No. 59 - Agosto 1996
HÁBITAT II CIUDADES SUSTENTABLES
El encanto de las utopías pendientes
por
María del Pilar Pérez
De la serie de conferencias que la ONU viene organizando sobre temas cruciales para el futuro y la viabilidad del planeta y su gente, Hábitat II fue la de menor perfil y número de participantes, así como la más difusa para la opinión pública.
Si Río 92 había intentado conscientizar al mundo sobre la urgencia de abordar un crecimiento económico de carácter sustentable, para asegurar el desarrollo de la humanidad y no su suicidio, Estambul debía expresar con énfasis que la sustentabilidad del planeta pasaba necesariamente por la sustentabilidad de sus ciudades, territorializando a nivel de lo local los temas abordados por las conferencias anteriores.
Una construcción sustentable pasa necesariamente por la construcción de las viviendas para sus gentes, es decir por la construcción de los espacios de privacidad (de lo privado) para sus habitantes, quienes desarrollan su sociabilidad y su ciudadanía en los ámbitos públicos. De "identidades individuales e identidades colectivas" se construye necesariamente la ciudad. Ciudades sustentables sin viviendas no existen, pero sí existen viviendas sin ciudad. Si de la integración y la coexistencia de lo privado y lo público se hace ciudad, lo público -la posibilidad del Agora- es, sin embargo, su atributo insoslayable.
Derecho a la vivienda y derecho a la ciudad
El derecho a la vivienda, un derecho intrínseco al ciudadano, reconocido en el documento de Hábitat I en Vancouver 1976 y en muchos documentos de las Naciones Unidas ,estaba ausente sin embargo en el borrador de la Agenda de Hábitat que debía discutirse en la tercera y última conferencia preparatoria realizada en Nueva York en febrero. El debate, enfrentando la oposición de Estados Unidos, Japón y también Brasil, centró en el derecho a la vivienda toda la atención de la Conferencia. En Estambul, rectificado y ampliado en su concepción, subyace la inquietud si el derecho a la vivienda logra además proyectar fehacientemente los necesarios puentes de acuerdo a las necesidades de un mundo urbanizado. El derecho a la ciudad o al espacio público, por ejemplo. Estos temas presentes en documentos y declaraciones de ONG durante el proceso preparatorio, no estuvieron presentes en los debates oficiales de Hábitat II, ni tampoco en sus papeles.
El arquitecto mexicano Enrique Ortiz, secretario ejecutivo de la Coalición Internacional para el Hábitat (HIC), desde Vancouver en 1976, reconoce que el debate en relación al derecho a la vivienda, "impidió probablemente avanzar en otras negociaciones". Por su parte, los arquitectos Diego Carrión, de Ecuador, y Fernando Viviescas, de Colombia, ambos vinculados al sector no gubernamental, pero también al académico y aún a la gestión, entendieron que verificando avances en relación al abordaje sectorial de las ciudades, esta visión seguiría prevaleciendo desde un punto de vista cultural y en Estambul se habría intentado, fundamentalmente, corregir los males de las ciudades contemporáneas, más que enfrentar el diseño de proyectos nuevos de ciudad. Y, por otra parte, habría prevalecido "un pensamiento que priorizó los problemas de las ciudades grandes, en detrimento del abordaje de gestiones más equilibradas del territorio, teniendo en cuenta también a las ciudades intermedias, por ejemplo, y al territorio rural que las circunda".
Descentralización y poder local
Los resultados de la Conferencia, exhiben avances reales: se han rectificado -rediscutiéndolos y aún ampliándolos en sus concepciones- compromisos de otras conferencias. Una sección de la Agenda de Hábitat, que puede pasar casi desapercibida porque no generó polémica, está sin embargo enteramente dedicado a cruciales aspectos de infraestructura, como la descentralización del Estado y el fortalecimiento de los gobiernos locales, y también comenzaron a ponerse en práctica, por vez primera, inéditas y significativas maneras de trabajar en estos foros, que garantizaron la participación efectiva de los distintos sectores convocados, como las ONG y gobiernos locales, en función de poner en práctica la necesaria "concertación" para garantizar -según Carrión- que la "facilitación" no signifique deslinde de responsabilidades por parte del Estado.
