No. 67 - Mayo 1997
ESTADOS UNIDOS
Amplia coalición contra la soja transgénica
por
Ronnie Cummins y Ben Lilliston
Pequeños agricultores, consumidores y grupos ambientalistas de Estados Unidos se han unido para luchar contra la comercialización de soja y alimentos manipulados genéticamente no probados y no etiquetados.
Los europeos no son los únicos que se sienten agraviados por la introducción al mercado de soja y otros alimentos manipulados genéticamente no etiquetados y no probados. El 7 de octubre, una coalición de 80 grupos de pequeños agricultores, consumidores y ambientalistas, organizaron manifestaciones de protesta y conferencias de prensa en Washington, Minneapolis, Chicago y Kansas City para iniciar un boicot a la soja manipulada genéticamente de Monsanto y el trigo transgénico de Ciba-Geigy.
En una protesta similar a la llevada adelante por Pure Food Campaign en los últimos tres años contra la leche de Monsanto conteniendo las controvertidas hormonas de crecimiento bovino recombinante (rBGH), los activistas, rodeados por cámaras de televisión, desafiaron a la policía y depositaron bolsas de basura conteniendo soja y trigo manipulado genéticamente a las puertas de la Junta de Comercio de Chicago, edificio donde se comercializan en el mercado internacional los cereales y productos agrícolas estadounidenses. Cuatro días después, Greenpeace fumigó y arruinó un campo experimental de la soja Roundup Ready de Monsanto en el estado de Iowa.
La resistencia a los alimentos producto de la manipulación genética aumenta en Estados Unidos debido a la empecinada negativa del gobierno de Bill Clinton de exigir que los alimentos y cultivos manipulados genéticamente sean sometidos a pruebas de seguridad especiales antes de su lanzamiento al mercado, y que dicha característica figure en el etiquetado. La tenaz oposición de agricultores y consumidores logró que dos tipos de tomates manipulados genéticamente -el Flavr Savr y el Endless Summer- fueran sacados del mercado, mientras que Monsanto sufrió pérdidas millonarias con un tercer producto aún más controvertido: el rBGH.
En abril del año pasado, la revista Business Week publicó los comentarios de analistas de Wall Street que predijeron que Monsanto se vería obligado a sacar también el rBGH del mercado. En mayo del mismo año, Monsanto admitió que abandonaría sus planes de vender rBGH fuera de América del Norte.
Si bien las encuestas entre los consumidores indican que 95 por ciento de los estadounidenses quieren el etiquetado de alimentos y cultivos manipulados genéticamente, las compañías cerealeras y de biotecnología, respaldadas por las autoridades, insistieron en que este año los cultivos de soja y trigo transgénico no serían identificados diferencialmente ni etiquetados, y que si Europa no dejaba entrar los alimentos genéticos de Estados Unidos, enfrentaría represalias económicas en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Los últimos informes científicos sobre el potencial factor alergénico de los cultivos transgénicos, así como de la contaminación biológica que podrían provocar, contribuyeron a aumentar la preocupación en Estados Unidos. La prestigiosa publicación New England Journal of Medicine señaló el 14 de marzo que el potencial alergénico de estos nuevos alimentos manipulados genéticamente "es incierta, impredecible y no comprobable".
El temor de que la soja Roundup Ready aumente la cantidad de insumos químicos aplicados en los establecimientos agrícolas es fundado. Los agricultores que utilicen semillas de soja transgénica podrán ahora tratar sus cultivos con el doble de cantidad de Roundup -el herbicida tóxico fabricado por Monsanto- deteriorando aún más la fertilidad del suelo y contaminando el agua subterránea. En California se identificaron los plaguicidas de mayor toxicidad para los agricultores, y el Roundup ocupa el tercer lugar.
La misma aprensión ha motivado oposición al trigo de Ciba-Geigy manipulado genéticamente -el Maximizer-, que sigue prohibido en Europa. Este trigo contiene un gen resistente a la ampicilina (un antibiótico), resistencia que las autoridades de salud advirtieron podría pasar a los animales y, por último, a los seres humanos.
¿Una guerra comercial?
También los intereses económicos miran con preocupación la posibilidad de que se avecine una guerra comercial entre Estados Unidos y Europa.
Estados Unidos actualmente exporta más de 2.000 millones de dólares al año de trigo y soja a Europa y, como subrayó H.H. Kroner, de Eurocommerce, en una conferencia de prensa patrocinada por la Fundación sobre Tendencias Económicas, de Jeremy Rifkin, con sede en Washington, los agricultores estadounidenses arriesgan perder su mercado a menos que se identifique de manera diferenciada los cereales manipulados genéticamente y sean etiquetados.
