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Informe


No. 65 - Marzo 1997

CONTROL CIUDADANO

Gobiernos rigurosamente vigilados

En 1995, los gobiernos se comprometieron pública y solemnemente a erradicar la pobreza y a eliminar la discriminación de género. Estos compromisos emanados de la Cumbre sobre Desarrollo Social y de la Conferencia sobre la Mujer han sido equiparados con la decisión de abolir la esclavitud en el siglo pasado y podrían hacer historia... siempre que se cumplan. Control Ciudadano se propone velar por ello y para eso estableció un mecanismo de fiscalización: el Indice de Compromisos Cumplidos. En marzo de 1996 vio la luz el número cero de Control Ciudadano y en marzo de este año apareció el número uno. A partir de ahora, cada año saldrá una nueva edición: hasta que los compromisos se cumplan.

Un grupo de organizaciones no gubernamentales (ONG) que acompañó en 1995 las deliberaciones de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social en Copenhague y la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing resolvió iniciar el "Control Ciudadano". Al Instituto del Tercer Mundo, con sede en Montevideo, se le encomendó la tarea de editar un informe anual sobre el cumplimiento de lo acordado y la Secretaría de la red.
En 1996 se publicó un número experimental que incluia 13 informes nacionales. La idea fue recibida con entusiasmo y en marzo de este año apareció el número uno, que duplicó la cantidad de informes nacionales y consolidó una red comprometida a seguir de cerca el cumplimiento de las metas acordadas por las "cumbres sociales" hasta que en el año 2000 la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) evalúe los logros y trace las metas para los primeros años del nuevo siglo.

En su carta de presentación del informe de este año, Juan Somavía, embajador de Chile ante la ONU y presidente del Comité Preparatorio de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, afirma:

"En el año 2000 los gobiernos volverán a reunirse para evaluar lo actuado desde Copenhague y acordar nuevas iniciativas. La Asamblea General de la ONU ha decidido recientemente que esta evaluación tendrá un proceso especial a través de la Comisión de Desarrollo Social y un Comité Preparatorio a nivel político. Ha sido la forma en que los gobiernos reiteraron su compromiso con los temas de la Cumbre Social. Sabemos desde ya, en consecuencia, que esa será una ocasión en que nuevamente a un alto nivel político se coloque el ser humano y sus necesidades en el corazón del debate internacional. Estas instancias formales abren nuevas oportunidades a la participación de las organizaciones ciudadanas y voces como la que se expresan en este informe podrán ser oídas y ejercer influencia a partir de su experiencia, su práctica y su conocimiento de la realidad que Control Ciudadano da a conocer".

Para medir el cumplimiento de las metas acordadas en Copenhague y Beijing, se elaboró un método -el Indice de Compromisos Cumplidos (ICC, ver cuadro)- con el fin de que la propia sociedad civil pueda realizar ese control.

Algunos compromisos son cuantificables y no ofrecen mayor complejidad a la hora de evaluarlos. Hay otros, sin embargo, que refieren a voluntades políticas, a interés y preocupación por parte de los gobernantes sobre un tema, a su priorización con respecto a otros así como a la calidad de las políticas desarrolladas sobre un área.

La construcción de un índice que evalúe la gestión de los gobiernos y los organismos intergubernamentales es a la vez movilizadora y organizadora para las ONG que pretenden ejercer el Control Ciudadano. Involucra aspectos teóricos relativos a la elección y desarrollo de indicadores, que es impensable e inútil sin la existencia de una fluida provisión de datos sobre qué está pasando a nivel nacional en los diferentes países.

La fuerza del ICC tal vez radique en la posibilidad de ubicar a los gobernantes, a los que están dotados de la gracia del verbo, en el lugar del interpelado, de aquel cuyo discurso se genera a partir del discurso del otro, que le concede la palabra para que pueda rendir cuentas de su accionar y donde el poder de la palabra se desplaza de los grandes torneos oratorios de las reuniones de la ONU a los y las ciudadanas que en legítimo ejercicio de sus derechos observan, informan y reclaman.

