No. 51 - Diciembre 1995
Se largó la cacería!
Las grandes corporaciones del Norte, especialmente las trasnacionales, se han lanzado en una desaforada carrera mundial para apropiarse y patentar los recursos genéticos del Sur. Las regiones más remotas del Tercer Mundo están siendo registradas minuciosamente en busca de genes de organismos vivos, desde micro-organismos del suelo hasta los de animales y seres humanos, en particular de los pueblos indígenas.
¡Se largó la cacería! Las grandes corporaciones del Norte, especialmente las trasnacionales, se han lanzado en una desaforada carrera mundial para apropiarse y patentar los recursos genéticos del Sur. Las regiones más remotas del Tercer Mundo están siendo registradas minuciosamente en busca de genes de organismos vivos, desde micro-organismos del suelo hasta los de animales y seres humanos, en particular de los pueblos indígenas.
La carrera para patentar estos recursos genéticos puede ser vista como parte de las tendencias monopólicas del capital. La esencia de una patente, en particular la patente de un producto, es que confiere el monopolio de ese producto. Sin embargo, es claro también que ciertos hechos de la escena internacional han dado un gran ímpetu a este vuelco hacia las patentes. La emergencia de la industria de biotecnología en el Norte como la industria de mayor potencial es claramente uno de esos factores. Y con ello está relacionado el impulso dado por el Norte, sobre todo a través del GATT y la nueva OMC, para hacer caer las barreras que obstaculizan el registro de esas patentes. Maniobrando exitosamente para incluir los derechos de propiedad intelectual en el marco del GATT, el Norte se aseguró la adopción de un conjunto uniforme de leyes de propiedad intelectual que facilitarán ese propósito.
Visto desde el Sur, el nuevo régimen de registro de patentes es una carta blanca para la biopiratería. La apropiación de los recursos biológicos que han sido desarrollados a través de generaciones por los pueblos del Sur es claramente un acto de piratería. Por otra parte, reclamando derechos de propiedad exclusivos sobre un producto que hasta ese momento era patrimonio de una comunidad y de una civilización y que estaba a libre disposición de todos, las trasnacionales están cuestionando los pilares fundamentales de las sociedades tradicionales del Sur, junto con sus normas éticas y sociales.
Pero las repercusiones de este desafío de las trasnacionales van mucho más allá del Sur. Porque plantean problemas de fundamental importancia para todos los pueblos del mundo. ¿Aceptará la sociedad las patentes de formas de vida? Para los pueblos religiosos, la respuesta es clara. La vida es un regalo de Dios y no debería, en consecuencia, ser objeto de una patente. Pero incluso para aquellos con una visión secular, que no son necesariamente miembros de una religión organizada, la idea de convertir la vida en una materia prima debe ser repugnante. De ahí que la carrera hacia las patentes es capaz de engendrar resistencias y controversias en el mundo entero.
El tema de tapa de este número está dedicado a esta batalla internacional contra la biopiratería y las patentes de formas de vida, a través de los artículos y análisis de Martin Khor y Vandana Shiva.
La miseria lleva cada vez más a las poblaciones pobres del Sur a intentar emigrar hacia el Norte, atravesando increíbles dificultades, con la esperanza de encontrar allá el paraíso prometido. Pero lo que encuentran puede ser mucho peor de lo que dejaron atrás, porque esas sociedades también tienen una doble cara, opulencia y derroche, por una, explotación y pobreza, por la otra.
En este número incluimos un reportaje a latinoamericanos ("hispanos", como son llamados allá) residentes en Nueva York. Son integrantes del centro cultural "Vamos a la Peña del Bronx", que nos cuentan cómo viven la sociedad estadounidense desde adentro y cómo se gestan nuevas formas de solidaridad y de lucha por la dignidad y los derechos básicos del ser humano.
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