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Estados Unidos


No. 56 - Mayo 1996

Ahora China es la "mala del mundo"

por Jim Lobe

La Guerra Fría y la confrontación con la Unión Soviética han quedado atrás, pero los políticos y estrategas estadounidenses necesitaban descubrir un "nuevo enemigo", algo que los imperios siempre utilizan para justificar su dominación, y que parecen haber encontrado ahora en la figura milenaria y misteriosa de China.

Más de seis años después de la caída de la Unión Soviética y el final de hecho de la Guerra Fría, Estados Unidos encontró un nuevo malo en el mundo: China. A juzgar por la cantidad de artículos de periódicos, simposios y preguntas de prensa dedicados a los vínculos sino-estadounidenses de los últimos meses, Beijing parecer ser el candidato más fuerte para sustituir a Moscú como mayor amenaza a largo plazo para la seguridad de Estados Unidos, eclipsando incluso a los fundamentalistas islámicos y otros demonios surtidos que se han convertido en el producto principal de la cultura popular estadounidense.

La lista de supuestos pecados cometidos por la República Popular es larga y va en aumento.

Lista de los "pecados"

Comienza con los antecedentes de Beijing en materia de derechos humanos desde la represión del movimiento democrático de junio de 1989 y se extiende hasta la sentencia de 14 años de prisión dispuesta a fines del año pasado para el disidente más famoso, Wei Jingsheng.

En comercio, China es considerada responsable no solamente del déficit comercial bilateral de 37 mil millones de dólares que padece actualmente Washington, sino también de lo que se describe aquí como flagrantes violaciones del acuerdo que ya cumplió un año en la protección de los derechos de las compañías estadounidenses en China.

Al mismo tiempo, la belicosidad de China en el Mar del Sur y sus recientes amenazas a Taiwán han desencadenado la indignación entre los formadores de opinión y algunos legisladores influyentes quienes han comenzado a atacar al gobierno del Presidente Bill Clinton por no dejar en claro que un ataque contra Taiwán obligará a Washington a tomar represalias.

Más recientemente aún, informes de inteligencia que manifiestan, en contrario de afirmaciones anteriores, que China ha estado vendiendo tecnología nuclear y misiles a Irán y Pakistán, confirman a muchos observadores la convicción de que Beijing continúa siendo una potencia deshonesta en cuya palabra no se puede confiar.

Informes de que China recibirá pronto 72 aviones de guerra de Rusia han dado pábulo a la impresión de que China está comprometida en una importante concentración de armas, diseñada para proyectar su poder a gran distancia de sus costas.

Todo esto ha avergonzado a Clinton quien, desde setiembre de 1993, ha seguido una línea de conducta de "compromiso integral" con Beijing. La hipótesis subyacente era que las zanahorias funcionarían mejor que el palo para obtener una cooperación más estrecha de Beijing con Washington en una serie de temas.

Comercio y DDHH

Ese cambio de política condujo a la decisión adoptada en mayo de 1994 de "desvincular" el tratamiento comercial preferencial de los antecedentes del país en materia de derechos humanos. La decisión fue provocada fundamentalmente por la presión de las compañías multinacionales estadounidenses que se preocupaban de que mezclar derechos humanos y relaciones comerciales podría menoscabar la capacidad de competir por el mercado más rápidamente creciente del mundo.

Ahora, casi dos años después, esas mismas compañías son casi las únicas voces que respaldan la política.

Inclusive el prominente Senador de la mayoría del Senado, Robert Dole, que respaldaba la versión del ex-presidente George Bush de compromiso luego de la Masacre de Tiananmen, se está preparando para hacer de esto un importante tema de su campaña.

Dole, que está al frente de la carrera Republicana para desafiar a Bill Clinton por la presidencia en noviembre, pero que sufrió un traspié en la elección primaria de New Hampshire (donde triunfó Patrick Buchanan, que lleva adelante una demanda populista de restricciones comerciales), se espera que se alinee muy pronto detrás del creciente grupo de legisladores que favorecen enérgicas sanciones comerciales contra China para castigarla por sus pecados.

Pero los Republicanos no están solos. Especialistas en China prácticamente de toda clase e ideología están atacando al gobierno por ser, en el mejor de los casos, tan carente de personalidad en la política con respecto a China. Dicen que Clinton dio a Beijing la impresión de que el interés de Washington por asegurar acceso al mercado de China prevalecerá sobre cualquier otra consideración política.

"Compromiso integral", según el columnista de política exterior del Washington Post, Jim Hoagland, "es una política fracasada que (el gobierno) siente que no puede abandonar".

Descompromiso selectivo

Insta en cambio a Clinton a una política de "descompromiso selectivo" en la cual la Casa Blanca se comprometa a "un inequívoco apoyo militar a Taiwán" frente a las amenazas chinas y abandone el "falso argumento de que una fuerte relación comercial es la mejor oportunidad de Estados Unidos para moderar el comportamiento político chino y traer la democracia a China".

Esta posición ha sido respaldada por otras personas. En un reciente artículo del semanario The Nation, el académico especializado en China Orville Schell protestaba acerca de la "indecisión crónica" de Washington y exhortaba a una política de "amor severo". Expresaba que se debería asegurar a Beijing que Washington no está buscando "contener" a China o coartar sus "aspiraciones legítimas". Al mismo tiempo, Washington debe dejar en claro que tiene intereses propios, los cuales va a defender.

Los Estados Unidos deben entender por sí, según Schell, que "China no está jugando a resolver problemas (con los Estados Unidos), sino a ganar".

"Si bien la firmeza de Washington puede en el corto plazo parecer una amenaza para 'la relación', podría en realidad terminar siendo su salvación", según Schell.

Otros consideran que el conflicto es inevitable

Jonathan Clarke, un ex diplomático británico, ahora con el conservador instituto Cato, afirma que China es hoy "ominosamente reminiscente de la Alemania de Kaiser Wilhelm en su avance hacia el poder mundial". Un país "en este estado de mente", escribía en Los Angeles Times hace poco, "es un animal muy peligroso". Esta noción fue respaldada por Richard Solomon, importante especialista del gobierno de Bush, quien asombró a una audiencia en la Fundación derechista Heritage en noviembre, prediciendo que, dadas las actuales tendencias, "en el plazo de una década, es probable que estemos de nuevo en una confrontación militar con la República Popular China".

(Fuente: TWN/IPS)






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