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No. 97 - Mayo 1997

Globalización

ONU, el ámbito adecuado

La globalización, que ha sido institucionalizada en la OMC, es un proceso de gran alcance que ha quedado librado a su propio accionar en la economía mundial y cuyo resultado es un desarrollo global desigual que beneficia a unos pocos y margina a muchos. No debe haber normas prescriptivas que lo impongan y los países deberían resolver los temas planteados por la globalización en la ONU, que es el ámbito adecuado. Esta opinión generalizada surgió de la Mesa Redonda de la Red del Tercer Mundo y el Grupo de los 77 sobre "La globalización, el desarrollo sustentable y el Sur", realizado en la sede de la ONU en Nueva York.

La globalización, vinculada a la liberalización, que ha sido institucionalizada en la Organización Mundial de Comercio (OMC), es un proceso de gran magnitud, actualmente en marcha en la economía mundial, y que ha quedado librado a su propio accionar. Se caracteriza por un desarrollo mundial desigual, con un crecimiento significativo y beneficios para unos pocos países y marginación para la mayoría.

Y cualesquiera sean los pros y los contras de este proceso, la globalización no es una panacea para los problemas que enfrenta el mundo -en especial los países en desarrollo- ni la antigua visión romántica de este proceso sirve ya más de argumento para imponer normas que los países deben obedecer.

Esta fue la opinión general que surgió de una Mesa Redonda, organizada por la Red del Tercer Mundo y el Grupo de los 77 en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sobre "La globalización, el desarrollo sustentable y el Sur".

La globalización y el papel de la ONU

Las opiniones sobre la globalización y el papel de la ONU fue el tema central de los discursos de la ceremonia de apertura de la Mesa Redonda y de una sesión dedicada al tema, que marcaron el cariz de las subsiguientes discusiones.

Otras sesiones se dedicaron a tratar las últimas evoluciones en la OMC y el sistema multilateral de comercio, la evaluación del medio ambiente y el desarrollo sustentable cinco años después de la Cumbre de Río, y los temas de medio ambiente y desarrollo con miras a la Comisión de Desarrollo Sustentable y la posterior sesión especial de la Asamblea General de la ONU a celebrarse en junio.

Como panelistas y oradores participaron el presidente del Grupo de los 77, Daudi Ngelauktwa Mwakawago, de Tanzania, Martin Khor, director de la Red del Tercer Mundo, el presidente de la Asamblea General de la ONU, Razali Ismail, de Malasia, y Nitin Desai, subsecretario general de la ONU para el departamento recientemente creado que abarca todos los sectores económicos y sociales, el representante permanente de Brasil, Celso Amorim, Chakravarthi Raghavan, editor jefe del SUNS, Bhagirath Lal Das, ex director del Programa Comercial de la UNCTAD y asesor de comercio de la Red del Tercer Mundo, Carlos Correa, de la Universidad de Buenos Aires, Vicky Tauli-Corpuz, de Filipinas, líder del Movimiento de Pueblos Indígenas, y Charles Abugre, director de la Secretaría Regional en África de la Red del Tercer Mundo.

Percepciones diferentes del proceso de globalización

Los oradores y panelistas tuvieron ideas distintas acerca del proceso de globalización, su durabilidad y la posibilidad de que fuera o no irreversible.

Pero todos, o la gran mayoría, coincidieron en que la globalización no podía hacerse con la aplicación de normas prescriptivas, y que todos los países, en particular los del mundo en desarrollo, deberían estudiar muy cuidadosamente las acciones y medidas internacionales que puedan aplicarse para aumentar al máximo los beneficios y minimizar y eliminar los elementos que contribuyan a la marginación y empobrecimiento de la gente.

Hubo coincidencia también en que los temas planteados por la globalización deberían ser abordados en el ámbito de la ONU, que es el organismo idóneo para establecer el marco y las directrices por las que debe transitar el proceso.

