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   No. 43 - Abril 1995
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Tradición


No. 43 - Abril 1995

TRADICIÓN

Cura y salud en Occidente

La medicina occidental moderna no está dando cuenta de los padecimientos del ser humano; es necesario revisar los conceptos de enfermedad y de sanación a partir del legado de las medicinas tradicionales y su visión universalista, lo cual llevará a replantearse los criterios que conllevan un acto médico, la formación de los médicos y los sistemas de salud de la actualidad.

- ¿Cómo Usted definiría el estado de la medicina en Occidente? Si por un lado las enfermedades han evolucionado en cierto sentido, también es observable una evolución de la medicina en donde se han perdido valores, como el de la salud pública, o sea de la atención de salud y la medicina concebidas como un servicio a la comunidad y a los pacientes ...
- El estado de la medicina en Occidente es una muestra más del desarrollo científico que comentábamos al principio, es una muestra más de ese desarrollo tecnológico. Cómo contemplar cuando, a bombo y platillo, la medicina oficial, que es la medicina occidental, la medicina moderna, muestra el primer trasplante de corazón, el primer trasplante de riñón, nos trata de dar la instantánea de una película muy larga. Obviamente, la instantánea del éxito, pero el resto de la película no nos lo muestra. Hoy por hoy sabemos, por la OMS, que la iatrogenesis médica, es decir, el daño producido por el mismo método y sistema, está generando aproximadamente en el planeta cerca de 40% de enfermedad. Por otra parte, sabemos también -otra pequeña paradoja- que cuando el estamento médico entra en un sistema de paro, huelga o algo por el estilo, el índice de mortandad desciende de una manera importante, lo cual debería hacer replantearse toda una metodología médica. Al mismo tiempo, sabemos que aquellas comunidades que conviven en ámbitos más o menos primitivos, llamémosle así, sus calidades de vida son inmensamente superiores a aquellas que tienen acceso a la tecnología médica establecida. Hay un dato muy curioso y es que, proporcionalmente hablando, en relación a número de nacimientos y tasa de mortandad, la República Federal Alemana arrojaba el mayor índice de mortandad perinatal, cuando es uno de los países que mayor tecnología médica tiene. Y claro, son datos que, publicados por las autoridades médicas, ponen en entredicho el sistema y el método. Obviamente, no se trata de hacer una crítica destructiva, ni muchísimo menos, es precisamente alentar a los mismos estamentos que publican estos resultados a replantearse urgentemente todo el criterio de salud, el criterio de vacunaciones, de sistemas de alimentación, de prevención en general y, por supuesto, el criterio de intervención, con lo cual me estoy refiriendo al acto médico en sí. Sin duda, cada vez se pone más en evidencia que, cuando se hacen experiencias clínicas para valorar un método científico o terapéutico, siempre aparecen del 12 al 15 y hasta 20% el sistema curativo como placebo, es decir que a tanta gente le han dado un placebo y han obtenido una curación, en un porcentaje no muy alto, pero significativo, lo cual nos induce a pensar que en muchas ocasiones la mejor actitud médica es el no hacer. Eso por supuesto que obligaría de nuevo a replantearse el sistema médico.

El legado de la tradición

De ahí que creo sea muy importante, como lo hacíamos con la ciencia en general, replantearse todos los criterios científicos que conllevan un acto médico y recoger todo lo que la tradición ha ido legando a través del tiempo. Porque no hay que olvidar que la medicina moderna lleva apenas cien años sobre nuestro planeta, no más, pero anteriormente el planeta ha existido, ha subsistido y supervivido en base a sistemas de salud, por así decirlo, o terapéuticos que, indudablemente, han demostrado su validez. Sería muy importante que, con ese criterio de intención y bondad que aún queda en los hombres, se rescatara todo lo válido que hay en esos sistemas ancestrales de sanación, que van desde el chamanismo más antiguo -aunque todo acto de sanación o médico, como queramos llamarlo, es un acto chamánico en sí, se mire por donde se mire-, hasta toda la serie de correlatos de medicinas mal llamadas paralelas, porque no es otra civilización la que existe. Claro, la medicina oficial las llama paralelas, como un mecanismo para combatirlas, pero lo que hay que plantearse seriamente es: qué es lo mejor para ese hombre enfermo, en ese lugar, en esa cultura, en ese espacio y en ese tiempo, e incorporar todos aquellos elementos que sabemos, por tradición, por resultados, por casuística, por estadística, que representan una bondad para la salud de los hombres. Ahí si empezaríamos a cambiar y en consecuencia habría que replantearse el sistema hospitalario y el sistema de salud pública.