De habérsela evaluado con este instrumento, la acción de la Organización Mundial de Comercio (OMC), por ejemplo, hubiera recibido una calificación nula, ya que "no ha cumplido con lo que los jefes de Estado le solicitaron" en Copenhague.

"No se reclamó de la OMC que cambiara o ajustara sus políticas, o que coordinara sus acciones con las de la ONU", sino simplemente que "estudiara los impactos sociales de la liberalización del comercio, en especial en los países menos desarrollados", señala en un aparte el informe de 1997 de Control Ciudadano.

"La OMC no se ha enterado de que existieron las cumbres", concluye el informe, pese a que la Ronda Uruguay del GATT y los efectos superlativos sobre la pobreza de la liberalización del comercio mundial son mencionados en varias oportunidades en las declaraciones de Copenhague y Beijing.

En ese plano, el presbítero Luis Pérez Aguirre, del Servicio de Paz y Justicia de Uruguay y ex síndico de derechos humanos de la ONU, considera que pese a la celebración de las reuniones mundiales de Dinamarca y China, la pobreza no ha hecho más que aumentar.

En una nota incluida en el documento titulada "Se fue el año y se quedó la pobreza", Pérez Aguirre sostiene:

"Se trata de construir la esperanza de los pobres, su capacidad de resistencia ante el larvado egoísmo y su capacidad de utopía. Se trata de potenciar una nueva sociedad civil planetaria y solidaria, un nuevo consenso surgido de una nueva conciencia, de una nueva fuerza cultural, ética y espiritual que esté dispuesta a luchar por los cambios impostergables con una estrategia responsable para enfrentar la inmoralidad de una seudoética de mercado. Simplemente: optar por salvar la vida (ante los cien niños que murieron mientras usted termina de leer esta nota) en la reconstrucción de la esperanza".

Desde el primer momento, Control Ciudadano se definió como una idea abierta, un punto de encuentro y partida para las organizaciones de la sociedad civil interesadas en el seguimiento de las reuniones mundiales de Copenhague y Beijing. Concebido como un espacio donde las ONG puedan ejercer su derecho a exigir el cumplimiento de los acuerdos, Control Ciudadano aspira a dar una respuesta posible al desafío de generar un espíritu de rendición de cuentas por parte de quienes deciden en materia de políticas públicas y avanzar en términos de indicadores apropiados para medir lo difícilmente medible: la voluntad política.


Indice de Compromisos Cumplidos

El Indice de Compromisos Cumplidos (ICC) tiene como objetivo medir el grado en que los gobiernos cumplen los compromisos globales y específicos, de acuerdo a lo suscrito en la Declaración y en el Programa de Acción de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, y en la Declaración y Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia sobre la Mujer.
El ICC está compuesto por un conjunto de medidas, cuantitativas y cualitativas, que pueden ser agrupadas en función a dos dimensiones básicas.
La primera dimensión, llamada "Distancia a Metas", proporciona información sobre el grado en que los países se alejan o se acercan de las metas que se propusieron alcanzar en función de los compromisos asumidos. Esta dimensión está compuesta por variables que miden el "estado de la situación" en cada país y se construye básicamente a partir de la información ya estandarizada, producida por los organismos internacionales. La segunda dimensión, llamada "Voluntad Política", apunta a medir el grado en que los gobiernos expresan su voluntad política de enfrentar los problemas del desarrollo social.
La primera dimensión dice cómo los países están ahora, en sus distintos aspectos, pero no dice nada sobre los esfuerzos actuales que se están llevando a cabo, en el área de desarrollo social. La dimensión "Voluntad Política" apunta a esto último y debe entenderse como la dimensión complementaria de la anterior. Permite medir las iniciativas que se están tomando para enfrentar los problemas del desarrollo social. Esta segunda dimensión es sin duda la más compleja, pues obliga a la creación de mecanismos de naturaleza esencialmente cualitativa, que puedan a su vez ser combinados con variables cuantitativas.




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