El presidente de la Asamblea General de la ONU, Razali Ismail, de Malasia, expresó que la globalización había sido institucionalizada por los Acuerdos de la Ronda Uruguay y la OMC. En la Ronda Uruguay hubo ganadores y perdedores, y los africanos estaban entre los perdedores.

Razali sugirió que el Grupo de los 77 debería aprovechar la oportunidad de la próxima sesión de la Comisión sobre Desarrollo Sustentable y la Sesión Especial de junio de la Asamblea General, para evaluar la aplicación del Programa 21, asegurar la reafirmación de los compromisos de Río y poner en marcha un proceso que establezca los parámetros de la globalización y asegure que el mundo se convierta en "global".

El Norte en procura de políticas neomercantilistas

Raghavan citó a una serie de análisis y obras académicas para cuestionar la visión histórica romántica del liberalismo del siglo XIX y los mitos que rodean a las versiones actuales de la globalización y la economía neoliberal. Advirtió que las instituciones de Bretton Woods y la OMC están impulsando el proceso de globalización en nombre del mercado libre y del libre comercio, aunque de hecho, el norte industrializado y las grandes potencias recurren a políticas neomercantilistas para defender los intereses de sus trasnacionales. Las instituciones de Bretton Woods y la OMC se han convertido en instrumentos al servicio de los intereses de Estados Unidos, Europa y los otros países industrializados, acusó.

El laissez faire prevaleció en la economía mundial de fines del siglo XIX sólo durante un breve lapso, y finalizó en el continente cuando Francia y Alemania descubrieron que no los beneficiaba y que la industrialización necesitaba de la intervención estatal, dijo Raghavan, quien ridiculizó la visión romántica de este período de la historia, tal como la pretenden presentar las instituciones de Bretton Woods, la OMC y los economistas de la corriente oficialista.

En el siglo XIX, Gran Bretaña predicó el liberalismo económico y abogó por el libre comercio, pero sólo después de haber consolidado un poderoso aparato productivo a través de la acumulación de capital derivada del mercantilismo y el colonialismo. Y ahora Europa y Estados Unidos predican el neoliberalismo y el libre comercio sólo en los sectores que les convienen, como el de los servicios financieros y de telecomunicaciones e informática, pero no en agricultura, o siderurgia, o textiles y vestido, calzado y otros productos que requieren un uso intensivo de mano de obra.

Nos guste o no, "la globalización es una realidad con la cual debemos lidiar", expresó Razali. En la ONU todo el mundo echa mano al término globalización de una manera bastante liviana. Lamentablemente, se la está igualando a la globalización de los mercados y del poder del sector privado. La ONU, expresó, es el ámbito natural para analizar los aspectos normativos de la globalización.

Razali agregó que el anterior secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, había hablado de la necesidad de "globalismo", un término que incluía el pluralismo y la necesidad de redes de seguridad y otros factores por el estilo.

El subsecretario general de la ONU, Nitin Desai, subrayó que en la globalización no sólo hay en juego temas económicos sino también sociales, culturales y de otro tipo, y todos deben ser abordados de manera integral en la ONU.

Celso Amorim manifestó que coincidía con Raghavan en que la globalización no debe ser vista como una panacea ni una prescripción normativa. La globalización tiene la misma creatividad destructiva que caracterizó al capitalismo y genera tanto problemas como soluciones. "Debemos preguntarnos a nosotros mismos sobre la posglobalización. Nuestra tarea no es cuestionar si la globalización es buena o mala, sino cómo ponerla al servicio de nuestros fines de justicia social, equidad, y demás".

Raghavan manifestó que si bien la década del 80 había sido considerada en retrospectiva como una "década perdida" para el desarrollo, en el séptimo año de la década del 90, y a cinco años de la Cumbre de Río, parece que se ha perdido "el desarrollo en pos de la globalización y la economía neoliberal, que en el Norte se predica pero no se practica, y donde el neomercantilismo es la realidad escondida detrás de las consignas de "libre comercio y mercado libre".

