No. 60 - Setiembre 1996
LOS TEMAS NUEVOS VISTOS DESDE EL SUR
OMC actúa como foro de los países ricos
El director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Renato Ruggiero, debió enfrentar fuertes críticas en la conferencia de Kuala Lumpur por impulsar los temas nuevos propuestos por el Norte, como medio ambiente y normas laborales, ignorando los problemas de los países pobres. La desorganización y debilidad de éstos, se subrayó, les impide enfrentar las maniobras del Norte.
Al entrar a discutirse en Kuala Lumpur los temas nuevos que los países industrializados han intentado introducir en la agenda de negociaciones de la OMC, el director general, Renato Ruggiero, fue duramente criticado por intentar convertir el poderoso organismo multilateral en un instrumento de los países más ricos.
Pero también se responsabilizó a los países del sur por su permanente debilidad y desorganización en la OMC y por ceder ante las presiones del Norte.
Los dos señalamientos tuvieron lugar durante la conferencia "OMC: la perspectiva del Sur", organizada por el Instituto de Estudios Estratégicos e Internacionales y que contó con la presencia de funcionarios gubernamentales y diplomáticos de varios países en desarrollo.
Chakravarthi Raghavan, editor jefe del boletín SUNS (South-North Development Monitor), declaró en la reunión que desde que la OMC entró en vigencia en enero de 1995, su centro de atención había estado dirigido a los temas nuevos. Esto cayó muy mal a varios países en desarrollo, que consideraban que la máxima prioridad de la OMC debía ser los graves problemas que enfrentan por el ajuste de sus economías a las nuevas exigencias de los acuerdos de la Ronda Uruguay.
Raghavan, quien entregó un documento sobre "Los Temas Nuevos y los Países en Desarrollo: Medio Ambiente, Competencia y Trabajo", agregó que la reunión de ministros del GATT en Marraquech en 1994, donde se firmaron los acuerdos de la Ronda Uruguay, había adoptado varias Declaraciones que comprometían a la OMC a ayudar a los países más pobres. Pero desde entonces se ha prestado escasa atención al tema y no se han puesto en práctica ninguno de los compromisos. "Por el contrario, casi desde el primer día de existencia de la OMC y más desde que Renato Ruggiero asumió el cargo de director general, la atención está puesta en los temas nuevos impulsados por la Unión Europea y Estados Unidos", afirmó Raghavan, quien añadió que el funcionario, de nacionalidad italiana, "ha dado la vuelta al mundo concitando apoyo para los temas impulsados por Estados Unidos y la Unión Europea".
En las reuniones que están llevando a cabo los jefes de delegaciones de la OMC, preparatorias de la Reunión Ministerial de Singapur, Ruggiero ha apoyado activamente los intentos de la Unión Europea y Canadá por incluir un acuerdo multilateral de inversiones en la agenda, a pesar de las objeciones planteadas por muchos países en desarrollo.
El director general ha actuado mucho más como abogado de los países ricos que como funcionario administrativo neutral de todos los países miembros de la OMC.
El Sur: débil y desorganizado
No obstante, hasta ahora aparentemente nadie ha planteado formalmente este problema en alguno de los órganos de la OMC. "A los representantes del mundo en desarrollo les cabe tanta responsabilidad por este estado de cosas como a los del mundo desarrollado", subrayó Raghavan.
El mayor problema es que el Sur se ha mantenido débil y desorganizado dentro de la OMC, mientras que el mundo industrializado se ha reunido y logrado acuerdos para promover los temas nuevos en el organismo.
Debido al poder coercitivo de un acuerdo comercial legalmente vinculante como la OMC, los países del Norte trataron de extender las obligaciones comerciales multilaterales (o los temas que tradicionalmente se relacionan exclusivamente con el comercio) a ámbitos y políticas que hasta ahora han sido de competencia interna.
El incumplimiento de un país podría provocar sanciones comerciales y medidas de represalia en su contra. Por lo tanto, opinó Raghavan, el Norte decidió consolidar su dominio del mundo dentro del ámbito de los acuerdos comerciales y las represalias comerciales de la OMC.
En contraste, el mundo en desarrollo se ha mantenido totalmente pasivo. Existe un grupo informal de países en desarrollo en la OMC que supuestamente está encargado de recoger y coordinar sus puntos de vista, pero no ha funcionado y prácticamente no se ha reunido.
La conferencia de Kuala Lumpur ha sido la primera instancia de una reunión organizada entre los países del Sur, pero esta iniciativa debe tener continuidad, con consultas entre los gobiernos y los diplomáticos acreditados en Ginebra. "De lo contrario, los gobiernos del Sur, la sociedad civil y los negociadores serán duramente juzgados por la historia", aseguró Raghavan.
En un amplio análisis de los temas nuevos -medio ambiente, normas laborales, competencia y corrupción-, Raghavan declaró que la nueva agenda comercial impulsada por los países industrializados era un intento de recobrar lo que perdieron en las conversaciones de la Ronda Uruguay.
