No. 73 - Noviembre 1997
La "Telemática"
por
Miguel Peirano
Viví en una ciudad donde la electricidad empezó siendo algo que uno compraba a una central privada y cercana que un señor había montado. La central luego convivió con otras, de otros señores, que habían aprovechado la idea sentando plaza en otros barrios, y aprovechando también la tiranía de la distancia, se habían hecho una clientela local a la cual llegaba con cables tendidos por ella misma. Más tarde las lógicas combinadas del capitalismo y la tecnología las unieron, probablemente a desmedro de las menores, hasta formar un ente uniforme, nacional, que provee energía eléctrica a todos y cada cual. Desde hace décadas es normal esperar que una casa, en cualquier barrio de esa ciudad, esté conectada a la red eléctrica cuando la compramos o alquilamos.
Hoy, la casa nueva no solo tiene enchufes en todas las habitaciones, sino que hay una línea telefónica y, probablemente, televisión por cable. No es simplemente la lógica insidiosa del capitalismo, sino la lógica de la cosa en sí. El teléfono obtiene un beneficio real de su propia multiplicidad. Esta lógica conduce a la penetración máxima, y por consiguiente a la concentración, porque el valor máximo posible de un teléfono sólo se alcanzará cuando cada persona lleve un celular en el bolsillo. La desregulación excesivamente regulada de las empresas telefónicas estatales dan muestra de lo difícil que es parcelar algo que posee una capacidad tan unificadora como la red telefónica.
No veo la razón por la cual la "conectividad", la red física que nos permite conectarnos con Internet, pueda fácilmente escapar a la misma lógica. Los proveedores de servicios de Internet tal como los conocemos, comenzarán a correr la suerte de los señores que montaron las centrales eléctricas de mi ciudad. Nombres en las calles, fortunas familiares y unos pocos convertidos en potentados oligopólicos. En mi barrio, un nuevo enchufe se agregará a cada habitación y pagaremos la cuenta la "Telemática" como cualquier otro hijo de vecino.
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