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Tema de tapa


No. 47 - Agosto 1995

CULTURA CIBERNÉTICA

Incomprensión política agrava la inevitable falta de recursos

por Víctor L. Bacchetta (*)

La información de sensores remotos instalados en satélites, accesible hoy en su mayor parte a través de Internet, es una poderosa herramienta para la investigación y gestión de recursos renovables y medioambiental. Como en este caso, las comunicaciones por computadora pueden ser un medio muy importante para el desarrollo y optimización de los escasos recursos de los países en desarrollo. Sin embargo, la creación de redes locales y el acceso a Internet desde estos países, en particular en algunos medios educativos y científicos latinoamericanos, enfrenta dificultades tanto de orden material, como por incomprensiones de los gobiernos y de las autoridades académicas.

"En disciplinas tales como agricultura, forestación, pesca y oceanografía, los datos obtenidos por sensores remotos (GIS-Geographic Information Systems) son de gran utilidad", afirma el investigador Aldo-Pier Solari, becario doctoral del Departamento de Ecología Teórica de la Universidad de Lund, Suecia, actualmente en el Grupo de Investigaciones Pesqueras de la Universidad de las Palmas, Islas Canarias.

Los satélites pertenecientes a la NOAA (National Oceanographic and Atmosferic Administration) y la Nasa (National Aero-Spacial Agency) de Estados Unidos, y de la ESA (Agencia Espacial Europea/European Space Agency) cubren la totalidad del globo terráqueo y la información obtenida por sus GIS es almacenada en centros a los que se puede acceder a distancia por computadora.

La NOAA, la NASA y la ESA mantienen en operaciones a más de 14 tipos de sensores distintos, cuyas bases de datos son accesibles, en su mayor parte, vía Internet a un costo muy bajo. "Los bancos de datos de la NOAA y la NASA son de acceso académico y público en general, mientras que los de la ESA imponen condiciones severas de acceso a la información", dice Solari.

Los sensores remotos se clasifican en dos grandes tipos: pasivos, si su función es medir, por ejemplo, la energía que llega hacia ellos, y activos, si son emisores de energía y miden el retorno o rebote de su propia emisión. "Las variables derivadas pueden utilizarse para describir la evolución temporal de procesos marinos, terrestres y atmosféricos", explica el investigador sueco-uruguayo.

Los sensores pasivos miden la parte del espectro de luz que abarca longitudes de onda alrededor del infrarrojo. De estos datos pueden derivarse una serie de variables que afectan los procesos dinámicos en la atmósfera y el mar: vapor de agua, intercambio de calor, temperatura superficial del mar o la tierra, etc.

Por otro lado, los sensores activos son generalmente radares que emiten energía en una determinada longitud de onda y registran el retorno de esa misma energía. De estas informaciones pueden derivarse una serie de variables tales como la velocidad de desplazamiento de masas de agua y hielo, vectores de viento y corrientes marinas, topografía (somera) submarina, etc.

Los datos derivados de los sensores pasivos pueden, entre otros campos, utilizarse para medir producción primaria en zonas terrestres. Los australianos fueron los primeros en administrar la ganadería por medio de la teledetección, por ejemplo, midiendo el estado de la clorofila para conocer el impacto del ganado sobre el pasto en época de lluvias, etc.

Del mismo modo son monitoreables el crecimiento y efectos de la contaminación (lluvia ácida, etc.) en zonas forestadas, los cambios de hábitat terrestre, el estado de los parques naturales y otros planeamientos físicos (carreteras, embalses, actividad volcánica). Por ejemplo, el accidente de Tchernobil fue monitoreado en tiempo real desde los satélites de la NOAA.

Las aplicaciones marinas son múltiples. Las mediciones del infrarrojo permiten realizar estudios sinópticos de la dinámica marina tales como: ciclones y frentes marinos (y atmosféricos); producción primaria; descarga de sedimentos; cambios en los flujos fluviales y en zonas de delta.

"Los datos remotos permiten así tanto describir fenómenos como estudiar sus mecanismos causales, lo cual es altamente significativo para la conservación del medio ambiente y la explotación óptima de los recursos renovables en medios terrestres y acuáticos", concluye Solari.

Utilidad y aplicaciones académicas

El uso de informaciones obtenidas por los sensores remotos es apenas una de las posibilidades de las comunicaciones vía computadora abiertas al medio académico. "Para fines de información, coordinación de trabajos e investigaciones, el acceso a Internet permite la conexión entre instituciones y académicos de todo el mundo, casi en tiempo real", enfatiza Solari.

Se puede intercambiar material digitalizado de cualquier tipo (textos, gráficas, fotos, etc.) con costos relativamente bajos o muy bajos. Es posible asimismo acceder a bancos de información remotos, realizar búsquedas de literatura u otros datos y extraer el material necesario en minutos, lo que de otra forma llevaría semanas o meses de trabajo, con altos costos de tiempo y dinero.

"Con la posibilidad en el futuro de realizar video-conferencias -señala el investigador-, el trabajo académico multidisciplinario y la participación en proyectos de investigación científica tendrán un carácter cada vez más internacional".

