Instituto del Tercer Mundo  
   EDICION | TEMAS
   No. 73 - Noviembre 1997
  Tema de tapa
  Ambiente
  Armamentismo
  Entrevistas
  Ciberzoo
  América Latina
  Libros
 
   Ediciones
   Anteriores
   Ultima edición
 
   Otras publicaciones




Tema de tapa


No. 73 - Noviembre 1997

CRISIS FINANCIERA MUNDIAL

Dinero caliente inunda los mercados

por Hazel Henderson

La transformación de las finanzas mundiales en una enorme burbuja de activos que cubre todo el planeta hacía previsible la crisis actual, dice la autora, experta en economía internacional.

La transformación de las finanzas mundiales en una enorme burbuja de activos que cubre el entero planeta -con casi dos billones de dólares que van y vienen por el mundo cada 24 horas- hacía previsible lo que finalmente pasó en las últimas semanas.

Al derribarse los muros de contención levantados entre las economías nacionales se facilitó el actual maremoto de dinero caliente que sepultó a México en 1995 y anegó a los tigres asiáticos en 1997, para azotar luego a Europa y América del Norte y del Sur.

La fórmula para el crecimiento económico adoptada consensualmente en el "casino global" por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y virtualmente todos los actores de los mercados financieros, así como por los bancos centrales y los ministros de finanzas, se basa en el crecimiento del Producto Interno Bruto(PIB) por medio de la apertura de los mercados, del libre comercio, las monedas convertibles, la desregulación, la privatización, el recurso a los capitales externos y la promoción a ultranza de las exportaciones.

Ese "comportamiento de rebaño" en los mercados es probadamente equivocado y obtiene algún efecto positivo sólo a corto plazo, pero proyecta pésimas consecuencias a largo plazo. Tanto el crac de Wall Street de agosto de 1987 como el de octubre último eran previsibles. Pero se nos dijo que los derrumbes de las bolsas se debieron a motivos "psicológicos", mientras que los cimientos - según los analistas de mercado- de las finanzas globables siguen estando "OK".

Pocos de estos analistas admiten el papel de los especuladores, que tienen en sus manos más del 90 por ciento del comercio monetario mundial y prosperan gracias a la volatilidad de éste. Las finanzas globales aparecen infladas mientras que las economías reales de todo el mundo sufren los problemas de la excesiva capacidad, del desempleo y de la creciente brecha entre los ricos y los pobres, con siempre más altos niveles de endeudamiento público y privado.

Entre las características de los mercados actuales se destaca la de que cada actor individual trata de maximizar sus propios intereses, lo que contribuye al aumento del nivel de riesgo en todo el sistema, como quedó en evidencia en los recientes desplomes de las bolsas. Cuando los tigres asiáticos comenzaron su bajón sus dirigentes llamaron a las puertas del FMI y el Banco Mundial. En esa operación de salvataje efectuada a toda prisa se aplicaron los habituales remedios: mayor apertura de los mercados, supresión de los créditos incobrables, reducción del gasto público, aumento de las tasas de interés, etcétera.

Sin embargo, los sermones del FMI y del Banco Mundial acerca de proyectos gigantes en el sector público y en el de las propiedades inmobiliarias y sobre la necesidad de tomar medidas drásticas en cuanto a la corrupción sonaron a hueco. Muchos grupos de ciudadanos denunciaban desde hacía tiempo las políticas insostenibles y los graves problemas del trabajo infantil, de la represión sindical, de las fábricas inseguras, de la reducción de personal de las empresas, de los salarios miserables, así como los derivados de la desfinanciación de la educación y de los servicios sociales y del creciente daño ambiental en esos países.

Las invectivas contra los especuladores del primer ministro de Malasia, Mahatir Mohamed, resultaron comprensibles.

Ningún país puede lanzarse solo en la tentativa de domeñar al casino global. Ello requeriría acuerdos internacionales y acciones concertadas como las que se realizaron con el GATT y para la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Actualmente, el casino global ha entrado en un nuevo territorio gracias a la creciente volatilidad y especulación en los mercados monetarios, ya que interactúa en los mercados de valores y obligaciones.

