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No. 62 - Diciembre 1996

ENFERMEDADES INFECCIOSAS

Una nueva crisis mundial

Hasta hace muy poco parecía que la guerra contra las enfermedades infecciosas iba a concluir en victoria. Pero el advenimiento de nuevas enfermedades y el resurgimiento de otras en algunas partes del mundo supuestamente ya liberadas de esos flagelos, precipitaron una nueva crisis de la salud que amenaza con echar por tierra los éxitos alcanzados hasta el presente.

Hasta hace relativamente pocos años se creía que la larga lucha por el control de las enfermedades infecciosas prácticamente se había ganado. Se erradicó el sarampión, la poliomielitis, la lepra, la enfermedad de Chagas y el tétanos neonatal. Ocho de cada 10 niños del mundo fueron inmunizados contra media docena de enfermedades letales. Los antibióticos lograron detener innumerables infecciones.
Pero la lucha por el control de las enfermedades infecciosas, lejos de haber triunfado, ha llegado a una etapa crítica. De la cifra media anual de 52 millones de muertes, 17 millones --alrededor del 33 por ciento-- son provocadas por enfermedades infecciosas, las cuales siguen siendo la principal causa de muerte a nivel mundial. Aparte de esos 17 millones -de los cuales unos nueve millones son niños-, la mitad de los 5.720 millones de personas que conforman la población mundial corre peligro de contraer enfermedades infecciosas.

Enfermedades otrora restringidas geográficamente, como el cólera, ahora afectan regiones consideradas a salvo. Si bien algunas enfermedades han sido casi totalmente reducidas, otras, como la malaria y la tuberculosis, han vuelto a atacar con renovada ferocidad. También se está haciendo evidente el papel de los agentes infecciosos en el desarrollo de muchos tipos de cáncer.

Enfermedades nuevas, amenazas nuevas

Enfermedades nuevas y otras que resurgen, combinadas con la rápida propagación de agentes patógenos resistentes a los antibióticos y de insectos portadores de enfermedades resistentes a los insecticidas, conforman una amenaza real para la salud humana. Las enfermedades nuevas van desde el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) hasta infecciones virales poco conocidas pero igualmente letales. En muchos casos se desconoce su origen, como así también la razón de su aparición, y con bastante frecuencia no existen tratamientos específicos para combatirlas.

La resistencia a los antibióticos en los hospitales de todo el mundo amenaza con dejar a los médicos y trabajadores de la salud prácticamente inermes para la prevención o el tratamiento de diversas infecciones. Muchos de los antibióticos más poderosos ya no surten efecto, y esto ocurre en un momento en que se crean muy pocos medicamentos para reemplazar los que perdieron eficacia. En la competencia por la supremacía los microbios llevan la delantera. La diferencia entre su capacidad de mutar a cepas resistentes a las drogas y la capacidad del hombre de contrarrestarlos se ahonda cada vez más.

Esta situación tiene consecuencias trágicas, dado los logros realizados en el control mundial de la enfermedad. El descubrimiento de antibióticos, la creación de vacunas y la introducción de medidas sanitarias ambientales junto con una mejor comprensión de la epidemiología de las enfermedades infecciosas, han sido armas invalorables en la lucha por la salud humana.

El precio del fracaso

El resurgimiento de enfermedades infecciosas es una advertencia de que los avances alcanzados hasta ahora en materia de seguridad sanitaria y prosperidad mundial pueden perderse a menos que se formulen políticas de desarrollo efectivas, y compromisos para implementarlas a nivel nacional e internacional.

Dentro de la gama de enfermedades infecciosas están desde las propias de las zonas tropicales, como la malaria y la fiebre hemorrágica dengue, que son las más comunes en los países en desarrollo, hasta enfermedades presentes en todo el mundo, como la hepatitis y las enfermedades de transmisión sexual, incluido el SIDA, y las enfermedades de origen alimentario que afectan a grandes contingentes de personas, tanto de países ricos como pobres.

La lucha por el control de las enfermedades

Algunos ejemplos ilustran el impacto de las enfermedades infecciosas en la salud y el desarrollo humanos:

* La malaria -la peor de las enfermedades transmitidas por insectos- todavía aqueja a unas 500 millones de personas al año, matando por lo menos a dos millones.

* Las infecciones respiratorias agudas causan la muerte de unos cuatro millones de niños al año. La tuberculosis, que también se contagia por contacto directo, deja un saldo anual de tres millones de muertes y un tercio de la población mundial lleva el bacilo que la origina.

* Las diarreas, ocasionadas principalmente por agua o alimentos contaminados, anualmente cobra un saldo de unos tres millones de muertes entre la población infantil. Se han dado epidemias de cólera en diversos países: desde el sudeste asiático hasta el Oriente Medio, África occidental y América del Sur.

* El HIV, el virus causante del SIDA, se transmite predominantemente por contacto sexual y ya ha sido contraído por unos 24 millones de adultos, de los cuales murieron al menos cuatro millones. En 1995 hubo más de 330 millones de casos nuevos de otras enfermedades de transmisión sexual.

* La hepatitis viral es otro gran problema en todo el mundo. El término define a un grupo variado de infecciones que presentan ciertas similitudes pero difieren en algunas características y en su prevención y control. Existen unos 350 millones de personas portadoras crónicas del virus de la hepatitis B, y otros 100 millones portadoras crónicas del virus de la hepatitis C. Por lo menos 25 por ciento morirá de enfermedades de índole hepática.

