No. 77 - Marzo 1998
La revolución silenciosa se hace realidad
por
Kofi A. Annan
El secretario general de la ONU, Kofi A. Annan expone las reformas emprendidas, entre las que resalta la intervención de las Naciones Unidas en numerosos conflictos pendientes de solución desde hace largo tiempo, las operaciones para mantenimiento de la paz y las reformas internas que significaron una amplia reducción de los gastos, la eliminación de 1.000 puestos y un crecimiento negativo del presupuesto.
Un año atrás, poco después de asumir el cargo de secretario general de las Naciones Unidas (ONU), dije en el National Press Club de Washington que la misión que teníamos por delante era la de revitalizar la capacidad de la organización para servir a sus miembros en un mundo cambiante.
Ello incluyó las promesas de que:
* Revisaríamos a fondo nuestras estructuras y procedimientos a la luz de nuestros limitados recursos financieros.
* Haríamos un esfuerzo decidido para eliminar la duplicación de funciones de nuestros organismos.
* Haríamos todo lo posible por atraer y retener a los mejores talentos.
* Buscaríamos crear una ONU que fuera capaz de enfrentar los nuevos desafíos que se presentan en el mundo.
* Esta misión fue asumida en la convicción de que su éxito beneficiará a la ONU en su totalidad y a todos los estados que la integran, incluyendo a Estados Unidos.
Entonces nos dijeron en Washington que una ONU reformada sería una ONU restaurada, que las cuotas adeudadas por Estados Unidos serían pagadas y que la ONU volvería a contar con un financiamiento seguro.
Nosotros mantuvimos nuestra palabra y la Asamblea General aprobó la reforma más amplia y de mayor alcance en la historia de la ONU. Los procesos de paz fueron reavivados en numerosos conflictos pendientes de solución desde hace largo tiempo. Y hemos demostrado una vez más que la ONU constituye el vehículo más apropiado para asegurar que Irak cumpla con los compromisos que contrajo como consecuencia de la Guerra del Golfo.
Prestamos con todo éxito asistencia a muchos refugiados en varios países, estrechamos vínculos con la sociedad civil y la comunidad empresarial y establecimos un nuevo enfoque en la lucha contra el tráfico de drogas, el crimen organizado y el terrorismo.
Las propuestas para reformar a la ONU son producto de la convicción de que, liberada de las limitaciones de la Guerra Fría, la organización mundial, por primera vez, estaba en condiciones de actuar con todo su potencial.
Aunque el proceso de reformas incluye una amplia reducción de los gastos administrativos, la eliminación de 1.000 puestos y un crecimiento negativo del presupuesto, el mismo debe ser visto como mucho más que la suma de los recortes que implica. La meta de este proceso es lograr que la ONU se concentre en la tarea de conferir más eficiencia y coherencia de propósitos a sus sectores sustantivos.
La "revolución silenciosa" que prometí se ha hecho realidad, pero las reformas sólo pueden ser puestas en práctica correctamente con la gente adecuada.
Para unirse a nuestro ya muy capaz equipo de altos funcionarios designé a Sir Kieran Prendergast y Bernard Miyet como responsables de Asuntos Políticos y Mantenimiento de la Paz, a Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda, en el puesto de Alto Comisionado para los Derechos Humanos, y a Pino Arlacchi, un pionero en la cruzada de Italia contra la Mafia, para organizar un esfuerzo concertado contra el tráfico de estupefacientes, el crimen organizado y el terrorismo. Jayantha Dhanapala, un diplomático de Sri Lanka experto en el control armamentista, fue nombrado jefe de un renacido Departamento para el Desarme y Olara Otunnu, de Costa de Marfil, se nos unió como Representante Especial para los Niños en Conflictos Armados. Sergio Vieira De Mello, de Brasil, tomó el nuevo cargo de Coordinador Especial para Ayuda de Emergencia y, luego de la aprobación de la Asamblea General, Louise Frechette, una distinguida diplomática de Canadá, será la Vicesecretaria General de la organización.
Al mismo tiempo, he recurrido a eminentes líderes para reavivar el proceso de paz en una serie de conflictos hasta ahora insolubles. En buena parte gracias a los esfuerzos de mi enviado especial, James Baker, se ha reanundado el proceso de paz en el Sahara Occidental, mientras que Jamsheed Marker, mi representante en Timor Este, ha iniciado una serie de consultas, lo mismo que Lakhdar Brahimi en Afganistán. Misiones especiales a cargo de otros enviados a Somalia y Libia aseguran que esas cuestiones no caigan en la desatención.
Pero nuestros éxitos no me hacen olvidar que tenemos todavía muchos desafíos por delante. Los derechos humanos serán aún una mayor prioridad en este año, el del 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Debemos luchar incansablemente para asegurar que todos los derechos humanos sean respetados en todo el mundo. Y para alcanzar un enfoque creíble en cuestiones económicas, la ONU debe fortalecer su papel en el tema del desarrollo, con el objetivo de mejorar realmente el nivel de vida de los seres humanos comunes.
Por otro lado, buscaré nuevas vías y una de ellas será la asociación con el sector empresarial. A medida que la comunidad de intereses entre el mundo de los negocios y la ONU se está haciendo cada vez más clara -mercados en expansión, buenos gobiernos y sociedades saludables, educadas y libres- intensificaremos nuestro diálogo para lograr que la potencial cooperación sea llevada a la práctica.
De modo que hemos hecho lo que prometimos hacer, pero pese a todo lo que oí decir un año atrás no hemos recibido aún la suma de 1.500 millones de dólares que Estados Unidos debe a la ONU por cuotas atrasadas. Ello no se debe a que el gobierno de Estados Unidos en principio no quiera pagar su deuda. Se trata, más bien, de que el Congreso ha tomado como "rehén" a ese desembolso por cuestiones políticas internas que nada tienen que ver con la deuda con la ONU.
Su vulnerabilidad financiera obliga a la ONU a cubrir costos esenciales de su presupuesto con fondos destinados a reembolsar a los países que aportan tropas a las actividades de mantenimiento de la paz. Pienso que la mayoría de los estadounidenses sufrirían un shock si se enteraran que esta situación significa que naciones en desarrollo que contribuyen con sus soldados a operaciones de paz -por ejemplo Bangladesh, Fiji y Nepal- en realidad están haciendo préstamos sin intereses a Estados Unidos. Creo también que desean que su gobierno cumpla con sus obligaciones hacia la ONU y que lo haga pronto.
Ted Turner nos ha mostrado cual es su sentido del respaldo a la ONU y espero que otros empresarios estadounidenses sigan su ejemplo.
Pese al problema de las cuotas atrasadas, nuestras relaciones con Estados Unidos mejoraron considerablemente en 1997. En efecto, una reciente encuesta muestra un amplio apoyo a la ONU entre el público estadounidense. En otra promesa que hice hace un año exhorté a iniciar una época de cura moral dentro de las Naciones Unidas a fin de superar las fracturas y las fricciones entre los estados integrantes de la organización. Ya hemos tenido una buena partida, que nos alienta a seguir trabajando en la misma senda.
Empecemos entonces ahora a construir de nuevo.
(*) Kofi A. Annan es el Secretario General de las Naciones Unidas.
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