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Energía Nuclear


No. 57 - Junio 1996

CHERNÓBIL/TURQUÍA

"Un poco de radiación es buena para usted"

Uno de los países afectados casi de inmediato por el accidente de Chernóbil fue Turquía. La demencial actitud que asumieron las autoridades y algunos medios de comunicación masiva se ve reflejada en la siguiente síntesis de un artículo -publicado en INDEX on Censorship- y firmado por el periodista Umit Ozturk.

Una semana después del desastre de Chernóbil, los periodistas turcos -aún afectados por los cinco años de gobierno militar y con demasiadas precauciones para profundizar en el tema- se confinaron a sí mismos a la simple reproducción de lo que publicaban los medios extranjeros.
El general convertido en presidente Kenan Evren, junto al recién electo primer ministro Turgut Ozal, llamaron a la calma a la población y desalentaron cualquier investigación por parte de la prensa nacional, sobre la base de que Chernóbil estaba muy lejos y el país no corría riesgos de contaminación.

El 5 de mayo, los medios extranjeros informaron del arribo el día anterior de nubes y lluvia radiactivas sobre la región del Mar Negro, al norte del país. Los encabezados de alerta roja en la prensa sumieron a la nación en el pánico total. Sin ninguna orientación técnica ni medidas sugeridas por las autoridades, la población adoptó sus propios métodos profilácticos para tratar con la contaminación radiactiva: cocinar muy bien la carne y filtrar la leche con tejidos finos.

Después de semanas de alarma pública, el ministro de Industria y Comercio, Cahit Aral, efectuó una declaración pública en la cual negó oficialmente cualquier peligro de contaminación. Ahmet Yuksel Ozemre, director de la Institución Turca de Energía Atómica, y más tarde figura fundamental en la industria atómica del país, confirmó que no existían riesgos y llamó a la gente a "comer de todo sin temor".

Ateos y traidores

Mientras tanto, los cultivos de té y de avellanas -principales rubros de producción de la región del Mar Negro- estaban prontos para ser exportados.

Algunos comentarios críticos efectuados por un grupo de científicos, que aparecieron en medios de prensa, se encontraron con esta respuesta del ministro Aral: "Cualquiera que sostenga que la radiación proveniente de Chernóbil ha afectado a Turquía es un ateo y un traidor. ¿Por qué sabotear así nuestro turismo y nuestro comercio?".

Los medios de prensa más importantes fueron llamados a silencio por el gobierno, pero el Reino Unido envió de vuelta los cargamentos de té luego de detectar altos niveles de radiación. Meses después, en setiembre, Alemania y Holanda hicieron lo mismo con las exportaciones turcas de avellanas.

"Té radiactivo es más sabroso"

Durante los meses siguientes, las principales figuras del gobierno -desde el presidente al primer ministro- protagonizaron una farsa en los medios de prensa. Aparecían fotografiados bebiendo té, con titulares que afirmaban "Un poco de radiación es buena para usted".

"Bebo siete u ocho tazas de té por día... Nunca liberamos té contaminado para la venta... Incluso mi esposa bebe té diariamente", dijo el ministro Aral. "El té radiactivo es más delicioso, más sabroso", fue la afirmación del primer ministro Ozal.

Algunos diarios fueron más lejos: "¿Producen ciertos niveles de radiación un efecto afrodisíaco?".

La reacción científica

Indignados por la complacencia de la mayoría de sus colegas, algunos periodistas, como Sukran Ketenci del diario Cumhuriyet, y científicos como Inci Gokmen, hicieron públicos los hechos ocultados por el gobierno. El mensuario Bilim ve Sanat (Ciencia y Arte) dedicó un informe especial al tema e incluyó declaraciones del disidente profesor en energía nuclear Tolga Yarman y del periodista y académico Haluk Gerger.

Una reunión efectuada el 13 de febrero de 1987, en la que los científicos intentaron modificar las posturas oficiales, concluyó con el intento del gobierno de forzarlos a firmar una declaración suscribiendo la posición de las autoridades, que no dudaron en exigir la renuncia de los investigadores de sus cargos académicos.

Casi un mes después Gokmen y sus colegas publicaron en el popular diario Hurriyet el resultado de sus propios análisis sobre la leche, el té y otros productos básicos. Señalando que los niveles de radiación estaban muy por encima de los divulgados por el gobierno, el informe llamaba a las autoridades a iniciar una campaña pública para elevar los niveles de seguridad nacional sobre los riesgos de la radiación; impedir a las mujeres embarazadas o en período de amamantamiento así como a los niños la ingestión de té; detener las campañas de promoción del té radiactivo y eliminar los stocks remanentes.

Sin embargo, estos esfuerzos no tuvieron eco positivo por parte de las autoridades.

"Nos tomamos venganza"

Esto temas se sumieron en el olvido hasta fines de 1992, cuando el ex ministro Aral confesó durante un encuentro informal con la prensa que el gobierno había "ocultado los hechos y cifras sobre el impacto de Chernóbil en Turquía", y, en un pobre intento de justificación, agregó que "nos tomamos nuestra venganza con la Unión Soviética por la catástrofe de Chernóbil, exportando las avellanas contaminadas a Rusia". Aral también confirmó que los mismos frutos contaminados -un producto de lujo para la dieta media de los turcos- fueron distribuidos gratuitamente entre los soldados.

Estas revelaciones fueron seguidas, en enero de 1993, por la formación del Grupo para la Seguridad Social sobre Chernóbil. Sus esfuerzos por llevar ante la justicia a los funcionarios que habían censurado publicaciones sobre los hechos, dañado la salud pública y amenazado la libertad de expresión, se vieron frustrados por la inmunidad parlamentaria tras la cual aún se escudan muchos de los implicados.

(Fuente: INDEX on Censorship)






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