Si el comité preparatorio había evidenciado la dificultad cultural por parte de los Estados nacionales de distribuir el poder político, proporcionando más poder a las ciudades y posibilidades reales de participación en la toma de decisiones a la sociedad civil, la definitiva concreción de Hábitat II puso en evidencia, sobre este fin de milenio, una cierta dificultad para arriesgar la construcción de nuevas utopías y proyectos alternativos al ciego proceso de globalización y del nuevo orden internacional. El discurso de Fidel Castro -uno de los pocos jefes de Estado, y el único por América Latina, presente en Estambul- y el concentrado aplauso de pie que provocaron sus palabras en la Sala Plenaria, evidenció una "situación de mundo" significativa. Los países del mundo entero aplaudían aquello que nadie dice, o que nadie se anima a decir, y que sólo Cuba, desde una isla, casi como un símbolo, insiste en enfrentar: "Al fin y al cabo, nosotros somos el mundo y el mundo no admite dueños".
Políticas habitacionales y políticas urbanas
En el contexto global de la Agenda de Hábitat, la cual incluye un extenso capítulo destinado a los "asentamientos humanos sustentables", las políticas habitacionales que se proponen integradas desde una visión "holística", en las políticas macroeconómicas, medioambientales y en las también
imprescindibles políticas sociales, no quedan sin embargo vinculadas con el énfasis necesario, ni con la concepción quizás más compleja de "políticas urbanas" ni precisamente con las del espacio público. En particular este último continúa considerándose como el espacio verde que se sugiere dejar en los planes de ordenamiento urbano y aún aquello que "sobra", y que hay que dejar entre vivienda y vivienda.
El argumento sigue siendo el de un tratamiento "sustentable del suelo", que tiene más que ver con la "conservación ambiental" que con la "sustentabilidad urbana". Lo comunitario-barrial no sería tampoco suficiente para el desarrollo de la ciudadanía y la búsqueda de articulaciones con la escala urbana, "el pasaje del barrio a la ciudad", resultaría una tarea pendiente (Carta Brasileña por el Derecho a la Vivienda y a la Ciudad, mayo de 1996). Lo público no sería sujeto de pensamiento proyectual ni de normas de calidad espacial, de manera tan precisa como la vivienda. Según Viviescas, la Ciudad y el Espacio Público son aún considerados como entidades demasiado abstractas para ser susceptibles de legislaciones y derechos para el ciudadano.
Las ciudades entretejiendo la superficie redonda de la Tierra
Un aspecto clave para garantizar un desarrollo sustentable de los asentamientos humanos, el afirmar el rol de los gobiernos de las ciudades, es objeto de mención tanto en la Declaración de Estambul como en reiterados puntos a lo largo de la Agenda de Hábitat y motivo de un capítulo específico, el llamado "Fomento de la capacidad y desarrollo institucional". El capítulo no había sido negociado en Nueva York y en Estambul, casi sin discusiones, se incorporaron aportes de los gobiernos, gobiernos locales y ONG.
En el mismo, los gobiernos se comprometen a llevar a cabo las reformas institucionales pertinentes (legislativas y marcos jurídicos) para descentralizar el Estado, aumentando la autonomía local en la toma de decisiones, la aplicación, la movilización y la utilización de recursos -especialmente en lo que respecta a los recursos humanos técnicos y financieros-, así como institucionalizar la participación amplia de todos los ciudadanos en la toma de decisiones e incentivar las asociaciones de gobiernos locales, fomentando la cooperación descentralizada. Propuesto en el Capítulo 28 de la Agenda 21 y nunca suficientemente señalado en posteriores conferencias, la dimensión de lo local, en Hábitat II, aparece con énfasis y no sólo en los papeles, sino también en una mayor "oficialización" de la participación de los mismos en la Conferencia.
En la Agenda de Hábitat, con bastante precisión, los gobiernos se han comprometido a realizar las reformas institucionales para llevar a cabo una real y eficiente descentralización del Estado, evitando el deslinde de sus responsabilidades. Es significativo, sin embargo, que en la realidad de muchos planes nacionales, en particular latinoamericanos, estos compromisos están ausentes. Comprender que distribuir el poder no es perderlo sino compartirlo para lograr un gobierno "eficaz socialmente", ("good governance") genera aún sus temores e incertidumbres.
Fuente: ALAI
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