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Mujer


No. 58 - Julio 1996

BRASIL

Textos escolares en "la edad de piedra"

por Nelza de Oliveira

Relaciones arcaicas entre hombres y mujeres, no muy alejadas de las que predominaban en la época de la educación segregada por sexos, existen hoy en las escuelas brasileñas.

Así lo comprobó una investigación realizada por la Comisión Técnica de Educación del Consejo Estatal de los Derechos de la Mujer (CEDIM), de Rio de Janeiro, cuyo objetivo era la lectura crítica del conjunto de libros didácticos utilizados en este país, incluyendo los textos de las escuelas públicas del Estado.

El estudio se extendió a las aulas e incluyó a los profesores a quienes se observó para determinar si existía diferencia en el trato dado a alumnos y alumnas.

"La imagen de la mujer en los libros didácticos es totalmente estereotipada. La mujer es el ama de casa y la niña está siempre jugando con su muñequita, soñando con las hadas y esperando por su príncipe azul", afirma la profesora y socióloga Moema Toscano, quien acaba de publicar el libro "Igualdad en la escuela, prejuicios sexuales en la educación" y forma parte del equipo que efectuó la investigación.

Investigación pionera

Los primeros estudios hechos en Brasil referentes a la problemática de los prejuicios contra la mujer en la educación, datan de finales de los años 70, aunque los estudios feministas ya habían denunciado el contenido sexista de los textos didácticos desde finales de los 60.

Sin embargo, son una minoría los estados brasileños que cuentan con algún plan de trabajo en la esfera oficial o que han manifestado en la práctica alguna preocupación por el tema. Incluso en el Ministerio de Educación y de Deportes y el Consejo de Educación, donde se definen y ejecutan las políticas educativas del país, el tema es ignorado o, cuando mucho, tratado como un problema sin importancia.

La Comisión Técnica de Educación del CEDIM junto con la Secretaría Estatal de Educación han luchado desde 1987 por combatir la educación diferenciada en las escuelas de primaria y secundaria brasileñas.

"A pesar de las dificultades como falta de personal y trabas burocráticas, el equipo ha venido desarrollando un trabajo pionero que cuenta con el apoyo de los directores y jefes de núcleo. Esas personas han abierto las puertas de sus escuelas y facilitado el acceso a profesores y alumnos", relata Moema Toscano.

Hombres y mujeres de libro escolar

Para constatar la veracidad de la investigación realizada por el CEDIM, basta con ojear cualquier libro didáctico. Los hombres son presentados como jefes de familia, quienes mantienen económicamente el hogar y están empleados en trabajos productivos y más calificados. Del otro lado están las mujeres siempre cumpliendo roles domésticos, a veces auxiliadas por una empleada o por las hijas.

Cuando las mujeres trabajan fuera de la casa por lo general se trata de un empleo parcial que les permite atender los "deberes" de ama de casa o se ubican en profesiones tradicionalmente femeninas. El trabajo femenino es visto como una "ayuda" al marido.

Además, mientras los niños se presentan como exploradores y aventureros, encarnando personajes audaces y heroicos, las niñas lidian con ollas, cocinas y juegan a las muñecas y a las rondas. Las ilustraciones repiten el mismo contenido sexista. De acuerdo con la investigación, en promedio, sólo una tercera parte de las ilustraciones de los libros didácticos consultados se refieren a las niñas y cuando lo hacen es cumpliendo los roles ligados a la imagen tradicional de la mujer.

Aun las que muestran tendencias a un tratamiento más igualitario entre los niños y las niñas, registran una evidente inferioridad respecto al número de veces que "ellas" aparecen en relación a "ellos".

Negras cocineras

Moema cita algunos libros que tienen como agravante el asociar el estereotipo racial al sexual. Eso es evidente en frases del tipo: "La cocinera hace la comida", ilustrada con la foto de una negra a la orilla de la estufa. Otra de estas frases es "La nana es una negra buena. Ella pasó su vida cocinando para los demás". La socióloga resalta el poco respeto que muestran los autores de libros educativos a las recomendaciones dadas por la Organización de las Naciones Unidas para la eliminación de estereotipos en los textos escolares y en los materiales educativos en general, en el sentido de que se evite el uso de términos masculinos cuando nos queremos referir a personas de ambos sexos.

Con respecto a la actitud y expectativas de los profesores sobre la conducta de sus alumnos, la investigación también comprobó la misma óptica estereotipada. Aunque el 95 por ciento del magisterio está constituido por mujeres, los profesores se han sensibilizado muy poco en cuestiones de género.

