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   No. 55 - Abril 1996
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Sociedad


No. 55 - Abril 1996

Venezuela: vitrina paradójica

por Pablo Kaplún (*)

Finales de la década de 1980: Por toda América Latina pululan las dictaduras. Entre los países hispano-parlantes de Sudamérica sólo en una esquinita junto al Caribe se conservan dos que figuran como "democracias". Quizás sólo en el papel pero, al menos una de ellas, goza de ciertas libertades efectivas que le sirvieron de refugio a miles de exilados de Uruguay, Chile, Paraguay, Guatemala, El Salvador...

Esa misma República era en ese entonces, además, el país de mayor crecimiento económico, de mayor estabilidad política y social de la región y, ayudada por el hecho de poseer un recurso estratégico como el petróleo y por su particularmente ventajosa situación geográfica, llevó a que se la llamara la "vitrina" de la democracia latinoamericana.

1989-1993: Más que mucha agua ha pasado bajo el puente; mejor digamos que mucho petróleo han sacado de los pozos...

Venezuela sale en la prensa internacional como un país inestable y en crisis. Todos los sectores protestan a su manera...Se producen pobladas y saqueos masivos, "cacerolazos" e intentonas golpistas...Por primera vez se juzga a un Presidente en ejercicio.

Todo este cuadro contestatario se justifica en la fuerte devaluación de la moneda, la inflación pasa, más allá de los maquillajes oficiales, a niveles insoportables. Cada fin de semana decenas de personas mueren en las calles por la guerra social no declarada. Escándalos de miles de millones de dólares en corrupción son la noticia diaria. Los niños y jóvenes de los sectores populares son los más golpeados por la crisis.

Las instituciones públicas entran en una especie de inercia que las lleva a un extremo de ineficacia máxima lo cual, entre otras cosas, permite que la minería del oro al sur del país arrase con kilómetros de zonas ecológicamente frágiles y contaminen con mercurio grandes ríos que son la principal reserva de agua dulce del país y sedimenten las principales represas hidroeléctricas. Zonas de vegetación virgen donde, además de sacar oro con muy pocas ganancias para el Estado venezolano porque se evaden impuestos, se aprovecha para explotar madera de manera ilegal. Y estamos hablando de un país de los de máxima biodiversidad del mundo...

Consecuencia de todo ese proceso, el país desemboca en las históricas elecciones de 1992 (regionales) y de 1993 (nacionales) donde se producirá el cambio político más radical de la historia venezolana. Todas las fuerzas con tinte más o menos izquierdista o progresista avanzan y toman instancias de poder muy significativas. Hay esperanzas de cambios y muchos intelectuales piensan que la hora de la conciencia colectiva ha llegado o está próxima. Venezuela parece convertirse de la vitrina de la democracia que era a una en la que se presentará la alternativa al neoliberalismo que campea a los cuatro vientos en el continente.

1995-1996. La inflación es peor, la moneda llega a convertirse en la más inestable del continente, el panorama de violencia no mejora y la pobreza social se extiende aún más. La ineficacia estatal se vuelve costumbre...ahora todas la empresas oficiales se venden a cualquier postor y con el título de "apertura petrolera" se privatiza hasta lo que hasta hace poco era un orgullo nacional. Pero, el nivel de protesta es, sin embargo, bajo...el protagonismo popular de 1992-93 no reaparece por ningún lado. Peor aún...las elecciones regionales de 1995 permiten el regreso de muchos de los sectores más cuestionados.

¿Qué pasa en Venezuela?. Difícil es decirlo en poco espacio y más difícil saber qué va a pasar. Somos una vitrina sí, pero no una vitrina de democracia ni de participación. La nuestra es una vitrina en la cual, si uno ve más allá de los adornitos que disimulan el verdadero centro de la exposición, lo que puede ver es a un pueblo manipulado...Manipulado por años de populismo primero, que logró sostenerse con un increíble chorro de dinero y que hoy todavía nos tienen una trampa tendida. Nuestro pueblo ante el deterioro lo que hace es reaccionar con pobladas de pueblo contra pueblo, sueña con un líder que lo venga a aliviar y a reconducir a El Dorado perdido, cuando la única salida posible es aquella que salga de todos nosotros como colectivo...

Sin embargo, como pueblo estamos avanzando sin duda...hemos pasado de creer en todo los que nos decían a más bien desconfiar de casi todo. Estamos en una especie de estado preconciencia. Nos falta ahora dar la vuelta a la tuerca para llegar al estado de conciencia, aquella que conduce a la acción solidaria y organizada. El pueblo venezolano es por naturaleza y tradición un pueblo generoso y hospitalario, lo cual es una excelente base para dar esa vuelta de tuerca. Quienes tenemos el privilegio de recorrer el país por su variada geografía con frecuencia sabemos que el proceso de concientización avanza, lento pero avanza...A veces nos tememos que demasiado lento para la velocidad que avanzan los destructores de siempre. Pero pensar que la lentitud es la que marca la Historia Nacional es desconocer la más pura esencia de nuestra identidad como pueblo.

Una buen vitrina es aquella que da sorpresas cada tanto, que se renueva cuando todos ya pensaban que la mercancía era siempre la misma, al punto que ya no valía la pena detenerse a mirarla. Permanezcan atentos entonces porque los venezolanos les daremos en el momento menos esperado, aquel golpe insólito, que hará famosa nuestra vitrina...porque de lo único que estamos seguros es que entre nuestro pueblo la conciencia avanza.

(*) Geógrafo y docente. Coordinador General del Núcleo de Geografía Viva, ONG venezolana de capacitación de animadores comunitarios de promoción del desarrollo participativo autónomo de las localidades, aunque se fomenta siempre una visión globalizadora de las problemáticas locales.






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