No. 55 - Abril 1996
Globalización económica y seguridad alimentaria
por
Martin Khor
El pilar de la seguridad alimentaria es la sustentabilidad agrícola. Sin embargo, el actual proceso de globalización económica y los cambios radicales en el padrón de las relaciones Norte-Sur están poniendo en cuestión las bases de la agricultura sustentable en los países del Sur.
Una cambiante situación mundial
La globalización está recorriendo el mundo rápidamente. Esto no debería necesariamente representar un problema importante. Sin embargo, lo que resulta preocupante es el tipo y la naturaleza del proceso de globalización que se está llevando a cabo, que tiende a marginar a los débiles y los pobres, y el impacto que tendrá en el sector agrícola.
Después de la independencia del colonialismo, muchos gobiernos del Tercer Mundo intentaron forjar políticas que hicieran a sus economías menos dependientes de sus ex-amos coloniales y de los países ricos y más alineadas con las aspiraciones nacionales.
Ello tuvo éxito solamente hasta cierto punto. La mayoría de los países en desarrollo siguieron siendo la parte más débil de la cadena del mercado mundial, expandiendo sus exportaciones de materias primas agrícolas sin resultados justos en tanto que en comparación con sus importaciones industriales decaían constantemente. El comercio agrícola mundial se ha mantenido en las manos de un puñado de empresas comerciales de propiedad del Norte. Los intentos realizados a través de la UNCTAD de estabilizar los precios de las materias primas a través de acuerdos sobre productos básicos (y un Fondo General para Productos Básicos) sólo tuvieron éxito hasta cierto punto y por un corto período de tiempo. En el pasado decenio, la mayoría de los acuerdos fracasaron debido al desinterés de los países consumidores ricos, que después de todo fueron los principales beneficiarios de los bajos precios de las materias primas.
Si el sistema económico internacional básico se ha mantenido perjudicial para los países en desarrollo, las únicas compensaciones menores han sido en ayuda y preferencias comerciales (como los SGP) o concesiones (como una adhesión menor a las disciplinas del GATT por motivos de desarrollo) otorgadas por el Norte al Sur.
Inclusive entonces, mucho de lo que se hace pasar por ayuda en la forma de préstamos ha sido en beneficio del donante y no del destinatario. En agricultura, la ayuda facilitó la dependencia de muchos países del Tercer Mundo en insumos químicos, semillas y obras de infraestructura suministrados por compañías trasnacionales a través de la Revolución Verde. Los fondos para investigación agrícola se virtieron en el sistema CGIAR y ayudaron a difundir la Revolución Verde, la cual promovió el negocio de las compañías proveedoras de productos químicos.
Desde mediados del decenio de los ochenta, creció en muchos países del Norte una ola conservadora (especialmente en Estados Unidos y el Reino Unido) la cual alteró radicalmente las relaciones Norte-Sur, que pasaron del diálogo y la cooperación (por no mencionar un toque de condescendencia) a una actitud de desacuerdo, no cooperación y potencial enfrentamiento abierto.
Esta tendencia se aceleró recientemente con el fin de la Guerra Fría. Occidente no sigue viendo la necesidad de alentar al Sur con ayuda y diálogo, ya que dejó de existir un campo soviético para que acudan las naciones pobres. La retórica de la responsabilidad de ayudar a las naciones pobres a desarrollarse quedó vacía ante la realidad de la estrepitosa caída de la ayuda y el desgaste de las preferencias y concesiones del Sur.
Pese al aumento de las solicitudes de ayuda de la Cumbre de la Tierra de 1992, la ayuda de los países de la OCDE disminuyó de 61.000 millones de dólares en 1992 a 56.000 millones en 1993, y 14 de los 21 donantes disminuyeron la proporción de la ayuda con relación al PNB. Además, una parte cada vez más significativa de la ayuda se desvía para los países de Europa Oriental, dejando al Sur con menos ayuda. En los dos años pasados, la situación empeoró más, con constantes recortes de la ayuda de Suecia, Estados Unidos y Canadá, entre otros. En particular, el nuevo Congreso controlado por los republicanos presionó para que la ayuda tuviera una función menor y con una reducción del estatus de la USAID, importantes recortes presupuestarios y la probabilidad de detener la provisión de fondos a la ayuda internacional y a los préstamos blandos del Banco Mundial.
Corrección de la Práctica de Ayuda Agrícola
En agricultura, una revisión seria del pasado y el futuro de diversas formas de ayuda (bilateral, multilateral, investigación, asesoramiento técnico y obras) puede convertirse en un ejercicio valioso. Podría ayudar a corregir errores del pasado y dirigir el camino hacia una "agricultura sustentable y un desarrollo rural", objetivo que la FAO adoptó pero todavía no ha aplicado efectivamente.
