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Economía


No. 49 - Octubre 1995

ECONOMIA

Las lecciones para el Sur del conflicto EEUU-Japón

por Chakravarthi Raghavan

Si bien un acuerdo de último momento entre Estados Unidos y Japón sobre su diferencia en el mercado automotor impidió una amarga guerra comercial, las medidas unilaterales adoptadas por el primero en el curso del conflicto desgastaron seriamente la credibilidad de la novel OMC y parece ahora probable que estas mismas acciones sean utilizadas para obligar a los países del Sur a abrir sus economías.

Estados Unidos y Japón treparon del precipicio de una guerra comercial imprevisible el 28 de junio, pocas horas antes de vencer el plazo impuesto por Estados unidos para hacer entrar en vigencia las sanciones comerciales contra Japón, y resolvieron su diferencia comercial con ambas partes declarando haber salido victoriosas.

El acuerdo fue anunciado en una conferencia de prensa conjunta por el representante comercial estadounidense Mickey Kantor y el ministro de Comercio Internacional e Industria (MITI) de Japón, Ryutomo Hashimoto y, simultáneamente, en Tokio, por los fabricantes de automóviles. Estados Unidos anunció que no pondría en efecto sus aranceles del 100% sobre las importaciones de autos japoneses de paseo, los cuales se había anunciado oficialmente que entrarían en vigencia a las cero hora del 29 de junio, pero que de hecho habían entrado en efecto el 20 de mayo. Y Japón afirmó que no presentaría una reclamación ante la OMC por las sanciones comerciales de EUA.

Pero cuando se aquiete la tormenta, y cuando se pueda separar la paja del trigo y discernir entre la propaganda y lo efectivamente convenido, puede resultar que se haya tratado de un convenio que no hizo más que posponer la lucha entre dos importantes naciones comerciales (en este tema o en cualquier otro), estimulado el apetito de Estados Unidos de "beneficios comerciales" de otros países para sus empresas, e incrementada de este modo la inseguridad comercial de los miembros de la OMC.

Durante el curso de esta diferencia, y desde mediados de mayo cuando Estados Unidos anunció sus sanciones -combinadas con una notificación de sus intenciones de presentar una reclamación ante el organismo comercial-, el director ejecutivo de la OMC, el italiano Renato Ruggiero, mantuvo una actitud discreta, con algunas declaraciones ambivalentes alabando a EUA por acatar las obligaciones de la OMC en llevar la diferencia al ámbito de ese organismo.

Demasiado importante

Algunos informes, entre ellos uno reciente del diario económico alemán "Handelsblatt", habían dado a entender que, en privado, Ruggiero estaba sugiriendo "la modestia como el principio de supervivencia para la OMC", y que la diferencia era demasiado importante para ser manejada por la OMC. Estos temas, al igual que otros como la cláusula social, las normativas sobre medio ambiente y competencia, etc., deberían ser tratados por los integrantes más importantes de la OCDE.

Pero pocos minutos después del anuncio de acuerdo en conferencia de prensa, el director de la OMC emitió una declaración: "...Lo más importante es que creo que podemos sentirnos incentivados con el acuerdo de hoy porque el sistema de comercio multilateral ha demostrado que puede ayudar a alcanzar la paz comercial. El sistema de solución de diferencias de la OMC ha realizado su tarea como factor disuasivo contra conflictos y como promotor de acuerdos. La certeza de que ambas partes estaban preparadas para utilizar el sistema cumplió una función preponderante, obligándolas a negociar. Cuando así se le solicite, el sistema otorgará una adjudicación judicial que sirva, como en este caso, como catalizador para la solución. Eso es exactamente para lo que ha sido formulado y es exactamente lo que ha logrado hoy".

Golpe a la credibilidad de la OMC

Muchos diplomáticos comerciales y observadores comerciales, sin embargo, sienten que en realidad la credibilidad de la OMC, con sus seis meses de edad, ha recibido un duro golpe y que sus reivindicaciones de ser una institución internacional con un sistema basado en normas para un orden comercial mundial, garantizando seguridad comercial a través de su efectivo mecanismo de resolución de diferencias y asegurando los derechos tanto de los fuertes como de los débiles, están resultando vacías de contenido cuando los poderosos deciden desobedecer sus normas.

Algunos observadores se preocupan de que en la consecución de objetivos nacionales neomercantilistas y de ganancias para sus empresas, Estados Unidos pueda ser una fuente de inseguridad económica para otros, como lo fue Alemania para la seguridad política y la integridad territorial de los países europeos en los años treinta, que finalizaron con una guerra.