Un alto número de bases de datos para uso académico es accesible por Internet. Cualquier estudiante conectado a la red puede potencialmente disponer de esa información. Solari entiende que "las autoridades universitarias deberían gestionar el acceso libre a Internet para fines de estudio e investigación", como lo hacen posible en muchos países las empresas telefónicas estatales e incluso privadas.

Este acceso, en el caso de Suecia, está subvencionado directamente por la Televerket (compañía telefónica) y la Red Académica Sueca. En España, la Telefónica da libre acceso al sector académico, lo cual es subvencionado por los usuarios privados de otros servicios ofrecidos por esa empresa.

EEUU: una decisión política prioritaria

En Estados Unidos, la política de la información tiene una importancia tal que su desarrollo es coordinado desde el gobierno e involucra a todos los actores nacionales. "Todas las áreas de la investigación, la industria, el gobierno y los entes académicos están representados", explica Luis G. Kun, PhD en Ingeniería Biomédica, investigador del Centro de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Texas, consultor en tecnologías de la información y salud.

En un sistema global de información, como está empezando a existir, hay que diferenciar por lo menos dos cuestiones: primero, la infraestructura de la información, que permitirá hacer lo que se quiera (independientemente de si es investigación básica, aplicada, etc., o del campo de investigación); y segundo, los recursos del usuario, que requerirá un equipo y programas, del sistema y de aplicación, específicos.

Internet es solo uno de los mecanismos de la infraestructura de información nacional (NII-National Information Infraestructure) e internacional (GII-Global Information Infraestructure) que están siendo desarrollados por Estados Unidos. El NSFnet de la NSF (National Science Foundation) fue el primer esqueleto y ayudó a crear el sistema NII/GII como lo conocemos hoy, a nivel civil.

A fines de los años 60 y principios de los 70, dentro del Departamento de Defensa, la agencia DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency, hoy se llama ARPA), por intermedio de las universidades y centro académicos más importantes del país, ayudaron a desarrollar el sistema. Las tecnologías críticas fueron luego transferidas del sector militar al civil.

Desde 1989 existe una infraestructura precursora de la NII/GII, formada por agencias del gobierno estadounidense, que abarca sectores desde la medicina y la energía, pasando por el comercio y la defensa, hasta el medio ambiente y la investigación científica. En esta instancia participan todas las áreas de la investigación, la industria, el gobierno y los entes académicos.

"Este esfuerzo no está dirigido solamente al ámbito académico", advierte Kun. A vía de ejemplo, el científico uruguayo indica que el Departamento de Comercio otorgó el último año 185 millones de dólares para proyectos de información en el sistema de salud y otros 145 millones más para programas relacionados con investigaciones sobre el DNA. Las universidades que solicitaron dinero por su cuenta y riesgo no obtuvieron nada, mientras que las instituciones que compartieron sus visiones con la de la industria y/o el gobierno obtuvieron ayuda.

"Es obvio que cuanto más alineado estés con los programas en curso, en mejor condición estarás para ir hacia adelante. Por ejemplo, en este momento, el Congreso de mayoría republicana está tratando de cortar muchos de los programas propuestos por los demócratas", comenta Kun.

Para obtener el apoyo -agrega- es indispensable no solo tener personas con preparación en estos campos multidisciplinarios, sino que también es necesaria gente que pueda explicar técnicamente a un congresista lo que se está tratando de hacer y su impacto para la población, el empleo, etc.

Uruguay: falta de conciencia en los medios universitarios

"La principal dificultad para el mayor acceso a Internet dentro de la Universidad de la República es la falta de redes locales en la mayoría de las facultades", dice Mónica Soliño, Licenciada en Informática en la Universidad de París VII, docente Grado 3 integrante del Servicio Central de Informática de la Universidad (Seciu) y operadora del nodo Chasque, del Instituto del Tercer Mundo.

"Seciu ha tratado de dar vida al trabajo en redes dentro de la Universidad creando nodos, pero de los nodos hacia abajo el panorama es desalentador. Existen facultades que consideran un lujo el acceso a correo electrónico", comenta con gran preocupación David Keszenman-Pereyra, PhD en Física Atómica, Universidad de Rikkyo, Japón, y actualmente docente investigador del Departamento de Biofísica de la Facultad de Medicina de Uruguay.

Sólo cinco facultades están conectadas directamente a Internet. En Ingeniería existe una red que abarca la mayoría de sus departamentos, en Química y Ciencias la red llega a uno o dos departamentos, mientras que en Ciencias Económicas y Ciencias Sociales apenas hay una máquina conectada.

En las otras dependencias de la Universidad lo que hay es correo electrónico, máquinas instaladas en distintos departamentos y cátedras. Por el momento, el acceso a Internet es para docentes, investigadores y estudiantes asistentes de investigación. O sea, no está abierto a todos los estudiantes. Y esto es una decisión que depende de las autoridades docentes de cada facultad.