Silvicultura y pesca
Las decisiones importantes más obvias tienen que ser en la elección de la tecnología. Los organismos de ayuda y los organismos técnicos, incluidos los bilaterales, el Banco Mundial, los bancos de desarrollo regionales y la FAO, han sido criticados por su apoyo y su rol en la transferencia de modelos tecnológicos perjudiciales para el medio ambiente, los cuales han contribuido a una tala excesiva de bosques tropicales y al agotamiento de los recursos pesqueros a través de la pesca de arrastre. Además del perjuicio ecológico, la adopción de estos modelos también ha causado grandes dificultades sociales a los habitantes de bosques, comunidades rurales cuyas tierras y suministros de agua han sido afectados por la contaminación y erosión del suelo y a millones de pescadores artesanales cuyos medios de sustento están amenazados por la pesca excesiva con redes de arrastre. Detener la afluencia de ayuda y apoyo técnico a los proyectos de silvicultura y pesca destructivos debería ser una de las metas obvias de un proceso de revisión.
Acuicultura
Durante los últimos años, ha habido un auge de protestas comunitarias contra los programas acuícolas en muchos países en desarrollo de Asia y América Latina. Algunos de los programas son respaldados por la ayuda extranjera y los préstamos del exterior. Los proyectos comerciales producen variedades de mariscos de gran tamaño y otros productos exóticos como anguilas, para ser exportados a países ricos. Los proyectos han destruido la ecología costera (incluidos valiosos manglares y bañados), han contaminado el agua marina, han despojado a pueblos pesqueros de sus zonas de desembarco, han agotado el agua subterránea y contaminado las tierras de cultivo de las aldeas circundantes. Varios cientos de comunidades y miles de kilómetros de zonas costeras de India, Bangladesh, Tailandia, Malasia, Ecuador y México, entre otros, se encuentran afectados. Se debería llevar a cabo una revisión de la ayuda para esas obras de acuicultura intensiva. En su lugar, deberían fomentarse formas de acuicultura de pequeña escala desarrollados a nivel comunitario, respetuosas del medio ambiente, cuyo objetivo sea aumentar el abastecimiento local de alimentos, como ha sido la práctica tradicional de muchos países.
Agricultura
El ámbito más polémico e importante a revisar es la opción tecnológica en la agricultura. En el pasado, la mayoría de la ayuda agrícola ha sido para promover el modelo de la Revolución Verde, que utiliza semillas de alta respuesta a grandes dosis de fertilizantes inorgánicos y plaguicidas químicos. Estas pocas variedades de semillas han desplazado a una gran variedad de semillas tradicionales, desgastando así la biodiversidad de cultivos. Hay también cada vez más pruebas y mayor preocupación por otros problemas ecológicos como la mayor infertilidad del suelo, la contaminación química de los recursos terrestres e hídricos, contaminación con plaguicidas e infestación de plagas debido a la creciente inmunidad a plaguicidas.
Todos ello ya no pueden ser tomado como una recopilación de problemas individuales en una situación especial, sino que deberían ser analizados como síntomas de un sistema tecnológico en decadencia. Los riesgos ecológicos y sanitarios no deben seguir siendo vistos como meros costos necesarios de un sistema económica y técnicamente superior, porque los supuestos beneficios más importantes del sistema y su alta productividad están ahora en tela de juicio.
En primer lugar, en ámbitos donde el modelo ha operado por un largo período, hay pruebas de que la producción está disminuyendo. Este es uno de los factores que llevó al responsable de la oficina regional de la FAO para Asia y el Pacífico, Obaidullah Khan, a concluir que es necesario apartarse del modelo de la Revolución Verde y hacer una transición hacia formas de agricultura ecológica y socialmente sustentables. En una entrevista de setiembre de 1993, Khan manifestó que en Asia, los sistemas de cultivo de arroz utilizados en la Revolución Verde constituyeron un proceso de decadencia y es necesario un nuevo paradigma tecnológico para producir más. Según él, hay ahora pruebas suficientes de que el modelo de la Revolución Verde lleva al uso intensivo de recursos y a generar gran cantidad de desperdicios, lo cual no es sustentable por los costos crecientes y la caída de la producción. Cada vez hay más escasez de microelementos en el suelo debido al uso intensivo de fertilizantes minerales, mientras que la constante y elevada dependencia de plaguicidas tampoco es tecnológicamente sustentable.
