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No. 46 - Julio 1995

EUROPA

Parlamento rechaza directriz de la CE

Luego de siete años de resistencia, una directriz de la Comisión de CE que haría posible la concesión de patentes a formas de vida fue rechazada en el Parlamento Europeo.

El proyecto de directriz de la Comisión de Comunidades Europeas (CE) fue publicado por primera vez en octubre de 1988 y rechazado en el Parlamento Europeo, por 240 votos contra 188 y 23 abstenciones, el primero de marzo último.
El proyecto fue elaborado luego de consultas mantenidas con la industria, pasando por alto las opiniones e intereses de las organizaciones no gubernamentales (ONGs).

El Parlamento, cuyas facultades se vieron aumentadas con el Tratado de Maastricht, teniendo en consideración que la Comisión de CE se mostraba impermeable a otras opiniones a favor de cambios, por último rechazó el tratado.

El proyecto de la CE

Conforme a la directriz, todos los materiales biológicos y procesos microbiológicos habrían sido patentables, con la excepción de "variedades vegetales y animales en sí, el cuerpo humano o 'partes del cuerpo humano como tales'; procesos de modificación de la identidad genética del cuerpo humano contrarias a la dignidad humana y procesos para modificar la identidad genética de animales que probablemente causen a éstos sufrimiento desproporcionado en relación con el objetivo perseguido".

Para decirlo sin rodeos, esto significaba que plantas, animales y genes humanos serían patentables, por primera vez en la historia, tratamientos y diagnósticos médicos serían patentables, incluso las terapias germinales.

Los agricultores no habrían podido reutilizar e intercambiar las semillas de cultivos patentados y habrían tenido que pagar regalías sobre las crías de animales patentados.

Poco tiempo después de publicado el primer borrador de la Comisión de CE en 1988, diversas ONGs europeas especializadas en temas de medio ambiente y desarrollo iniciaron campañas de denuncia del proyecto y se vincularon con grupos activistas dentro de Europa y ONGs del Tercer Mundo.

Debates y resistencias

Debido a la acción de GRAIN, ONGs y grupos de defensa del medio ambiente en el Parlamento Europeo se realizaron, en febrero de 1989, audiencias públicas para debatir todos los puntos de vista, incluyendo el tema de patentar la vida.

En ese encuentro, las ONGs formaron una coalición para luchar contra esta medida y esa tarea se extendió durante seis años de trabajo, en el cual participaron ONGs internacionales como Greenpeace y Amigos de la Tierra.

En el Parlamento Europeo, como resultado de las actividades de los grupos ambientales, la directriz -que había sobrevivido a enardecidos debates en comités y lecturas y modificaciones en sesiones plenarias- fue finalmente bloqueada en mayo de 1994. Durante este período la Comisión de CE y el Parlamento Europeo estuvieron en pugna permanente.

El Parlamento adoptó una actitud firme en una serie de aspectos, entre ellos los derechos de los agricultores (que el Parlamento Europeo quería ver garantizados), y trató de bloquear las patentes de materiales humanos y tratamientos médicos. Pero la Comisión de CE no cedió y continuó soslayando las propuestas que el Parlamento efectuó en diversas oportunidades, inclusive luego de firmada la Convención sobre Biodiversidad -ocasión en la cual el Parlamento devolvió la directriz y solicitó que fuera evaluada su compatibilidad con la Convención, que exige que las partes se aseguren de que las leyes de propiedad intelectual cumplen los objetivos de la Convención.

Pero la Comisión de CE ni siquiera se molestó en considerar el tema. "La arrogancia de la Comisión y la falta de receptividad frente a preocupaciones legítimas, la llevó finalmente al fracaso", afirma GRAIN. Mientras tanto, con el advenimiento del Tratado de Maastricht, el panorama institucional había cambiado y había dado mayores facultades al Parlamento Europeo.

Después de Maastricht

El Tratado de Maastricht sometía la directriz, que era conjunta del Consejo/Parlamento de la CE, a nuevas reglas de "codecisión". La única salida legal, frente a la resistencia del Parlamento Europeo era que el Consejo entrara directamente en las negociaciones a través de un Comité Conciliatorio. Este proceso de conciliación se desarrolló durante varios meses hasta su cierre el 23 de enero de 1995, con la adopción de un texto de "acuerdo".

Sin embargo, ese acuerdo no era producto de negociaciones, sino que "había reinado la ley del más fuerte y habían triunfado los defensores de las patentes". Permitía otorgar patentes a genes humanos y terapias germinales, y no se hacía lugar a que los productores agropecuarios pudieran reproducir ganado patentado, pese a la insistencia del Parlamento en ese sentido.

El Parlamento austríaco había actuado para que su gobierno se manifestara en contra de la directriz y en Italia el ambiente parlamentario parecía apuntar en la misma dirección.

Los gobiernos de países como Dinamarca, Luxemburgo y España ya habían expresado reservas formales frente a la directriz de la CE. No obstante, cuando el asunto fue presentado en el Parlamento Europeo, el ambiente parecía ser favorable.

Pero en la votación final los miembros socialistas se desalinearon y votaron por la negativa en forma masiva. Conservadores y socialdemócratas también votaron negativamente.

A último momento, conscientes de que la directriz estaba demasiado sesgada hacia intereses industriales y que no tenía en cuenta las crecientes preocupaciones sociales y éticas, los parlamentarios votaron en contra.

Seedling señala que, si bien el Parlamento Europeo rechazó la directriz, las prácticas de patentes a nivel nacional y de la Oficina Europea de Patentes continúan y se debe seguir adelante con la campaña para cambiar estas legislaciones.

Fuente: Red del Tercer Mundo/Seedling


Victoria de Greenpeace

En lo que constituyó un serio revés para la industria biotecnológica, la Oficina Europea de Patentes retiró, en febrero de este año, partes claves de una patente otorgada a una compañía europea y a otra estadounidense sobre plantas genéticamente manipuladas resistentes a herbicidas.

Greenpeace, que se había opuesto durante muchos años a la patente otorgada a Plant Genetic Systems y a Biogen Inc., de Bélgica y Estados Unidos, respectivamente, aclamó esta decisión como un "paso decisivo en defensa de la Naturaleza".

La patente, que abarcaba las "fitocélulas que la ingeniería genética había hecho resistentes a inhibidores de la sintetasa de glutamina" reivindicaba derechos no sólo sobre el gene que había sido trasladado de una bacteria a diversas plantas, sino sobre todas las fitocélulas y plantas que contienen el gene.

Como resultado de la objeción de Greenpeace, el Consejo Técnico de Apelaciones de la Oficina Europea de Patentes resolvió que la patente puede cubrir las "fitocélulas" genéticamente modificadas pero no se extiende a toda la planta, sus semillas y cualesquiera futuras generaciones de plantas obtenidas de estas células. Esto significa que los agricultores no tendrán que pagar costosas regalías sobre las semillas.

El haber negado una patente sobre semillas y futuras generaciones de la planta pone ahora en tela de juicio la futura viabilidad comercial de las plantas genéticamente manipuladas. La decisión sienta también un importante precedente para futuras solicitudes de patentes de la industria de la biotecnología.




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