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   No. 59 - Agosto 1996
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Tema de tapa


No. 59 - Agosto 1996

HÁBITAT II EL PROGRAMA DE LOS PUEBLOS

Nuestras ciudades, nuestros hogares

¿Cuándo una ciudad es sustentable? Activistas reunidos en Kuantan, Malasia, en abril de 1995, en la Consulta Regional de ONG de la región Asia-Pacífico "Nuestras Ciudades, Nuestros Hogares", establecieron los principios rectores para responder a esta pregunta.

A lo largo de la historia, las ciudades han sido centros de grandes empresas humanas, de cultura, aprendizaje e innovación. Para muchos, han sido lugares de oportunidades y refugio. Pero también han tenido su lado oscuro, que se ha vuelto cada vez más visible en estos últimos años del siglo XX.
Un estallido de pobreza sin escrúpulos se asocia con una implosión deshumanizante de profunda alienación, rabia y estallido social que se manifiesta en violencia urbana, pérdida de solidaridad para con los débiles e indiferencia por las consecuencias de la actividad económica sobre el ser humano y el medio ambiente. Para los marginados, la ley ha perdido legitimidad porque, de acuerdo con su experiencia, sólo sirve para proteger a los privilegiados.

Lo más probable es que en el siglo XXI nuestras ciudades se conviertan en campos de batalla donde se desarrollen las contiendas entre las clases, las razas, las religiones y los individuos, en una lucha competitiva que agote nuestros recursos y menoscabe nuestro sentido de humanidad. Los que tienen riquezas deslindan toda responsabilidad por las víctimas humanas de esas batallas, aislándose entre los muros de lujosos enclaves de zonas residenciales, amparados por guardias de seguridad privados y las barreras legales de estatutos sociales protegidos por legiones de abogados.

Económicamente productivas

Esta realidad amenazante es en gran medida herencia de las ideologías e instituciones del siglo XX y, en particular, del modelo económico neoliberal predominante, que se ha convertido en la filosofía rectora de las instituciones más poderosas.

En este modelo, el poder de gobernar, antiguamente en manos del gobierno y del pueblo, pasa a empresas e instituciones financieras mundiales que no rinden cuentas ante nadie y para quienes existe un solo objetivo: maximizar sus ganancias financieras a corto plazo. Su escala de valores admite una despiadada lucha darwiniana en la que los poderosos consumen a los débiles en procura de una riqueza que va más allá de las necesidades razonables. Crea un sistema en el cual una minoría toma, en nombre de todos, decisiones que la benefician personalmente mientras que la cuenta la pagan otros. Para ellos el sistema funciona y no ven la necesidad de cambiarlo. La mayoría sobre la que recae el peso no tiene voz ni voto.

El deterioro de nuestras ciudades se ha tornado una consecuencia obvia de esas fuerzas destructivas, una metáfora para un sistema mundial que ha colocado a las sociedades humanas en un sendero autodestructivo.

Pretendemos que la crisis de las ciudades sirva para que de todas partes del mundo reaccionemos forjando alianzas locales, nacionales, regionales y mundiales a través de las cuales reclamar que el poder vuelva a las instituciones que nos abandonaron. Utilizaremos este poder para reconstruir social, ecológica, política, económica, cultural y físicamente nuestras ciudades, pueblos y aldeas conforme a nuestra visión y a las necesidades de la gente que viva en el mundo del siglo XXI.

Ecológicamente sustentables

Los seres humanos construyeron espacios, espacios recreativos, espacios sociales y espacios ecológicos en espacios vitales para la gente. El equilibrio y la sinergía lograda con estos cuatro usos del espacio determina sustancialmente la calidad de nuestras vidas. En las comunidades tradicionales estas funciones se cumplen de manera natural y holística. En las ciudades modernas se han fragmentado y están inconexas. Debemos recuperar el sentido de la totalidad y el equilibrio, reconociendo simultáneamente la interdependencia esencial de nuestras ciudades, pueblos, aldeas y espacios rurales.

Culturalmente activas

Dos circunstancias importantes nos impulsan a reconstruir nuestros Hábitats, nuestros espacios vitales: la necesidad de transformar nuestras formas de vida para que estén en equilibrio con los ecosistemas naturales de nuestro planeta, a la vez que aseguren el derecho de todos a formas decorosas de ganarse la vida como contribuyentes productivos para asegurar comunidades activas y, en segundo término, la necesidad de transformar nuestras instituciones para devolverle a los pueblos el poder de gobernar sus propias vidas.

Reconocemos que el cumplimiento de esas necesidades requerirá que transformemos los valores e instituciones del actual sistema mundial en uno que priorice la vida al dinero, las necesidades básicas de las mayorías al consumo extravagante de unos pocos y los derechos de la gente a los derechos de las empresas. Esta transformación debe ser dirigida por los pueblos, a partir de las aspiraciones, necesidades y experiencias de vida de los pueblos de todo el mundo. Reconocemos que se trata de temas políticos y que cualquier cambio requerirá una acción política efectiva.

Plan de Acción

Con ese propósito trabajaremos para:

* Concientizar sobre las relaciones entre el modelo de desarrollo predominante y la crisis social, ambiental y económica de nuestras ciudades, pueblos y aldeas.

* Alentar y apoyar los esfuerzos de la gente por expresar sus propias ideas sobre el futuro y crear sus propios programas para lograrlo.

* Facilitar la articulación de esos esfuerzos en alianzas locales, nacionales, regionales y mundiales.

* Transformar los sistemas de gobierno actuales para asegurar que las decisiones relativas a las estructuras y funciones de nuestros hábitats se centren en mejorar la vida de las personas en lugar de aumentar las ganancias de las empresas.

* Asegurar a todos un acceso adecuado a la parte edilicia, en especial los niños, los ancianos y los discapacitados.

* Terminar con el dominio del automóvil en nuestros espacios vitales, para aumentar tanto la calidad de vida como la sustentabilidad de nuestras ciudades. Lograr la seguridad alimentaria local a partir de métodos de agricultura sustentable y el reciclaje de alimentos y residuos agrícolas.

* Hacer la transición para cubrir las necesidades de energía a partir de fuentes renovables, ecológicamente racionales y socialmente justas.

* Establecer una relación armónica entre las personas, los animales y las plantas dentro de zonas de asentamientos humanos mediante el uso de espacios verdes adecuados.

* Buscar enfoques humanistas, no militaristas, para resolver problemas sociales como el abuso de drogas.

* Reducir la carga extractiva impuesta por nuestras ciudades a las zonas rurales del planeta.

* Reconocer y apoyar en las comunidades las iniciativas de los grupos de mujeres.






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