Khan reveló que estadísticas recientes han demostrado una caída productiva que oscila entre 1 y 3% por año en algunos predios que utilizan la técnica de la Revolución Verde, situación que fue descrita como "receta para el desastre dentro de una generación" por el funcionario regional de la FAO para el control integrado de plagas, Peter Kenmore.
Lo sucedido con algunos de los experimentos agrícolas mejor administrados aumenta el pesimismo. Un reciente artículo de International Agricultural Development informa que en ensayos realizados en el terreno en el International Rice Research Institute (IRRI) de Filipinas, variedades que tenían un rendimiento de 10 toneladas por hectárea en 1966, están rindiendo menos cada año y ahora producen menos de 7 toneladas por hectárea. Los científicos del IRRI atribuyen la disminución al desgaste ambiental, el cual no puede ser superado en las tierras de cultivo de arroz con riego artificial. Los cambios perjudiciales comprenden una reducción en el período en el cual el suelo está seco, la sustitución de fertilizantes orgánicos por inorgánicos y mayor uniformidad en las variedades de cultivo. Estos factores son todos componentes intrínsecos del sistema.
En segundo lugar, hay cada vez mayor conciencia de que la productividad supuestamente alta de la Revolución Verde es, en el mejor de los casos, una burda exageración y, en el peor, un mito equivocado. En sus estudios pioneros sobre la Revolución Verde, la científica india Dra. Vandana Shiva demostró cómo los costos ocultos del modelo (en términos de subsidios para insumos e infraestructura, y perjuicio para la ecología y la salud) no han sido tenidos en cuenta. Además, el método utilizado para comparar los rendimientos relativos de los sistemas tradicionales y los de la Revolución Verde son sesgados: exageran los resultados de la Revolución Verde y subestiman a la producción tradicional. Este análisis es también compartido por Khan, de la FAO, quien en una entrevista estuvo de acuerdo en que los beneficios aparentes de la agricultura de monocultivos (donde solamente se planta un cultivo, como en los métodos de la Revolución Verde) habían sido sobreestimados, mientras que la productividad de las variedades cultivadas tradicionalmente había sido subvaluada. En la comparación de los dos sistemas, el método habitual es medir solamente los rendimientos de un cultivo único (por ej. arroz) y también solamente un único componente del cultivo (es decir el grano) y no dar cuenta del valor de otros productos (como otros granos, legumbres, frutas, etc.) y otros recursos (como uso de las vainas para forraje y fertilizante, etc.) en las mismas regiones del sistema tradicional, que dejaron de existir o se redujeron con el régimen de monocultivos. Usando los cálculos adecuados, la producción total del sistema tradicional se reflejaría mucho más precisamente, y esta eficiencia sería mejor apreciada, mientras que las afirmaciones realizadas con respecto a la Revolución Verde deberían ser reconsideradas.
Dada la creciente aceptación de la necesidad de apartarse del modelo de la Revolución Verde, es obvio que en una revisión de las políticas de ayuda, se debería tener especial cuidado de asegurar que no se repitan los mismos errores. Por ejemplo, inclusive existiendo mayor conciencia de los límites y retrocesos que representa la Revolución Verde para Asia, no se debería extender el modelo a los países de Africa, citando irónicamente su éxito en Asia y sin mencionar sus enormes problemas.
Una nota de precaución sobre Ayuda y Biotecnología
Con la desilusión instalándose en la Revolución Verde, en la búsqueda de una mayor producción parece que la ayuda para investigación agrícola y posiblemente para proyectos está siendo transferida ahora a las biotecnologías. La corrida potencial de los otorgantes de ayuda hacia la biotecnología se corresponde con la enorme cantidad de recursos aplicados a la investigación biotecnológica por parte de compañías comerciales, universidades y fundaciones privadas de investigación. Es necesaria una mayor precaución al respecto, ya que los supuestos beneficios de la ingeniería genética distan mucho de haber sido comprobados y existen cada vez más pruebas de riesgos reales y potenciales.
En una reciente declaración, un grupo internacional de científicos señaló las fallas del paradigma de la ingeniería genética, demostrando porqué es imposible prever las consecuencias de transferir un gene de un tipo de organismo a otro en una gran cantidad de casos. Esto pone en tela de juicio el valor de los cultivos genéticamente manipulados. Además, los organismos genéticamente manipulados (y especialmente los microorganismos) pueden migrar, mutar, multiplicarse y ser transferidos a otros organismos y especies y, en algunos casos, la estabilidad de los organismos y ecosistemas afectados podría verse distorsionada y amenazada.