Como incluso ha señalado el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Alan Greenspan, hay demasiado actores en los actuales mercados que están interesados en que siga creciendo la volatilidad. En estos desregulados mercados monetarios globales siempre habrá uno o dos países cuyas coyunturas económicas y por consiguiente sus monedas los expondrán a sufrir los ataques especulativos. Es lo que ha sucedido con el bath de Tailandia, el ringgit de Malasia, el peso de Filipinas y la rupia de Indonesia.

Al vincularse la moneda de un país al dólar estadounidense se le pone en la cuerda floja. Se trata de una medida de doble filo. Ningún Banco Central o grupos de éstos tienen suficientes reservas monetarias como para poder rechazar los ataques concertados de quienes operan con enormes multiplicadores en los mercados a futuro.

En 1996 propuse junto a Alan F. Kay, fundador de la primera compañía electrónica de comercio de valores en Estados Unidos, un acuerdo internacional entre los principales bancos centrales y las Naciones Unidas para la creación de un nuevo modelo de intercambio de moneda extranjera que operaría como una empresa de servicios públicos a fin de competir con las tradicionales operaciones bancarias de cambio. Los reciente virajes del mercado monetario podrían hacer que se prestara atención a esta y otras propuestas alternativas, incluyendo la referida al establecimiento de una Comisión Mundial de Valores y Cambios.

Entretanto, los políticos no pueden seguir argumentando que son víctimas de la globalización, dado que ellos mismos desencadenaron estas fuerzas en la década del 80, cuando desregularon sus mercados de capitales y crearon la actual OMC. Y a medida que se ocupen de analizar los muchos efectos de la globalización, podrán ver claramente sus desventajas en el actual casino global.


UNCTAD aconseja cautela

A falta de un consenso internacional amplio en materia de medidas para frenar los movimientos especulativos de capital, para los países en desarrollo y las economías en transición puede ser fundamental mantener cierta flexibilidad que les permita aplicar medidas de control a los movimientos de entrada y salida de capitales, expresó en setiembre en Ginebra el secretario general de la UNCTAD, Rubens Ricúpero. En ese momento, Tailandia comenzaba a sufrir trastornos financieros, pero éstos aún no se habían esparcido por el sudeste asiático.

En el Informe sobre Comercio y Desarrollo del año pasado la UNCTAD ya había planteado los posibles problemas que enfrentarían los países del sudeste asiático ante la diversificación insuficiente de su base manufacturera y el mejoramiento de la tecnología para aumentar la competitividad.

Ricúpero manifestó su confianza en que la respuesta política apropiada a la debilidad a largo plazo de la economía asiática la darían los propios gobiernos, contando en algunos casos con la ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero los acontecimientos de los últimos meses llamaron la atención sobre los efectos desorganizadores que pueden resultar de la volatilidad de los movimientos del capital internacional sobre una red mundial de mercados financieros, subrayó.

Los países asiáticos respondieron a la crisis prestándose apoyo mutuo a través de sus bancos centrales. "No obstante, a falta de un consenso internacional amplio que autorice la aplicación de medidas que apunten a poner freno a la volatilidad de los movimientos de capital, los países en desarrollo y las economías en transición necesitan mantener un cierto grado de autonomía para manejar los movimientos de ingreso y egreso de capitales", añadió.

En las negociaciones en torno a los servicios financieros, que se están llevando a cabo en la OMC, la UNCTAD ha estado brindando asistencia y asesoramiento técnico a los países en desarrollo que han buscado su consejo, expresó Ricúpero. "Hemos seguido estas negociaciones muy de cerca y hemos dicho a estos países que 'es menester que incluyan en su nivel de desarrollo las instituciones financieras de cada país, el estado actual de capacidad de supervisión interna, el estado actual del sistema financiero en su conjunto'. La situación varía para cada país y es difícil generalizar, pero espero que los países tomen estas decisiones a la luz de su propia realidad. Esto será considerado una valiosa contribución a la liberalización del sector de los servicios financieros".




Revista del Sur - Red del Tercer Mundo - Third World Network 
Secretaría para América Latina:  Jackson 1136, Montevideo 11200, Uruguay
Tel: (+598 2) 419 6192 / Fax: (+ 598 2) 411 9222
redtm@item.org.uy - www.redtercermundo.org.uy