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Hispanos


No. 51 - Diciembre 1995

VÍCTOR TORO

"Una organización posterior a la crisis"

Los fundadores de la Peña querían constituir un centro solidario insertado en las comunidades locales e identificado con todos los pueblos, y ahora lo ven como una instancia posible de poder político, expresión de las situaciones de racismo, de explotación e injusticia presentes en la sociedad estadounidense.

Un ex-dirigente de la Central Unica de Trabajadores (CUT) y de la organización nacional de poblaciones de Chile, miembro del Partido Socialista y luego fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Víctor Toro es uno de los fundadores del centro "Vamos a la Peña del Bronx".
Para llegar aquí hizo un largo recorrido; fue secuestrado en 1974 por los militares chilenos y recluído en un campo de concentración hasta 1977, cuando fue expulsado a Europa. Retornó a América Latina y en 1985 visitó Estados Unidos, donde decidió permanecer como indocumentado.

- ¿Cuál fue el motivo de tu llegada a Estados Unidos?

- Fue para realizar campañas de solidaridad con Chile y otros países de América Latina que vivían en dictaduras. Me invitaron a una campaña nacional en Estados Unidos en 1985. Esto me permitió hacerme una idea de la historia del movimiento de solidaridad en este país. A medida que se prolongaba la campaña, tomamos la decisión de quedarnos y maduramos la idea de que era necesario cambiar el tipo de movimiento de solidaridad. Era un importante movimiento de colaboración y ayuda, pero se desgastaba una vez que el motivo por el cual se había movilizado dejaba de tener vigencia. El movimiento de solidaridad había que construirlo en los sindicatos, en los barrios populares, para que fuera una solidaridad entre los pueblos, sin descartar las formas anteriores, pero poniendo el énfasis en la organización popular. Y para esto había que involucrarse en las luchas locales, populares, de clase, etc. Había una gran resistencia a esta idea. No nos metamos, se decía, en los problemas de otros pueblos (Chile, Estados Unidos, etc.). El antiguo movimiento solidario veía esto como un delito.

- ¿Qué dificultades tuvieron que vencer?

- Nos llevó bastantes años, rupturas con viejas concepciones, con organizaciones a las que pertenecíamos y apoyábamos. Nos quedamos trabajando en pequeños grupos y nos dimos cuenta que no era posible en Estados Unidos bregar con los viejos esquemas organizativos. Había grandes espacios, zonas populares donde no había ningún tipo de lucha, donde el Partido Demócrata y el Republicano sólo aparecían en las campañas electorales. Sentimos la necesidad de proyectar formas de organización independientes, utilizando resquicios del sistema, estirando al máximo sus posibilidades, como son las organizaciones sin fines de lucro, e ideamos la creación de centros culturales y peñas.

- ¿Esa idea surgió exclusivamente en este lugar?

- En casi todos los estados de mayor gravitación se han creado organizaciones semejantes. En California está la Sala Víctor Jara, en Chicago un Centro Comunitario, aquí la Peña, y así se tomó en otros estados, en la forma de grupos que generan información, elaboran estudios, editan periódicos u organizan centros de apoyo a los trabajadores indocumentados, etc. Un semillero de pequeñas organizaciones que forman parte de un movimiento multifacético.

- ¿Cuál fue la trayectoria de la Peña en particular?

- La Peña, que partió como un simple centro cultural amplio, dando parte a todas las expresiones culturales y étnicas, se fue transformando en un movimiento. Muchos artistas están cruzados por problemas económicos y sociales de la comunidad. Nos fuimos rodeando de personas afectadas por los males de esta sociedad (las drogas, la falta de vivienda, las enfermedades, el SIDA, la violencia doméstica, la brutalidad policial, etc.). No se podía hacer la vista gorda a esa realidad y la Peña comenzó a asumir esos problemas, la defensa de los derechos y reivindicaciones. La defensa de los derechos civiles pasó a ser una identidad de la actividad de la Peña.

A las personas les cuesta interpretar el impacto en la comunidad de los cambios internacionales y nacionales. Hechos como la caída del Muro de Berlín, la desaparición del Movimiento de No-Alineados y el Grupo de los 77, que ahora han vuelto a aparecer ... todo esto repercute a nivel de las comunidades. Una organización como la nuestra tenía que tener respuestas a estos problemas y teníamos también que resolver de manera nueva la cuestión de cómo analizar y responder a estos cambios.

- ¿Y cómo resolvieron esos problemas?

- Nos definimos como una organización posterior a la crisis, consecuencia de lo que definimos como doble crisis: la de los países del Este y la de los países nuestros. No teníamos nada que ver con el pasado de esas crisis y esto nos permitió hablar con diversos grupos, hacer una crítica tajante al esquema autoritario y burocrático, y nos permitió entrar en diversos ámbitos de esta sociedad. Tratamos de mostrar que las mismas motivaciones que llevaron a ese derrumbe están en el sistema actual. Y comenzamos a visualizar una forma de organización comunitaria, como una organización gremial muy amplia, que integre a todos los sectores afectados y que pueda irse constituyendo como una instancia de poder político, que sea expresión de todas las situaciones de racismo, de explotación, etc., que se viven en el Bronx y en el resto del país.

- ¿Es una nueva manera de hacer política?

- Siempre nos hemos definido como experimentadores, buscadores de una nueva realidad. Lo que hacemos puede ser o no un medio para expresar al movimiento social y popular en Estados Unidos. La idea es llegar a generar un poder comunitario de carácter multiétnico, que pueda desarrollarse en espacios cada vez más amplios en la sociedad estadounidense. No quiere decir que descartemos las formas actuales de hacer política. Creemos que es posible actuar con independencia, promover nuevos líderes, etc., en la búsqueda de un cambio progresista.


El trabajo con mujeres

"Gran parte de origen campesino, salidos de la más dura miseria, la población tiene grandes carencias de formación y educación, factores que agudizan la proliferación de las enfermedades", relata Nieves Ayress, quien se ocupa en la Peña del trabajo con mujeres.
En la zona del Bronx existe un altísimo porcentaje de personas contaminadas con el virus del SIDA; la situación se agrava debido al machismo, el hábito masculino de mantener múltiples relaciones sexuales sin usar preservativo, que termina contagiando a la esposa e hijos.
"Es difícil trabajar con seropositivos por parte de gente que no es portadora. Se produce un rechazo de dos lados, de los que están contaminados y de los que no lo están. Poco a poco se fueron venciendo esas resistencias y ahora el trabajo es aceptado", comenta Nieves.
Con estas características de la población, el trabajo con mujeres debe partir de la educación elemental, educación sexual incluída, para focalizar los problemas específicos que enfrentan las mujeres en esta sociedad, pobreza, violencia doméstica, discriminación, etc.




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