Según la declaración de los científicos, la mayoría de los riesgos en agricultura radica en algunos cultivos transgénicos, que podrían convertirse en malezas nocivas, y otros podrían convertirse en un conducto a través del cual nuevos genes pueden trasladarse a especies silvestres, que a su vez podrían convertirse en malezas. Estas nuevas hierbas podrían perjudicar los cultivos agrícolas y los ecosistemas naturales. De forma semejante, peces, mariscos e insectos genéticamente manipulados podrían convertirse en plagas en ciertas condiciones. También existe la posibilidad de que nuevas variedades de virus den lugar a nuevas enfermedades en las plantas. Es de particular preocupación el riesgo de que los cultivos transgénicos podrían representar una amenaza para las plantas silvestres y las variedades de cultivos tradicionales y acelerar así el proceso de pérdida de biodiversidad agrícola, especialmente en los países en desarrollo que son los centros mundiales de origen y diversidad de cultivos.
Otro informe de un grupo de expertos independientes, "Bioseguridad: Conclusiones Científicas y la Necesidad de un Protocolo", de julio de 1995, (ver el tema de tapa en la "Revista del Sur" Nº 54), brinda detalles de recientes conclusiones sobre graves amenazas potenciales. Estas comprenden la posibilidad de que ciertas bacterias genéticamente manipuladas maten, sin que sea ésa la intención de la manipulación, a organismos del suelo, reduciendo así la provisión de nutrientes a plantas y amenazando su supervivencia; la rápida transferencia de transgenes entre la colza (manipulada para ser tolerante a herbicidas) a una maleza natural emparentada; y la supervivencia y extensión de organismos genéticamente manipulados fuera del confinamiento.
Este informe y la declaración de los científicos refuerzan las conclusiones de otros científicos y grupos ambientales de que la transferencia a países en desarrollo de proyectos o experimentos relacionados con la ingeniería genética podría ser de riesgo, por lo menos hasta tanto se establezcan normas de seguridad en estos países. Existe también una preocupación muy justificada de que el desarrollo de las nuevas biotecnologías desarrolle productos alimenticios que desplacen las materias primas de exportación tradicionales del Sur.
Una consulta de expertos organizada en setiembre de 1993 por la FAO en Asia, y en la que participaron importantes funcionarios gubernamentales y de ONGs, exhortó a un cese de la introducción de productos genéticamente manipulados en la agricultura hasta que se establezca una adecuada capacidad para evaluar los efectos ambientales, sanitarios y socioeconómicos. También propusieron que la FAO ayude a crear un mecanismo que "asegure que no hay transferencia de experimentos, investigación y productos de ingeniería genética riesgosos a los países en desarrollo".
Asimismo, en el marco de la Convención de Biodiversidad, los países en desarrollo del Grupo de los 77 y China, propusieron en forma unánime que se establezca un protocolo de bioseguridad internacional jurídicamente obligatorio según la Convención, en reconocimiento de los riesgos potenciales de la ingeniería genética. Muchos países desarrollados están ahora a favor de ese protocolo, las negociaciones del mismo se encuentran en curso en este momento. En atención a lo que antecede, los organismos de ayuda técnica no deberían ceder a la tentación de canalizar muchos recursos para el desarrollo de las nuevas tecnologías como una nueva panacea tecnológica para rendimientos rápidamente crecientes en países en desarrollo. Hacerlo significaría que las lecciones de la Revolución Verde no se aprendieron y que los países en desarrollo enfrentarían nuevas amenazas a la ecología y a la seguridad.
¿Cambio de paradigma hacia la "agricultura sustentable"?
¿Hacia dónde debería ir entonces el flujo de la ayuda y los recursos humanos? Si los responsables políticos hablan en serio acerca de lograr "sustentabilidad" en la agricultura, deberían dar prioridad al respaldo a la investigación y a los proyectos sobre prácticas agrícolas y sistemas ecológicos de base comunitaria. Hasta ahora, se han puesto a disposición a esos efectos relativamente pocos recursos.
Como se señalara anteriormente, el valor y la productividad de la agricultura tradicional del Tercer Mundo han sido subestimados debido a una metodología de evaluación errónea utilizada para compararla con el modelo de la Revolución Verde. Se deberían patrocinar estudios para comprender los muchos tipos de métodos de agricultura ecológica de bajos insumos, tanto tradicionales como modernos. Esos estudios deberían comprender: análisis de su funcionamiento, eficiencia energética, uso de insumos, producción de todo topo de cultivos, productos y actividades diferentes y relaciones entre ellos y la naturaleza y uso de diversidad agrícola.