La formación del sanador

Y habría que replantearse la formación del sanador -es preferible llamarle sanador que médico, porque abarca mucho más conocimiento que el estrictamente médico- y, en ese sentido, habría que incorporar a las universidades todo un nuevo sistema pedagógico, que va desde la astronomía, pasando por la filosofía y siguiendo por el arte, cosa que en ninguna Facultad de Medicina se contempla. Creo que es importantísimo que el sanador tenga una conciencia de Universo, criterios políticos, sociales, económicos, artísticos y científicos, mucho más allá del mero acto médico en sí, que conlleva una tecnología, una prescripción y un diagnóstico. Tal vez, en esa medida, las promociones de médicos no serían tan multitudinarias, pero sin duda los profesionales que pasaran por esa preparación tendrían una operatividad muy superior, con una rentabilidad e nivel de resultados mucho mayor que toda la cantidad de médicos que hay ahora.

- Usted sabe que, en correspondencia con la concepción reduccionista de la ciencia occidental, la profesión médica también ha tendido a la especialización cada vez mayor, se va aislando y reduciendo cada vez más el objeto de la investigación y del tratamiento. A partir de su experiencia, ¿cuáles serían los criterios fundamentales para la formación de un sanador?

- Sin abandonar los avances científicos que, especialidad por especialidad, se han ido produciendo, creo que urge la necesidad de que el médico se recicle como sanador, de tal manera que retome su criterio universalista del saber, su criterio científico en otras áreas que no sean estrictamente médicas y se ponga en esa posición que a los antiguos parece que les era más fácil -y no creo que les fuera más fácil: tenían un criterio de la realidad totalmente universal y eso no les hacía perder hincapié en determinado punto. Eso sería fácilmente realizable en la medida que las nuevas generaciones se fueran encargando de determinados aspectos muy especializados y las generaciones más viejas, por decirlo así, con más experiencia, retomaran el criterio más universalista, para que ellos a su vez fueran formadores de los que salen de esa super-especialización. De esa manera se podría mantener la profundidad en determinado campo, pero a la vez todo profesional médico tendría un sentido universalista de su acontecer. Esta es una propuesta posible y realizable además.

Definición de enfermedad

- ¿Cuál es su definición de enfermedad y, en consecuencia, cuál es el papel del médico o el sanador frente al ser enfermo?

- Definir la enfermedad en sentido genérico nos plantea muchas dificultades, porque siempre podríamos dejar fuera a alguno de los factores que generan enfermedad. Básicamente podríamos decir que la enfermedad es la consecuencia de el hacer del hombre fuera del sentido de su previsión. Dicho de otra manera: la enfermedad aparece cuando el hombre, como individuo enclavado en una cultura y en una sociedad, deja de seguir aquello que él va descubriendo como parte de su identidad, cuando quiere ocupar papeles que no le corresponden, cuando quiere usurpar el espacio de otros. En ese sentido, crea en su interior un desequilibrio, deja de sintonizarse con el medio y entonces el medio se le vuelve hostil, llámese bacteria, virus, infecciones generalizadas o la misma auto-agresión que hemos mencionado antes. En la medida que el individuo se identifica con el papel que le corresponde en un determinado momento de su historia, o durante toda su historia, la enfermedad no tiene porqué aparecer. En ese sentido habría que considerar la enfermedad como un mecanismo de conocimiento, no como un mecanismo de destrucción, un mecanismo de conocimiento que se posibilita como tal en la medida que aparece justo cuando él se aparta del destino propio que le corresponde y le serviría para darse cuenta que está fuera del sentido o, como dirían los taoístas: "fuera de su tao".

