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   No. 48 - Setiembre 1995
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Ecología


No. 48 - Setiembre 1995

ECOLOGÍA

Dimensión filosófica y social de la ecología

por Clodovis Boff (*)

La cuestión de la ecología trasciende los aspectos técnicos, como garantizar la "biosfera" y la naturaleza en general, y los sociales, en cuanto a modelos económicos y políticos, y llega a ser una cultura de la vida.

Al profundizar en la cuestión de la ecología se aprecian sus necesarios contenidos de concepción del mundo y de conductas frente a las cosas. Se trata, concretamente, de una "cultura de la vida", como se ve en el hinduísmo, en las culturas indígenas, africanas, en San Francisco de Asís, Albert Schweitzer, etcétera.

Una visión del mundo

La ecología supone, pues, una filosofía de vida verdaderamente ontológica, especialmente una sensibilidad "biófila", afirmativa de la vida en todas sus dimensiones.

Es la superación del racionalismo occidental, cuyo término final es el nihilismo, como desamor a la vida y al sentido de vivir (Nietzsche). Entendida así, la cuestión ecológica se abre a la ética; a la justicia ecológica: "todo lo que vive merece vivir"; y a la religión, ya que se trata de una espiritualidad con dimensión ecológica, bajo formas de "culto de la vida".

Tal vez incluso sólo en un horizonte religioso se puede percibir radicalmente la vida en cuanto implica la muerte -que forma parte de la vida y no es su opuesto.

Pero sería exagerado tomar el ecologismo como una nueva religión vitalista, naturalista, de tipo neo-panteísta, que pusiese en el centro la realidad de la naturaleza o de la vida (ecocentrismo).

El principio antrópico en la ecología

El "descentramiento antropológico" desbanca sin duda el antropocentrismo de dominación, por el que el ser humano aparece en el mundo como déspota, "señor y dueño de la naturaleza" (Descartes). Bajo un nuevo antropocentrismo, de comunión, el hombre emerge como administrador responsable del mundo y, por eso, servidor de la vida.

No todos los seres vivientes son equivalentes. Existe una jerarquía de vida. La "vida del espíritu" representa la "flecha de la evolución" (Teilhard). Pero, ¿no valdría aquí también la máxima evangélica "mayor es aquél que sirve"? ¿El hombre sirve a la vida o se sirve de la vida? Tal vez valgan las dos cosas.

La ecología implicada en el sistema social

Plantear la problemática de la ecología sin ver su contexto social es quedarse en el ambientalismo o conservacionismo. Es necesario abordar el aspecto del sistema social, y particularmente del "control de los medios de producción", que pueden ser también los grandes "medios de destrucción" ecológica. Hay pues una necesaria "ecología social" y una indispensable consideración económica de la ecología. Ese es un punto que frecuentemente queda en sombras.

Sin embargo, son los dueños de los grandes medios de producción los potenciales mayores agentes de contaminación. Por su "lógica sistémica", el capitalismo es un modo de producción depredador de la naturaleza humana y cosmológica.

La ecología cuestiona necesariamente ese sistema socio-económico. Una política de tipo "eco-capitalista" no es capaz de resolver la cuestión ecológica, desde el punto de vista de las estructuras sociales. Eso no significa que no se puedan o incluso se deban apoyar estratégicamente medidas particulares de un estado capitalista contra la deforestación, la polución, etcétera.

Solamente en un sistema social de "economía democratizada" -socialismo- se puede resolver, en cuanto a estructuras sociales, la cuestión de la ecología. Decimos que "se puede", lo que no necesariamente sucede, pues ahí se necesita algo más que una economía socialista: se necesita una "cultura de la vida".

Por lo demás, es evidente que los países llamados socialistas no consiguieron resolver esa cuestión. La ecología, en efecto, tiene una dimensión social, sí, pero va mas allá. Se podría hablar de "eco-socialismo" o de socialismo con dimensión ecológica o, incluso mejor, de "social-ecologismo" (ecología con dimensión socialista).

Ecología a partir de las mayorías pobres

El enfoque correcto para tratar el aspecto social de la ecología es partiendo de los pobres, pues es en ellos donde la vida, en su expresión más alta (humana, moral y espiritual), se encuentra amenazada. Más que seres contaminantes, los pobres son las víctimas del desastre ecológico, porque tienen menos medios para defenderse. Este criterio es importante dentro de la "jerarquía de la vida", pues permite hacer la crítica al ecologismo romántico, que lucha por defender mariposas y árboles, dejando de lado a la inmensa mayoría de los pobres, lo que ocurre frecuentemente en los círculos liberales y capitalistas.

Eso no dispensa a los pobres de la necesaria educación para la ecología, tanto desde el punto de vista de la sensibilidad cultural como de las técnicas ambientalmente sanas. Por ser las mayores víctimas de la destrucción ecológica, tal vez los pobres puedan llegar a ser incluso los protagonistas en este campo.

(*) Religioso franciscano brasileño, artículo publicado en la revista "Ave María", de Sao Paulo, Brasil.






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