No. 67 - Mayo 1997
En la larga evolución de la vida sobre la Tierra, la reproducción sexuada fue el gran salto tecnológico. La combinación de genes de dos individuos distintos permite la constante renovación, innovación y adaptación de las especies a los cambios ambientales. La información genética de los individuos resulta infinitamente variada y muy rara vez idéntica. La biodiversidad hace posible la vida y está defendida por tratados internacionales, pero sobre todo por la vida misma, por la combinación aún desconocida de instintos, químicas, hormonas y rituales que lleva a que la información genética de dos especímenes se recombine y que plantas y animales generen el ambiente propicio a la sobrevivencia de su descendencia, a veces con prioridad sobre la propia.
El tabú universal contra el incesto en la especie humana (superior incluso a los también universales impulsos incestuosos que Freud describiera) no es sino la expresión cultural de esta necesidad de asegurar la diversidad. Las poblaciones aisladas y sin renovación genética, tal como los monocultivos, decaen y se extinguen a la larga.
En la larga evolución de la vida sobre la Tierra, la reproducción sexuada fue el gran salto tecnológico. La combinación de genes de dos individuos distintos permite la constante renovación, innovación y adaptación de las especies a los cambios ambientales. La información genética de los individuos resulta infinitamente variada y muy rara vez idéntica. La biodiversidad hace posible la vida y está defendida por tratados internacionales, pero sobre todo por la vida misma, por la combinación aún desconocida de instintos, químicas, hormonas y rituales que lleva a que la información genética de dos especímenes se recombine y que plantas y animales generen el ambiente propicio a la sobrevivencia de su descendencia, a veces con prioridad sobre la propia.
El tabú universal contra el incesto en la especie humana (superior incluso a los también universales impulsos incestuosos que Freud describiera) no es sino la expresión cultural de esta necesidad de asegurar la diversidad. Las poblaciones aisladas y sin renovación genética, tal como los monocultivos, decaen y se extinguen a la larga.
La clonación de mamíferos (técnicamente idéntica a la de los humanos), festejada por la prensa como un avance tecnológico, resulta en este marco el supremo incesto, la transmisión a la descendencia de una información genética uniforme, potencialmente lucrativa para algunas empresas pero peligrosa para la diversidad y la vida misma. Técnicamente, además, reduce la maravillosa complejidad de la reproducción sexuada a la elemental simplicidad de la reproducción de las amibas o los virus de computador que se copian a sí mismos.
La clonación de la oveja Dolly no ha sido más que un episodio muy promocionado de una larga cadena de experiencias de la manipulación genética. Por detrás de ellas no hay científicos desinteresados (o un poco locos, como quisiera la prensa, reviviendo el mito del doctor Frankestein), sino las grandes empresas de la alimentación... y de los venenos.
Los productos comerciales de la ingeniería genética están comenzando a salir del ambiente controlado de los laboratorios para vivir sobre la tierra. En vez de nombre estos seres tienen marcas, como la soya "Roundup", comercializada por Monsanto, alterada genéticamente no para resistir mejor a las pestes, sino para poder sobrevivir a dosis aun mayores de pesticidas... que eventualmente serán digeridos por los animales que los consuman y los humanos que coman a estos.
A pesar de la enfermedad de la "vaca loca", producida por otra alteración del ciclo alimenticio (al alimentar a las vacas con raciones que incluían restos de ovejas), las transnacionales de las semillas y la alimentación continuan negándose a admitir los peligros e incluso a informar a los consumidores que los productos que ofrecen en las góndolas de los mercados han sido manipulados genéticamente.
En este número informamos sobre estos riesgos, y por suerte también sobre las saludables reacciones de la sociedad civil y algunos gobiernos en distintas partes del mundo. Aún estamos a tiempo.
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