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No. 149/150 - Marzo-Abril 2004

IV Foro Social Mundial

Lecciones de Mumbai

por Cândido Grzybowski

El Foro Social Mundial que se realizó del 16 al 21 de enero en Mumbai, India, tuvo una importante novedad: demostró que tiene una dimensión universal.

El desafío de dejar Porto Alegre, donde todo comenzó en 2001, era enorme. Pero el Foro Social Mundial siguió creciendo, como movilización de la emergente y diversa ciudadanía planetaria. Fueron cerca de 75.000 delegados y delegadas, 20.000 de ellos de fuera de India. También había cerca de 10.000 personas de la propia ciudad de Mumbai, que cada día se unían a las actividades programadas y las manifestaciones. En total, casi 120.000 participantes movilizados por la idea de que, ante la globalización dominante y sus males, “otro mundo es posible”.
A primera vista, parece una cacofonía. India en sí misma, con más de mil millones de seres humanos, es un mundo diverso, con más de 40 idiomas, con sus castas, con la exclusión social de los dalits (intocables o sin casta) y casi 300 millones en la indigencia. En el otro extremo, cerca de 200 millones integrados al mundo globalizado. El impacto es aturdidor, cultural y políticamente, todavía más para los ojos alertas de activistas de un emergente movimiento de dimensiones planetarias.
Inevitablemente, somos llevados a preguntarnos si hacemos lo suficiente, si nos indignamos lo suficiente ante la deshumanidad a que son condenados muchos hombres y mujeres, niños, adultos y ancianos, y si somos realmente radicales en las propuestas de cambio. Más de 20.000 dalits participaron del Foro Social Mundial y le dieron una dimensión bien popular. A los indios e indias se unió una rica expresión de los pueblos de Asia, como también de Europa, Africa, América del Norte y América Latina. Cabe destacar que participaron más de 480 brasileños y brasileñas, número mayor que el de asiáticos en el Foro Social Mundial de 2003, en Porto Alegre.
Las instalaciones en las afueras de Mumbai de Nesco Grounds, una industria siderúrgica quebrada, fueron adaptadas al Foro Social Mundial con salas improvisadas a base de bambú, paneles divisorios y tela rústica, y se transformaron en la expresión plena de lo que está, de cierta forma, fuera de la globalización: personas de carne y hueso, compartiendo un mismo ideal de libertad y dignidad humanas por encima del mercado.
El éxito del Foro Social Mundial en Mumbai debe medirse por la adhesión política a su mensaje, con la mente y el corazón, con la voluntad y los sueños. La cacofonía fue, en verdad, una pujante demostración de la diversidad de sujetos sociales que se adhieren a la idea y quieren ser artífices de un mundo diferente, donde la referencia sean todos los derechos humanos para todos los seres humanos. Si hasta 2003 éramos mayoritariamente latinos, ahora somos más universales, bien implantados en Asia, donde vive la mitad de la humanidad. El Foro Social Mundial pasó a ser asumido como espacio de expresión de identidades y propuestas de amplios sectores populares. Fue un enorme salto de calidad en la superación del déficit geográfico y social para los sujetos portadores del Foro Social Mundial.
Los nuevos idiomas y la necesidad de traducción, para tener igualdad en la diversidad, es el mayor desafío político y cultural emergente de Mumbai. Las nuevas lenguas, que expresan identidades no reconocidas y derechos negados -como los de los dalits- se sumaron a la creciente ola que clama por otro mundo y marcaron el tono de las múltiples marchas del Foro Social Mundial. La polvorienta calle principal se transformó en avenida de la ciudadanía planetaria, de las ocho de la mañana a las 10 de la noche. Ese fue el epicentro del Foro Social Mundial en Mumbai. No era preciso entender literalmente lo que decían los manifestantes. Bastaba con rendirse al simbolismo de las marchas, lleno de denuncias y afirmaciones. A ellas se sumaron y por ellas fueron reevaluados los grandes actos (conferencias, paneles y mesas redondas) sobre militarismo, unilateralismo y guerra, sobre el poder global opresor y las trincheras de resistencia, sobre los movimientos por la paz. En medio, el laboratorio vivo de más de mil seminarios y talleres, a su manera desencontrados, pero afirmativos de la posibilidad de iniciar aquí y ahora la construcción de otro mundo.
En definitiva, un Foro que impactó por su carga de sorpresa. Sin duda, todavía resbalamos en nuestra búsqueda del método de diálogo y de construcción colectiva de propuestas y estrategias. Somos conscientes de que estamos ante la posibilidad de hacer emerger una nueva cultura política, universalista, cosmopolita, incluyente, en fin, un nuevo método de hacer política transformadora, basado en la diversidad de actores sociales y en el respeto al pluralismo. Pero la tarea supone mucha más osadía y radicalismo de lo que parece a primera vista. Ante la crisis en que se debate el orden dominante del derecho casi exclusivo del capital, la adhesión al mensaje es una garantía de la pujanza ciudadana. Pero debemos transformarla en fuerza de reconstrucción de un mundo solidario, democrático y sustentable, para nosotros y para las generaciones futuras. Esa es la principal lección a extraer de Mumbai.

------------------ Cândido Grzybowski es director del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (IBASE) y miembro del comité organizador del Foro Social Mundial, celebrado en Mumbai en enero de 2004.






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