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Mujer


No. 58 - Julio 1996

ESTADOS UNIDOS

Acoso sexual: ¿la norma?

por Connie Stambush

Las obreras eran llamadas "putas", "perras" y "puercas" por los trabajadores y supervisores, y continuamente eran interrogadas acerca de sus preferencias o hábitos sexuales. Así transcurrían los días de las empleadas de la empresa japonesa Mitsubishi, ubicada en el estado de Illinois, hasta que 28 de ellas decidieron entablar lo que podría ser la demanda más grande de acoso sexual que jamás hayan presenciado los estadounidenses.

La acusación de 28 trabajadoras contra la empresa Mitsubishi podría costarle 10 millones de dólares a esta compañía fabricante de automóviles, si la Comisión de Igualdad de Oportunidades de Empleo de los Estados Unidos (EEOC, por sus siglas en inglés) prueba los alegatos.

La planta de la Mitsubishi, ubicada entre campos de trigo en una pequeña ciudad de Illinois, está acusada no sólo de hacer la vista gorda con respecto a las quejas de abuso sexual por parte de las trabajadoras, sino de promover un ambiente hostil hacia ellas.

Lo más atemorizante es que este tipo de ambiente se está convirtiendo en algo muy normal a lo largo de todo el país norteamericano. La EEOC envió un equipo de siete personas para entrevistar a casi 100 obreros de la Mitsubishi antes de entablar la demanda formal y lo que escucharon fue alarmante. Los alegatos de la comisión hablan de humillación. Más allá de los abusos verbales, las mujeres fueron atacadas físicamente pues los hombres de la fábrica no perdían oportunidad para tocarles las nalgas, los pechos y los genitales. Scott Summers, un miembro de ese equipo, dijo en un artículo publicado en el "International Herald Tribune" el pasado 3 de mayo, que algunos hombres admitieron abiertamente lo que habían hecho porque sintieron que no había nada malo en ello.

Crecen las denuncias

La EEOC es un organismo estatal que tiene a su cargo hacer respetar las leyes anti-discriminatorias en los centros de trabajo y en los colegios. Sus objetivos también son marcar las pautas e investigar las denuncias.

Sin embargo, el caso Mitsubishi no es un incidente aislado. En los Estados Unidos la tendencia a acosar sexualmente al sexo opuesto está aumentando. En 1989 la EEOC sólo recibió 5.623 denuncias, mientras que en 1994 esa cifra aumentó a 14.420. La EEOC define el acoso sexual como insinuaciones sexuales inapropiadas, comentarios verbales y/o contacto físico. El acosador puede ser hombre o mujer, supervisor, compañero de trabajo o alguna persona ajena a la empresa y no tiene que ser necesariamente del sexo opuesto.

Los especialistas coinciden en que una razón por la que podría estar aumentando el acoso sexual, es por el ingreso de mujeres a empleos tradicionalmente masculinos. Los hombres se sienten amenazados de que ellas les puedan quitar sus empleos. Con el incierto mercado laboral y el hecho de que las compañías les pagan menos a las mujeres por el mismo trabajo que realiza un hombre, estos temores no son del todo infundados.

Compensación y hostigamiento

En Estados Unidos hay dos categorías de acoso sexual: los casos de compensación y los de hostigamiento. El primero ocurre cuando un profesor o supervisor demanda favores sexuales como condición para buenas calificaciones o empleo. Aquí es suficiente un incidente aislado de "dame sexo o no tienes trabajo o no apruebas el curso" para que la EEOC pueda formular una denuncia.

En el caso de hostigamiento, el profesor o supervisor permite un ambiente donde se dan continuamente insinuaciones sexuales inapropiadas. Aquí es donde se ve un alarmante aumento de casos.