Los estudios deberían incorporar los diversos problemas encontrados en la práctica (como la falta de abono orgánico, control de plagas, administración del agua), y los métodos para resolverlos. Existe una premisa preponderante de que si bien la "agricultura sustentable" puede ser buena para preservar el medio ambiente, es inferior y extremadamente inadecuada en términos de productividad y por lo tanto no se puede confiar en ella para alimentar a la creciente población. Esta premisa podría constituir en realidad un prejuicio, puesto que existen pruebas de que la agricultura ecológica puede ser también de alto rendimiento, de hecho de mayor rendimiento que el método de la Revolución Verde.
Con respecto a la India, Vandana Shiva cita los estudios del eminente científico especializado en arroz, Dr. Racharia, quien demostró que las variedades indígenas son de mayor rendimiento, teniendo en cuenta los insumos necesarios y la producción de muchos agricultores tradicionales "son iguales o superiores a los límites mínimos fijados para el alto rendimiento y estos métodos de cultivo merecen mucha atención". La Dra. Vandana Shiva concluye: "India es un centro Vavilov de diversidad genética de arroz. Aparte de esta asombrosa diversidad, los campesinos y grupos tribales indios han seleccionado y mejorado muchas variedades nativas de elevado rendimiento. En el Sur de la India, el rendimiento de las parcelas semiáridas de Deccan, ascendió a 5.000 kg/há en buenas condiciones de riego. Con abono intensivo, podían alcanzar una producción todavía superior."
En Filipinas, país donde tiene sede el IRRI y se aplica la Revolución Verde, se están llevando a cabo diversos experimentos de agricultura sustentable por parte de agricultores, científicos y grupos ambientales. En un seminario regional de la FAO sobre agricultura sustentable de 1993, el científico agrónomo filipino Nicanor Perlas, del Centro para Alternativas de Desarrollo, presentó estudios de casos de establecimientos agrícolas filipinos donde se cultivan vegetales y arroz con éxito utilizando métodos ecológicos. En el conjunto más importante de establecimientos adyacentes que totalizan 1.000 hectáreas, donde se está utilizando el método de agricultura biodinámica, hubo un aumento del rendimiento de 50-100% y un aumento del ingreso neto para los agricultores que osciló entre 200 y 270%, en comparación con el método convencional (Revolución Verde). Se están realizando esfuerzos para "ampliar" la aplicación de la agricultura ecológica a macro-escala, con la participación de muchos miles de agricultores y hectáreas.
Según Perlas, las lecciones de los estudios de casos son que la agricultura sustentable puede practicarse a gran escala; los rendimientos no necesariamente disminuyen sin el uso de fertilizantes químicos y plaguicidas, y es posible una transición rápida (inclusive inmediata) de la agricultura con químicos a la agricultura sustentable, si se siguen los principios técnicos correctos.
También en Filipinas, el grupo MASIPAG (alianza de agricultores y científicos universitarios) ha estado al frente de un método sustentable de cultivo de arroz que no utiliza químicos y utiliza semillas (desarrolladas en sus estaciones de cultivo) que son adecuadas para las condiciones meteorológicas particulares de la región. Hacia 1993, el método del grupo fue utilizado en 4.200 hectáreas extendidas en más de 23 provincias. El rendimiento promedio de MASIPAG por hectárea fue de 4 a 5 toneladas de arroz (que oscilaban las más bajas en 3,5 toneladas y las más elevadas en 8 toneladas), en comparación con un promedio nacional general de 2,7 toneladas y el promedio nacional de 3,5 toneladas en campos de cultivo de arroz con riego artificial y aplicación de fertilizantes. Hay muchos otros ejemplos de agricultura ecológica de éxito y de alto rendimiento en diversas regiones del mundo. No obstante, todavía es mínima la fracción de ayuda agrícola (ya sea en investigación o en proyectos) que se aplica a estudiar o promover estos métodos.
Una reorientación de los programas de ayuda en el sector agrícola deberían por lo tanto dar la mayor prioridad a:
- Investigación y reconsideración del concepto y medición de la productividad agrícola, dando un debido reconocimiento al valor de la agricultura tradicional y ecológica y permitiendo una comparación científica con los métodos convencionales de la Revolución Verde.
- Investigación de sistemas de agricultura sustentable, su funcionamiento e interrelaciones dinámicas, sus problemas y soluciones a los mismos.
- Respaldo a experimentos de agricultura sustentable, establecimientos agrícolas de prueba y de demostración.
- Respaldo a programas de capacitación para agricultores, funcionarios de dirección y de extensión y ONGs de agricultura sustentable.
- Respaldo a programas de agricultores y programas de gobierno para la instrumentación de agricultura sustentable, a ser incorporados finalmente a gran escala.
