No. 59 - Agosto 1996
El agravamiento de la crisis urbana a nivel mundial, resultante de la expansión y el crecimiento en gran escala de las ciudades y los asentamientos urbanos, ha sido motivo de preocupación en nuestra época. La crisis trajo consigo una cantidad innumerable de problemas tales como la creciente incidencia de la pobreza, el desempleo y el delito, vivienda inadecuada, deterioro de la salud y de las condiciones sanitarias, suministros inadecuados de energía eléctrica y agua potable, contaminación ambiental y otros problemas ambientales.
La preocupación por el futuro de las ciudades del mundo fue lo que llevó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a convocar la reciente Conferencia sobre Asentamientos Humanos (Hábitat II) en Estambul.
El agravamiento de la crisis urbana a nivel mundial, resultante de la expansión y el crecimiento en gran escala de las ciudades y los asentamientos urbanos, ha sido motivo de preocupación en nuestra época. La crisis trajo consigo una cantidad innumerable de problemas tales como la creciente incidencia de la pobreza, el desempleo y el delito, vivienda inadecuada, deterioro de la salud y de las condiciones sanitarias, suministros inadecuados de energía eléctrica y agua potable, contaminación ambiental y otros problemas ambientales.
La preocupación por el futuro de las ciudades del mundo fue lo que llevó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a convocar la reciente Conferencia sobre Asentamientos Humanos (Hábitat II) en Estambul. La conferencia concluyó con la adopción de una Declaración (Declaración de Estambul) y un Plan de Acción (Programa de Hábitat).
Es importante señalar dos rasgos preocupantes que marcaron desde un inicio la orientación general de la conferencia. La primera fue el intento de explicar la crisis urbana como una simple función de superpoblación. Un documento base sobre "Población y Urbanización" prometía que "Hábitat tomará como punto de partida los esfuerzos de la Conferencia Internacional de 1994 sobre Población y Desarrollo, realizada en El Cairo... estudiando la causa subyacente del crecimiento urbano: el crecimiento demográfico". Debemos señalar aquí que durante el debate que tuvo lugar en el Cairo, muchas organizacioines no gubernamentales (ONG) del Tercer Mundo expusieron las falacias de ese "fundamentalismo demográfico".
El segundo rasgo preocupante fue la opinión ligera de que "La urbanización en gran escala es la única forma de que el mundo pueda sobrevivir el aumento demográfico en gran escala". Este intento de describir la urbanización en gran escala como la panacea, en lugar de la manifestación de un problema más profundo de maldesarrollo, constituye a las claras una evasión de los temas reales. Ignora la experiencia histórica de la urbanización en gran escala y sus consecuencias, en especial en el Tercer Mundo.
No obstante, a pesar de su orientación, el intento de la ONU por dirigir la atención a la crisis urbana está plenamente justificado. Es innegable que hoy en día el mundo es cada vez más un mundo urbano, en el cual más de la mitad de la humanidad vive en ciudades y pueblos. Para el año 2025, la cifra aumentará a más de dos tercios. Por lo tanto, resulta cada vez más claro que las grandes batallas sobre algunos de los temas cruciales que enfrenta la humanidad se librarán en las ciudades.
El problema de vivienda adecuada será el problema central y no es de extrañar que se haya convertido en el tema más importante de Hábitat II. Si bien Hábitat I, realizada en Vancouver hace 20 años, reconoció el derecho a una vivienda adecuada como derecho humano básico, y aún cuando este derecho está reconocido actualmente en el derecho internacional, Estados Unidos se opuso implacablemente a cualquier tipo de afirmación como derecho en la Declaración de Estambul.
Para contrarrestar esa intransigencia, las ONG presentes en la Conferencia -muchas de las cuales habían luchado con denuedo por el tema en sus propios países- organizaron una manifestación impresionante en las calles de Estambul reclamando "¡Derecho a la vivienda ya!". La manifestación logró los efectos deseados, ya que la Unión Europea, China y el Grupo de los 77 respaldaron la posición de las ONG. Estados Unidos se vio, pues, obligado a llegar a un acuerdo y aceptar la inclusión en la Declaración de Estambul del "compromiso de lograr cabal y progresivamente que se haga realidad el derecho a una vivienda adecuada, que se ha consignado en los instrumentos de derecho internacional".
En cuanto al organismo al cual le compete la responsabilidad de proporcionar vivienda para todos, Estados Unidos se opuso tajantemente a que fuera el Estado el que la asumiera e impulsó que fuera el sector privado el que desempeñara prioritariamente ese papel. El compromiso final estipulado en la Declaración fue el de una nueva coparticipación en la que intervinieran gobiernos, ONG y el sector privado para llevar a cabo este objetivo. Las ONG criticaron lo que percibieron como una clara abdicación de parte del Estado de sus funciones.
Tal como era de esperar, cuando en la conferencia surgió el tema de la asignación de recursos para resolver la crisis urbana, los países del Norte se negaron a comprometerse. A lo largo de toda la Conferencia, Estados Unidos hizo énfasis en que las "fuerzas del mercado" fueran el principal mecanismo e insistió en la inclusión en la Declaración de las palabras "recursos nuevos y adicionales de todas las fuentes". El objetivo evidente fue nuevamente el de poner énfasis en el papel del sector privado.
El tema de tapa de este mes se refiere a Hábitat II e incluye informes y análisis sobre varios de los temas referidos, debatidos en Estambul. También ofrecemos artículos sobre otros temas que, si bien vitales para cualquier discusión sobre la crisis urbana, no fueron tratados en Estambul, o lo fueron inadecuadamente.
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