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N° 153-154 Julio-Agosto 2004

Crisis de Irak alcanza punto álgido

por Martin Khor

Los dramáticos sucesos de Irak han acaparado la atención mundial. La resistencia iraquí ha pasado a un nuevo nivel y las fuerzas de ocupación enfrentan numerosos problemas: más víctimas, la inminente retirada de tropas por parte de países de la coalición, renuncias en el consejo de gobierno. A medida que la situación se deteriora para los ocupantes, surgen numerosas interrogantes.

Los recientes acontecimientos dramáticos han llevado la situación de Irak a un punto álgido. Las fuerzas de ocupación dirigidas por Estados Unidos ya no se enfrentan sólo a emboscadas y bombas instaladas en diversos lugares. Ahora enfrentan una insurgencia generalizada en numerosas ciudades y regiones del país, y parecen haber perdido el control, no sólo de las condiciones en el terreno sino del corazón y las ideas de la población, así como de algunos de sus aliados militares.
El nuevo ciclo de la batalla comenzó el 31 de marzo, cuando cuatro civiles estadounidenses sufrieron una emboscada en sus vehículos, en Fallujah. Sus cuerpos incinerados fueron arrastrados por las calles de la ciudad y luego colgados de un puente. Las imágenes horripilantes conmocionaron al mundo y trasladaron a los hogares de millones de personas no sólo la brutalidad del conflicto sino también el intenso odio iraquí por la ocupación que debe haber instigado la acción.
Las manifestaciones de miles de miembros del ejército Al Mehdí, del clérigo chiíta Muqtader Sadr, que se llevaron a cabo en varias ciudades y a las cuales respondieron con acciones militares que arrojaron decenas de muertos, demostraron cuánto se ha extendido la resistencia iraquí, que abarca desde los suni a la mayoría chiíta musulmana. El bombardeo de un helicóptero estadounidense a una mezquita, que causó la muerte de 40 personas, enardeció aún más la situación. Un sitio de las fuerzas estadounidenses en Fallujah, que según los informes provocó la muerte de 400 iraquíes y miles de heridos, señaló la escalada del conflicto y sumó más iraquíes a la lucha contra la ocupación. Se libraron batallas en varias ciudades. Las tropas de ocupación intentaron recapturar ciudades o partes de ciudades que habían quedado bajo el control de numerosos combatientes de la resistencia iraquí.
Para las fuerzas de ocupación, la situación ha pasado de ser un mal sueño a una pesadilla total. Los planes de traspasar el poder -o al menos parte del poder- lo más rápidamente posible a los iraquíes se han desbaratado.
En primer lugar, la resistencia obviamente crece en amplitud y escala, y resulta claro que muchos iraquíes, si no la mayoría, quieren que las fuerzas de ocupación se retiren. Un comunicado del Pentágono reflejó que los “puntos problemáticos” se habían propagado e incluían Ramadi, Fallujah, Baghdad, Karbala, Najaf, Kut, Amarah, Nasiriya y Basra.
En segundo lugar, incluso los que prestaron apoyo a la coalición de ocupación están considerando ahora retirarlo en vista de la feroz acción militar estadounidense, en especial en Fallujah. Por lo menos dos ministros del consejo de gobierno iraquí nombrado por Estados Unidos renunciaron repentinamente en protesta por las acciones militares estadounidenses, y es probable que otros les sigan.
En tercer lugar, la coalición dirigida por Estados Unidos y Gran Bretaña está mostrando signos crecientes de fractura. Varios miembros de la “Coalición de Voluntades” ya no tienen tanta voluntad. Están retirando sus tropas y otro tipo de personal, o planean hacerlo. El presidente George W. Bush ha estado ocupado llamando por teléfono a los dirigentes de sus países aliados para persuadirlos de retirarse.
Estados Unidos, que tiene 110.000 tropas en Irak, ha reclutado alrededor de 40 países aliados tan pequeños como El Salvador y Mongolia, que en conjunto han enviado 24.000 tropas, principalmente para funciones que no son de combate. El Partido Socialista Obrero Español se había opuesto a la guerra y al asumir el poder, el nuevo jefe del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció el retiro de las tropas españolas. Numerosos países que enviaron personal con la expectativa de participar sólo en el mantenimiento de la paz y en la reconstrucción, se dan cuenta ahora que quedaron atrapados en un combate mortal y planean no extender su estadía. Esto ocurrió especialmente después del secuestro de tres japoneses, con la amenaza de que serían quemados vivos si Japón no retiraba sus tropas. Personal coreano también fue secuestrado, pero luego liberado.
En privado, los dirigentes políticos deben haber deseado no haber participado, y están elucubrando formas de retirarse.
Los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) han adoptado distintas posiciones. Malasia e Indonesia están firmemente en contra de la guerra y la ocupación de Irak, mientras que Filipinas, Tailandia y Singapur la apoyan. Hay personal militar de los países de la ASEAN en Irak. El primer ministro de Tailandia, Thaksin Shinawatra, anunció que las tropas tailandesas se quedarían en su campo y podrían retirarse si la situación empeora. El gobierno de Singapur declaró que los 200 efectivos militares de su país habían regresado después de culminar una misión humanitaria y que no tenía planes de enviar más tropas, según informó el diario londinense The Guardian,. Y Nueva Zelanda sacará a sus 60 ingenieros navales de Irak en setiembre, si bien tal vez puedan regresar con posterioridad. Las fuerzas japonesas y de Corea del Sur han retirado sus pertrechos luego de haber sido atacados, mientras que las de Ucrania fueron expulsadas de la ciudad de Kut por combatientes Shia.