- Respaldo a agricultores, grupos comunitarios y gobiernos para el establecimiento de bancos de semillas comunitarios para reavivar y promover el uso de variedades tradicionales, respaldo al posterior intercambio de semillas entre agricultores y mejoramiento de variedades de semillas utilizando los métodos de cultivo tradicionales y apropiados.
Desde la CNUMAD, celebrada en 1992, ha habido en principio acuerdo en la necesidad de efectuar una transición de la agricultura perjudicial para el medio ambiente hacia una agricultura sustentable. Sin embargo, si bien ha habido un creciente interés y conciencia de la agricultura ecológica, los organismos de ayuda y los organismo técnicos internacionales de agricultura no han adoptado medidas efectivas para reducir gradualmente la agricultura basada en productos químicos ni para promover la agricultura sustentable.
Es necesaria una gran dosis de compromiso por parte de estos organismos. Necesitan aplicar sus recursos en el mismo lugar donde han ubicado su retórica, y adoptar las medidas mencionadas, como mínimo para que se pueda lograr una mayor comprensión científica de la agricultura sustentable y entonces se podrá lograr un cambio de paradigma a nivel político. Un cambio de política es importante, puesto que la agricultura sustentable actualmente continúa a nivel de anécdotas y estudios de casos. La tendencia en su contra está muy arraigada, de manera que los responsables políticos todavía siguen tras nuevos milagros tecnológicos para alimentar al mundo, pese a que los elementos esenciales para la sustentabilidad y la productividad ya están presentes y tienen que ser redescubiertos: la sabiduría nativa de las comunidades de agricultores y la amplia diversidad de los recursos de la naturaleza.
Ajuste Estructural, la OMC, y la Globalización: Cambio de Fundamentos Económicos.
La cooperación internacional se está escabullendo de la agenda, y la globalización basada en la sujeción a las llamadas "fuerzas de mercado" se ha colocado en el centro de la misma. Sus características comprenden el desgaste de los procesos decisorios nacionales avasallados por las decisiones políticas de organismos internacionales como el Banco Mundial, el FMI y la Organización Mundial de Comercio; la reducción de la función del gobierno; el énfasis en basar las políticas en el "logro de los precios correctos"; el retiro de subvenciones, la desreglamentación, la privatización; liberalización de importaciones e inversiones extranjeras. Paradójicamente, frente a esta tendencia "liberalizadora", hay también una ampliación obligatoria de la protección a los derechos de propiedad intelectual de las compañías, lo cual contribuye a una mayor monopolización de la tecnología e impide su transferencia hacia el Sur.
La primera ola de "globalización" de las políticas agrícolas vino con la estabilización y los programas de ajuste estructural que aproximadamente 80 países en desarrollo debieron aceptar como parte de las condiciones para renegociar su deuda externa. Es típico que la estructura política y los programas sean resueltos por las instituciones financieras internacionales con sede en Washington, y los países endeudados tienen muy poco que decir en la decisión de los mismos. En agricultura, el programa del ajuste habitualmente incluía recortes de los gastos del gobierno en el sector agrícola y rural; privatización de las instituciones de comercialización del estado; liberalización con miras a la privatización de la propiedad de la tierra; liberalización de las importaciones agrícolas, remoción o reducción de las subvenciones agrícolas, "liberalización" de los precios de los alimentos y otros precios de productos agrícolas. Continúa el debate sobre si las políticas han sido beneficiosas para la agricultura y sobre su impacto sobre la pobreza y la distribución del ingreso.
Sin embargo, hay una preocupación generalizada de que la población rural haya compartido los efectos adversos sociales generales causados por los enérgicos recortes del gobierno en salud, educación y otros servicios sociales y de bienestar, así como la deflación general de la economía en muchos países. Esto ha llevado a un descontento general del público, y también al malestar generalizado en muchos países que atraviesan el ajuste y a la oposición de diversas organizaciones populares y ONGs tanto en el Sur como en el Norte. En la Cumbre Mundial de Desarrollo Social (marzo de 1995) y sus reuniones preparatorias, la insatisfacción manifestada por los gobiernos de los países en desarrollo por el ajuste estructural fue uno de los principales rasgos característicos. La Declaración de la Cumbre de Copenhague reconoció como uno de los puntos débiles de los programas de ajuste estructural la despreocupación por los aspectos del desarrollo social; los dirigentes políticos se comprometieron (en el Compromiso 8) a asegurar que los programas de ajuste estructural "incorporen objetivos de desarrollo social, en particular la erradicación de la pobreza, la promoción de pleno empleo productivo y el mejoramiento de la integración social", así como la protección de los pobres frente a reducciones presupuestales.
