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No. 65 - Marzo 1997

CAMPAÑA CONTRA EL NEOLIBERALISMO

Sudáfrica debe oponerse a las políticas del FMI

El proyecto de crear un "Corredor de Alimentos" en el sur de África cuenta con el apoyo de las instituciones de Bretton Woods. Con motivo de la visita del director gerente del FMI, Michel Camdessus, el 16 de octubre, fue lanzada la "Campaña contra el neoliberalismo en Sudáfrica".

Miembros de organizaciones populares y activistas del Movimiento Democrático nos hemos reunido para lanzar una "Campaña contra el neoliberalismo en Sudáfrica" y expresar nuestro temor por la visita del director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Michel Camdessus.
El funcionario fue invitado a Sudáfrica "para consolidar las buenas relaciones con el FMI", dijo el ministro de Hacienda, Trevor Manuel.

El FMI apoyó al apartheid, con préstamos de más de 1.000 millones de dólares, a fines de los años 70 -en vísperas del pánico financiero provocado por el levantamiento de Soweto- y principios de los 80, cuando el precio del oro cayó y el régimen necesitó apoyo monetario externo.

Desde el exilio, el Congreso Nacional Africano condenó por este motivo a la entidad.

El FMI ayudó luego al régimen en sus políticas económicas crecientemente neoliberales a fines de los 80 y diseñó el Impuesto al Valor Agregado a principios de los 90.

En 1993, el FMI concedió un préstamo importante que incluía "condicionamientos" secretos que aseguraban, en caso del paso a un régimen democrático, la continuidad de la política económica.

Ante la visita de Camdessus, entonces, cabe destacar algunas circunstancias.

Los 11 mandamientos

El intento del Ministerio de Hacienda de mantener "buenas relaciones" con el FMI se da acto seguido del apoyo a una estrategia macroeconómica, en junio de 1996, que mantiene gran similitud con los 11 nuevos "principios para el éxito económico" del FMI, llamados "los 11 mandamientos".

La estrategia de crecimiento y redistribución del empleo, que hace énfasis en la reducción del gasto público, el mantenimiento de elevadas tasas de interés, el crecimiento dirigido a la exportación y la liberalización comercial, la privatización y la autorización a incrementar la salida de capitales de Sudáfrica, es un calco de las políticas monetaristas y de libre mercado que en todo el mundo favorecen a los intereses de los bancos y conglomerados poderosos, a expensas de los trabajadores, los pobres, las mujeres, los jóvenes y otras fuerzas sociales marginadas.

A la cálida recepción dada a la delegación de Sudáfrica en la reunión anual del Banco Mundial y el FMI en Washington siguieron meses de estrecha colaboración en el diseño de la política económica, lo que marca un gran distanciamiento del Programa de Reconstrucción y Desarrollo.

Autonomía nacional

Muchos habían temido que se produjera un alejamiento sistemático de los valores de justicia social y de las políticas redistributivas expresadas en el Programa de Reconstrucción y Desarrollo, y su reemplazo por principios y programas neoliberales. Algunos miembros del gobierno -en particular funcionarios de Hacienda y del Banco de Reserva- parecen ahora ignorar por completo la advertencia del Programa de Reconstrucción y Desarrollo en cuanto a que el FMI y el Banco Mundial perjudican a Sudáfrica y a nuestros vecinos de distintas formas.

Las relaciones con instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el FMI deben cuidar la formulación de la política interna y promover los intereses de la población y la economía sudafricanas.

En la mayoría de los países en desarrollo, el FMI y el Banco Mundial han participado directamente en la política económica, socavando la soberanía nacional en gran medida a través del poder que detentan en su calidad de acreedores.

Este no ha sido el único mecanismo para influir en Sudáfrica, y es así que la influencia neoliberal sobre la política económica y social a menudo ha ocurrido sin préstamos de por medio. Tal vez de mayor importancia es la habilidad del FMI y el Banco Mundial de influir sicológicamente en los potenciales inversores extranjeros, en un contexto en el que la inversión extranjera es considerada por un pequeño grupo de autoridades y asesores gubernamentales como el factor número uno del crecimiento económico.

