No. 55 - Abril 1996

El espectro del hambre ha asolado por largo tiempo a las naciones y pueblos del Sur. En la época colonial, la explotación despiadada del campesinado y las distorsiones generadas por la integración de la agricultura de las colonias en la economía de las metrópolis dominantes, descuidaron las necesidades básicas de los campesinos. Los desastres que se produjeron en forma periódica; como, por ejemplo, la Hambruna de Bengala en 1943, en la cual murieron tres millones de personas, sirvieron solo para ilustrar la bancarrota de la agricultura colonial.
El tema de la seguridad alimentaria figuró por tanto en un lugar destacado de la plataforma anti-colonial. Con la llegada de la independencia, la cuestión de la seguridad alimentaria se convirtió en un asunto de interés nacional.

El espectro del hambre ha asolado por largo tiempo a las naciones y pueblos del Sur. En la época colonial, la explotación despiadada del campesinado y las distorsiones generadas por la integración de la agricultura de las colonias en la economía de las metrópolis dominantes, descuidaron las necesidades básicas de los campesinos. Los desastres que se produjeron en forma periódica; como, por ejemplo, la Hambruna de Bengala en 1943, en la cual murieron tres millones de personas, sirvieron solo para ilustrar la bancarrota de la agricultura colonial.

El tema de la seguridad alimentaria figuró por tanto en un lugar destacado de la plataforma anti-colonial. Con la llegada de la independencia, la cuestión de la seguridad alimentaria se convirtió en un asunto de interés nacional.

Sin embargo, la gestión de los regímenes pos-coloniales del Sur en este asunto está lejos de ser satisfactoria. Mientras algunos llevaron adelante cambios sociales y económicos radicales (incluyendo reformas agrarias) y liberaron la capacidad productiva de sus campesinos, la mayoría no tomó las decisiones necesarias en el sector agrario. En general, los regímenes centraron su atención y la mayor parte de sus recursos nacionales en la industrialización, a la que veían como la panacea para los problemas del subdesarrollo. El resultado fue que el sector rural permaneció descuidado y todo el tema de la seguridad alimentaria quedó librado a meras declaraciones formales, sin efectos prácticos.

La década de los 60 fue testigo del advenimiento de la "Revolución Verde", cuyas promesas fueron bienvenidas por muchos regímenes del Tercer Mundo. Con sus recetas tecnológicas de semillas, fertilizantes, irrigación controlada y pesticidas, prometió aumentar en varias veces los resultados de la agricultura, sin necesidad de realizar ningún cambio previo y radical de orden social o económico en el país. La meta de la seguridad alimentaria pareció ser, por fin, un objetivo posible gracias a la llegada de estas nuevas tecnologías.

Dos décadas más tarde, no es posible sustentar por más tiempo esa clase de optimismo. A pesar del comienzo promisorio, existen ahora evidencias claras de que los rendimientos de la "Revolución Verde" experimentan una persistente declinación -un proceso que ha sido caracterizado por un experto como "receta para el desastre en una generación". No sólo la caída en los rendimientos, sino también los costos crecientes, han acabado con la "Revolución Verde" como modelo de agricultura sustentable. Sin lugar a dudas, la obtención de la seguridad alimentaria a largo plazo está nuevamente amenazada.

Pero la amenaza hoy no se limita exclusivamente a los resultados de una tecnología fracasada. Los cambios en la situación geopolítica mundial, como consecuencia del derrumbe del bloque liderado por la ex-URSS, y el proceso de globalización económica en curso en la actualidad, están frustrando los esfuerzos de las naciones del Sur para alcanzar la seguridad alimentaria.

El proceso de globalización económica ha repercutido sobre la agricultura del Sur en forma de olas sucesivas. La primera ola, con los programas de ajuste estructural (PAE), sembró estragos entre las naciones endeudadas del Sur, imponiéndoles severos cortes en el sector agrícola y promoviendo los cultivos de exportación a expensas de la producción de alimentos. Los efectos sociales generales, resultantes de cortes en salud, educación y otros servicios, también tuvieron un efecto perjudicial sobre la producción agrícola.

Sin embargo, más ominosas han sido las amenazas provenientes de una segunda ola, esto es, los nuevos regímenes impuestos a la agricultura por el GATT y la OMC, bajo los cuales los países son obligados a abolir o reducir subsidios y protecciones tarifarias y abrir sus mercados a la importación de granos y alimentos. Estos requisitos pueden tener serias repercusiones en la seguridad alimentaria. En efecto, pueden llegar a desmantelar los sistemas de seguridad alimentaria construidos con mucho esfuerzo en un conjunto de países. El resultado puede ser una explosión de hambruna.

Estas son algunas de las cuestiones analizadas en el tema de tapa de este número, que trata el problema de la seguridad alimentaria. Mientras que muchos de los recientes debates sobre la seguridad alimentaria se han concentrado en la amenaza proveniente de la "explosión demográfica", nos hemos preocupado más con las amenazas originadas por la geopolítica y la globalización. Estos aspectos del problema no están siendo debatidos suficientemente y nos proponemos volver sobre ellos en otros números de la Revista del Sur.

Los Editores.