No. 43 - Abril 1995
CUMBRE SOCIAL
Buenas intenciones, sin voluntad política
por
Roberto Bissio (*)
Más allá de las buenas intenciones, la Cumbre Social de la ONU no produjo resultados espectaculares en torno a los tres temas de su convocatoria: la pobreza, el empleo y la integración social, ni siquiera metas mensurables en plazos definidos, ya que será cada gobierno el que deba formular su propia estrategia de desarrollo social.
En el camino al Bella Center, en las afueras de Copenhague, donde 120 jefes de Estado y de gobierno de todo el mundo se reunieron a comienzos de marzo, un taxista (que cobraría por el servicio más de lo que gana en un mes la mayoría de los habitantes del planeta) pregunta para qué llegaban tantos dignatarios.
- Para reducir el desempleo y la pobreza.
- Aquí en Dinamarca?
- No. En todo el mundo.
- Entiendo. Quiere decir que les van a dar más ayuda?
- No, en realidad la ayuda es cada vez menos.
- Y entonces cómo van a hacer?
La pregunta es sencilla, pero el estudio de los diez compromisos que surgieron de la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social, los cinco capítulos del Programa de Acción y las decenas de documentos y centenares de discursos no produce respuestas fáciles. Más allá de las buenas intenciones, la Cumbre no produjo resultados espectaculares en torno a los tres temas de su convocatoria: la pobreza, el empleo y la integración social, ni siquiera metas mensurables en plazos definidos, ya que será cada gobierno el que deba formular su propia estrategia de desarrollo social. La inadecuación del documento a la urgencia de los problemas planteados llevó a muchas Organizaciones No Gubernamentales presentes en Copenhague a expresar en forma abierta su frustración.
No obstante, dado el clima ideológico y político imperante en la mayoría de los países industrializados, ya podría considerarse como un primer logro de la Cumbre Social el mero hecho de que ésta haya tenido lugar y diera inicio a un debate abierto en el ámbito de las Naciones Unidas sobre temas clave de la economía internacional como el de la deuda externa, el ajuste estructural y el comercio.
Desde el fracaso de la mini-cumbre Norte-Sur de Cancún, en 1982, estos temas sólo se discutían en los ámbitos cerrados y no democráticos de las instituciones de Bretton Woods o en el seno del Grupo de los Siete. En estos 13 años las economías de los países ricos y pobres sufrieron un ajuste que elevó la pobreza en los Estados Unidos del 9 al 16 por ciento de la población, aumentó el desempleo en Europa a niveles inauditos y tuvo efectos devastadores sobre las mayorías del Tercer Mundo, en especial las mujeres y los niños, sobre el medio ambiente y sobre la estabilidad de las democracias emergentes. En nombre de la competitividad, la lógica de la globalización enfrenta a los trabajadores de una nación contra los de otra y somete a todos a la disyuntiva de elegir entre el desempleo o la reducción de sus retribuciones.
Las deliberaciones de la cumbre comenzaron extraoficialmente en Oaxaca, México, durante la Conferencia Mundial sobre Desarrollo Social y Pobreza, en setiembre de 1993, en la que el Banco Mundial promovió modelos de "redes de seguridad" que protegerían a los pobres en esa etapa de transición a la riqueza. América Latina ha visto en el último año cómo estallaron dramáticos conflictos sociales en las áreas donde más se invirtió en estas redes, y cómo en las últimas semanas se evaporaban en segundos las reservas acumuladas en una década de sacrificios, succionadas por la aspiradora de la especulación financiera internacional. Las riquezas naturales son hipotecadas para tranquilizar mercados en pánico y, como en el juego del "monopolio", los pobres son enviados atrás al primer casillero, a volver a apretarse el cinturón, esta vez sin esperanzas de una pronta recuperación.
Mientras se desarrollaba la Cumbre la atención de la prensa se dirigía a cómo un sólo especulador en Singapur pudo hacer desaparecer mil millones de dólares apretando un par de teclas de su computadora y arruinar un banco prestigioso en segundos. Un centenar de especuladores debilitan la moneda del país más poderoso del mundo. Ello puso en el orden del día la necesidad de establecer mecanismos reguladores de la especulación financiera y generadores de recursos para el desarrollo social como el "Tobin tax", sobre el que la cumbre no tomó resolución, pero sirvió de foro para iniciar el debate de lo que podría convertirse en el primer impuesto global.