Si bien el término globalización fue utilizado a mediados de los 80 para describir un proceso en marcha en el que intervenían complejos elementos de producción, consumo, inversión, tecnología y comercio de bienes y servicios, gradualmente se convirtió en un término para prescribir una estrategia de desarrollo normativa para los países en desarrollo, expresó. Y las instituciones de Bretton Woods y la OMC, con la excusa de promover el mercado libre y el libre comercio, de hecho promovieron una forma particular de globalización, la de una integración rápida a la economía, vehiculizada por las trasnacionales, agregó.

Estas instituciones sirvieron a los intereses de las trasnacionales radicadas en los principales países industrializados, a través de procesos decisorios carentes de transparencia y antidemocráticos. Para ello trataron de dejar fuera a la ONU y sus organismos especializados, desalentándolos u obstaculizando las posibilidades de que abordaran los temas económicos centrales, en clara violación de la Carta de la ONU, en especial los capítulos IX y X.

Con el pretexto de restricciones presupuestales y la necesidad de economizar, se dejó sin fondos a la ONU y a sus instituciones. Y si éstas se embarcaron en reformas para persuadir a sus mayores deudores a cumplir con las obligaciones emergentes de la Carta, los programas y actividades esenciales de los sectores económicos centrales se abandonaron. Las instituciones de Bretton Woods y su personal continúan conservando sus elevados estilos de vida, mientras que el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y sus economistas prescriben para los países en desarrollo un paquete uniforme de medidas cuya constante es "apretarse el cinturón". Esto ha aumentado las cifras de pobreza y los problemas de desigualdad en todos lados para las grandes mayorías, mientras que una escasa minoría se enriquece cada vez más.

Si bien este tipo de "globalización" fue presentado como un fenómeno imparable y nuevo, hay una serie de estudios y de prestigiosos economistas que demuestran cómo, de hecho, en el último siglo también ocurrió un proceso similar.

Ahora hay nuevos elementos en juego, pero sigue siendo cierto que el proceso y la forma particular de globalización e integración de los mercados fue el resultado de las reglas internacionales del juego, y de las acciones e inacciones de los gobiernos a escala nacional e internacional, y es posible actuar para revertir el proceso y remediar sus aspectos negativos, expresó.

A comienzos de los 90, los principales centros industrializados mostraron cierto grado de euforia por la economía neoliberal y la globalización, y se responsabilizó a los países en desarrollo y a sus pueblos -empobrecidos y marginados- de su condición.

En contra de la globalización

Pero las tasas elevadas de desempleo y el carácter estructural del mismo, que llegaron al Norte para quedarse, han provocado una fuerte reacción contra la globalización. Los problemas del Norte fueron atribuidos al comercio con el Sur y al bajo nivel salarial de producción de las importaciones, pero los estudios de la UNCTAD demostraron que la causa real del desempleo es la estrategia macroeconómica del Norte y el énfasis excesivo en el control de la inflación.

En respuesta a las presiones proteccionistas, los gobiernos del norte intentaron acomodarlas planteando la cuestión de la cláusula social y las normas ambientales, y a través de teorías espurias sobre el "comercio leal" para justificar sus propias medidas proteccionistas, como el antidumping y los derechos compensatorios.

Esto ocurre en un momento en que los países en desarrollo han abierto sus economías e intentan integrarse a la economía mundial. Para hacerlo, necesitan recibir durante muchos años importantes flujos financieros del Norte.

Pero con la ayuda oficial constantemente en merma y los flujos privados que benefician sólo a unos pocos, la vasta mayoría de los países en desarrollo quedan marginados. Su capacidad de exportación y de generación de divisas se ha visto obstruida por las restricciones impuestas a las importaciones de bienes y servicios con mano de obra intensiva.

