No. 49 - Octubre 1995
RED DE ACCIÓN CONTRA PLAGUICIDAS DE AMÉRICA LATINA
¡Que plaga los plaguicidas!
por
Ricardo Carrere
El costo social y ambiental de la Revolución Verde -que prometió más alimentos y acabar con el hambre en el mundo- ha sido altísimo, entre otras razones, porque favoreció el desarrollo de monocultivos y el uso creciente de agroquímicos.
Los plaguicidas comúnmente utilizados en la agricultura son productos químicos tóxicos, cuyo objetivo es eliminar a aquellos seres vivos que atacan a los cultivos (fundamentalmente insectos) o prevenir el ataque de otros (en particular hongos). Estos productos, que fueron presentados en su momento como la solución a los principales problemas de la agricultura, han demostrado a lo largo del tiempo que constituyen elementos sumamente peligrosos para la salud humana y que degradan el medio ambiente. Sin embargo, pese a estar crecientemente cuestionados desde diversos sectores de la sociedad, su uso sigue siendo una práctica común en la agricultura moderna. Entre los principales opositores se cuenta el movimiento ambientalista, que lleva a cabo campañas de denuncia, a la vez que impulsa la adopción de métodos alternativos de control de plagas.
La cosecha de la Revolución Verde
La llamada "Revolución Verde" pretendió dar al mundo una alternativa de mayor producción de alimentos para acabar con el flagelo del hambre. Sin embargo, el costo social y ambiental resultante de la aplicación de este paquete tecnológico ha sido altísimo, entre otras razones, porque favoreció el desarrollo de los monocultivos, con el consiguiente uso creciente de agroquímicos. La cosecha de este modelo ha sido la destrucción y contaminación de los ecosistemas, a la vez que se han agudizado las condiciones de hambre y pobreza en amplios sectores de la población.
Pese a lo anterior, este tipo de producción agrícola se sigue aplicando, por varias razones. La primera de ellas es económica. En efecto, el comercio mundial de estos productos es un gran negocio para la industria química, radicada fundamentalmente en Europa, Estados Unidos y Japón. A ella se suman (y en muchos casos en las mismas manos), la industria de maquinaria agrícola, la industria de la biotecnología y otras cuyas ganancias dependen de la continuación de este modelo de agricultura.
Por otro lado, en nuestra región no existe una adecuada información sobre los impactos de este modelo, ni programas de educación que muestren los efectos negativos que pueden tener estos venenos sobre la salud de trabajadores agrícolas, sobre los consumidores de productos tratados con los mismos y menos aún sobre los suelos, flora y fauna.
Además, tampoco se impulsa el desarrollo de técnicas alternativas, ecológicamente sustentables y económicamente viables, que faciliten la apropiación de las mismas por parte de los agricultores, que se ven así atados a un paquete que los lleva a la ruina.
A lo anterior se suma la falta de una decisión política por parte de los gobiernos para promover un modelo alternativo de agricultura y a su vez para disminuir la disponibilidad de plaguicidas en el mercado e imponer regulaciones estrictas a la importación, producción y uso de estos productos, dificulta la innovación y el desarrollo de tecnologías ecológicas competitivas.
Las ONGs se organizan
La Red de Acción contra Plaguicidas de América Latina (RAP-AL) surge en 1985 y forma parte de la red internacional PAN (Pesticide Action Network) que abarca además Africa, Asia, Europa y Norteamérica. Gracias al trabajo coordinado con miembros de PAN alrededor del mundo, RAP-AL ha logrado una serie importante de éxitos, tales como:
- La prohibición de algunos plaguicidas extremadamente peligrosos en varios países latinoamericanos
- La promoción y el uso efectivo en términos ambientales y económicos del control biológico de plagas, particularmente
importante en Colombia, Brasil y Perú
- La identificación de algunas alternativas agroecológicas competitivas, que están permitiendo cambios sustantivos en el enfoque de trabajo a nivel de programas de desarrollo rural y a nivel de investigadores. Se destacan en este campo experiencias en Costa Rica, Perú, Paraguay y Chile
- La integración de esfuerzos entre ONGs, universidades y entidades gubernamentales en la ejecución de acciones educativas y de investigación en varios países.
Una fuente de información invalorable
A lo largo de su accionar, RAP-AL ha adquirido un caudal considerable de información confiable, que está dispuesta a compartir con todos. Considera de fundamental importancia el acceso a la información para avanzar en la investigación y el desarrollo de estrategias que puedan cambiar efectivamente la dependencia de los agroquímicos. El propósito es democratizar la información sobre el problema de los plaguicidas y sus alternativas sustentables para fortalecer las acciones a nivel de la región.
Además de un extenso centro de documentación, RAP-AL cuenta con una publicación periódica ("Enlace"), a través de la cual disemina información detallada, tanto de sus campañas, como de los efectos de plaguicidas específicos sobre la salud y el ambiente y sobre sistemas de cultivo y de control de plagas alternativos.
(*) La coordinadora regional de RAP-AL es Elsa Nivia y se la puede contactar en la siguiente dirección:
RAPALMIRA, Apdo.Aéreo 1440, Palmira, Colombia
Tel (57 22) 757115
Fax (57 22) 757115 y 755252
Correo electrónico: rapal@colnodo.apc.org
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