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Tema de tapa


No. 69 - Julio 1997

AL RESCATE DE UN COMPROMISO

En el siguiente discurso ante la Asamblea General de la ONU, en la sesión especial del 27 de junio sobre Evaluación de la Aplicación del Programa 21, Martin Khor, director de la Red del Tercer Mundo, reseñó la evolución de los postulados de la Cumbre de la Tierra y propuso medidas urgentes para el próximo quinquenio.

Cinco años atrás la sociedad civil abrigaba la esperanza de que la Cumbre de la Tierra instalara un nuevo tipo de sociedad mundial que salvara al planeta de la catástrofe ecológica y, al mismo tiempo, ayudara a los países del Sur y a las comunidades pobres a desarrollarse de manera sustentable.

Hoy, en el último día de esta Sesión Especial, entre los ciudadanos del mundo cunde la alarma de que el mundo se está precipitando cada vez más al borde del desastre ecológico en la medida que persisten los viejos sistemas de producción y consumo, se siguen depredando los bosques y las tierras, y se sigue contaminando la atmósfera, como si la Cumbre de la Tierra nunca hubiera existido.

Estamos profundamente desilusionados pues parece que el espíritu de Río se desvaneció. La ayuda se redujo. Los recursos financieros de los países en desarrollo continúan siendo succionados a través del pago del servicio de la deuda y el deterioro de las relaciones de intercambio comercial. A fines de la década del 80, por ejemplo, los países del África subsahariana perdieron el 15 por ciento de su producto interno bruto por el deterioro de las condiciones de intercambio, e incluso más por el pago de la deuda. El flujo anual de entre 300.000 y 500.000 millones de dólares del Sur al Norte crea una enorme vacío financiero que no puede ser compensado por el volumen de ayuda cada vez más menguado.

En lugar de la prometida transferencia tecnológica, el nuevo acuerdo sobre derechos de propiedad intelectual de la Organización Mundial de Comercio (OMC) levanta nuevas barreras que impiden al Sur acceder a una tecnología ambientalmente inocua. También acelera la práctica de la biopiratería, que permite la apropiación de los recursos genéticos y del conocimiento de las comunidades locales sobre el uso sustentable de la biodiversidad, transformándolos en patentes y productos patentados que reportan cuantiosas ganancias a las grandes empresas.

Las principales víctimas son las comunidades pobres y los individuos comunes, que soportan la destrucción de su ambiente y la indignidad de la pobreza.

Y sin embargo, hoy saludamos a los pueblos indígenas, que desesperadamente custodian, a veces con sus propias vidas, lo que queda de los bosques tropicales y otros sistemas del planeta. Saludamos a las comunidades locales y a los activistas ambientales del Norte y del Sur que también están luchando por salvar los restos de los bosques prístinos del hacha depredadora, y que combaten con ahínco los basureros tóxicos y las industrias peligrosas instaladas en los alrededores de sus hogares. Saludamos a las comunidades de todas las regiones que han tenido que defender con valentía sus tierras, hogares y recursos de la invasión de los grupos comerciales y los multimillonarios proyectos faraónicos que con demasiada frecuencia demuestran ser económicamente inviables y ecológicamente destructivos, y crean además millones de refugiados ambientales. Saludamos a los miles de agricultores de todo el mundo que, después de haber sufrido los efectos perniciosos de una agricultura basada en los insumos químicos, han cambiado a una agricultura orgánica propia y están reconstituyendo su tierra, a pesar de la falta de apoyo. Saludamos a los consumidores y movimientos de consumidores que se están oponiendo a los productos insalubres y a modelos de consumo insalubres.

Saludamos a todas las personas, activistas y científicos que denuncian el lado oscuro de la ingeniería genética y llevan adelante una campaña en contra de las patentes sobre las formas de vida y la clonación de los productos de la naturaleza. Saludamos a las mujeres, que muchas veces son la vanguardia de las luchas de las comunidades por la supervivencia, enfrentando las excavadoras, batallando contra las industrias (...) y los basureros tóxicos para impedir que envenenen a sus hijos.

Estas personas valientes, comunes, a menudo las más pobres y humildes de sus sociedades, son los verdaderos artífices y héroes del desarrollo sustentable, sobre el cual el resto de nosotros tan sólo hablamos.