Esta situación es insostenible y, tarde o temprano, tendrá graves efectos negativos sobre la OMC y su sistema multilateral de comercio.

La historia no terminó con la caída del Muro de Berlín, y la geografía no carece de importancia, a pesar de las ideas románticas sobre la globalización, dijo Raghavan. El liberalismo hizo crisis en Gran Bretaña en la primera parte de este siglo, cuando el apoyo popular se evaporó frente al creciente desempleo y las penurias y las desigualdades. Una situación similar surge ahora en la economía neoliberal y la globalización, y a menos que se adopten medidas para resolver las deficiencias, la economía neoliberal también hará crisis, y no faltará mucho.

Tres mitos sobre la globalización

Amorim, comentando la exposición de Raghavan, dijo que es necesario disipar los tres mitos sobre la globalización.

En primer lugar, existe el mito de que la globalización es homogénea y beneficiaría a todos. En realidad, no se amplía a todos los países y aumenta la desigualdad. Y cuando se equipara a la liberalización, tampoco es equilibrada. Se les pide a los países en desarrollo que restrinjan sus libertades, por ejemplo en materia de derechos de propiedad intelectual y también de inversión. Al mismo tiempo, el Norte no tiene la misma actitud en otros acuerdos, por ejemplo en agricultura.

En segundo lugar, es un mito que con la globalización pueda prescindirse del Estado. Si bien el capital privado es bienvenido, no demostró que le atrajeran sectores como medio ambiente y educación. "El Estado tiene un papel que cumplir, por ejemplo, para asegurar que los mercados se integren de forma correcta. El Estado todavía cumple una función importante en la política comercial y no es verdad que los estados estén dispuestos a permitir la liberalización de sus economías. Por ejemplo, el derecho comercial de Estados Unidos es una maquinaria de guerra comercial", expresó.

El tercer mito es que una corriente financiera irrestricta trae consigo un comercio más libre y mayor prosperidad. La realidad es diferente, como lo demostró la crisis de México. La libertad total del capital puede provocar volatilidad, lo que a su vez puede conducir a un mayor proteccionismo.

Amorim concluyó que no se trataba de estar a favor o en contra de la globalización. "Nuestra tarea es hacer frente a un doble desafío: cómo mitigar las acciones tendientes a socavar la Comisión de Desarrollo Sustentable y cómo aprovechar los aspectos positivos de la globalización en nuestro favor", afirmó.

Denis Benn, director de la Unidad Especial del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre Cooperación Técnica entre los Países en Desarrollo, quien presidió la sesión inicial dedicada a la globalización y el desarrollo, manifestó que Raghavan había señalado un aspecto importante en cuanto al libre comercio del siglo XIX y su relación con el colonialismo y la anterior revolución industrial británica. Para formular el concepto de desarrollo sustentable hubo que tener en cuenta estos elementos, y las políticas y medidas hacia ese fin, expresó.

Razali había señalado las diferencias entre los países industrializados y el mundo en desarrollo en cosas tales como la definición de "desarrollo sustentable", "crecimiento sustentable" y otras por el estilo.

Con relación a esto, Bhagirath Lal Das dijo que si bien el mundo en desarrollo y los países desarrollados estaban discutiendo en Nueva York estos temas, en la OMC los países desarrollados -sea Estados Unidos, Europa, Canadá o cualquier otro- no tuvieron duda alguna e impulsaron el "crecimiento económico" (para ellos mismos), el acceso a los mercados del Sur, y temas y agendas nuevas para tal fin.

Los países en desarrollo se perdieron una oportunidad importante en Singapur al no insistir en que se resolvieran los problemas de implementación y al no tomar decisiones. Por lo menos ahora, manifestó, deberían prepararse y presentar una serie de propuestas de cambio de las normas, que podrían ser presentadas en la próxima reunión ministerial que tendrá lugar en 1998. (SUNS)






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