- ¿Y qué pasa en una sociedad que puede no ser sana? ¿El único referencial es la sociedad?

- Evidentemente, si el referencial del individuo es el comportamiento insano de su sociedad, el padecimiento de la enfermedad es inevitable. Podríamos decir que, prácticamente, está enfermo desde que nace, puesto que los referenciales son insanos. Pero, ahora bien, a pesar de poder estar en una sociedad insana, como es lo habitual, el sujeto tiene también resortes suficientes, a través de su inteligencia, de sus sentimientos y de su propio hacer, para darse cuenta de cuál puede ser el sentido o el lugar adecuado para desarrollar un estado de salubridad. Es decir que no está total y absolutamente perdido; no, él también es una maquinaria científica que busca en su interior. Su referencial insano influye sobre él de una manera clarísima, pero aún conserva resortes propios, que investiga sobre su propio hacer en ese contexto social, y es ahí donde él puede descubrir esos mecanismos que le están induciendo la enfermedad.

Porque, en principio, tal y como conocemos el diseño humano en su composición, desde los ácidos nucleicos hasta su cadena genética, está previsto más o menos que el límite de su edad puede llegar, fácilmente, a 130, 140 o 150 años, en un estado de salud. Es decir que, desde esa óptica, el hombre es una maquinaria que tiene unas previsiones de supervivencia adecuadas a su medio, con la cantidad de resortes que tiene, capaz de vivir en un estado de armonía y equilibrio satisfactorio. Entonces, ¿qué es lo que lo hace enfermar tan tempranamente si no es el desvío del propio hacer que le corresponde? Que al introducirse en un que hacer que no es el propio es cuando su maquinaria, por así decirlo, se deteriora? Utilizando todos esos conocimientos científicos, como lo estamos haciendo en esta conversación, podemos ver cómo el propio hombre parece muy miope a la hora de contemplar su realidad.

Dos tercios desaprovechados

- ¿Cuáles son esos elementos propios del hombre a los que él puede apelar para conocer mejor su devenir?

- Acabamos de mencionar uno, que es ese conocimiento científico de su estructura, que le lleva a darse cuenta que él, en su vida cotidiana, está funcionando, prácticamente, con una tercera parte de su potencial. En el corazón funcionamos habitualmente con una tercera parte, tenemos dos terceras partes de reserva, en una vida cotidiana normal de ejercicio, de trabajo, y vemos como desgraciadamente en forma temprana los hombres se enferman de su corazón, a pesar de esos dos tercios demás, que habitualmente no se emplean. Si vamos a nuestro sistema nervioso central, en nuestro cerebro, descubrimos que la capacidad del pensamiento, debido al número de neuronas -que se calculan en 100 billones, aproximadamente, por hacer un cálculo-, es de unas posibilidades ilimitadas. Y vemos que el hombre proporcionalmente, en un trabajo más o menos intenso a lo largo de los días y de los años, realmente consume muy poco potencial de toda esa capacidad, hasta el punto que una avellana puede suplir las necesidades metabólicas de su cerebro. Entonces, la misma estructura, por el conocimiento que tenemos actualmente de ella, nos habla de que hay unas dos terceras partes, por resumirlo globalmente, que están ahí para ser utilizadas y que no se utilizan. Y ciertamente se utilizan desproporcionadamente en algún momento para hacer fracasar la estructura. Es decir que, de entrada, la primera condición: darse cuenta que la posibilitancia de mi organismo tiene capacidades más que de sobra y más que suficientes para darme una expectativa de salud constante y permanente. Eso por una parte.