* Algunos de los 10 millones de casos nuevos de cáncer diagnosticados en 1995 fueron provocados por virus (entre ellos hepatitis B y hepatitis C-, bacterias y parásitos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que podría evitarse 1,5 por ciento de los nuevos casos de cáncer previniendo las enfermedades infecciosas asociadas a los mismos.

Rompiendo cadenas

En todos los tipos de enfermedades infecciosas, la prevención y el control dependen de que se pueda romper las cadenas de su transmisión. Un grupo de enfermedades están a punto de ser eliminadas o erradicadas, mientras que otras están bajo control, en gran parte gracias a medidas de salud pública efectivas, en particular programas mundiales de inmunización. La poliomielitis y la enfermedad del gusano guinea, por ejemplo, podrían ser erradicadas a fines del siglo. Otras enfermedades, como la lepra, podrían ser eliminadas como riesgo a la salud pública reduciéndolas a niveles muy bajos.

Lograr liberarse de las enfermedades infecciosas es una de las mayores preocupaciones humanas. Pero romper las cadenas que ligan a la gente con esas enfermedades es una tarea inmensamente difícil. Se logró sólo una vez, cuando se registró el último caso de viruela en 1977. El que no se haya podido repetir el suceso se debe principalmente no a la falta de conocimiento o de herramientas, sino a los problemas logísticos y una serie de acontecimientos y evoluciones, algunas naturales y otras hechas por el ser humano, que han ocurrido en los últimos años. Unas tienen que ver con la pobreza, mientras que otras son consecuencia de la prosperidad económica.

Obstáculos para el éxito

La pobreza va en aumento, de manera que diariamente millones de personas están expuestas por sus condiciones de vida a los riesgos de las enfermedades infecciosas. Más de una quinta parte de la población mundial vive en la extrema pobreza, casi un tercio de los niños sufre desnutrición, la mitad de la población mundial no puede acceder regularmente a los medicamentos más imprescindibles.

El continuo crecimiento de la población mundial, combinado con una rápida urbanización, implica que millones de habitantes urbanos se vean forzados a vivir hacinados y con una higiene precaria, en sitios donde la escasez de agua limpia y de saneamiento adecuado es campo fértil para las enfermedades infecciosas. Las poblaciones de elevada densidad aumentan el riesgo de las enfermedades respiratorias y de las transmitidas por el contacto con agentes patógenos presentes en los alimentos y el agua.

A esto se agrega que más del 90 por ciento del aumento demográfico previsto para las próximas décadas ocurrirá en las regiones en desarrollo de África, Asia y América Latina, las zonas de mayor diversidad biológica. La penetración humana en los bosques tropicales expuso a poblaciones con escasa o ninguna resistencia a enfermedades en estrecha relación con insectos portadores de la malaria, la fiebre amarilla y otras enfermedades infecciosas, a veces desconocidas.

Debido a la crisis económica y social que todavía afecta a muchos países, hay casos extremos en los que los sistemas de salud, que deberían ofrecer protección contra las enfermedades, se han destruido o no han sido siquiera establecidos. El resultado inmediato es el resurgimiento de enfermedades que en algún momento estuvieron controladas o que, con recursos adecuados, deberían ser controlables. Algunas sociedades, en inferioridad de condiciones a raíz de estas enfermedades, no logran enderezarse y tener los servicios de salud que necesitan.

La migración y el movimiento en masa de millones de refugiados o personas desplazadas de un país a otro -como resultado de guerras, disturbios sociales o desastres naturales-, también es caldo de cultivo para las enfermedades infecciosas.

El aumento de los viajes aéreos internacionales y el creciente tráfico del comercio y el turismo trae como consecuencia que los organismos causantes de las enfermedades, tanto mortales como comunes, pueden ser transportados rápidamente de un continente a otro. Existen ahora unos 5.000 aeropuertos con servicios mundiales programados. Los viajes aéreos han aumentado casi siete por ciento al año en las últimas dos décadas y se presume que aumentarán un cinco por ciento más cada año durante los próximos 20.

Como resultado de los cambios en la conducta sexual humana, hay más personas expuestas a las enfermedades de transmisión sexual. En todo el mundo, cerca de un millón de personas, principalmente adultos jóvenes, contraen diariamente ese tipo de enfermedades.

Otros cambios en el comercio mundial de alimentos crean nuevas oportunidades para el surgimiento de infecciones: el traslado de ganado, la producción, almacenamiento y comercialización de alimentos, y la alteración de hábitos alimenticios.

Los cambios sociales aumentan el riesgo de ciertos grupos etarios ante las enfermedades infecciosas, por ejemplo los niños de las guarderías y los ancianos de las casas de salud.

El aumento de las áreas urbanas pone a millones de personas en situación de riesgo ante patógenos anteriormente escasos o ante enfermedades humanas de causa desconocida. Los efectos del cambio climático pueden aumentar la oportunidad de algunas enfermedades de propagarse a nuevas zonas geográficas. Los productos antimicrobianos han llegado a todos lados, y mientras tanto los microbios continúan evolucionando y adaptándose a su medio ambiente, como siempre lo han hecho, agregando resistencia antimicrobiana a su proceso evolutivo.

Por todas las razones expuestas, el control de las enfermedades infecciosas sigue siendo un desafío mundial. Además, los costos sociales y económicos de las enfermedades infecciosas están lejos de ser intrascendentes para los individuos, familias y comunidades.

El llamado a la acción está dirigido no sólo a los que trabajan en el campo de la salud, ya que las razones de la crisis actual son múltiples. Se trata de razones políticas, sociales, ambientales y, en cierta medida, autoinfligidas. Son los efectos secundarios del mundo moderno.

Extracto del Informe 1996 de la Salud Mundial (pág. 1-4) preparado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Ginebra.






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