Todos los demás miembros de la OMC, y amplios sectores de los círculos académicos y de especialistas comerciales de Estados Unidos se han expresado vehementemente en el sentido de que el uso de Estados Unidos del artículo 301, la decisión unilateral de Estados Unidos de "anular y reducir" los derechos de la OMC y de imponer sanciones (100% de aranceles) a las importaciones de algunas variedades de autos japoneses -"mercaderías" comprendidas por el acuerdo OMC-GATT 1994- constituyen una violación de la OMC, sin importar si las prácticas japonesas contra las que se reclamaba estaban o no comprendidas por los acuerdos de la OMC.

Pero esto no ha causado la más mínima impresión en el gobierno de Estados Unidos ni en el Congreso de ese país.

Algunas fuentes japonesas cercanas al poderoso MITI, admitieron aspectos positivos pero también algunos negativos.

Por el lado de lo positivo, las fuentes mencionan haber evitado una costosa guerra comercial, en una diferencia que afecta uno de los sectores principales de la economía japonesa, el automotor, sin que el gobierno de Japón tuviera que darse por vencido en rehusarse a fijar "metas numéricas" o compromisos que suponían medidas en el sector privado.

Presión

Sin embargo el gobierno de Japón, explicó la fuente, había presionado mucho a los fabricantes de automóviles japoneses, particularmente a la empresa Toyota, antes de anunciar los planes a mediano plazo con relación a las metas mundiales, y no específicamente acerca de autos y repuestos norteamericanos, al igual que en los planes voluntarios de toda la industria para que aumentara la adquisición de repuestos extranjeros.

Por el lado negativo, las fuentes señalaron el hecho de que Estados Unidos puede sentirse ahora envalentonado para recurrir a medidas y amenazas similares con el Artículo 301 en otros sectores relacionados con los intereses estadounidenses. Mencionaron al respecto la reclamación de la compañía estadounidense Kodak contra Fujitsu y su control del mercado interno japonés evitando importaciones y distribución de películas de fabricación norteamericana. Hay también cuestiones pendientes que pueden estimular otros sectores de Estados Unidos a iniciar reclamaciones similares conforme al Artículo 301.

Lo peor, desde el punto de vista de todo el sistema, es la probabilidad de que Estados Unidos emplee los mismos instrumentos contra interlocutores comerciales más débiles, lo cual afianzaría a otros socios comerciales para utilizar tácticas similares. En última instancia, alguien se tiene que alzar y decir basta para que pueda haber orden y seguridad. Pero no parece probable que lo hagan las principales naciones comerciales.

Una autoridad comercial japonesa, admitió en forma anónima y privada esta posibilidad, pero dijo que no habría sido posible para Japón lograr que Estados Unidos acordara abandonar su legislación interna, como el mencionado Artículo 301.

Menos optimismo

Pero Estados Unidos, dijo la autoridad, tiene que ser más consciente ahora de que si utiliza este instrumento, el otro interlocutor comercial puede recurrir a la OMC e impugnarlo. Estados Unidos también sabe que amplios sectores de opinión del país están abiertamente en contra del uso ilegal del Artículo 301.

"Puede ser que Estados Unidos haya aprendido algo con todo esto", sostuvo.

Sin embargo, autoridades comerciales de otros países, especialistas y observadores en el tema se mostraron menos optimistas que la fuente japonesa y que el director de la OMC. Varios de ellos dudaron de la capacidad de sus gobiernos para detener a Estados Unidos y de sus empresas para soportar perjuicios comerciales durante un año o más con la expectativa de que la OMC pueda fallar en contra de Estados Unidos.

Aun así, afirmó un diplomático comercial, si Estados Unidos alza los hombros y no acata el fallo, "no tendremos más remedio que adoptar represalias en su contra", remedio que sería peor que la enfermedad. Hasta tanto todos los miembros de la OMC encuentren un camino para abreviar el proceso de solución de diferencias de casi un año de duración, este tipo de intimidación no puede terminar.

En cierta fase de la Ronda Uruguay, el representante de la CE Tran Van-Thinh sugirió esa posibilidad, pero jamás se logró, y no sería aceptada por los más grandes.

Pero si bien se puede responsabilizar a Ruggiero por las hipérboles, las culpas de los fracasos del sistema deben recaer enteramente sobre los miembros que negociaron la OMC y se la vendieron a sus parlamentos con esas hipérboles. Inclusive cuando el gobierno de Estados Unidos y el Congreso establecieron claramente que no dejarían de lado la adopción de sanciones comerciales unilaterales, estos negociadores y sus gobiernos seguían sosteniendo que todo era retórico y parte de la política interna y que el resto del mundo no debía prestar atención.






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