Como parte de la liberalización y privatización, la propiedad de la tierra está pasando de los pequeños propietarios rurales a las compañías privadas, incluidas las empresas extranjeras. En India, se solicita a los gobiernos estatales que cambien las leyes de máximo de adquisición de tierras (que habían sido introducidas antes como parte de la reforma agraria) para permitir que el sector empresarial adquiera vastas extensiones de tierra. El énfasis en la plantación de cultivos comerciales ha pasado millones de hectáreas de producción de alimentos a la producción de oleaginosos y hortalizas. Hay una transición de la política anterior que protegía la agricultura a la protección de la propiedad extranjera: Cargill y PepsiCo iniciaron actividades en la India a efectos de producir semillas para cultivos comerciales, y han enfrentado gran resistencia de los agricultores. La Ronda Uruguay del GATT recién finalizada va a tener repercusiones todavía más importantes que el ajuste estructural en la agricultura del Tercer Mundo. El sector agrícola antes no estaba comprendido en las disciplinas del GATT. El acuerdo sobre Agricultura de la Organización Mundial de Comercio abarca tres áreas principales: mejorar el acceso a los mercados para las importaciones, reducir el respaldo interno; y reducir las subvenciones a las exportaciones. En acceso a los mercados, se solicita a los países que eliminen las barreras no arancelarias (es decir los contingentes de importación, los precios mínimos de importación, el otorgamiento de licencias discrecionales, medidas comerciales estatales) y los conviertan en equivalentes arancelarios, y que los aranceles sean reducidos en un 36% en los países desarrollados y 24% en los países en desarrollo. También debería haber para 1995 un acceso mínimo de las importaciones equivalente a un 3% del consumo interno de 1986-88, aumentando a 5% para fines del período de implementación.
Algunas concesiones
Para las políticas de apoyo interno, el nivel total del respaldo otorgado en el período 1986-88 deberá reducirse un 20% en los países desarrollados y 13,3% en los países en desarrollo. Con respecto a subsidios de exportación, debe haber una reducción del 21% (por volumen de exportaciones) y 36% (por valor de gastos en subvenciones); estas reducciones son en base a productos específicos.
Este acuerdo tiene algunas concesiones para países en desarrollo. El plazo para cumplir los compromisos de los países en desarrollo es de 10 años (2004) en comparación con seis para los países desarrollados (2000). Los países menos adelantados no deben hacer reducciones. Con respecto a las políticas de apoyo interno, los países en desarrollo han recibido un tratamiento diferencial y especial en el Acuerdo, tienen permitido: a) comerciar existencias de seguridad alimentaria a precios administrados; (b) distribuir ayuda alimentaria interna subvencionada a los pobres; (c) dar subvenciones de inversión y subvenciones a insumos agrícolas para agricultores pobres. Asimismo, hay disposiciones especiales que reconocen los efectos perjudiciales de los precios esperados más altos de los alimentos en países en desarrollo importadores de alimentos y disponen que haya una compensación a través de ayuda alimentaria, ayuda técnica para elevar la productividad agrícola y posiblemente ayuda de corto plazo para financiar importaciones comerciales normales. Pese a estas concesiones, muchos países en desarrollo es probable que sufran perjuicios.
Un estudio reciente de la FAO sobre el impacto de la Ronda Uruguay sobre la agricultura concluyó: "La Ronda Uruguay ... afectará adversamente las cuentas de importaciones agrícolas de todas las regiones de países en desarrollo y elevará las exportaciones en menor medida. Aparte de los precios más altos y los cambios de la participación en el mercado hacia países exportadores más eficientes, la Ronda Uruguay aumentará las cuentas de importación de alimentos debido a la reducción de los subsidios a las importaciones en esos productos, y llevará a una considerable caída del valor de los acuerdos de comercio preferencial" También concluye que la Ronda "solo representa una reducción parcial del proteccionismo" en agricultura y, a pesar de los efectos positivos de la ronda, habrá un enlentecimiento en el crecimiento del comercio agrícola mundial hacia el año 2000, el cual constituirá "una contrariedad para los países agrícolas exportadores".
Un estudio reciente, "Agricultura en la Ronda Uruguay", encargado por la WWF International, cuestiona la afirmación de que la combinación de recortes de los subsidios agrícolas y la liberalización de las importaciones que está siendo aplicada por los gobiernos del Norte (como parte de sus compromisos en la OMC) detendrá el ciclo de producción excesiva y el dumping de exportaciones que había traído el tema de la agricultura a la agenda del GATT. Los productores de los países en desarrollo van a continuar enfrentando en los mercados locales la competencia de importaciones subvencionadas, con consecuencias perjudiciales para sus medios de subsistencia. Los exportadores también habrán de seguir compitiendo entre ellos en mercados mundiales donde los precios están artificialmente deprimidos por las exportaciones subvencionadas de la UE y Estados Unidos.
