se discutió acerca de futuras estrategias de oposición, se puso en común las experiencias recogidas por los movimientos populares y sociales en diversos países, con especial destaque de las acciones cumplidas en Brasil -donde hubo manifestaciones en 31 ciudades-, México, Canadá, Honduras y Bolivia.