La soja y el trigo son los dos cultivos agrícolas más importantes de Estados Unidos y el 50 por ciento de la soja se exporta. Si bien la soja Roundup Ready de Monsanto representa sólo una pequeña parte de la cosecha estadounidense de este año (un millón de acres de un total de 67 millones), los agricultores comienzan a temer que, a raíz de las políticas de su país en materia de etiquetado y pruebas de seguridad, el año próximo los europeos se dirijan a otros países, como Argentina y Brasil, para la compra de soja y trigo.
De igual forma, los minoristas y vendedores de alimentos procesados temen que un retraimiento de los consumidores en Estados Unidos -como el que ya sufrieron con el caso del rBGH- pueda afectar las ventas de productos derivados de soja y trigo.
La oposición de los agricultores estadounidenses a los cultivos biotecnológicos es dirigida por la Coalición Nacional de Granjas Familiares y los Defensores de la Granja Familiar, dos grupos rurales que luchan contra el avance de los establecimientos agrícolas a nivel empresarial que están dejando sin tierra a los pequeños agricultores del país.
"No necesitamos esos productos alterados genéticamente, no los queremos y no los usaremos", dijo el agricultor de soja de Missouri Bill Christianson, de la Coalición Nacional de Granjas Familiares. Antes de depositar una bolsa de basura con cereales transgénicos a las puertas de la Junta de Comercio de Chicago, John Kinsman, productor de leche de Wisconsin y miembro del grupo Defensores de la Granja Familiar, declaró: "Con el advenimiento de la ingeniería genética y la patente de formas de vida se está abriendo una Caja de Pandora que tal vez luego resulte imposible cerrar. La contaminación de los alimentos y la propiedad monopólica de las patentes de vida seguramente provocarán la destrucción de la agricultura familiar en la mayoría del mundo, incluido Estados Unidos".
Lamentablemente, como señaló uno de los impulsores de la campaña, la soja Roundup Ready, el trigo Maximizer, la rBGH, y el tomate Flavr-Savr no son sino los primeros platos de un variado menú en proceso de expansión de alimentos manipulados genéticamente.
Este año, Monsanto venderá algodón, papas y aceite de semilla de colza manipulados genéticamente. En Estados Unidos se han plantado dos millones de acres con las plantas de algodón de Monsanto empalmadas con Bt, y la compañía ya ha hecho una prueba en mercado a pequeña escala en Canadá de papas New Leaf.
Campaña mundial contra los alimentos manipulados genéticamente
Organizaciones de interés público y de consumidores y agricultores de unos 40 países realizaron simultáneamente del 21 al 26 de abril manifestaciones de protesta y conferencias de prensa frente a supermercados, sedes de empresas implicadas y oficinas gubernamentales, en apoyo al boicot mundial contra la comercialización de trigo y soja manipulados genéticamente, no identificados (no etiquetados) y no sometidos a una prueba previa a su comercialización (la soja Roundup Ready de Monsanto, el trigo Maximizer de Ciba-Geigy, con Bt), y de otros alimentos y productos agrícolas manipulados genéticamente.
Entre las organizaciones que apoyan la campaña figura The Foundation on Economic Trends, Pure Food Campaign y la Red del Tercer Mundo.
Esta campaña constituye la primera acción internacional coordinada en contra de la biotecnología agrícola y los alimentos manipulados genéticamente.
Una declaración emitida a nombre de las organizaciones que impulsan la campaña por Jeremy Rifkin, de The Foundation on Economic Trends de Estados Unidos, señala: "El boicot mundial a la soja y el trigo manipulados genéticamente se está convirtiendo en uno de los desafíos más serios de la sociedad civil al Nuevo Orden Mundial del GATT y la Organización Mundial de Comercio (OMC). Si la resistencia internacional a los alimentos transgénicos continúa en aumento, las organizaciones populares podríamos ganar nuestra primera gran batalla contra las trasnacionales, y por primera vez en la historia moderna detener una tecnología no sustentable nueva antes de que cause estragos en el medio ambiente, la cadena alimenticia, la salud pública y la supervivencia de las comunidades rurales y tradicionales".
Y agrega: "En esta era de explotación económica intensiva y globalización empresarial, estamos todos sujetos a una creciente industrialización y contaminación de los alimentos que se nos ofrecen. En este contexto, a los progresistas no les queda otra opción que organizarse y movilizarse a escala trasnacional. Aislada y fragmentada, la sociedad civil no puede enfrentar a Monsanto, Ciba-Geigy y otras gigantes de la química y el agro. Movilizándonos y organizándonos juntos sobre bases internacionales podremos ganar esta batalla". |
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