En cuarto lugar, la administración Bush tiene problemas en el propio Estados Unidos. El apoyo del aparato político y de la opinión pública a la ocupación parece deteriorarse rápidamente en vista de la escalada de la resistencia y del aumento de las víctimas estadounidenses, en especial los cuatro civiles muertos en Fallujah.
Aumenta el número de los que aconsejan a Estados Unidos salir de Irak lo más pronto posible para evitar un atolladero del tipo Vietnam. El ex presidente Jimmy Carter reiteró su condena a la guerra, calificando las acciones de Bush de “imprudentes e innecesarias”, y los resultados, de tragedia. El senador demócrata Edward Kennedy llamó a Irak “el Vietnam de George Bush”, y declaró: “Vietnam terminó en un atolladero. Podría ocurrir lo mismo con Irak”. El senador demócrata Robert Byrd dijo que desplegar más tropas “no hará más que enterrarnos en el remolino de la violencia”, y que la administración Bush “por el contrario, tendría que estar trabajando hacia una estrategia de salida”. El senador demócrata Joseph Biden vio en la violencia en Irak un paralelo a la situación en Vietnam después de la ofensiva Tet de 1998. “No tenemos el control allí, no tenemos un plan”, dijo, e indicó que la situación podría salvarse si Bush actúa rápidamente para lograr que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tomen parte en la transición de Irak a su soberanía. “Llegamos a un punto álgido en Irak, con el peligro real de perder el control de la situación”, declaró Samuel R “Sandy” Berger, quien fuera asesor de seguridad nacional del presidente Bill Clinton. “Es tiempo de salir de ahí”, expresó Charles V. Peña, director del Instituto Cato de Washington, de orientación conservadora. “Estamos en una situación en la que ya se ha perdido el control, y no podemos tener el final de cuentos de hadas que nos hubiera gustado ver en Irak”.
Pero algunos republicanos sugirieron que Bush extendiera la estadía de Estados Unidos en Irak y pospusiera el plazo del 30 de junio para la entrega del poder. “Sería prudente que reconsideráramos el plazo del 30 de junio. Hay tantas preguntas sin respuesta, y no es la menor quién quedará en el poder”, dijo la senadora Susan Collins. Y el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Richard Lugar, manifestó: “No es momento de retirar nuestras tropas, a menos que podamos reemplazarlas con tropas de otros países”.
Pero el presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, el republicano John Warner, dijo que había que cumplir el plazo del 30 de junio “independientemente del aumento de la insurgencia, porque afecta la credibilidad de las fuerzas de coalición”.
Los sucesos recientes profundizaron la crisis política para Estados Unidos. Está perdiendo el apoyo de varios países de la coalición, que no quieren poner a sus tropas en peligro. Para hacer frente a la insurgencia, Estados Unidos puede aumentar sus propios efectivos en Irak. Pero si utilizan la agresión militar contra los insurgentes, es posible que se genere una situación similar a la de israelitas y palestinos, en la cual la acción militar generará mayor resistencia, que a su vez podría conducir a un aumento de la acción militar.
Este ciclo ampliará la base de apoyo popular a la resistencia y dejará a Estados Unidos atascado en operaciones militares por muchos años.
Tal vez quiera entregar más poder militar además de autoridad política a la ONU, que en un principio había evitado. Pero es posible que la ONU, después de haber sufrido bombardeos y pérdidas personales en Irak, no quiera asumir un papel militar que no puede cumplir satisfactoriamente. ¿Por qué va a cargar la ONU con el bastón de mando envenenado de Estados Unidos en una contienda que nunca autorizó, sólo para que Estados Unidos puedan salir del problema? Estados Unidos está ahora cada vez más deseoso de apurar la transferencia de parte del poder político a un grupo iraquí. Pero los aliados locales que escogieron carecen de credibilidad ante la opinión pública, y varios de los actores claves están presentando renuncia al Consejo de Gobierno. De manera que aún en el caso de que Estados Unidos quiera entregar el poder, quizás queden pocos de sus aliados para recibirlo. Las demandas de gran parte de la resistencia de que se realicen elecciones para decidir el gobierno, no resultan aceptables para las autoridades de ocupación.
Martin Woollacott escribió de manera perceptiva en The Guardian: “Irak todavía no es la derrota para Estados Unidos que podría llegar a ser. Pero (los estadounidenses) están escarmentados y perplejos. La administración Bush, que creyó tan devotamente que podría mover montañas, tendría que saberlo mejor ahora. Podría incluso captar que el concepto con el cual siempre se ha llenado la boca -que son los iraquíes quienes deben decidir su propio futuro- es ahora más que palabras útiles. Son los iraquíes, en la acumulación de sus opciones, decisiones y acciones, quienes en gran medida decidirán si la intervención de Estados Unidos termina en éxito o fracaso. Los estadounidenses fueron a Irak a rescatar a los iraquíes, y ahora necesitan que los rescaten a ellos”.
Cuando las fuerzas dirigidas por Estados Unidos capturaron Bagdad el año pasado, circuló el comentario de que tal vez hubieran podido ganar bastante fácilmente la guerra, pero que les resultaría difícil ganar la paz. La verdad de esto es aún más evidente hoy en día. El mero poder militar, por más poderoso que sea, puede fracasar ante una resistencia local decidida.

----------- Martin Khor es director de la Red del Tercer Mundo.






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