Comparada con esta inestabilidad en las finanzas globales, los probables perjuicios que sufrirían las Instituciones Financieras Internacionales al cancelar la deuda multilateral de Africa son insignificantes. No obstante también aquí faltó voluntad política. Las intervenciones de emergencia ante las crisis que vendrán le costarán mucho más caro a las Naciones Unidas y a los países donantes que las medidas preventivas que mañana podrían comenzar a decidir los jefes de Estado. Todas las alarmas de los sistemas de alerta están sonando pero son ignoradas por la sordera de un puñado de países que no quieren oírlas.
(*) Roberto Bissio asistió a las reuniones preparatorias y a la Cumbre Social de Copenhague en representación de la Red del Tercer Mundo, presidió el Comité de Desarrollo formado por las ONGs que participaron en ese proceso e intervino en nombre de éstas en la sesión plenaria de la conferencia gubernamental.
Diez compromisos
de Copenhague
"Sobre la base de nuestra búsqueda común del desarrollo social, que tiene por objetivo la justicia social, la solidaridad, la armonía y la igualdad dentro de los países y entre ellos, [...] iniciamos una campaña mundial en pro del progreso y del desarrollo sociales, que se expresa en los compromisos siguientes:
Primer compromiso
Nos comprometemos a crear un entorno económico, político, social, cultural y jurídico favorable, que permita a la gente lograr el desarrollo social.
Segundo compromiso
Nos comprometemos, como imperativo ético, social, político y económico de la humanidad, a lograr el objetivo de erradicar la pobreza en el mundo mediante una acción nacional enérgica y la cooperación internacional.
Tercer compromiso
Nos comprometemos a promover el objetivo del pleno empleo como prioridad básica de nuestras políticas económicas y sociales y a preparar a todas las mujeres y hombres para conseguir medios de vida seguros y sostenibles mediante el trabajo y el empleo productivos elegidos libremente.
Cuarto compromiso
Nos comprometemos a promover la integración social fomentando sociedades estables, seguras y justas y basadas en la promoción y protección de todos los derechos humanos, así como en la no discriminación, la tolerancia, el respeto de la diversidad, la igualdad de oportunidad, la solidaridad, la seguridad y la participación de todas las personas, incluidos los grupos y las personas desfavorecidos y vulnerables.
Quinto compromiso
Nos comprometemos a promover el pleno respeto de la dignidad humana y a lograr la igualdad y la equidad entre hombres y mujeres y a reconocer y aumentar la participación y la función directiva de la mujer en la vida política, civil, económica, social y cultural y en el desarrollo.
Sexto compromiso
Nos comprometemos a promover y alcanzar las metas de acceso equitativo a educación de calidad, el mayor nivel posible de salud física y mental y el acceso de todos a la atención primaria de salud, haciendo particular esfuerzo por rectificar inegualdades relativas a las condiciones sociales y sin distinción de raza, origen nacional, género, edad o discapacidad; respetando y promoviendo nuestras culturas comunes y particulares, esforzándonos por fortalecer el papel de la cultura en el desarrollo, preservando las bases esenciales del desarrollo sustentable basado en la gente y contribuyendo al pleno desarrollo de los recursos humanos y al desarrollo social. El propósito de estas actividades es erradicar la pobreza, promover el empleo pleno y productivo y la integración social.
Séptimo compromiso
Nos comprometemos a acelerar el desarrollo económico, social y humano de Africa y de los países menos adelantados.
Octavo compromiso
Nos comprometemos a velar por que los programas de ajuste estructural que se acuerden incluyan objetivos de desarrollo social, en particular, la erradicación de la pobreza, la generación de empleo pleno y productivo y la promoción de la integración social.
Noveno compromiso
Nos comprometemos a aumentar sustancialmente o a utilizar con mayor eficacia los recursos asignados al desarrollo social con objeto de alcanzar los objetivos de la Cumbre mediante la acción nacional y la cooperación regional e internacional.
Décimo compromiso
Nos comprometemos a mejorar y fortalecer con espíritu de coparticipación, el marco de la cooperación internacional, regional y subregional para el desarrollo social por medio de las Naciones Unidas y de otras instituciones multilaterales".
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