Nº 155-156 Setiembre-Octubre 2004
Banco Mundial
Renace fundamentalismo neoliberal
El responsable del área de comercio del Banco Mundial puso en aprietos al propio organismo multilateral al rechazar con fundamentos ideológicossobre bases ideológicas una propuesta comercial presentada por la Unión Europea que favorecía a los países más pobres.
A mediados de junio, Uri Dadush, encargado de comercio internacional del Banco Mundial, respondió a una propuesta de la Unión Europea de que los países más pobres mantengan sus aranceles actuales y ése sea el tope, en lugar de realizar recortes sustanciales. “La propuesta de la Unión Europea, aunque bien intencionada, no es adecuada para el desarrollo”, es el argumento de la contestación. Dadush sostiene que los países pobres deben abrir más sus mercados, o de lo contrario no tendrán herramientas para convencer a los países ricos de que suspendan el injusto subsidio a la agricultura: “Seamos honestos: nadie va a admitir la misma presión para hacer algo con el algodón, o con el azúcar, si los países que están interesados en esas reformas” no ofrecen algo a cambio.
Roberto Bissio, coordinador de Social Watch, le escribió al presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, pidiendo coherencia en los asuntos comerciales del organismo. En las Reuniones Anuales de 2002, Bissio participó de un panel en el que Wolfensohn bromeó con “quitar del camino” a todo aquél que se basara en el supuesto de que la liberalización comercial unilateral era buena para los países en desarrollo. “Ya es hora de que su personal entone el mismo himno que usted. Y que los fondos del Banco Mundial sigan el ritmo. De lo contrario, la credibilidad de su personal y la del propio Banco Mundial se verán afectados”, dice Bissio en la carta.
Gobind T. Nankani, vicepresidente de Gestión Económica y Reducción de la Pobreza del Banco Mundial, contestó la carta de Bissio alegando: “Lamentablemente, la gratuidad no existe, y los países en desarrollo tendrían que pagar un precio, bajo la forma de oportunidades perdidas, que de otro modo sus gobiernos habrían podido aprovechar para realizar reformas que promovieran el crecimiento”.
Los comentarios de Dadush y los de Nankani son contrarios al análisis de numerosos organismos internacionales y analistas de comercio. La conferencia de la UNCTAD que se realizó en junio en Sao Paulo fue unánime al concluir que los países deberían usar su capacidad para explorar opciones y cuidar el espacio necesario para la política, a fin de llegar al mejor equilibrio posible entre diversos enfoques en sus estrategias nacionales de desarrollo.
El elemento criticado en la propuesta de la Unión Europea es una concesión a aquello que los países pobres -a los cuales se supone que el Banco Mundial quiere ayudar- solicitaron mediante delicadas negociaciones en un foro de comercio. Así, el hecho de que un alto funcionario de dicho organismo se haya negado al ofrecimiento (de la Unión Europea) se contradice de plano con todos los discursos acerca del respeto por las opciones políticas del mundo en desarrollo y sus programas de desarrollo. E incluso deja al descubierto la falta de neutralidad del Banco Mundial en sus actividades de expansión comercial.
Las ONG especializadas en comercio y finanzas alegaron también que “no es adecuado que una institución como el Banco Mundial evalúe las ofertas de negociación de un país, como sucedió en este caso, sin importar el contenido. Pero, además, nos gustaría señalar que las declaraciones del señor Dadush contienen errores graves y esenciales. La presión que ejerce el Banco Mundial sobre los países en desarrollo para que liberalicen mercados mientras los países industrializados retrasan la liberalización de los suyos no tiene sentido desde el punto de vista de la economía. Más aún, los países industrializados siguen aplicando medidas como los subsidios altos y el dumping, que destruyen el potencial de crecimiento del mundo en desarrollo”.