También saludamos a las numerosas organizaciones no gubernamentales (ONG) que trabajan por el desarrollo y la defensa del medio ambiente, a la nueva camada de periodistas ambientales, funcionarios y planificadores así como a los pocos y preciados líderes políticos que, a su modo, se la jugaron en defensa del desarrollo sustentable.

Es nuestro deber para con todos (...) cumplir con lo que nos cabe en la empresa de cuestionar las antiguas formas y modelos de producción, de tecnología y de consumo así como los estilos de vida insustentables.

Aún así, somos conscientes cada vez más de que los millones de batallas libradas a nivel local están todas vinculadas al creciente poder de la globalización. El tipo de globalización predominante es injusto, beneficia a unos pocos y margina a las grandes mayorías. No sólo se basa en los mismos modelos de producción y consumo que hemos denunciado como insustentables sino que se encarga de propagarlos aceleradamente. Representa el creciente poder de las grandes empresas que aumentan su monopolio de la economía y llegan a abarcar a los organismos políticos.

A cinco años de Río, la globalización ha pasado por encima de las prioridades del desarrollo sustentable y ahora los imperativos son el comercio y la necesidad de ser competitivo en el mercado mundial. El medio ambiente, el bienestar de los sectores pobres y la sociedad mundial son cosa del pasado.

Los Acuerdos de Marrakech de 1994, que dieron origen a la OMC, (...) institucionalizaron la globalización.

Las ONG también están preocupadas porque debido al aumento del poder de este sector privado, el protagonismo de la ONU en los temas sociales, económicos y ambientales se ha menoscabado, pasando a las instituciones de Bretton Woods y la OMC, que postulan un modelo de cooperación internacional diferente.

Por tanto, exhortamos a los líderes políticos a tomar el control del proceso de globalización y canalizarlo en dirección a los objetivos de sustentabilidad.

El Comité de Desarrollo Sustentable y otros organismos de la ONU deberían manejar el tema de la globalización y el desarrollo sustentable. Para empezar, sería un tema intersectorial que se discutiría todos los años. (...)

Es vital reafirmar los principios que animaron el espíritu de Río: que los pobres tienen derecho al desarrollo, los ricos tienen el deber de cambiar sus estilos de vida y ayudar a los pobres, y hay que poner en práctica las responsabilidades comunes pero diferenciadas para salvar a la Tierra".

En los próximos cinco años es urgente emprender las siguientes acciones:

Exigir mayor responsabilidad al sector privado, en especial las trasnacionales, por sus actividades, las cuales deben estar sujetas a una regulación.
Exigir mayor transparencia de los sistemas financiero y de comercio, incluida la OMC, los que deben rendir cuentas ante la opinión pública y los objetivos de desarrollo sustentable.
Fortalecer los recursos, la función y la capacidad de la ONU de manera que pueda ser consecuente con su misión de servir las necesidades sociales, de desarrollo y ambientales de los pueblos, especialmente los sectores más débiles y pobres.
Dar más oportunidades y facilidades a las ONG para participar en las actividades de la ONU. A nivel nacional, dar más espacio y participación a las ONG y grupos sociales en las instancias de consulta y evolución política.
Integrar los intereses sociales, de justicia y ambientales a la política económica nacional y a los planes de desarrollo, así como al diseño de las políticas internacionales (tales como los programas de ajuste estructural) y a las normas y acuerdos de comercio, como forma de impedir la polarización social, aumentar la justicia social, erradicar la pobreza y proteger el medio ambiente.
Evaluar de manera rigurosa las nuevas tecnologías, tales como la ingeniería genética, por sus impactos ambientales, sociales y sobre la seguridad, antes de permitir su aplicación y divulgación.
Concluir rápidamente tratados efectivos para impedir la exportación de productos químicos y otras sustancias peligrosas.
Ubicar como máxima prioridad en los planes de desarrollo la necesidad de proteger las cuencas y las regiones montañosas para impedir mayores pérdidas forestales y asegurar los suministros de agua para el futuro.
Tomar con mayor seriedad la tarea de eliminar la agricultura insustentable e impulsar con decisión la agricultura sustentable.






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