La línea que conecta actualmente a la Universidad estatal uruguaya con Internet tiene una velocidad de transmisión muy limitada (64 Kilobytes por segundo). Para llegar a una situación en la cual cada Facultad cuente con una red propia que interconecte a todos sus departamentos sería necesario que la Universidad dispusiera de una línea con mayor capacidad de transmisión.

El Consejo Directivo Central de la Universidad aprobó este año un proyecto que prevé la conexión a 35 lugares, incluyendo el costo de las líneas, el gasto corriente por un año, los equipos (ruters, PC's, etc.) y los recursos humanos necesarios. De todas maneras, la decisión de crear redes internas sigue dependiendo de las autoridades de las facultades y escuelas que no tienen.

La instalación del cable de fibra óptica UNISUR, que interconecta Argentina, Brasil y Uruguay y a estos con Estados Unidos y Europa, permite una enorme ampliación de potencia (para la Universidad como para cualquier otro usuario). Las dificultades ya no son técnicas sino de políticas tarifarias y, en general, de falta de estímulos al desarrollo de Internet.

"Ayudaría mucho que las autoridades analizaran seriamente el tema y que la promoción de Internet se priorizara más por parte de la Universidad", opinó Soliño, para destacar que, en este caso, a la falta de recursos y la falta de apoyo de Antel se suma la falta de atención de la dirección universitaria.

Incoherencias gubernamentales

Además de la Universidad, el nodo Chasque (miembro de la red APC-Asociación para el Progreso de las Comunicaciones) brinda un servicio de correo electrónico y conferencias con precios muy accesibles para usuarios con un tráfico moderado, no para el uso masivo de un investigador científico. Chasque brinda acceso a Internet a través de una línea directa con Urupac, el servicio de comunicación de datos de Antel.

Un convenio entre Antel y la Universidad estipula que esta última puede brindar servicios a la Red Académica Uruguaya-RAU integrada por instituciones académicas y sin fines de lucro, mientras que el ente conecta con Internet a todo el resto (empresas, organismos estatales y usuarios individuales). La pertenencia o no a la RAU es, en los hechos, una decisión de Antel, que hasta el momento no ha autorizado la conexión a aquella del Instituto del Tercer Mundo.

La Universidad paga el enlace internacional, un canal de 64 Kbps, a 11.000 dólares mensuales, que incluyen subida y bajada del satélite Intelsat utilizado por Antel. La NSF le paga a la Universidad el costo del punto de ingreso al "backbone" de la NSFnet, que son 1.000 dólares mensuales más. El costo de un canal igual en Chile, por ejemplo, es de 4.500 dólares mensuales.

"Lamentablemente, Antel no nos permite acceso al satélite Panamsat, por el cual podríamos acceder al punto de ingreso que previó la NSF en Florida, a través del cual ingresan otros países de América Latina (Perú, Ecuador, Costa Rica, etc.), haciendo que nuestros costos sean solo el de subida, unos 5.500 dólares", explica el ingeniero Luis E. Castillo, miembro de Seciu.

Por otra parte, Antel permite que las empresas privadas descuenten el IVA (impuesto de 23%) al pagar el acceso a Internet, mientras que a la Universidad se lo cobra 100%, como consumidor final. Para las agencias privadas de noticias, Antel aplica inclusive un descuento del 50% de su tarifa.

En las zonas francas uruguayas (áreas industriales exentas de impuestos) es posible conectarse a Internet pagando la mitad del valor cobrado por Antel, pero sólo dentro de ellas, porque allí no rige el monopolio estatal. De estas zonas hacia el resto del país no se pueden realizar conexiones.

En Argentina, la situación es semejante a la de Uruguay, o sea una Universidad con dificultades y tarifas de conexión muy altas, fijadas por los monopolios nacionales de telecomunicaciones (privatizados en este caso). Un enlace internacional de 64 Kbps cuesta 45.000 dólares mensuales en Telintar.

En Brasil, en cambio, desde hace varios años el gobierno, desde el Consejo Nacional de Investigaciones (CNPq), estimuló la creación de las redes académicas, dando tarifas preferenciales para las instituciones educativas. El tráfico interno brasileño es mayor que el del país con el exterior (ver pág. 20).

"Debería hacerse un reclamo a nivel gubernamental, regional e internacional -afirma Keszenman-Pereyra-, para que las conexiones por correo electrónico y a Internet de individuos e instituciones con fines educativos, culturales y de entretenimiento, sin fines de lucro, sean gratuitas e irrestrictas".

(*) Las informaciones y entrevistas de este artículo fueron obtenidas, en su mayor parte, a través del foro Urubiociencias (urubiociencias@seciu.edu.uy), un grupo de comunicación electrónica entre investigadores en biociencias, coordinado por David Keszenman-Pereyra desde Uruguay.
Para suscribirse a Urubiociencias enviar un mensaje a davi@seciu.edu.uy.
Para mayores referencias, las direcciones electrónicas de los entrevistados son: Aldo-Pier Solari (solaris@cicei.ulpgc.es); Luis G. Kun (HCII@aol.com); Mónica Soliño (monica@chasque.apc.org); David Gerardo Keszenman-Pereyra (davi@seciu.uy); y Luis E. Castillo (castillo@seciu.edu.uy).






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