Las ONG saben que “el Banco Mundial está alentando a los países industrializados a liberalizar sus mercados”. Sin embargo, “el hecho es que los países industrializados no se han mostrado receptivos a esa propuesta y que la capacidad del Banco Mundial para influir en sus políticas es bastante restringida, a pesar de la gran influencia que tiene sobre las políticas de los deudores. En segundo lugar, las estadísticas que usa el señor Dadush han sido manipuladas y dan lugar a equívocos. El cálculo del Banco de que la ganancia para 2015 será de 500.000 millones de dólares supone varias concesiones que los países industrializados aún no han hecho. E incluso si se concretan esas ganancias, no hay garantías de que se dividan equitativamente entre el mundo en desarrollo y el industrializado. Varios expertos pronosticaron que se mantendría la tendencia actual, por la cual los países de Africa están aún más marginados en el sistema mundial de comercio”.
Contra la opinión del Banco Mundial, un estudio reciente realizado por la Secretaría de la Commonwealth y firmado por Joseph Stiglitz, ex economista principal de ese organismo multilateral, recomienda que los países ricos abran sus mercados sin exigir lo mismo a los más pobres. Stiglitz afirma, además, que muchos países en desarrollo se vieron perjudicados por acuerdos comerciales del pasado y por las medidas de liberalización que les impuso el Fondo Monetario Internacional.
Título:
Carta de Roberto Bissio al presidente del Banco Mundial
Estimado señor Wolfensohn:
Hace 18 meses tuve el honor de participar junto a usted y al entonces director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Horst Koehler, en una mesa redonda sobre el “Cumplimiento de un pacto mundial sobre el crecimiento y el desarrollo”, en que se discutió el nuevo consenso emergente de la cumbre de Monterrey sobre Financiación para el Desarrollo.
En esa ocasión, usted afirmó: “las acciones unilaterales y las recetas únicas fueron válidas alguna vez (...) pero honestamente, creo que Horst (Koehler) y yo, cada uno a su manera, reconocemos que ya no funcionan (...) Hablamos mucho de la cuestión del comercio, de la necesidad de negociaciones de doble vía. Quizá hayamos demorado en aprender, pero éste es el himno que entonaremos desde ahora”*.
Cuando recordé que en una discusión previa había quedado claro que “el Banco Mundial y el FMI trabajan sobre el supuesto de que la liberalización unilateral es buena para los países”, usted respondió rápidamente: “No sé quién dijo eso. Deme su nombre, y lo despediré”.
En ese entonces consideré que la buena noticia sobre el nuevo himno era mucho más importante que pedir la cabeza de un funcionario que desentonaba. Sin embargo, hoy leí un artículo de Reuters que cita al principal experto en comercio de su Banco criticando una propuesta europea, la cual apunta precisamente a evitar que los países pobres deban abrir sus mercados a cambio de acceso a los mercados de los países ricos. Según el experto, dicha propuesta está bien intencionada pero “no es adecuada para el desarrollo” porque no obligaría a los países pobres a liberalizarse. Así, el portavoz del Banco Mundial en cuestiones comerciales no sólo contradice la opinión de usted sin temor aparente a ser despedido, sino que también contradice lo que TODOS los países, ricos y pobres, consideran el camino a seguir.
La conferencia de la UNCTAD recién terminada en Sao Paulo concluyó por unanimidad que los países deben explorar distintas opciones y conservar el espacio necesario en su estrategia nacional de desarrollo para lograr el mejor equilibrio posible entre diferentes criterios. Esto concuerda totalmente con el himno que usted dice cantar, pero no con la melodía que entona el Banco Mundial cuando sus funcionarios hacen ciertas declaraciones en debates públicos u obligan a los países a firmar determinadas condiciones a cambio de créditos y donaciones.
En aquella mesa redonda, usted dijo que yo iba a informar detalladamente sobre esos asuntos, y que Koehler, usted mismo y otros funcionarios se encargarían de hacer cumplir las respectivas responsabilidades. Dado que el Banco Mundial y su jefatura también son responsables, le escribo para decirle que es hora de que su personal entone el mismo himno que usted. Y que los fondos del Banco Mundial sigan el ritmo. De lo contrario, la credibilidad de su personal y del propio Banco Mundial se verán afectados.