Espíritu e ideales reducidos

Por otra parte, a nivel espiritual, este hombre ha sido ceñido a una espiritualidad que se ha concentrado en su pensamiento, en su capacidad de síntesis, en su capacidad de razón y de lógica. Claro, en esa medida se ha abolido todo su potencial espiritual. Al hablar de potencial espiritual me estoy refiriendo a ese hombre religioso, me estoy refiriendo a ese hombre fantástico, a ese hombre imaginario, a ese hombre que sueña, a ese hombre que dispone de otros mecanismos de conocimiento de la realidad. Claro, cuando toda la vida espiritual la ciño exclusivamente a mi capacidad de pensamiento, evidentemente estoy mutilando una gran parte de mi capacidad, como puede ser la intuición, como puede ser la clarividencia, la proyección de futuro, mi capacidad de oráculo, mi capacidad de previsión más allá del acontecer cotidiano. Todo eso está totalmente abolido, porque la prescripción del momento del poder y de la ciencia así lo insinúa y así hace comportarse al individuo. Segundo factor por el cual el sujeto puede liberarse o esclavizarse, depende de en qué sentido lo lleve.

Y luego el tercer factor es aquel que hace del hacer de cada hombre un ideal limitado al mundo de las formas. Me explico: todo hombre en algún momento de su vida elabora un ideal: ser el médico más famoso, ser el músico más brillante. Cada uno en una época de su vida elabora un criterio de ideales, que le viene dado por la información de los padres, por el colegio, por la televisión o, como no, con un ingrediente importante, de su propia creatividad. Pues bien, ese ideal, que se va perforando como una tarjeta en una computadora, cuando empieza a realizarse en la praxis obviamente va a encontrar, inmediatamente, los condicionantes del medio, que le van a limitar cerca del 90% de ese ideal, de tal manera que ese sujeto termina haciendo lo que no le gusta, lo que no le agrada, termina realizándose en aquello que no era su presupuesto de ideal. Ese sería el tercer factor que definitivamente limita las posibilidades de salud de ese hombre, porque al final cada hombre se da cuenta, en un determinado momento de su vida, casi siempre demasiado tarde, que el ideal que él había forjado y gestado: primero, le han hecho creer que era imaginario, ilusorio e imposible; segundo, se lo termina creyendo; y tercero, acaba por no realizarlo nunca.

El que busca encuentra

- ¿Cómo puede el hombre común desarrollar esas potencialidades y acceder a un referencial distinto del que le da el sistema de enseñanza formal?

- En principio no es fácil porque, hoy por hoy, la formación, la información y el proceso de aprendizaje de conocimiento, está totalmente controlado, manipulado y dirigido por los poderes establecidos. El camino no es nada sencillo, pues todo aquello que no se ajuste a esa información que determina el poder es prohibido, tachado de inútil o restringido en muchas de sus manifestaciones. De ahí que no sea sencillo encontrar esos referenciales y que subsistan, como pequeños corpúsculos, algunas escuelas de aprendizaje en ese otro nivel, que tratan de rescatar esos criterios y valores que consideramos una vía -puede haber otras, sin duda- capaces de sacar al hombre de esa situación. Todas estas otras fuentes se consideran lugares excepcionales, no por su valor, sino por la posibilidad de encontrarlos, porque sus recursos informativos están muy reducidos. Mi sugerencia es que busquen, porque las hay. En nuestro caso, la Escuela Neijing está en varios lugares del planeta y desarrollamos nuestra labor en base a la investigación de estas tradiciones que comentábamos, en base a la asistencia médica y al servicio de formación. Se pueden encontrar escuelas semejantes -no son iguales, cada uno elabora sus propios criterios- en los países orientales en general, específicamente en India, en zonas de China y en los países árabes, en torno al pensamiento sufi. Sin duda, son corpúsculos muy chicos, pero no por ello menos importantes. Su afán no es ser grandes, sino obedecer a la necesidad de aquellos que buscan. Y, sin duda, aquel que busca encuentra.

Síntomas de curiosidad

- ¿No hay fuerzas históricas de cambio también?

- Evidentemente, los signos anuncian que se está llegando a un techo y que parece inevitable ese cambio y esa búsqueda a otro nivel. En esa medida, las mismas instituciones que hoy sirven como paradigma de la ciencia pueden, no cambiar de paradigma, pero abrirse más universalmente en el conocimiento. De la misma manera, las pautas que hemos mencionado pueden comenzar a aparecer en universidades, colegios mayores, escuelas ... ¿Porqué no?

