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Tema de tapa


No. 46 - Julio 1995

Patentes de vida; la última frontera

por Vandana Shiva (*)

Los argumentos utilizados para aceptar patentes de las formas de vida tienen sus cimientos en una ciencia reduccionista y son falsos. Otorgar derecho de propiedad sobre formas de vida no sólo niega la creatividad de las culturas indígenas, sino que niega también la creatividad de la Naturaleza. Las patentes de vida, además de plantear serios problemas éticos, conducirán a la destrucción de la biodiversidad.

En 1971, la General Electric y uno de sus empleados, Ananda Mohan Chakrabarty, solicitaron en Estados Unidos la patente de la bacteria genéticamente manipulada Pseudomonas. Tomando plasmidas de tres clases de bacterias las transplantó a una cuarta bacteria. Las explicaciones del científico fueron: "Yo simplemente barajé genes, cambiando bacterias que ya existían".

Chakrabarty obtuvo la patente con la fundamentación de que el microorganismo no era producto de la Naturaleza sino una invención suya y por consiguiente era patentable. Andrew Kimbrell, reconocido abogado de Estados Unidos, comenta "Al tratarse de ese precedente: es una asombrosa decisión en la cual el tribunal parecía no estar en conocimiento de que el propio inventor había descrito su "creación" del microbio como una simple "transferencia" de genes, no una creación de vida".

Con esa fundamentación tan resbaladiza fue que se otorgó la primera patente a la vida y pese a la exclusión de plantas y animales en la legislación de patentes de Estados Unidos, este país desde entonces se ha apresurado a otorgar patentes sobre toda clase de formas de vida.

Actualmente, mucho más de 190 animales genéticamente manipulados, entre ellos, peces, bovinos, roedores y porcinos están en la lista de espera para ser patentados por una cantidad de investigadores y grandes empresas.

Según Kimbrell, "la decisión de la Suprema Corte sobre Chakrabarty se ha hecho extensiva para continuar en línea ascendente por la cadena vital. La concesión de patentes a microbios ha llevado inexorablemente a patentar plantas, y luego animales".

La biodiversidad ha sido redefinida como "invenciones biotecnológicas" para que patentar formas de vida parezca menos polémico. Estas patentes tienen una validez de 20 años y así cubren generaciones futuras de plantas y animales. Sin embargo, aun cuando científicos de universidades o compañías han aprendido a barajar genes, no "crean" el organismo que patentan.

Soberbia e ignorancia

Con referencia al caso histórico de General Electric en Estados Unidos, en el cual un tribunal resolvió que Chakrabarty "produjo una nueva bacteria con características marcadamente diferentes a las encontradas en la Naturaleza...", Key Dismukes, Director de Estudios del Comité sobre la visión de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos afirmó:

"Permítasenos por lo menos dejar algo en claro: Anand Chakrabarty no creó una nueva forma de vida; él meramente intervino en los procesos normales por los cuales las cepas de bacterias intercambian información genética para producir una nueva cepa con un patrón metabólico alterado. "Su" bacteria vive y se reproduce a partir de las formas que guían toda la vida celular. Recientes avances en las técnicas de recombinación de ADN permiten una manipulación bioquímica más directa de genes bacterianos que la que empleó Chakrabarty, pero también se trata de meras modulaciones de los procesos biológicos. Estamos incalculablemente lejos de poder crear vida nueva, y me siento profundamente agradecido por ello. El argumento de que la bacteria es un trabajo artesanal de Chakrabarty y no de la Naturaleza constituye una exageración desmedida del potencial humano y exhibe la misma soberbia exagerada e ignorancia de la biología que ha tenido un impacto tan devastador en la ecología de nuestro planeta".

Esta exhibición de soberbia y arrogancia se hace todavía más conspicua cuando los biólogos reduccionistas que reclaman patentes sobre la vida declaran que el 95% del ADN es "ADN desechable". Esto no quiere decir que el ADN sea inútil, sino que significa simplemente que ellos desconocen cuál es la función de ese ADN. Cuando los ingenieros genéticos alegan que están "ingeniando" vida, con frecuencia tienen que usar "ADN desechable" para obtener sus resultados. La "innovación" es entonces el producto de la ignorancia, no del conocimiento.

Tomemos el caso de Tracy, un "invento biotecnológico de científicos de Pharmaceutical Proteins Ltd. (PPL). A Tracy le llaman "biorreactor celular mamífero" porque mediante la introducción de genes humanos, se modifican las glándulas mamarias para que produzca una proteína alfa-1-antitripsina para la industria farmacéutica. Como lo expresa Ron James, Director de PPL, "La glándula mamaria es una fábrica muy buena. Nuestras ovejas son pequeñas fábricas lanudas que caminan por el campo y realizan un supertrabajo".

No obstante, mientras se afirma que los ingenieros genéticos crearon la "invención biotecnológica", los científicos de PPL tuvieron que utilizar "ADN desechable" (el ADN que los científicos pensaban que no servía para nada) para obtener altos rendimientos de alfa-1-antitripsina. En las palabras de Ron James, "dejamos al azar en el gene algunos de estos trocitos de ADN -en esencia, como Dios quiso- y eso produjo alto rendimiento." Pero, al reclamar la patente, es el científico quien se convierte en Dios, el creador del organismo patentado.