Desde la década del 80, Sudáfrica logró atraer gran cantidad de capitales especulativos, provocando consiguientes rachas de volatilidad de las divisas, en condiciones en que prácticamente ninguna de las inversiones extranjeras directas representaba un riesgo para los monopolios existentes, no transfería tecnología ni creaba puestos de trabajo o productos de consumo en el mercado local. Creemos, por tanto, que el acercamiento al FMI con el objetivo de atraer lo que el ministro de Asuntos Hídricos calificó correctamente como "el inversor extranjero mítico", debería ser visto con alarma por todos los que en Sudáfrica están comprometidos con el desarrollo sustentable y centrado en el ser humano.

En los países del Sur, los Programas de Ajuste Estructural impuestos por el FMI y el Banco Mundial para conseguir el pago de la deuda externa han provocado hambre, destrucción ambiental y el desmantelamiento de la salud, la educación y los programas sociales y de infraestructura. También dejaron a pequeñas economías a merced de trasnacionales que explotan la mano de obra barata del lugar, a menudo atrapada en zonas francas donde no existen sindicatos ni reglamentación en materia de higiene y seguridad laboral, y vierten residuos y productos tóxicos producidos en los países industrializados.

La crisis de la deuda

El pago de la deuda se ha convertido en un mecanismo importante de transferencia de riqueza desde los países del Sur a los financiadores del Norte.

Según las Naciones Unidas, entre 1980 y 1992 los países en desarrollo pagaron 1,66 billones de dólares por concepto de servicios de la deuda, el triple del monto original adeudado en 1980. Pero pese a las transferencias mencionadas, el total de la deuda del Tercer Mundo todavía se ubica en 1,3 billones de dólares. La deuda externa se ha convertido en eterna y resulta el mayor obstáculo inmediato al crecimiento y el desarrollo sustentable.

Por tanto, es crucial que las fuerzas progresistas de Sudáfrica sumen su voz a los reclamos internacionales de cancelación de la deuda del Tercer Mundo como primer paso para la construcción de relaciones equitativas y justas entre y dentro de las diferentes partes del mundo.

Con desaliento nos enteramos de que el Banco Mundial está a punto de conceder su primer préstamo a Sudáfrica desde 1967.

La entidad habría "vendido" al ministro Manuel un préstamo de 67 millones de dólares para mejorar la competitividad de las empresas sudafricanas. Coherente con el Programa de Reconstrucción y Desarrollo, el gobierno sudafricano debería renovar su anterior política de independencia respecto de los préstamos del Banco Mundial y esta entidad cerrar su oficina en Johannesburgo y desistir de su impopular política económica y social.

A la luz del fracaso casi universal de las políticas del FMI y el Banco Mundial en el mundo en desarrollo, exhortamos al ministro Manuel a mantener suma cautela. En lugar de ofrecer ingenuamente legitimidad a Camdessus para "vender" las políticas del FMI a los sindicatos y los movimientos sociales, el ministro de Hacienda debería utilizar las plataformas del FMI y del Banco Mundial para pedir la cancelación de la deuda del Tercer Mundo, incluida la deuda externa heredada del apartheid, de 18.000 millones de dólares. Además, debería aprovechar la oportunidad para reclamar la democratización y transformación del Banco Mundial y el FMI en organismos que sirvan a los intereses de los sectores populares.

Estamos convencidos de que lo único bueno que puede tener la visita de Camdessus es una discusión transparente de los enormes costos de las políticas del FMI, que se están adoptando con la rúbrica del "crecimiento interno" de Sudáfrica. Es vital que todas las fuerzas sudafricanas progresistas y democráticas confirmen su decisión de que el FMI no recolonice nuestro país, nuestro continente y los países en desarrollo.

La "Campaña contra el neoliberalismo en Sudáfrica" ha sido creada para ayudar a identificar, detener y erradicar el neoliberalismo, que en forma creciente amenaza con revertir la transformación socioeconómica en el país, e intenta concitar el apoyo de sindicatos, organizaciones no gubernamentales, estudiantiles, organismos comunitarios, grupos de mujeres y jóvenes, grupos ambientalistas, iglesias y otras fuerzas democráticas.

La campaña alentará y ofrecerá recursos a quienes procuren, a nivel nacional e internacional, desafiar la concentración del poder económico y promover el desarrollo centrado en el ser humano.






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