El término "acoso sexual" fue creado en 1976 y es una forma de discriminación sexual que, según la legislación estadounidense, viola el Artículo VII del Acta de Derechos Civiles de 1974 (enmendada en 1991). También viola el Artículo IX -que prohíbe la discriminación sexual en instituciones educativas que reciban fondos federales-, pero la Corte Suprema no reconoció el acoso sexual hasta 1986. En 1991, el escandaloso caso de Anita Hill contra Clarence Thomas estremeció a la nación con las audiencias del Comité Judicial del Senado. Hill, que había trabajado para Thomas, y la EEOC trajeron el caso a la luz en el momento en que Thomas había sido nominado por el entonces presidente de la nación, George Bush, para la Suprema Corte. Ella rindió siete horas de testimonio ante el Comité, haciendo un recuento del comportamiento humillante de Thomas, sus comentarios obscenos y sus insinuaciones inapropiadas.

Millones de estadounidenses estuvieron pegados a sus televisores por días, esperando el veredicto final. Al final, Thomas quedó limpio y fue nombrado para la más alta corte de la nación. El mensaje fue muy claro para las mujeres. lo que les pasara en su centro de trabajo no importaba. Hoy, cerca del 90 por ciento de casos de acoso sexual nunca son reportados, según estimaciones de William Petrocelli, co-autor de libro "Acoso sexual en el trabajo: ¿qué es y cómo detenerlo?".

El hostigamiento sexual se ha convertido en algo difícil de reconocer y definir. Los casos de compensación son un objetivo más fácil, pero ¿qué sucede cuando se propician casos de hostigamiento?

¿Se trata de acoso sexual cuando los obreros hombres dejan deliberadamente las herramientas en el suelo para que las mujeres tengan que agacharse a recogerlas? Los obreros de la Mitsubishi lo hacían. La EEOC dice que, pese a que las mujeres se quejaban, la gerencia no tomó acciones al respecto, lo que propició un ambiente hostil hacia ellas.

Las sutilezas de un ambiente hostil

Sin embargo, la creación de este tipo de ambiente puede manifestarse de diversas formas. En 1992, ocho obreras de la Cervecería Stroh en St. Paul, Minnesota, entablaron una demanda ante la EEOC. Su objetivo no era acusar a sus compañeros de la fábrica. Más bien fueron tras la gerencia, alegando que las prácticas publicitarias de la compañía transmitían a los empleados el mensaje de que las mujeres no eran más que "tetas" y "culos". Su demanda se centró en los comerciales publicitarios de una de sus cervezas. En uno de éstos, un grupo de actrices semidesnudas saltaban en paracaídas desde un avión hasta la playa. El eslogan que aparecía en la pantalla decía "No hay nada mejor que esto".

En diciembre de 1992, Lori Peterson, abogada de estas mujeres, dio una entrevista a la revista "Ms" y explicó que "esa publicidad es un reflejo de la actitud de la gerencia. Si usted está interesado en terminar con el sexismo, ¿por qué gastaría 20 millones de dólares al año en promoverlo y celebrarlo? Si sus empleados ven que el jefe piensa que está bien usar el sexismo para vender productos, entonces ¿por qué deberían ellos respetar a las mujeres de su centro de trabajo, si saben que el jefe no lo hace?".

Posiblemente muchas compañías reconozcan la existencia del acoso sexual, pero sólo ahora están aceptando que necesitan hacer algo al respecto.

De acuerdo con una reciente encuesta realizada por la estadounidense Sociedad para el Manejo de Recursos Humanos, el 63 por ciento de las compañías encuestadas ven el acoso sexual como un problema real. Tres cuartas partes de ellas ofrecen programas de entrenamiento y 97 por ciento han instituido políticas escritas sobre acoso sexual. Sin embargo, hoy la pregunta no es ¿qué vamos a hacer para detenerlo?, sino ¿cómo hemos podido llegar a esto?

¿Qué futuro les espera a las mujeres estadounidenses en sus centros de trabajo? ¿Podrá detenerse el acoso sexual o las mujeres deberán aprender a aceptarlo como parte sus vidas?

(Fuente: SEM)






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