A través de los temas nuevos también intentaban "integrar" o hacer entrar a los países en desarrollo en un orden mundial liberal, dominado por las trasnacionales del Norte, con relaciones internacionales similares a las de la época colonial.
Estados Unidos y otros países industrializados pretendieron incluir varios temas en la Ronda Uruguay utilizando para ello la frase "relacionados con el comercio". Pero debido a la oposición del Sur, quedaron confinados a los temas relacionados directamente con el comercio y la distorsión del comercio.
Los acuerdos de la Ronda Uruguay pudieron concretarse sólo cuando los principales países del Norte renunciaron a algunas de sus demandas, particularmente el derecho de sus inversores a ingresar libremente y recibir trato nacional, en las conversaciones sobre servicios y sobre "medidas de inversión relacionadas con el comercio".
Otra vez el mismo paquete
Pero incluso antes de que la Ronda Uruguay concluyera en diciembre de 1993, volvieron a la carga. Pretendían introducir más temas, pero ahora abandonando toda pretensión sobre su condición de "relacionados con el comercio". En lugar de esa expresión utilizaron el término "comercio y"... para describirlos.
Como en la Reunión Ministerial de Marraquech no lograron un compromiso sobre estos temas nuevos, las potencias pretenden intentarlo nuevamente en Singapur.
Con relación al tema Comercio y Medio Ambiente, Raghavan previno sobre los intentos de algunos países poderosos de adjudicarse el derecho a adoptar sanciones comerciales unilaterales contra el mundo en desarrollo. Dichas medidas unilaterales tendrían el objetivo de imponer disciplinas al Sur para que éste cargue con el peso de los ajustes y así el Norte podría preservar mejor su actual calidad de vida.
Prefirieron eso antes que abordar en serio los temas de equidad y medio ambiente que podrían requerir un papel estatal regulatorio e intervencionista, así como enfoques de cooperación internacional para asegurar que el peso no recaiga desproporcionadamente en los países pobres, que, además de todo, no han sido los principales responsables de los problemas ecológicos.
Sobre el tema de las Normas Laborales, Raghavan dijo que los sindicatos del Norte tenían especial preocupación por la inseguridad laboral, de la cual culpaban erróneamente a la supuesta competencia desleal del Sur. El elevado desempleo y la creciente pobreza, incluso en el Norte, se deben principalmente a sus propias políticas económicas y no a la competencia de los países más pobres.
Las normas laborales "esenciales"
Los países del Norte ahora hablan sólo de las normas laborales "esenciales", y de que sólo quieren un cierto reconocimiento del tema, sin compromiso para su negociación, en Singapur. No obstante, declaró Raghavan, no hay muchas dudas de que se trata de un puntapié inicial para incluir luego el tema en la agenda de la OMC.
Nadie debería aceptar los argumentos de algunos gobiernos del Sur que intentan justificar restricciones a los derechos sindicales en función de las diferencias de valores culturales y de otro tipo. No obstante, hubo serios problemas para incluir el tema laboral en la OMC.
En el caso de que un país no observe los derechos humanos fundamentales o las normas laborales esenciales, sería un antecedente peligroso que dichas violaciones sean juzgadas por la OIT o la ONU como organismo político, y que luego, a través de la OMC, algunos países poderosos aplicaran sanciones comerciales. Permitiría a estos países utilizar dichas sanciones o amenazar con sanciones para imponer su voluntad sobre los países más débiles, y manipular con fines proteccionistas, lo que no ayudaría a los intereses laborales en absoluto, tanto en el Norte como en el Sur.
Varios de los países con problemas de mano de obra infantil o condiciones de trabajo precarias tienen una legislación excelente y son parte de las convenciones de la Organización Internacional del Trabajo -a diferencia de Estados Unidos-, pero tienen problemas de administración o aplicación.
"Cuando el secretario de Trabajo de Estados Unidos llega a la Conferencia Internacional de Trabajo este año y dice que un país rico como el suyo no tiene fondos para establecer una maquinaria de aplicación amplia, ¿es justo coaccionar a los países en desarrollo a hacer lo que ellos no pueden a través de sanciones de la OMC?", preguntó Raghavan.
Sobre el tema de leyes en materia de competencia, señaló que era irónico que mientras los países industrializados se han negado a cooperar con los países en desarrollo para eliminar prácticas anticompetitivas de sus trasnacionales, ahora quieren que la OMC maneje el tema y cree normas para abrir mercados en el extranjero para sus trasnacionales y exportaciones.
El mundo industrializado no sólo demostró escaso interés en la cooperación internacional para eliminar prácticas comerciales restrictivas y frenar las actividades de sus empresas, sino que algunos de estos países incluso alentaron los cárteles de exportación.
Raghavan manifestó que si el Norte usa a la OMC para inducir al Sur a entrar en un tipo de competencia oligopólica tipo Coca-Cola versus Pepsi-Cola, esto tal vez abatiría los precios pero también podría destruir las industrias nacionales de los países del Sur. Y si la competencia oligopólica es del estilo de IBM versus Compaq, impedirá que entren al mercado nuevos agentes comerciales y reducirá la capacidad tecnológica de los países en desarrollo.
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