No. 46 - Julio 1995
INDIGENAS
La ecología se suma a luchas indígenas
"Antes los indígenas concebíamos la relación hombre-naturaleza como algo exclusivamente mitológico. Hoy la ecología está adquiriendo un sesgo más socio-económico e incluso político".
Estas afirmaciones corresponden a Luis Maldonado, indígena y presidente del Centro de Estudios Pluriculturales (CEPCU), que agrega: "Las organizaciones indígenas tenemos una conciencia ecológica. Pero no como la han desarrollado ciertas instituciones ambientalistas, que contemplan la ecología como una defensa un poco romántica de la naturaleza. Para nosotros ésta tiene relación con todo y es parte de nuestra vida cotidiana".
Hoy las organizaciones indígenas de Ecuador están decididas a incluir la ecología dentro de sus luchas. Según Maldonado, los indígenas han tomado conciencia de que los cambios de vida, tanto sociales como económicos, tienen relación con el deterioro del medio ambiente.
La deforestación, la contaminación de lagos y lagunas, el exterminio de flora y fauna nativas, son algunas de las consecuencias de la agresión que sufre la naturaleza y, al mismo tiempo, causas importantes del deterioro del nivel de vida de las comunidades indígenas.
Es por esta razón que las organizaciones han empezado a trabajar en proyectos ecológicos que intentan devolver la vida a la Pachamama.
El lago sagrado fortalece las organizaciones indígenas
Uno de los proyectos ecológicos impulsado por los indígenas ecuatorianos tiene que ver con la rehabilitación y conservación del Lago San Pablo, ubicado en la provincia de Imbabura, a unos 50 kilómetros de Quito, capital de Ecuador.
En este lugar convergen dos grupos indígenas, los quichuas y los cayambes, que han venerado el lago como un lugar mítico y religioso, donde se han celebrado ritos en honor de la siembra y la cosecha desde épocas preincaicas.
Alrededor del Lago San Pablo viven hoy 38 comunidades indígenas -unas 20.000 personas- que dependen de sus aguas para el riego y usos domésticos.
A pesar de la importancia cultural y económica del Lago San Pablo, sus aguas -que hace muchos años dieron origen a múltiples leyendas- sufren un acelerado proceso de contaminación, e incluso se están secando.
Las causas son diversas: los bosques naturales que rodean el lago han sido destruidos; los suelos están maltratados por las prácticas de sobrepastoreo, quema del páramo, cultivos en laderas empinadas y el uso indiscriminado de agroquímicos; las aguas servidas y desechos de residencias, complejos turísticos y fábricas han terminado por contaminar el lago.
Frente a esta problemática, en octubre del año pasado se conformó el Comité de Defensa y Desarrollo Integral del Lago San Pablo, integrado por organizaciones ambientales, sociales y culturales de la zona, entre ellas la Federación de Indígenas y Campesinos de Imbabura (FICI), el CEPCU, Voluntarios de Naciones Unidas, Fundación Sara Ñusta y el Movimiento Cultural La Hormiga. El Comité lleva adelante un proyecto de Conservación y Desarrollo Integral de la Cuenca del Lago San Pablo, que pretende fortalecer a las comunidades y organizaciones de la zona, para que se conviertan en agentes activos y protagónicos en la preservación y desarrollo del Lago San Pablo.
Según explica Luis Maldonado -coordinador del proyecto- la cuestión ecológica ha logrado crear una fuerza organizada dentro de las organizaciones indígenas. "El propósito no es que a los proyectos que realicemos vengan técnicos o especialistas a decirnos lo que tenemos que hacer. La idea es que, a través de una metodología participativa, se busquen las propuestas de solución desde las mismas comunidades. Eso es básico, porque de lo contrario todas nuestras luchas serán superficiales e impuestas".
Preservar la ecología para rescatar la tradición
El CEPCU es una ONG indigenista que funciona con un equipo multidisciplinario compuesto por médicos, lingüistas, antropólogos, sociólogos, abogados, agrónomos, etcétera. Junto a la Federación de Indígenas y Campesinos de Imbabura, con el respaldo de Voluntarios de Naciones Unidas y su proyecto de Apoyo a las Iniciativas Locales de América Latina, se encuentra implementado la primera fase del proyecto de San Pablo.
"Desde febrero hemos organizado una serie de talleres que pretenden obtener un diagnóstico sobre la situación real del lago, a través de trabajos de grupo, plenarias, audiovisuales y giras de observación que se realizan en cada una de las comunidades asentadas alrededor del lago".
Luis Maldonado afirma también que a pesar de que los organismos públicos no han brindado mayor apoyo, el proyecto ha conseguido financiamiento del exterior, sobre todo de la Fundación para el Progreso del Hombre de Francia, GEF de Naciones Unidas, la Universidad de Ginebra -que aporta técnicos- y la fundación alemana Hanss Seidel que auspicia los talleres de autodiagnóstico.
"Las comunidades indígenas estamos promoviendo una rehabilitación integral del lago, porque para nosotros la ecología implica mejorar nuestras condiciones de vida y, claro, rescatar nuestros valores tradicionales".
(Fuente: Voluntarios de ONU, Quito)
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