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   No. 48 - Setiembre 1995
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Ecología


No. 48 - Setiembre 1995

ECOLOGÍA

¿Ecólogos-vs-ecologistas?

Existe un debate en la comunidad científica de Occidente sobre los límites entre la práctica científica de la ecología y la acción política del ecologismo. Para algunos existe confusión entre ambos campos, que suponen conductas diferentes. Para otros, el compromiso científico puede legítimamente traducirse en una actitud militante...

La palabra "ecología" -de eco, elemento compositivo que significa casa o morada; y logía: ciencia, estudio- despierta muchas resonancias en quien la escucha. Una definición posible es "ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su entorno". De esto se desprende que el/la ecólogo/a es quien cultiva dicha ciencia.
El ecologismo es, en cambio, un movimiento socio-político que, con matices muy diversos en todo el mundo, propugna la defensa de la naturaleza y la del ser humano en ella. Ecologista es, por tanto, quien actúa dentro de ese vasto movimiento. Pero, he aquí la primera "confusión": en su segunda acepción, el Diccionario de la Real Academia Española, admite "ecologista" como "persona que profesa la ecología como ciencia".

¿Por una ciencia sin ideología?

Para algunos no es admisible confundir la ecología con el ecologismo. Esgrimen el conocido argumento de que los ecologistas son políticos que defienden intereses sectoriales y, por tanto, parciales.

La ecología como ciencia suele ir en contra de intereses políticos y económicos, pero también en contra de intereses de movimientos como los llamados "verdes".

Ya que en su tarea específica el ecólogo toca problemas relacionados con la economía y la política, debe sostener una filosofía científica y personal muy bien equilibrada para evitar caer en el activismo. Debe además tener un buen conocimiento de tales fenómenos políticos y económicos, para que su opinión pueda ser aceptada, y no rechazada como la de un "verde".

Por otra parte, el término ecología -señalan- se suele asociar a cualquier cosa: desde detergentes hasta partidos políticos.

Quienes defienden esta visión afirman que muchas personas con formación científica adoptan posiciones políticas ecologistas, ignorando la realidad: los "datos".

Si bien entre quienes ejercen la militancia ecológica hay personas muy rigurosas en cuanto a la observación científica de los hechos, también existe mucha gente con visiones casi religiosas, que ve cualquier intervención humana en la naturaleza como "el pecado original", afirman.

Ecólogo/as acosado/as

Los sostenedores de este punto de vista ejemplifican sus "padecimientos": día a día, se ven impelidos a opinar sobre infinidad de problemas ambientales. Son casi conminados por los ecologistas a expresar una opinión acerca de un problema ambiental determinado, sobre el cual no tienen más información que la que los militantes les dan. Cuando manifiestan sus reservas y explican la necesidad de contar con más datos, generan una encendida crítica, ya que para la mayoría de los ecologistas no es comprensible que un ecólogo no opine igual que ellos...

Es que el/la ecólogo/a está sometido/a a las exigencias del procedimiento y los usos científicos; el ecologista no. De lo contrario, las investigaciones u opiniones de un ecólogo que además fuese o se sintiese ecologista -que hay muchos- estarían siempre bajo la sospecha de ser mediatizadas por su ideología.

Ante este argumento, la cuestión es si existe una ciencia sin ideología, o si la ciencia tal como la conocemos es resultado de una visión filosófica del mundo -en definitiva una ideología- que la sustenta y que determina los conceptos fundamentales del método y la investigación científica.

De la militancia científica

En el otro extremo de este debate están los que sostienen que se trata de una división ficticia. ¿Cómo es posible mantener una división artificial, cuando en muchos casos se dan ambas cosas en una misma persona: militantes que tienen formación científica, o viceversa? En esta materia, la militancia es a menudo la prolongación natural de la ciencia.

Algunos también advierten sobre el peligro de cortar grueso separando a ecólogos y ecologistas. Para evitarlo proponen, a semejanza de las distintas ramas de la economía, hablar de ecología -la ciencia-, y política ecológica -la materialización de la ciencia en acciones.

En definitiva, afirman éstos últimos, no es bueno atacar la militancia ecológica escudándose en la siempre relativa imparcialidad científica. De nada sirve la teoría contemplativa, si sus conclusiones no se convierten en actos.

Fuente: extractos de un intercambio de comunicaciones entre investigadores latinoamericanos miembros del foro telemático Lista de Ecología y Evolución: ecología@MIT.EDU






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