Capacidad regeneradora

Además, claramente las futuras generaciones del animal no son "invenciones" del titular de la patente, son el producto de la capacidad regeneradora del organismo. Entonces, pese a que la metáfora usada para patentar es que son los "ingenieros" los que "hacen máquinas", consideremos los siguientes datos empíricos: de los 550 huevos ovinos a los cuales se inyectó ADN híbrido, 499 sobrevivieron y cuando se trasplantaron a madres portadoras, nacieron sólo 112 corderos. De ellos, sólo cinco habían incorporado el gene humano a su ADN y sólo tres de ellos produjeron alfa-1-antitripsina en la leche. Dos de ellos sólo libraron tres gramos de proteína por litro de leche, pero Tracy "la oveja de los huevos de oro" de PPL, produce 30 gramos por litro.

Una de las características de la biología reduccionista es declarar organismos y funciones inútiles porque desconoce su estructura y su función. Es así que cultivos y árboles son declarados "malezas" o "matorrales" (ver "Monocultivos y biotecnología", libro de V.Shiva, editado por la Red del Tercer Mundo).

Los bosques son declarados "matorrales" y las crías de ganado, consideradas "de segunda". El ADN cuya función no se entiende es considerado "ADN desechable". Descartar la parte importante de la molécula y considerarla "porquería" debido a nuestra ignorancia equivale a no entender los procesos biológicos. El "ADN desechable" juega un papel preponderante. Cuando el 95% del ADN ha sido declarado "desechable", es un error estar autorizando la patente de formas de vida. El hecho de que la producción de proteína de Tracy haya aumentado con la introducción de ADN desechable ilustra la ignorancia de los científicos de PPL, no sus conocimientos y creatividad.

Los niveles de fracaso en "ingeniar" la vida indican que los organismos vivos no son meras "máquinas" y que los científicos no son "hacedores".

Las patentes fomentan dos formas de violencia contra los organismos vivientes. En primer lugar, están vinculadas con la manipulación de organismos como si fueran meras máquinas, negando así su capacidad autoorganizativa. En segundo lugar, al autorizar la patente de futuras generaciones de plantas y animales, las patentes de formas de vida niegan la capacidad autorreproductora de los organismos vivos.

Las patentes también tienen otras consecuencias ambientales. Si bien las patentes como recompensa a la innovación hacen pensar en la imagen del inventor solitario, la realidad es que son los propietarios del capital, no los creadores de conocimiento los que obtienen los derechos de patente. Las patentes son recompensas a la inversión de capital, no a la creatividad en sí misma.

La lógica de la "rentabilidad de la inversión" que ha guiado la concesión de patentes a compañías que han invertido grandes sumas de dinero para la manipulación de organismos vivos también presiona a las grandes empresas a aumentar su rentabilidad sobre la inversión mediante el aumento de la participación de la forma de vida patentada en la producción en el sector agrícola y farmacéutico. Por otra parte esto conlleva el riesgo de aumentar la uniformidad y los monocultivos, acelerando así la erosión genética y llevando a más especies a la extinción. Por otra parte, como ocurre en el caso de Tracy, agravará los costos ecológicos que ya han sido reconocidos en el caso de la agricultura industrial.

Presupuestos falsos

Hay muchos motivos por los cuales los reclamos de derechos de propiedad intelectual sobre formas de vida a partir de un paradigma reduccionista de la biología son falsos.

En el caso de organismos genéticamente modificados, una reivindicación de patente se basa en la falsa premisa de que los genes hacen organismos y por lo tanto los fabricantes de genes transgénicos hacen organismos transgénicos. Esto es falso porque los genes no hacen organismos. Las proteínas no están hechas por genes sino por un complejo sistema de producción química en el que participan otras proteínas. Por sí mismos no pueden hacer nada más que lo que puede una proteína. Los genes están formados por una maquinaria de proteínas muy compleja. Tampoco son los genes que se autoduplican sino el organismo todo como sistema complejo.

Puesto que el organismo en su totalidad es el que se autoduplica, y no los genes por sí solos, la reubicación de genes no equivale a fabricar todo un organismo. El organismo se "hace" a sí mismo. Aseverar que un organismo y sus futuras generaciones son productos de "la mente de un inventor", que es necesario que sean protegidos por derechos de propiedad intelectual como innovaciones biotecnológicas, equivale a negar las estructuras autoorganizativas y autorregeneradoras de los organismos. Para decirlo simplemente, equivale a sustraerle la creatividad a la Naturaleza.

En el caso de plantas que no son genéticamente manipuladas, las patentes dadas para usos médicos y agrícolas se basan con frecuencia en un robo del conocimiento de las culturas no occidentales que utilizan formas de sabiduría no reduccionista.

Sir Walter Bodmer, Director del Imperial Cancer Research Fund y uno de los principales protagonistas en el Proyecto del Genoma Humano, dijo al Wall Street Journal que "el tema (de la propiedad) está en el fundamento de todo lo que hacemos" Los derechos de propiedad intelectual determinan el tema de la propiedad.

Una transición hacia un paradigma posreduccionista de la biología, que reconozca que los organismos biológicos son complejos y que hay muchas formas de conocer sus propiedades, echaría por tierra la base epistemológica de los derechos de propiedad intelectual sobre las formas de vida.

En el área de los derechos de propiedad intelectual y las formas de vida, la cuestión no es meramente quién va a ser el dueño de la vida, sino si la vida puede ser de propiedad de alguien. Por consiguiente, cuando hablamos de derechos de propiedad intelectual no solamente estamos hablando de propiedad sino de ética.

(*) Vandana Shiva, doctora en Física, filósofa y feminista, es directora de la Fundación Dehra Dun de Investigación sobre Políticas de Ciencia, Tecnología y Recursos Naturales de la India, integra el Movimiento ecologista Chipko de ese país y es asesora de Ciencia y Medio Ambiente de la Red del Tercer Mundo (Third World Network).






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