- ¿Usted ha percibido una apertura de ese tipo?

- Yo creo que hay una cierta curiosidad, así lo definimos por el momento. Por decir, ¿y éstos qué hacen?, ¿porqué éstos plantean las cosas de otra manera? Con la medicina tradicional oriental, que nosotros practicamos en forma habitual, hemos tenido la ocasión de dar cursos en la universidad, pequeños, de tres meses, alguna conferencia en la Facultad de Medicina. Actualmente, en Madrid se está desarrollando un curso para posgraduados, no como formación de médicos acupuntores, sino como información general acerca de la acupuntura. Y está previsto que, probablemente, el año próximo se haga un "master", como doctorado, del mismo. En Francia también hay intentos a ese nivel . He tenido ocasión de hablar en facultades de ciencias de la comunicación y de economía. O sea que, también, en esos estamentos hay una búsqueda, hay síntomas ...

Yo lo definiría por el momento como síntomas de curiosidad. Sin duda, pueden ser premonitorios de que se está abriendo ese criterio científico, de que se están buscando nuevas vías, nuevas soluciones. En ese sentido, en lo que a nosotros respecta, estamos abiertos a dar lo que podamos tener. Eso si, obedecemos siempre el presupuesto de la necesidad. Es decir, el trabajo se realiza en el anonimato, por así decir, respondiendo a una necesidad. Esta persona necesita y, en su búsqueda, cree que yo soy, no como persona, como idea, la forma más adecuada para satisfacer una necesidad, bueno, ahí estamos. En ningún caso somos un elemento que se anuncia, que se propone, porque creo que ese no es el camino adecuado para rescatar el verdadero sentido del hombre. Este nuevo sentido debe obedecer a una necesidad del propio hombre.

En esa medida, nuestras intervenciones, así, aisladas, en universidades, etc., han obedecido siempre a esa necesidad, alguien se ha interesado, nos propuso y ahí estamos ... A nivel de la práctica médica sí se puede decir que la curiosidad ni siquiera se ha producido, hay sólo algunos casos aislados. El tiempo será el que vaya diciendo sus palabras. Por el momento, más que preocuparnos por el tiempo y preocuparnos de si seremos incorporados o no a un cambio, para nosotros la cuestión es cambiar todos los días ...


La mariposa

"La tradición, la leyenda, lo mágico, lo espiritual y la experiencia con la luz de la intención se confunden en el acto sublime de una armonía sanadora y si quisiéramos encontrar todos esos elementos en nuestra naturaleza, sin duda es la mariposa, impronta, fugaz y bella, lo que puede resumir toda una eternidad de procesos y cambios.

Los reinos mutantes, en su permanente alquimia de repetición o descenso de niveles, son los vestigios de lo que ocurre en el cielo; y más cerca de nosotros, en nuestra corporeidad, cada estrella de nuestra piel es el fiel reflejo de lo que transcurre en el interminable universo de la noche oscura. La alquimia luz-oscuridad es lo constante de nuestro retorno. No es posible ver la luz si no es en la oscuridad y no es posible sentir la necesidad de lo oculto si no tenemos, antes, algo de luz".

(Fragmento del libro "El soplo de la mariposa", de J.L.Padilla)
Como el agua

Quizás no me puedo definir como nada. El taoísmo es una visión del Universo que sustenta básicamente la medicina tradicional oriental y en ese sentido utilizamos muchísimos elementos taoístas, sin duda ... Pero, no me podría definir como taoísta, porque también empleo otros elementos. Creo que, en esta vía que hemos sugerido, definirse como algo sería traicionar a esa energía inicial. Y no estoy dispuesto a traicionarla, porque no lo siento. Busco saber comportarme y adecuarme a un mundo cristiano, a un mundo musulmán, a un mundo taoísta ..., con la flexibilidad que me da el criterio de ver como se comporta el agua. Ahí me definiría, pues, en la proximidad con el agua.




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