Un mundo feliz

La imposición de normas disciplinarias distintas para unos y para otras confirma la idea según la cual los niños son "naturalmente" más rebeldes e inquietos. Las niñas a su vez son inducidas a un comportamiento más dócil y sumiso. Es común en los recreos de escuelas y colegios ver a los varones jugando en las espaciosas canchas deportivas, mientras que las niñas se ubican en pequeños espacios donde son estimuladas a conversar, jugar rondas, saltar la cuerda o cuando mucho ejecutar pasos de danza rítmica.

Mientras todo esto sucede "padres, profesores y alumnos están muy contentos de contar con una escuela tan atenta y tradicional a la división de los papeles entre niños y niñas que allí se preparan para la vida adulta", ironiza Moema.

En ese contexto, ¿qué sucede con los niños y las niñas que no calzan dentro de lo "normal"? "Ambos salen perjudicados. Si el niño es pasivo es mal visto y es motivo de burla por parte de los que no lo son. En cuanto a la niña que es agresiva o acomete otras actividades que no entran en su papel social también es mal vista y sufre el mismo proceso de rechazo porque esa sería una manifestación de masculinidad", afirma Moema.

Exito y frustración

La sicóloga Maria Cristina Dalmeida Marques, de 33 años se define como una atleta frustrada porque aunque demostró durante todo el tiempo que fue estudiante su capacidad para jugar baloncesto, sus padres nunca le permitieron que continuase en esa carrera deportiva al creer que ésta era una opción masculina.

"Ellos no me lo decían claramente. Justificaban la negativa del permiso a la carencia de dinero para costear ese deporte. Cuando la profesora de educación física resolvió apoyarme financieramente porque yo tenía talento, mis padres no me dejaron practicarlo. La presión hizo que yo desistiera de jugar baloncesto", recuerda la sicóloga.

Mejor suerte tuvo Marcelo Mourao Gomes, bailarín de 16 años, quien contó con el apoyo de sus padres -el abogado Haroldo Mourao Gomes y la periodista Maze Rio Negro- cuando a los cinco años de edad quiso ser matriculado en danza.

"Nosotros siempre lo estimulamos. Creo que el apoyo del padre fue fundamental para la superación de todo obstáculo pues en nuestra sociedad 'machista', se espera del padre, para este caso especialmente, la reprobación. Haroldo nunca se avergonzó, por el contrario, siempre estuvo orgulloso de manifestar que su hijo era bailarín", cuenta su madre. Marcelo ganó una beca en una de las más importantes escuelas de danza de Rio y en 1993 fue invitado a estudiar en The Harid Conservatory, un instituto estadounidense, ubicado en Boca Raton, Florida. Recientemente obtuvo un lugar destacado en el Prix de Lausanne, Suiza y ganó una beca para la Opera de París que se inicia a partir de setiembre próximo.

Masculinización del deporte

Según las investigaciones de CEDIM, los libros didácticos revelan una fuerte resistencia a la aceptación de la práctica deportiva femenina. La palabra atleta siempre se relaciona con lo masculino: "El atleta derribó el obstáculo", " A Flavio le gusta jugar baloncesto", etcétera. Las ilustraciones siguen el mismo paradigma.

En su tesis de maestría, presentada en 1988 en la Escuela de Educación Física y Deportes de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ), la profesora Suely Pereira Rosa, constata que no es por casualidad que en los Juegos Olímpicos los atletas brasileños han conquistado un total de 114 medallas, entre oro, plata y bronce, mientras que las atletas no ganaron ninguna.

Llama la atención al espacio reservado, en promedio, para el deporte femenino que no llega a un 10 por ciento en comparación con el masculino que se queda con más del 90 por ciento. Además, destaca que el Comité Olímpico Brasileño está constituido sólo por hombres.

La profesora Moema cree que un avance más significativo hacia la eliminación de una educación basada en los estereotipos sexistas debe ser una acción continua y contundente con los profesionales de la educación, incluidos profesores, orientadores, técnicos, sicólogos, asesores culturales, autores, ilustradores y editores de libros didácticos. Además de la concientización de los padres y del círculo familiar.

La especialista destaca la urgente necesidad de discutir nuevamente los currículos y programas desarrollados en las escuelas de formación adaptándolos a las nuevas exigencias legales en lo que se refiere al respeto y la discriminación de género y de raza como la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra las Mujeres, aprobada por la Organización de las Naciones Unidas en 1979.

(Fuente: SEM)






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