Atentamente,
Roberto Bissio
Coordinador de Social Watch
* La transcripción está disponible en: www.worldbank.org/pos/Capstone%20Roundtable.pdf
Título:
Respuesta del Banco Mundial
Estimado señor Bissio:
Le agradezco su e-mail relativo a las políticas comerciales del Banco Mundial. El comercio es una herramienta clave para el crecimiento y el desarrollo económico. El Banco se ha ocupado de documentar los efectos perjudiciales de las políticas agrícolas y otras de los países de la OCDE sobre los países en desarrollo, así como de ayudar a los países a expandir su comercio y aprovechar las nuevas oportunidades surgidas de la reducción de barreras arancelarias en otros. En muchos países, la predisposición contra las exportaciones se debe a las carencias de las políticas comerciales y del clima de inversión, que resultan en un alto costo de los negocios. Las reformas comerciales, en especial en los países con altos aranceles y otras barreras al comercio, son parte probable de cualquier estrategia de mediano plazo para mejorar la competitividad.
Por supuesto, las reformas deben adecuarse a las circunstancias de cada país. Ciertamente no existen recetas únicas cuando se trata de reformar políticas, sea en el área comercial o cualquier otra. Es por esto que el Banco Mundial apoya los compromisos de acceso diferencial a los mercados en la OMC, la adecuación de las nuevas normas a la capacidad de aplicación de cada país, y el suministro de ayuda, cuando es necesaria, para los cambios institucionales y regulatorios favorables a los pobres.
Como sabrá, los principales medios de discusión sobre políticas comerciales son los acuerdos comerciales internacionales, ya sean bilaterales, regionales o multilaterales (OMC). Comprometerse a realizar reformas comerciales en el contexto de tales acuerdos puede representar varias ventajas sobre las reformas unilaterales. Puede aumentar en gran medida la credibilidad de un programa gradual de reformas, permitir el acceso a nuevos mercados mediante acciones quid pro quo de socios comerciales, y complementarse con el compromiso de países ricos de ofrecer ayuda para la aplicación de las reformas.
De hecho, cualquier liberalización multilateral surgida de la ronda de Doha tendrá efectos sobre los países en desarrollo. Sin embargo, la estrategia de la pasividad no ayudará al desarrollo. Nuestros estudios muestran que una Ronda de Doha que no produzca ningún tipo de reformas de los países de bajos ingresos bien podría perjudicarlos. La exclusión de cualquier compromiso también excluye a los países en desarrollo del juego de compromisos recíprocos y reduce su capacidad de exigir concesiones en áreas como la agricultura y el movimiento de proveedores de servicios.
Todas estas consideraciones subyacen a nuestra reacción a la propuesta “casi gratuita” de la Unión Europea para el G-90. Lamentablemente, la gratuidad no existe, y los países en desarrollo tendrían que pagar un precio. Ese precio podría deberse en parte al efecto negativo de reformas emprendidas por la OCDE (porque éstas afectarían el precio mundial de las mercancías producidas y consumidas en los países en desarrollo), y en parte a la desviación del comercio a mediano plazo como resultado de acuerdos comerciales regionales que involucren a países en desarrollo. Recordará usted que muchos de los miembros del G-90 realizan negociaciones recíprocas para eliminar barreras comerciales de manera discriminatoria hacia la Unión Europea, en el contexto de los Acuerdos de Asociación Económica. Al final, sin embargo, pagarán un alto precio bajo la forma de oportunidades perdidas, que de otro modo sus gobiernos habrían podido aprovechar para realizar reformas que promovieran el crecimiento.
Por los motivos expuestos, opinamos que los países en desarrollo harían bien en emprender tales reformas sobre una base multilateral, complementadas por la asistencia de la comunidad internacional de donantes para mejorar el clima de inversión, aumentar la capacidad de oferta de las empresas de los países en desarrollo, y proveer los necesarios créditos para el desarrollo relacionado con el comercio.
Atentamente,
Gobind T. Nankani
Vicepresidente de Gestión Económica y Reducción de la Pobreza del Banco Mundial
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