El informe, cuyos autores son Kevin Watkins y Michael Windfuhr afirma que este fracaso en el tratamiento de los problemas interrelacionados de la excesiva producción y el dumping exportador tiene graves consecuencias para los países en desarrollo de ingreso medio: tienen que reducir el apoyo interno y renunciar al control de las importaciones sobre la base del supuesto no cumplido de recortes reales en la producción de los países desarrollados, los cuales es improbable que se materialicen. Las normas más estrictas acordadas en todo el resto del paquete de la Ronda Uruguay, si bien benefician a los exportadores de productos agrícolas, también pueden hacer más difícil que los países en desarrollo protejan a sus agricultores y sistemas agrícolas.
Graves consecuencias
El informe arriba a la conclusión de que, como resultado, algunos países en desarrollo van a enfrentar más dificultades para mejorar la seguridad alimentaria y la sustentabilidad ambiental. Pese a que es difícil evaluar qué países y comunidades se van a ver afectados, en general "una mayor apertura de los mercados internos en algunos países en desarrollo, con precios de mercado mundiales todavía deprimidos, reducirá el ingreso de muchos pequeños productores e inclusive sus oportunidades de mantenerse en la producción. El tratamiento del tema alimentos en estas disciplinas del GATT orientadas al mercado no tiene en cuenta los objetivos preponderantes de seguridad alimentaria, tales como el acceso de hogares pobres a alimentos, ingreso y oportunidades de empleo. Asimismo, soslaya el fracaso de los mecanismos de mercado en disponer una efectiva administración de los recursos ambientales."
Otro aspecto de la OMC, el acuerdo sobre derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (TRIPs), tendrá también graves consecuencias para los derechos de la agricultura y los agricultores del Tercer Mundo. Exige que los gobiernos costeen la protección de patentes para microorganismos y los procesos biológicos en los que éstos participan, los cuales incluyen los procesos de ingeniería genética, y animales y plantas genéticamente manipulados. También exige que los derechos intelectuales sobre variedades de plantas sean protegidos, ya sea a través del otorgamiento de patentes o a través de un "efectivo sistema sui generis de protección". Esto plantea las preocupaciones de que el conocimiento de los agricultores del Tercer Mundo y de las comunidades indígenas, que ha contribuido en forma importante en el desarrollo de cultivos, así como el uso de plantas, no va a ser reconocido legalmente, mientras que las compañías de recursos genéticamente manipulados van a ser injustamente recompensadas. Los países del Sur tendrían entonces que adquirir productos biotecnológicos a precios elevados (que son facilitados por la protección de patentes) aun cuando son el origen de los recursos biológicos (y del conocimiento de su utilización ) usado en biotecnología. Es probable que esto conduzca a un precio más alto de las semillas y de los productos alimentarios en los países en desarrollo. Hay una oposición generalizada, inclusive de las organizaciones de agricultores de la India y Filipinas, al acuerdo TRIPs.
Conclusiones
El sector agrícola tiene funciones múltiples en los países en desarrollo: ayudar a garantizar la seguridad alimentaria, respaldar el desarrollo rural, brindar recursos para el sustento y los adecuados ingresos de una mayoría de personas, y hacerlo sin destruir la base ambiental. Hay entonces dos componentes vinculados inextricablemente, sociales y ambientales, con la sustentabilidad agrícola.
El desgaste del espíritu y las prácticas de cooperación internacional, especialmente entre Norte y Sur, está teniendo graves repercusiones en la agricultura y el desarrollo rural de los países en desarrollo. La erosión es más evidente en la disminución de la ayuda. Sin embargo, el proceso de globalización facilitado por el ajuste estructural, la Ronda Uruguay y la OMC, puede tener consecuencias todavía más serias.
Existe una urgente necesidad de revertir la corriente conservadora del Norte, y reconstruir un compromiso de diálogo y cooperación Norte-Sur que conduciría finalmente a una mayor ayuda, mejores condiciones comerciales para el Sur y un mayor equilibrio en las relaciones y estructuras económicas mundiales.
Mientras tanto, se puede comenzar inmediatamente una reforma del contenido de la ayuda y mejorar su calidad, especialmente en agricultura y desarrollo rural. Asimismo, los gobiernos, los movimientos sociales y las ONGs de los países en desarrollo deberían unirse más efectivamente para defender sus intereses en las negociaciones internacionales e instituciones como los organismos de Bretton Woods, la OMC y las Naciones Unidas.
(*) Martin Khor es director de investigaciones de la Red del Tercer Mundo/Third World Network.
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